Christina Rossetti - La única certeza

Vanidad de vanidades, dice el predicador,

Todas las cosas son vanidad.

El ojo y el oído no pueden llenarse

Con imágenes y sonidos.

Como el primer rocío, o el aliento

Pálido y súbito del viento

O la hierba arrancada del monte,

Así también es el hombre,

Flotando entre la esperanza y el miedo:

¡Qué pequeñas son sus alegrías,

Qué diminutas, qué sombrías!

Hasta que todas las cosas terminen

En el lento polvo del olvido.

Hoy es igual que ayer,

Mañana uno de ellos ha de ser;

Y no hay nada nuevo bajo el sol;

Hasta que la antigua carrera del tiempo transcurra

El viejo espino crecerá en su cansado tronco,

Y la mañana será fría, y el crepúsculo gris.

Christina Rossetti en El mercado de los duendes y otros poemas [1862]