Charles Baudelaire
LXXIV La campana cascada

Es dulce y es amargo, en las noches de invierno,

escuchar junto al fuego que palpita y que humea,

lentamente elevarse los recuerdos lejanos

al son del carrillón que entre la bruma canta.


¡Dichosa la campana de garganta bien firme,

que a pesar de su edad, saludable y alerta,

hace sonar fielmente su religioso grito,

cual un viejo soldado que en su tienda velase!


Tengo el alma cascada, y cuando en sus hastíos

quiere llenar el aire de la noche con cantos,

a menudo sucede que su voz quebrantada


parece el estertor de un herido olvidado

bajo un montón de muertos, junto a un lago de sangre,

que, sin moverse, muere, entre esfuerzos inmensos.


Charles Baudelaire en Spleen e ideal de Les Fleurs du Mal, París [1857]

Trad. Alain Verjat y Luis Martinez de Merlo