Muy amado y muy odiado; viviente hasta la médula, más viviente que cualquiera de los innumerables que nos inclinamos sobre su alma para glorificarla o insultarla; ilustre entre los ilustres y desconocido entre los desconocidos, así se nos presenta hasta hoy el gran poeta maldito”. 

La rebelión de Baudelaire es una especie de simulación circular, una representación; no se transforma en una causa ni abraza en su protesta a la desdicha de los otros. Exaltación de su singularidad humillada, es la contrapartida del dios tiránico. La rebelión del poeta es una comedia en la que el yo juega contra el poder sin jamás decidirse a derribarlo. Baudelaire no quiere ni se atreve a ser libre; si se atreviese de verdad, dejaría de verse como un objeto, cesaría de ser esa cosa vista alternativamente con desprecio y ternura por el Padrastro cruel y la Madre infiel. Su rebeldía forma parte de su dandysmo. El poeta quiere ser visto. Mejor dicho, quiere ver que lo vean: la mirada ajena le da conciencia de sí y, simultáneamente, lo petrifica. 

Octavio Paz de Corriente alterna [1973 ]

*Image: Auguste Rodin «La Porte de l'Enfer» [1880-1917]