Giremos en la vida de Jesús
Treintena a San José
Del 17 de febrero al 18 de marzo
Consagración el 19 de marzo
Recordemos y Honremos a San José
La Treintena a San José, contiene los textos de la Divina Voluntad que hacen referencia a San José, en los actos del vivir Divino de Jesús y de María; y que se nos da en conocimiento a través de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta.
15ª Lección Divina
Primera Treintena a San JoséEn Divina VoluntadJesús, Cali, Colombia Marzo 2018
En casa de Nazaret
- “la pequeña casa de Nazaret, para tu Mamá, para el querido y dulce Jesús y para san José, era un paraíso"
- Jesús "poseía en Sí mismo, por virtud propia, la Divina Voluntad...
Yo poseía por gracia el Querer Divino...
san José quedaba eclipsado, inundado y vivía de nuestros reflejos”
- Extravío de Jesús
Visita de la Reina del Cielo en el Día 25
Giro Diario en Honor a San José
Espíritu Divino, me Fundo en Tu gracia Santificante para dar a la Majestad Suprema mi Te Amo con Vuestra Voluntad, te Adoro, te Alabo, te Bendigo, te Glorifico, te doy Gracias por San José, Barón prudente y justo, Padre Putativo de Jesús y Esposo Virginal de María; y de quien tomo, en honor a los 30 años vividos en reflejo Divino, de la vida en Divina Voluntad de Jesús y de María: Su Obediencia, Silencio, Humildad, Castidad, Custodia y Laboriosidad... para hacer reinar Tu Divina Voluntad en mí, como casita de Nazaret sobre la tierra.
Junto a La Sagrada Familia, reparo el desamor en la familia humana, los lasos rotos en el matrimonio y en la vivencia que debe haber de padres a hijos, dando así correspondencia y Amor al Padre Celestial a nombre de todas las generaciones.
Pido, que "‘Venga tu Reino’. Esto es, que tu Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra"
Fiat. ¡In Voluntate Dei!
15ª Lección Divina
Libro: La Reina del Cielo en El Reino de la Divina VoluntadVisita de la Reina del Cielo en el Día 25
Ahora, tú debes saber que la pequeña casa de Nazaret, para tu Mamá, para el querido y dulce Jesús y para san José, era un paraíso.
Mi querido Hijo, siendo Verbo Eterno, poseía en Sí mismo, por virtud propia, la Divina Voluntad, y en aquella pequeña Humanidad residían mares inmensos de luz, de santidad, de alegrías y de bellezas infinitas, y Yo poseía por gracia el Querer Divino, y si bien Yo no podía abrazar la inmensidad como el amado Jesús, porque Él era Dios y Hombre, y Yo era siempre su criatura finita, pero con todo y esto el Fiat Divino me llenó tanto, que había formado sus mares de luz, de santidad, de amor, de bellezas y de felicidad,
y era tanta la luz, el amor, y todo lo que puede poseer un Querer Divino que salía de Nosotros, que san José quedaba eclipsado, inundado y vivía de nuestros reflejos.
...Hija mía, tú debes saber que la Divina Voluntad posee en naturaleza la fuente de las alegrías, y se deleita cuando reina en la criatura, de dar en cada acto suyo el acto nuevo continuo de sus alegrías y felicidad.
¡Oh! cómo éramos felices, todo era paz, suma unión, y el uno se sentía honrado de obedecer al otro, también mi querido Hijo hacía competencia, porque quería ser mandado en las pequeñas labores, por Mí y por el querido san José. ¡Oh! cómo era bello verlo en el acto en que ayudaba a su padre putativo en las labores del trabajo, verlo que tomaba el alimento,
pero ¿cuántos mares de gracia hacía correr en aquellos actos a favor de las criaturas?
... Apenas había alcanzado la edad de doce años, cuando fuimos según la usanza a Jerusalén para la celebración de la Pascua. Nos pusimos en camino, Él, san José y Yo. Frecuentemente, mientras íbamos devotos y recogidos, mi Jesús rompía el silencio y nos hablaba ahora de su Padre celestial y ahora del amor inmenso que en su corazón alimentaba por las almas.
… Después de haber cumplido nuestro deber en el templo y de haber celebrado la Pascua, nos dispusimos a regresar a Nazaret. En la confusión de la multitud nos perdimos; Yo quedé con las mujeres y José se unió a los hombres. Miré a mi alrededor para asegurarme si mi querido Jesús se había venido conmigo, pero no habiéndolo visto pensé que Él habría permanecido con su padre san José. Cual no fue mi asombro e inquietud que sentí cuando llegados al punto donde nos debíamos reunir y no lo vi a su lado.
Sin saber lo que había sucedido, sentimos tal espanto y tal dolor que nos quedamos mudos los dos.
Quebrantados por el dolor regresamos apresuradamente, preguntando con ansia a cuantos encontrábamos: “¡Ah! díganos si habéis visto a Jesús, nuestro Hijo, porque no podemos vivir sin Él” ...
(Encuentro en el Templo)… entramos al templo, Yo era toda ojos y buscaba por todos lados, cuando de repente, finalmente, con gozo descubrí a mi Hijo que estaba en medio de los doctores de la ley, Él hablaba con tal sabiduría y majestad, que cuantos lo escuchaban permanecían raptados y sorprendidos; al sólo verlo sentí que me regresaba la vida y rápido comprendí la oculta razón de su extravío...
En cuanto Jesús terminó de hablar nos acercamos reverentes a Él, y le dirigimos un dulce reproche: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?” Y Él, con dignidad divina nos respondió: “¿Por qué me buscaban? ¿No saben que Yo he venido al mundo para glorificar a mi Padre?” Habiendo comprendido el alto significado de tal respuesta y habiendo adorado en ella al Querer Divino, regresamos a Nazaret. …”
Los anteriores capítulos de María Valtorta sobre San José están en las anteriores Lecciones Divinas en la Treintena a San José