No puedo evitarlo: el espectáculo de una realidad absurda
No puedo evitarlo: el espectáculo de una realidad absurda
Por Natalia Sofía Pinochet
Un brazo robótico es exhibido con una gélida crueldad en una habitación de cristal, mientras intenta cumplir con la tarea de retener el líquido sanguinolento que parece emanar de su cuerpo. Sin embargo, esta tarea resulta inútil ya que el robot tejando suelo y paredes manchadas, mientras se ve obligado a repetir el proceso en un ciclo interminable que, eventualmente, termina en decadencia.
Can’t Help Myself / No puedo evitarlo (2016) es la más reciente obra de Sun Yuan y Peng Yu, artistas conceptuales conocidos por su tendencia de provocar a su audiencia, y emplear técnicas poco convencionales como la taxidermia y la maquinaria. Previamente, los artistas habían trabajado en Freedom (2009), una instalación mecánica conformada por una manguera de goma suspendida en un cubo de acero; obra con alusiones a la libertad y la violencia. No obstante, su trabajo más polémico es Dogs That Cannot Touch Each Other (2003), ya que los artistas utilizaron perros vivos como parte de su exposición, hecho que generó fuertes críticas por parte de organizaciones animalistas, y su eliminación en el archivo digital del Museo Guggenheim.
Afortunadamente, su última pieza estuvo exenta de métodos éticamente cuestionables. Siendo instalada como la primera exposición robótica de El Guggenheim, esta obra fue fabricada por la empresa Kuka con acero inoxidable y caucho, además de incluir una rejilla de iluminación con sensores de reconocimiento visual Cognex. El líquido se formuló con éter de celulosa en agua de color rojo, mientras que las paredes se armaron a base de policarbonato y marcos de aluminio.
El robot estaba programado para realizar 32 movimientos dinámicos e interactuar con el público, pero después de casi tres años, estas acciones se transformaron en una especie de performance lenta, apagada y errática, como si la máquina hubiera adquirido conciencia y estuviera experimentando el cansancio y la desesperación humana. Aunque Sun Yuan y Peng Yu tenían la intención inicial de explorar cómo un robot podría suplantar la voluntad de un artista en el proceso creativo, decidieron dejar la interpretación de la obra en manos del público.
Para algunos, Can´t Help Myself se percibe como una representación de la compulsión y la obsesión, evocando tanto la realidad de los trastornos psicológicos, como la monotonía de la vida laboral moderna. Para otros, la obra refleja sentimientos de ansiedad y pánico, enfatizados en el sonido y en los movimientos erráticos de la maquinaria. Interpretaciones más específicas la relacionan con problemáticas como la migración, y la necesidad de las nuevas tecnologías para monitorear nuestro entorno.
Por otro lado, la estructura de la exhibición, al tratarse de una habitación de cristal, posibilitó una experiencia voyeurística para los espectadores, invitándonos a observar el “sufrimiento” del robot, como la tendencia humana de presenciar conflictos ajenos, sin intervenir en ellos.
La variedad de simbolismos es evidencia de cómo esta instalación artística logró resonar con la experiencia humana más allá de su inicial exhibición. En noviembre de 2021, tan solo dos años después de que el robot fuera desconectado, la obra fue popularizada por un usuario de TikTok que compartió registros audiovisuales de la instalación en funcionamiento. Cabe destacar que, durante ese momento, la humanidad estaba atravesando una pandemia que, para muchos, impactó drásticamente su salud mental. Este período en el tiempo implicó una resignificación de la conexión humana y la necesidad de recurrir a expresiones artísticas que reflejaran la compleja lucha interna de la existencia. Tal como el robot, los seres humanos podríamos no tener libre albedrío, y estar condicionados por nuestro entorno, llevándonos a proyectar nuestras propias emociones y experiencias sobre objetos inanimados o situaciones abstractas. Incluso, la propia esencia de la obra nos impulsa a sentir compasión por ella misma, y nos hace cuestionar la capacidad humana de empatizar con un robot, ya sea por su falta de autonomía o conciencia, mientras que tendemos a juzgar e invalidar experiencias reales en otros seres humanos.
Considerando todo este fenómeno, podríamos decir que la obra de Sun Yuan y Peng Yu se ha convertido en una de las más impactantes expresiones artísticas del último siglo. Mediante la intersección entre ingeniería y arte, la instalación emerge como un fiel reflejo del estado mental de una sociedad contemporánea sumida en las tensiones del capitalismo, la automatización y la incertidumbre tecnológica.
Hipnotizante y altamente provocativa, Can’t Help Myself nos obliga a cuestionar lo absurdo de nuestra existencia en un mundo cada vez más desconcertante, recordándonos que, al final del día, somos meros espectadores en un escenario que no podemos controlar. A veces, no podemos evitarlo.