Charles Baudelaire
XXVIII La serpiente que baila
¡Como me gusta ver querida indolente,
de tu cuerpo tan hermoso,
como un tejido vacilante
espejear la piel!
En tu melena profunda
de acres perfumes,
mar oloroso y vagabundo
de oleadas morenas y azules,
como una nave que se despierta
al viento de la mañana
mi alma soñadora zarpa
hacia un cielo lejano.
Tus ojos, donde nada se revela
ni suave ni amargo,
son dos frías joyas donde se mezcla
el oro con el hierro.
Al verte caminar con cadencia,
hermosa en tu abandono,
diríase una serpiente que baila
en la punta de una vara.
Bajo la carga de tu indolencia
tu cabeza de niña
se balancea con la blandura
de una elefantita,
y tu cuerpo se inclina y se prolonga
como fino navío
que oscila de un lado a otro y hunde
sus vergas en el agua.
Como una riada crecida por el deshielo
de glaciares rugientes,
cuando el agua de tu boca remonta
hacia el borde de tus dientes,
creo beber un vino de Bohemia,
amargo y vencedor,
¡un cielo líquido que siembre
estrellas en mi corazón!
Charles Baudelaire en Spleen e ideal de Les Fleurs du Mal, París [1857]
Trad. Carmen Morales y Claude Dubois