Santa María, 

Madre de Dios

Solemnidad

Enero 1


El misterio bendito de María Madre de Dios es la raíz de toda la Mariología, de todo el estudio teológico de María Santísima

"En todo me la sentía y me hacía el oficio de mi verdadera Madre. ¡Ah, si las almas me correspondieran, si todo tomaran de Mí, cuántos cielos y cuántas madres tendría sobre la tierra!” 



AUDIO


De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 11-53 Mayo 9, 1913 

Jesús y su Mamá fueron inseparables. Esto les sucede también a las almas cuando están verdaderamente unidas con Jesús


(1) Mientras rezaba estaba pensando en el momento cuando Jesús se despidió de la Madre Santísima para ir a sufrir su Pasión, y decía entre mí: “¿Cómo es posible que Jesús se haya podido separar de la querida Mamá, y Ella de Jesús?” Y el bendito Jesús me ha dicho: 

(2) “Hija mía, ciertamente que no podía haber separación entre Yo y mi dulce Mamá, la separación fue sólo aparentemente, Yo y Ella estábamos fundidos juntos, y era tal y tanta la fusión que Yo quedé con Ella, y Ella vino Conmigo, así que se puede decir que hubo una especie de bilocación. Esto sucede también a las almas cuando están unidas verdaderamente Conmigo, y si rezando hacen entrar en sus almas como vida la oración, sucede una especie de fusión y de bilocación, Yo dondequiera que me encuentre las llevo Conmigo y Yo quedo con ellas. 

(3) Hija mía, tú no puedes comprender bien lo que fue mi querida Mamá para Mí. Yo, viniendo a la tierra no podía estar sin Cielo, y mi Cielo fue mi Mamá. Entre Yo y Ella pasaba tal electricidad, que ni siquiera un pensamiento hubo en Ella que no lo tomara de mi mente, y este tomar de Mí la palabra, y la voluntad, y el deseo, y la acción, y el paso, en suma, todo, formaba en este Cielo el sol, las estrellas, la luna y todos los gozos posibles que puede darme la criatura y que puede ella misma gozar. ¡Oh cómo me deleitaba en este Cielo, cómo me sentía consolado y rehecho de todo! También los besos que me daba mi Mamá encerraban el beso de toda la humanidad y me restituían el beso de todas las criaturas; en todo me sentía a mi dulce Mamá, me la sentía en el respiro, y si era afanoso me lo aliviaba; me la sentía en el corazón, y si estaba amargado me lo endulzaba; en el paso, y si estaba cansado me daba aliento y reposo; ¿y quién puede decirte como me la sentía en la Pasión? En cada flagelo, en cada espina, en cada llaga, en cada gota de mi sangre, en todo me la sentía y me hacía el oficio de mi verdadera Madre. ¡Ah, si las almas me correspondieran, si todo tomaran de Mí, cuántos cielos y cuántas madres tendría sobre la tierra!” 

"El amor y la gloria que me daba mi Mamá"




De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 24, cap. 8 (2) - abril 22, 1928 

... El amor de la Soberana Reina está difundido en todo lo creado, porque el Fiat lo extendía por doquier...



"... Después de esto sentía que no era buena para nada y rogaba a la Soberana Reina que viniera en mi ayuda, que me prestara su amor para poder amar con su amor de Madre a mi dulce Jesús, y Él ha agregado:

“Hija mía, el amor de la Soberana Celestial está difundido en todo lo creado, porque aquel Fiat que sólo con pronunciarse había puesto en todo el universo tanta variedad de nuestras obras y les había dado la vida, habitaba en Ella; su amor y todos sus actos los hacía en el Fiat Divino, el cual no sabiendo hacer cosas pequeñas, sino grandes y sin límites, en su arrojo infinito difundía el amor y todos los actos de la Mamá Celestial en el cielo, en las estrellas, en el sol, en el viento, en el mar, dondequiera y en cada cosa; su amor está difundido por doquier, sus actos se encuentran por todas partes, porque mi Fiat dondequiera los difundía y animaba todo con el amor y actos de Ella; 

ni Yo habría estado contento ni me sentiría amado y honrado si no encontrara en todas las cosas, hasta debajo de la tierra, el amor y la gloria que me daba mi Mamá,

 habría sido un amor roto, a intervalos y una gloria dividida si no la encontrara en toda la Creación, mucho más que en todas las cosas la había amado, era justo que en todo encontrase difundido su amor y siempre en acto de amarme y glorificarme, no habría podido hacer brecha en Mí un amor despedazado, que no corriera junto Conmigo dondequiera, y por lo tanto no podría haberme traído del Cielo a la tierra en la estrecha prisión de su seno materno.  Sus cadenas de amor fueron tantas por cuantas cosas creé, de modo que Yo descendí del Cielo como un rey, todo rodeado y cercado por las cadenas de amor de la Reina del Cielo, y si su amor llegó a tanto, lo debe a mi Fiat Divino, que reinando en Ella como soberano, raptaba su amor en mi Querer y lo ensanchaba por todas partes, y todos los actos de Ella recibían las tintas de los actos divinos.  Por eso, si quieres el amor de la Mamá Reina, haz que mi Fiat te domine, difunde tu amor y toda tú misma en Él, a fin de que mi Fiat raptando a tu pequeño amor y todo lo que tú haces, lo ensanche y llevándolo a dondequiera que Él se encuentra, que es por todas partes, encuentre unido al amor de mi Mamá tu amor y me darás el contento de que la pequeña hija de mi Querer no me dé un amor roto y dividido, sino amor en todas las cosas y por doquier”.


Fiat Divina Voluntad

AUDIO



Vol. 8-58  Diciembre 30, 1908

La infancia de Jesús para divinizar la infancia de todos

 

Estaba meditando el misterio de la infancia de Jesús y decía entre mí: “Niño mío, a cuántas penas quisiste sujetarte. No te bastaba con venir ya grande, has querido venir niño, sufrir la estrechez de los pañales, el silencio, la inmovilidad de tu pequeña Humanidad, de los pies, de las manos. ¿En qué aprovecha todo esto?” Mientras esto decía se ha movido en mi interior y me ha dicho:

“Hija mía, mis obras son perfectas; quise venir pequeño infante para divinizar todos los sacrificios y todas las pequeñas acciones que hay en la infancia; así que, hasta en tanto que los niños no llegan a cometer pecados, todo queda absorbido en mi infancia y divinizado por Mí. Cuando después comienza el pecado, entonces comienza la separación entre Yo y la criatura, separación dolorosa para Mí, y para ella luctuosa”.

Y yo: “Cómo puede ser esto, si los niños no tienen uso de razón y no son capaces de merecer”.

Y Él: “El mérito lo doy, primero por gracia mía, segundo porque no es de su voluntad el no querer merecer, sino que es porque así es el estado de infancia dispuesto por Mí. 

Y además, no sólo queda honrado sino que también recoge el fruto un jardinero que ha plantado una planta, a pesar de que la planta no tiene razón; el escultor que hace una estatua, y tantas otras cosas. 

Sólo el pecado es lo que destruye todo y separa a la criatura de Mí, pues todo lo demás, de Mí parte hacia las criaturas y a Mí regresa, aun las acciones más triviales, con la marca del honor de mi Creación”.

Vol. 33, cap. 8


…por eso hazte cubrir por tu Mamá Celestial, la cual pensará en las necesidades de su hija”

De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 33, cap. 8 febrero 4, 1934

Amor de Dios oculto en la Virgen.  

La Paternidad Divina le da la Maternidad Divina, y genera en Ella las generaciones humanas como sus hijos.  

La inmensidad Divina vuelve inseparables todas sus obras


Mi abandono continúa en el Querer Divino, y encontrando todo lo que ha hecho Él, el pequeño átomo de mi alma gira y vuelve a girar para dar también un pequeño te amo mío por todo lo que en el giro de la eternidad ha hecho por amor de todas las criaturas, y mi amado Jesús me ha detenido en las olas de amor interminable de la Concepción de mi Mamá Celestial, y todo bondad me ha dicho:

“Pequeña hija de mi Querer, tu te amo, por cuan pequeño sea, hiere a nuestro amor, y de aquellas heridas que nos hace nos da ocasión para hacer salir nuestro amor escondido, y hacerse revelador de nuestros íntimos secretos y de cuánto hemos amado a las criaturas.  Tú debes saber que Nosotros amábamos a todo el género humano, pero estábamos obligados a tener oculto en nuestro Ser Divino todo el fuego inmenso de nuestro amor, porque no encontrábamos en ellos ni belleza que raptara nuestro amor, ni amor que hiriéndonos hiciera salir nuestro amor para inundarlos para hacerse conocer, amarlos y hacerse amar, más bien estaban inmersos en el letargo de las culpas, tanto de hacernos horrorizar al sólo verlos.  Pero nuestro amor ardía, lo amábamos y queríamos hacer llegar nuestro amor a todos, ¿cómo hacer?  Debíamos usar una gran invención de nuestro amor para llegar a esto, y he aquí cómo:  Llamamos a vida a la pequeña Virgencita María, y creándola toda pura, toda santa, toda bella, toda amor, sin mancha de origen, y haciendo concebir junto con Ella nuestra misma Voluntad Divina, a fin de que entre Ella y Nosotros hubiera libre acceso, perenne unión e inseparabilidad.  Ahora, la Celestial Reina con su belleza nos raptaba, y nuestro amor corría, corría; con su amor nos hería y nuestro amor desbordando se escondía en Ella, y mirando a través de su belleza y de su amor a todas las criaturas, nuestro amor se desahogaba y amaba con amor oculto en esta Celestial Reina a todas las criaturas.  Así que a todos amamos en Ella, a través de su belleza no nos parecen más feas, nuestro amor no estaba más restringido en Nosotros, sino difundido en el corazón de una criatura tan santa, que comunicándole nuestra Paternidad Divina y amando a todos en Ella, adquirió la Maternidad Divina para poder amar a todos como hijos suyos, generados por su Padre Celestial; en cuanto sentía que Nosotros amábamos a todas las criaturas en Ella, así sentía que nuestro amor formaba la nueva generación de todo el género humano en su corazón materno.  ¿Se puede dar invención más grande de amor, estratagemas más amorosas, que el que nuestra Paterna bondad para amar a las criaturas, y también a aquéllas que nos ofendían, eligiera de esta misma estirpe a una criatura, formarla cuanto más bella podíamos a fin de que nuestro amor no pudiese encontrar obstáculos para poder amar a todos en Ella, y hacerla amar a todos?  En esta Celestial Reina todos pueden encontrar nuestro amor escondido en Ella, mucho más que poseyendo nuestra Voluntad Divina nos dominaba y nos hacía amar a todos, y Nosotros con nuestro dulce imperio la dominábamos a Ella para ser la Madre más afectuosa de todas.  El verdadero amor no sabe estar sin amar y usa todas las artes, toma ocasión de las más pequeñas cosas, como de las más grandes para amar, nuestro amor ahora se esconde, ahora se hace patente, ahora directamente, y ahora por vía indirecta, para hacer conocer que amamos con amor incesante a aquélla que sacamos del fondo de nuestro amor.  Don más grande no podíamos dar a todas las generaciones, que dar a esta inigualable criatura como Madre de todos, y como portadora de nuestro amor escondido en Ella, para darlo a todos sus hijos”.

Después de esto continuaba pensando en la Divina Voluntad, el pensamiento de que mi Mamá Celestial poseía en su materno corazón el amor escondido con el cual me amaba mi Creador, me llenaba de alegría, y el pensar que yo era mirada por Dios desde dentro de mi querida Madre Celestial, a través de su santidad y de su belleza raptora, ¡oh! cómo me sentía feliz y llena de confianza, porque ya no debía ser amada y mirada sola, sino amada y mirada junto con mi Mamá.  ¡Ah! Ella para hacerme amar más por mi Jesús me cubrirá con sus virtudes, me vestirá con su belleza y esconderá mis miserias y mis debilidades.  Pero un pensamiento quería afligir mi alegría:  “Que Nuestro Señor hizo esto mientras la Reina del Cielo vivió sobre la tierra, pero cuando se la llevó al Cielo esta invención de amor divino terminó”.  Y mi dulce Jesús regresando ha agregado:

“Hija mía bendita, nuestras obras continúan siempre y son inseparables de Nosotros, así que nuestro amor oculto continúa en la Reina del Cielo y continuará siempre, no sería obrar como Dios si todo lo que hacemos pudiera separarse de Nosotros y no tener vida perenne. Por eso Nosotros amamos, nos vertemos sobre las criaturas, parece que nuestro amor parte de Nosotros, pero no, parte y queda con Nosotros, y el amor que se vuelca sobre las criaturas es inseparable de Nosotros y vuelve inseparable a aquélla que ha recibido nuestro amor, así que todas nuestras obras:  Cielo y tierra, criaturas que salen a la luz del día, parece que parten de Nosotros, pero no, todas son inseparables de Nosotros, y esto es en virtud de nuestra inmensidad, que envolviendo todo, no hay punto donde no se encuentra y vuelva inseparable todo lo que Nosotros hacemos, por eso ni nuestras obras se pueden separar de Nosotros, ni Nosotros de ellas, se puede decir que forman un solo cuerpo para Nosotros, y nuestra inmensidad y potencia es como circulación de la sangre que mantiene a todo y a todos la vida, a lo más pueden ser obras distintas una de la otra, pero separables jamás”.

Entonces yo al oír esto, maravillándome he dicho:  “Sin embargo Amor mío, los réprobos ya están separados de Ti, pero también ellos son obras salidas de Ti, ¿cómo es entonces que no te pertenecen más?”

Y Jesús:  “Te equivocas hija mía, no me pertenecen por vía de amor sino por vía de justicia, mi inmensidad que los envuelve tiene su poder sobre ellos, y si no me pertenecieran, mi justicia que castiga no tendría qué castigar, porque si las cosas no me pudieran pertenecer al instante perderían la vida, pero si esta vida existe es que hay quién la conserva y quién justamente la castiga.  Por eso nuestro amor escondido hacia cada criatura la Soberana Señora lo posee todavía en el Cielo, es más, es su más grande triunfo y contento, porque siente que su Creador ama en su materno corazón a todas las criaturas, y Ella haciendo de verdadera Madre, cuántas veces me las esconde en su amor para hacerlas amar, en sus dolores para hacerlas perdonar, en sus oraciones para hacerles dar las gracias más grandes.  ¡Ah! Ella es la que cubre y que sabe cubrir y disculpar a sus hijos ante el trono de nuestra Majestad, por eso hazte cubrir por tu Mamá Celestial, la cual pensará en las necesidades de su hija”.

 

Fiat Divina Voluntad

"Quien lo recibe siente la Paternidad Divina y la Maternidad de su Madre Celestial"




De lo escritos de la S. D.  Luisa Piccarreta Vol. 34 enero 1, 1937

“La Soberana Reina con poseer nuestra Voluntad como vida, tenía siempre qué darnos, siempre qué decir, nos tenía siempre ocupados y Nosotros teníamos siempre qué dar, y siempre nuestros secretos amorosos para comunicarle, tanto que nada hacemos sin Ella, primero nos entendíamos con Ella, después lo poníamos en su materno corazón, y de su corazón desciende en el afortunado que debe recibir aquel bien. Así que no hay gracia que descienda sobre la tierra, no hay santidad que se forme, no hay pecador que se convierta, no hay amor que parta de nuestro trono, que primero no sea puesto en su corazón de Madre, la cual forma la maduración de aquel bien, lo fecunda con su amor, lo enriquece con sus gracias, y si es necesario con la virtud de sus dolores, y después lo pone en quien lo debe recibir, de modo que quien lo recibe siente la Paternidad Divina y la Maternidad de su Madre Celestial. Podemos hacer sin Ella, pero no queremos, ¿quién tendrá corazón de hacerla a un lado? Nuestro Amor, nuestra Sabiduría infinita, nuestro mismo Fiat se impone sobre Nosotros, y no nos hace hacer nada que no descienda por medio suyo.” 

Fiat Divina Voluntad

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De lo escritos de la S. D.  Luisa Piccarreta Vol. 36, cap. 46 diciembre 28, 1938

...La Maternidad de la Reina del Cielo


"... quiero decirte una gran sorpresa de nuestro amor y quiero que no se te escape nada, quiero hacerte conocer hasta donde llega la Maternidad de mi Madre Celestial, qué cosa hizo y cuánto le costó y le cuesta todavía ahora.  Tú debes saber que la gran Reina no sólo me hizo de Madre con el concebirme, con el darme a la luz, con nutrirme con su leche, con darme todos los cuidados posibles que se necesitaron en mi infancia; esto no era suficiente ni a su materno amor ni a mi amor de Hijo, por eso su amor materno corría en mi mente, y si pensamientos dolorosos me afligían, extendía su Maternidad en cada uno de mis pensamientos, los escondía en su amor, los besaba, así que mi mente me la sentía escondida bajo el ala materna que no me dejaba jamás solo; cada pensamiento mío tenía a mi Mamá que me amaba y me daba todos sus cuidados maternos.  Su maternidad se extendía en cada respiro, en cada uno de mis latidos, y si mi respiro y latido eran sofocados por el amor y por el dolor, Ella corría con su Maternidad para no dejarme sofocar por el amor y poner el bálsamo a mi corazón traspasado.  Si miraba, si hablaba, si obraba, si caminaba, Ella corría para recibir en su amor materno mis miradas, mis palabras, mis obras, mis pasos, los investía con su amor materno, los escondía en su corazón y me hacía de Mamá; también en el alimento que me preparaba hacía correr su materno amor, así que Yo, comiéndolo, sentía su Maternidad que me amaba, y qué decirte del alarde de Maternidad que hizo en mis penas, no hubo pena, ni gota de sangre que vertiera, en la que no sintiera a mi amada Mamá.  Después que me hacía de Mamá, tomaba mis penas, mi sangre, las escondía en su materno corazón para amarlas y continuar su Maternidad.  ¿Quién puede decirte cuánto me amó y cuánto la amé?  Mi amor fue tanto, que Yo no sabía estar en todo lo que hice sin sentir su Maternidad junto Conmigo, puedo decir que Ella corría para no dejarme jamás, aun en el respiro, y Yo la llamaba, su Maternidad era para Mí una necesidad, un alivio, un apoyo a mi Vida acá abajo.

Ahora hija mía, escucha otra sorpresa de amor de tu Jesús y de nuestra Mamá Celestial, porque en todo lo que se hacía entre mi Mamá y Yo, el amor no encontraba obstáculos, el amor del uno corría en el amor del otro para formar una sola Vida.  

Ahora, queriendo hacerlo con las criaturas, cuántos obstáculos, rechazos e ingratitudes, pero mi amor no se detiene jamás, tú debes saber que en cuanto mi inseparable Mamá extendía su Maternidad dentro y fuera de mi Humanidad, Yo la constituía y la confirmaba como Madre de cada uno de los pensamientos de las criaturas, de cada respiro, de cada latido, de cada palabra, y hacía extender su Maternidad en las obras, en los pasos, en todas sus penas; su Maternidad corre en todas partes, cuando la criatura está en peligro de caer en pecado, corre, los cubre con su Maternidad a fin de que no caigan, y si han caído deja su Maternidad como ayuda y defensa para hacerla levantarse.  Su Maternidad corre y se extiende sobre las almas que quieren ser buenas y santas, y como si encontrase a su Jesús en ellas, hace de Madre a su inteligencia, guía sus palabras, las cubre y esconde en su amor materno para hacer crecer a otros tantos Jesús.  Su Maternidad hace alarde sobre el lecho de los moribundos, y valiéndose de los derechos de autoridad de Madre, dados por Mí, me dice con acento tan tierno que Yo no puedo negarle nada:  ‘Hijo mío, soy Madre, y son hijos míos, debo ponerlos a salvo; si no me concedes esto mi Maternidad quedará afligida’.  Y mientras esto dice, los cubre con su amor, los esconde en su Maternidad para ponerlos a salvo.  

Mi amor fue tanto que le dije:  ‘Madre mía, quiero que seas la Madre de todos, y lo que me has hecho a Mí lo harás a todas las criaturas, tu Maternidad se extienda en todos sus actos, de modo que a todos los veré cubiertos y escondidos en tu amor materno’.  Mi Mamá aceptó y quedó confirmado que no sólo debía ser Madre de todos, sino que debía investir cada uno de sus actos con su amor materno.  Esta fue una de las gracias más grandes que hice a todas las generaciones humanas.  ¿Pero cuántos dolores no recibe mi Mamá?  Llegan a no querer recibir su Maternidad, a desconocerla  y  por eso  todo el Cielo ruega, espera con ansia que la Divina Voluntad sea conocida y reine, y entonces la gran Reina hará a los hijos de mi Querer lo que hizo a su Jesús, su Maternidad tendrá vida en sus hijos.  Yo cederé mi puesto en su corazón materno a quien viva en mi Querer; Ella los hará crecer, guiará sus pasos, los esconderá en su Maternidad y santidad, en todos sus actos se verá impreso su amor materno y su santidad, serán verdaderos hijos suyos, que me semejarán en todo, y ¡oh! cómo suspiro que todos lleguen a saber que quien quiere vivir en mi Querer tiene una Reina y Madre potente, que suplirá a lo que les hace falta a ellos, que los hará crecer en su regazo materno y que en todo lo que hagan estará junto con ellos para modelar sus actos a los suyos, tanto, que se conocerá que son hijos crecidos, custodiados, educados por el amor de la Maternidad de mi Mamá, y éstos serán los que la volverán contenta y serán su gloria y honor”.

Fiat Divina Voluntad

EVANGELIO

Lucas 2, 16-21
Encontraron a María y a José, y al niño. A los ocho días, le pusieron por nombre Jesús 


"El Evangelio del reino de la Voluntad Divina"

De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta


En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

1a. Lectura  

Números 6: 22-27 

Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré



El Señor habló a Moisés: "Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas: "El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz". Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré." 



EVANGELIO

Lucas 2, 16-21


Lectura del santo Evangelio según San Lucas
Encontraron a María y a José, y al niño. A los ocho días, le pusieron por nombre Jesús 

16.Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 

17.Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; 

18.y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. 

19.María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. 

20.Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. 

21.Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno."


Palabra del Señor

"Gloria a Ti, Señor Jesús"

Lc 2, 16

“Encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre”


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Vol. 17-26 (4) Diciembre 24, 1924

-En el acto de mi nacimiento.

-Yo era todo ojos para ver si venía ante Mí para recibir el gran don de mi Vida Divina y humana.

-no se movieron, a excepción de pocos pastores. No obstante era por el hombre que venía a la tierra, venía para darme a él, para salvarlo y para llevarlo conmigo a la patria celestial.

-este es el obrar como Dios: La firmeza y el no retirarse a costa de cualquier sacrificio.


(4) “Hija mía, el acto de mi nacimiento fue el acto más solemne de toda la Creación, Cielo y tierra sentían sumergirse en la más profunda adoración a la vista de mi pequeña Humanidad, que tenía como amurallada a mi Divinidad, así que en el acto de mi nacimiento hubo un acto de silencio y de profunda adoración y oración: Oró mi Mamá y quedó arrebatada por la fuerza del prodigio que de Ella salía, oró san José, oraron los ángeles y toda la Creación; sentían la fuerza del amor de mi potencia creadora renovada en ellos, todos se sentían honrados y recibían el verdadero honor, porque Aquél que los había creado debía servirse de ellos para lo que era necesario a su Humanidad. Se sintió honrado el sol al tener que dar su luz y calor a su Creador, reconocía a Aquél que lo había creado, a su verdadero Señor y le hacía fiesta y honor con darle su luz; se sintió honrada la tierra cuando me sintió que estaba acostado en un pesebre, se sintió tocada por mis tiernos miembros y exultó de alegría con signos prodigiosos; todas las cosas creadas veían a su verdadero Rey y Señor en medio de ellas, y sintiéndose honradas, cada una quería darme su oficio: El agua quería quitarme la sed, los pájaros con sus trinos y gorjeos querían recrearme, el viento quería acariciarme, el aire quería besarme, todos querían darme su inocente tributo. Sólo el hombre ingrato, a pesar que todos sintieron en ellos una cosa insólita, una alegría, una fuerza potente, fueron reacios, y sofocando todo no se movieron, y a pesar de que los llamaba con lágrimas, con gemidos y sollozos, no se movieron, a excepción de pocos pastores. No obstante era por el hombre que venía a la tierra, venía para darme a él, para salvarlo y para llevarlo conmigo a la patria celestial. Por esto Yo era todo ojos para ver si venía ante Mí para recibir el gran don de mi Vida Divina y humana, así que la Encarnación no fue otra cosa que darme en poder de la criatura. En la Encarnación me di en poder de mi amada Mamá; en mi nacimiento se agregó San José, al cual hice don de mi Vida, y como mis obras son eternas y no están sujetas a terminar, esta Divinidad, este Verbo que descendió del Cielo, no se retiró más de la tierra, para tener ocasión de darme continuamente siempre a todas las criaturas. Mientras viví me di develadamente y después, pocas horas antes de morir realicé el gran prodigio de dejarme Sacramentado, para que quien quisiera pudiera recibir el gran don de mi Vida; no puse atención ni a las ofensas que me habrían hecho, ni a los rechazos de no quererme recibir, dije entre Mí: ‘Me he dado, no quiero retirarme más, aunque me hagan lo que quieran, pero seré siempre de ellos y estaré siempre a su disposición”. Hija, esta es la naturaleza del verdadero Amor, este es el obrar como Dios: La firmeza y el no retirarse a costa de cualquier sacrificio. Esta firmeza en mis obras es mi victoria y mi más grande gloria, y es esta la señal si la criatura obra para Dios: La firmeza. El alma no mira a nadie, ni a las penas, ni a sí misma, ni a su estima, ni a las criaturas, y a pesar de que le cueste la propia vida ella mira sólo a Dios, hacia el Cual ha decidido obrar por amor suyo, y se siente victoriosa de poner el sacrificio de su vida por amor a Dios. El no ser firme es de la naturaleza humana y del obrar humanamente, el no ser firme es el obrar de las pasiones y con pasión, la mutabilidad es debilidad, es vileza, y no es de la naturaleza del verdadero amor, por eso la firmeza debe ser la guía del obrar por Mí. Por eso en mis obras no me cambio jamás, sean cual sean los eventos, hecha una vez es hecha para siempre”.

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Lc 2, 16

“Encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre”


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Vol. 17-43 (2)  mayo 17, 1925

"quiero darle mi correspondencia de todos los actos que deberían haber hecho todas las criaturas si lo hubieran esperado y recibido en la tierra"


Entonces, después de esto siento que mi oficio no está completo, por eso desciendo a lo bajo de ese vacío para corresponder a mi Jesús por la obra de la Redención, y como si encontrase en acto todo lo que Él hizo, quiero darle mi correspondencia de todos los actos que deberían haber hecho todas las criaturas si lo hubieran esperado y recibido en la tierra, y después, como si me quisiera transformar toda en amor por Jesús, vuelvo a mi estribillo y digo:  “Te amo en el acto de descender del Cielo e imprimo mi ‘te amo’ en el acto en que fuiste concebido, ‘te amo’ en la primera gota de sangre que se formó en tu Humanidad, ‘te amo’ en el primer latido de tu corazón, para sellar todos tus latidos con mi ‘te amo’; ‘te amo’ en tu primer respiro, ‘te amo’ en tus primeras penas, ‘te amo’ en tus primeras lágrimas que derramaste en el seno materno; quiero corresponder tus oraciones, tus reparaciones, tus ofrecimientos con mi ‘te amo’, cada instante de tu Vida lo quiero sellar con mi ‘te amo’; ‘te amo’ en tu nacimiento, ‘te amo’ en el frío que sufriste, ‘te amo’ en cada gota de leche que chupaste de tu Mamá; intento llenar con mis ‘te amo’ los pañales con los que tu Mamá te envolvió; extiendo mi ‘te amo’ sobre de aquella tierra en la cual tu querida Mamá te recostó en el pesebre, y tus ternísimos miembros sintieron la dureza del heno, pero más que heno la dureza de los corazones; mi ‘te amo’ en cada gemido tuyo, en todas tus lágrimas y penas de tu infancia.

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Vol. 25-1 (2-5) Octubre 7, 1928

"Este núcleo de gente que tú ves todo en movimiento por la apertura de la casa de mi Divina Voluntad, es símbolo de aquel núcleo de gente cuando quise nacer en Belén, y los pastores iban y venían para visitarme a Mí, pequeño niño...  el inicio del reino de mi Divina Voluntad". 

"La corona dulce y potente de su Rosario"


(2) Ahora, antes de decir lo que me ha dicho Jesús, debo hacer un pequeño paréntesis, que aquí en Corato se ha fundado una casa querida e iniciada por el padre canónigo Annibale Maria di Francia, de venerable memoria, la cual, sus hijos, fieles a la voluntad de su fundador, han seguido y dado el nombre de casa de la Divina Voluntad, como lo quería el venerable padre, el cual quería que yo entrase en dicha casa, y sus hijos e hijas por su bondad, el primer día que la han abierto, las reverendas madres han venido por mí y me han conducido a una habitación, donde abriendo la puerta de dicha habitación yo veo el tabernáculo, escucho la santa misa, estoy propiamente bajo la mirada de mi Sacramentado Jesús.  ¡Oh! cómo me siento feliz, porque de ahora en adelante, si Jesús quiere que continúe escribiendo, escribiré siempre poniendo un ojo al tabernáculo y el otro al papel donde escribo.  Así que te ruego amor mío que me asistas y dame la fuerza de cumplir el sacrificio que Tú mismo quieres. 

(3) Ahora, debiéndose abrir esta casa, se veían personas, religiosas, niñas, un ir y venir de gente, todos en movimiento.  Yo me sentía toda impresionada, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho: 

(4) “Hija mía, este núcleo de gente que tú ves todo en movimiento por la apertura de la casa de mi Divina Voluntad, es símbolo de aquel núcleo de gente cuando quise nacer en Belén, y los pastores iban y venían para visitarme a Mí, pequeño niño, esto señalaba a todos la certeza de mi nacimiento; así este núcleo de gente todo en movimiento, señala el nuevo nacimiento del reino de mi Divina Voluntad.  Mira cómo todo el Cielo hace eco a mi nacimiento, el cual, los ángeles festejándolo, me anunciaron a los pastores y poniéndolos en movimiento los hacían ir y venir a Mí, y Yo reconocía en ellos a las primicias del reino de la Redención, así reconozco en este núcleo de personas, de niñas y religiosas, el inicio del reino de mi Divina Voluntad.  ¡Oh, cómo exulta mi corazón y goza, y todo el Cielo hace fiesta, así como los ángeles festejaron mi nacimiento, así ellos festejan el inicio del renacimiento de mi Fiat en medio a las criaturas.  Pero mira cómo mi nacimiento fue más descuidado, más pobre, no tuve ni siquiera un sacerdote cerca a Mí, sino sólo pobres pastores.  En cambio en el inicio de mi Querer no sólo hay un núcleo de religiosas y niñas extranjeras, un pueblo que acude a festejar la apertura, sino que hay un Arzobispo y sacerdotes representantes de mi Iglesia, esto es símbolo y anuncio a todos, que el reino de mi Querer Divino será formado con más magnificencia, con pompa y esplendor mayor que el mismo reino de la Redención, y todos, reyes y príncipes, obispos, sacerdotes y pueblos, conocerán el reino de mi Fiat y lo poseerán, por eso también tú festeja este día en el cual, mis, y tus suspiros y sacrificios por hacer conocer mi Divina Voluntad ven los primeros albores y esperan que pronto surja el Sol de mi Fiat Divino”. 

(5) Luego, habiendo llegado la noche de este día consagrado a la Reina del Rosario, Reina de las victorias y de los triunfos, pensaba que éste es otro bello signo, que así como la Soberana Señora venció a su Creador, y entretejiéndolo con sus cadenas de amor lo atrajo del Cielo a la tierra para hacerle formar el reino de la Redención, así la corona dulce y potente de su Rosario la hará de nuevo victoriosa y triunfadora hacia la Divinidad, tanto, de conquistar el reino del Fiat Divino para hacerlo venir en medio a las criaturas.

Fiat Divina Voluntad



Lc 2, 21 

Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle...

AUDIO


La Reina del Cielo en el reino de la Divina Voluntad. 

Suena la primera hora del dolor. Heroísmo en el someter al infante Divino al duro corte de la circuncisión.

21° día

- corte de la circuncisión

- nombre santísimo de Jesús


Ahora, tú debes saber que apenas habían transcurrido ocho días del nacimiento del infante divino. Todo era fiesta y felicidad, la misma Creación poniéndose en actitud de fiesta festejaba al Creador niño. Pero el deber interrumpe nuestras alegrías, porque en aquellos tiempos había una ley, que todos los hijos primogénitos debían someterse al duro corte de la circuncisión; mi corazón de Madre sangraba por el dolor de tener que someter a mi querido Hijo, mi vida, mi mismo Creador, a un dolor tan acerbo. ¡Oh! cómo habría querido ponerme en su lugar, pero el Querer Supremo se impuso sobre mi amor, y dándome el heroísmo me ordenó circuncidar al Dios niño. Hija mía, tú no puedes comprender cuánto me costó, pero venció el Fiat Divino, y obedecí unida con san José, y estando los dos de acuerdo se circuncidó a mi querido Hijo. Al corte doloroso Yo me sentí arrancar el corazón y lloré, san José lloraba, y mi querido niño sollozaba; era tanto el dolor, que temblaba y mirándome, en Mí buscaba ayuda. Qué hora de dolor y de sufrimiento de parte de los tres, fue tanto que, más que mar arrollaba a todas las criaturas para llevarles la primera prenda y la misma vida de mi Hijo para ponerlas a salvo.

Ahora hija bendita, tú debes saber que este corte encerraba profundos misterios: Era el sello que imprimía en la pequeña Humanidad del celestial niño la hermandad con toda la humana familia, y la sangre que derramó era el primer desembolso ante la divina Justicia para rescatar a todas las generaciones humanas; el querido niño era inocente, no estaba obligado a la ley, pero quiso someterse, primero para dar ejemplo, y después para dar confianza, valor, y decir a todos: “No teman, soy un hermanito vuestro, igual a ustedes, amémonos y los pondré a todos a salvo, los llevaré a todos a mi Padre celestial como mis queridos hermanos.”

Hija mía, qué ejemplo da el celestial niño, Él, que es el autor de la ley, obedece la ley. Apenas ocho días de nacido, y se hace del cumplir la ley un deber, y se somete al duro corte de la circuncisión, corte imborrable, como imborrable la unión que vino a hacer con la humanidad degradada. Esto indica que la santidad está en el propio deber, en la observancia de las leyes y en cumplir la Divina Voluntad; santidad sin deber no existe, es el deber el que pone el orden, la armonía, el sello a la santidad.

Además de esto hija mía, tú debes saber que al sustraerse Adán de la Divina Voluntad, después de su pequeña vida de inocencia, su voluntad humana quedó herida, más que por un cuchillo homicida, y por esta herida entró la culpa, las pasiones, perdió el bello día de la Voluntad Divina, se degradó tanto que daba piedad, y mi querido Hijo después de las alegrías de su nacimiento, quiso ser circuncidado a fin de que esta herida suya sanara la herida que se hizo Adán con hacer su propia voluntad, y con su sangre le preparó el baño para lavarlo de todas sus culpas, fortalecerlo, embellecerlo de modo de hacerlo digno de recibir nuevamente aquella Voluntad Divina que rechazó, que formaba su santidad y su felicidad. Hija, no hubo obra o pena que Él sufriera, con la que no tratara de reordenar nuevamente la Divina Voluntad en las criaturas, por eso lo que te debe importar, en todas las circunstancias, incluso dolorosas, humillantes, es el hacer en todo la Divina Voluntad, porque éstas son la materia prima en la cual se oculta para obrar en la criatura, para hacerla adquirir su vida obrante en la criatura.

….. Ahora hija queridísima, en tanto dolor surge la más bella alegría, tanto, de detener nuestras lágrimas; cuando fue circuncidado le pusimos el nombre santísimo de Jesús, querido por el ángel. Al pronunciar este nombre santísimo, fue tal la alegría, el contento, que endulzó nuestro dolor, mucho más que en este nombre, quien lo quisiera habría encontrado el bálsamo a sus dolores, la defensa en los peligros, la victoria en las tentaciones, la mano para no caer en pecado, la medicina a todos sus males. Este nombre santísimo de Jesús hace temblar al infierno, lo reverencian los ángeles, suena dulce al oído del Padre celestial. Ante este nombre todos se inclinan y adoran; nombre poderoso, nombre santo, nombre grande, y quien lo invoca con fe sentirá las maravillas, el secreto milagroso de la virtud de este nombre santísimo.

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Lc 2, 21 

Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle...

 




 AUDIO


Vol. 3-23  Enero 1, 1900 

"He aquí el por qué quise ser circuncidado" 


Efecto del conocimiento de sí mismo

 

Encontrándome muy afligida por la privación de mi sumo y único Bien, después de mucho esperar y esperar, finalmente lo he visto salir llorando de dentro de mi corazón, haciéndome señal con los ojos que le dolía la herida hecha en la circuncisión, y por eso lloraba, y que esperaba de mí que le secara la sangre que corría de la herida y endulzara el dolor del corte. Yo era toda compasión y confusión al mismo tiempo, tanto que no me atrevía a hacerlo, pero atraída por el amor, no sé como me he encontrado un trapo en la mano y he tratado por cuanto he podido de limpiar la sangre al niño Jesús. Mientras esto hacía, me sentía toda llena de pecado, y pensaba que yo era la causa de ese dolor de Jesús. ¡Oh, cómo me daba pena, me sentía absorbida en aquella amargura, y el bendito niño compadeciendo mi miserable estado me ha dicho:

“Por cuanto más el alma se humilla y se conoce a sí misma, tanto más se acerca a la verdad, y encontrándose en la verdad busca dirigirse al camino de las virtudes, del cual se ve muy lejana, y si ve que se encuentra en este camino, pronto descubre lo mucho que le queda por hacer, porque las virtudes no tienen término, son infinitas como soy Yo. Entonces, el alma encontrándose en la verdad, busca siempre perfeccionarse, pero jamás llegará a verse perfecta, y esto le sirve y hará que el alma esté continuamente trabajando, esforzándose para mayormente perfeccionarse, sin perder el tiempo en ociosidades; y Yo, complaciéndome de este trabajo, poco a poco la voy retocando para pintar en ella mi semejanza. He aquí el por qué quise ser circuncidado, para dar un ejemplo de grandísima humildad, que hizo desconcertar a los mismos ángeles del Cielo”.

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Lc 2, 21 

Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle...

 


 AUDIO

Vol. 25-19 (4-5) Enero 1, 1929

"Quise someterme a la circuncisión"

"En virtud de mi Fiat Omnipotente todos sus bienes quedarían rehechos y restablecidos"


(4) ....estaba pensando en el dolor acerbo que sufrió el niñito Jesús en la circuncisión, apenas ocho días de nacido y se somete a un corte tan doloroso, y Jesús moviéndose en mi interior ha agregado: 

(5) “Hija mía, en la primera época de su vida, Adán, pecando, hizo una herida a su alma, por donde salió mi Divina Voluntad y por donde entraron las tinieblas, las miserias, las debilidades, que formaron la polilla a todos los bienes del hombre.  Así que si bienes tiene sin mi Divina Voluntad, si acaso los tiene, son bienes apolillados, podridos, sin sustancia, por tanto sin fuerza y sin valor.  Y Yo que lo amo tanto, en los primeros días de mi vida acá abajo quise someterme a la circuncisión, sufriendo un corte durísimo, que me arrancó mis lágrimas infantiles, y en esta herida Yo abría las puertas a la voluntad humana, para hacerlas reentrar de nuevo en la mía, a fin de que esta mi herida sanase la herida de la voluntad humana y encerrara de nuevo mi Fiat Divino en ella, el cual le habría quitado la polilla, las miserias, las debilidades, las tinieblas, y en virtud de mi Fiat Omnipotente todos sus bienes quedarían rehechos y restablecidos.

 Fiat Divina Voluntad

Cita adicional:

Vol. 20, cap. 44

San Jose María Escriba

Madre de Dios y Madre Nuestra (sobre la Solemnidad de Santa María Madre de Dios)

Theotokos es decir, “Madre de Dios”


"... Uno de estos papiros, descubierto en las proximidades de la antigua ciudad egipcia de Oxirrinco, contenía una oración a la Virgen. Y no cualquier oración, sino una plegaria que continuamos rezando hoy en día, la oración Sub tuum praesidium.

La oración más antigua dirigida a la Virgen:   Sub Tuum praesidium :  Sobre una de las primeras oraciones dirigidas a la Virgen por los primeros cristianos. La oración   Sub Tuum praesidium es un testimonio entrañable, problablemente el más antiguo y el más importante en torno a la devoción a Santa María.  Se trata de un Himno bisantino.



Canto del Sub Tuum praesidium:  

https://youtu.be/lanZgjyqBGo


Sub tuum praesidium

confugimus,

Sancta Dei Genitrix.

Nostras deprecationes ne despicias

in necessitatibus nostris,

sed a periculis cunctis

libera nos semper,

Virgo gloriosa et benedicta.

Oración «Bajo tu amparo nos acogemos» 


BAJO TU AMPARO


"Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios,

no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades,

antes bien, líbranos siempre de todos los peligros,

OH Virgen gloriosa y bendita.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.

Para que seamos dignos de alcanzar

las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.”

Amén

Fuente:  Fray Nelson Medina, Casa para tu Fe Católica

La Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, es la primera Fiesta Mariana que apareció en la Iglesia Occidental.

Su celebración se comenzó a dar en Roma hacia el siglo VI, probablemente junto con la dedicación, –el primero de enero–, del Templo “Santa María Antigua” en el Foro Romano, una de las primeras iglesias marianas de Roma.

La antigüedad de la celebración mariana se constata en las pinturas con el nombre de “María, Madre de Dios” (Theotókos), que han sido encontradas en las Catacumbas, o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma, donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa en tiempos de las persecuciones.

Más adelante, el rito romano celebraba el primero de enero la Octava de Navidad, conmemorando la circuncisión del Niño Jesús.

Tras desaparecer la antigua fiesta mariana en 1931, el Papa Pío XI, con ocasión del XV Centenario del Concilio de Éfeso (431), la instituyó para el 11 de octubre en recuerdo de este Concilio, en el que se proclamó solemnemente a Santa María como verdadera Madre de Cristo, que es verdadero Hijo de Dios.

Pero, en la última reforma del calendario, –luego del Concilio Vaticano II–, se trasladó la fiesta al primero de enero con la máxima categoría litúrgica de Solemnidad y con título de Santa María, Madre de Dios.

De esta manera, la Fiesta Mariana encuentra un marco litúrgico más adecuado en el tiempo de la Navidad del Señor. A la vez, todos los católicos empezamos el año pidiendo la protección de la Santísima Virgen María.

El Concilio de Éfeso:

En el año 431, el hereje Nestorio se atrevió a decir que María no era Madre de Dios, afirmando: “¿Entonces, Dios tiene una Madre? Pues, no condenemos la mitología griega, que les atribuye una madre a los dioses”.

Ante ello, se reunieron los 200 Obispos del mundo en Éfeso, –la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años–, e iluminados por el Espíritu Santo, declararon: “La Virgen María sí es Madre de Dios, porque su Hijo, Cristo, es Dios”.

Y acompañados por todo el gentío de la ciudad que los rodeaba portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén".

Asimismo, San Cirilo de Alejandría resaltó: “¿Se dirá, la Virgen es Madre de la Divinidad? A eso respondemos: el Verbo viviente, subsistente, fue engendrado por la misma sustancia de Dios Padre; existe desde toda la eternidad... . Pero en el tiempo, Él se hizo carne, y por eso se puede decir que nació de mujer”.

Madre del Niño Dios:

“He aquí la Sierva del Señor; hágase en mí según tu Palabra”.

Es desde ese fiat, "hágase", que Santa María respondió firme y amorosamente al Plan de Dios. Gracias a su entrega generosa, Dios mismo se pudo encarnar para traernos la reconciliación, que nos libra de las heridas del pecado.

La Doncella de Nazareth, la Llena de gracia, al asumir en su vientre al Niño Jesús, la Segunda Persona de la Trinidad, se convierte en la Madre de Dios, dándose absolutamente para su Hijo. Vemos, pues, que todo en Ella apunta a Jesús.

Por tanto, María es modelo para el cristiano que busca día a día alcanzar su santificación. En nuestra Madre, Santa María, encontramos la guía segura que nos introduce en la vida del Señor Jesús, ayudándonos a conformarnos con Él y poder decir como el Apóstol, “vivo yo, mas no yo; es Cristo quien vive en mí” ( véase Gálatas 2,20)