María Teresa Prieto Fernández de la Llana (Oviedo, Asturias, 1895 - Ciudad de México, 24/1/1982) fue una compositora, pianista y arpista emigrada a México durante la Guerra Civil Española.
Nació en el seno de una familia con arraigo musical. Huérfana de padre desde niña, estudió música en la Escuela de Bellas Artes de Oviedo y recibió clases de piano del asturiano Saturnino del Fresno.
Se traslada a Madrid estudiando piano en el Conservatorio con J. Cubiles y armonía con Benito García de Parra, quien la impulsó hacia el uso de las escalas modales, uno de los rasgos más constantes en la obra de la compositora. Su obsesión fue el pasado. Su contrapunto barroco era perfecto y estudiaba con empeño las formas de construir progresiones armónicas de acuerdo a los modos antiguos. Sin embargo, rehuía a la composición de obras propias.
Hacia 1936, cuando tenía 40 años, su producción se limitaba a una miniatura para piano: Escena de niños, que está recogida en la revista Música en 1917.
Cuando empezó la Guerra Civil española en 1936 su hermano Carlos le aconseja que se embarcase hacia México. Carlos Prieto disfrutaba en México de una holgada situación económica como empresario (violinista, mecenas, erudito y residente allí desde 1922).
Llegó a México el 1 de diciembre de 1936, siendo acogida junto a muchos intelectuales españoles por el presidente Lázaro Cárdenas. Se le ofrecía la continuación de su obra en un ambiente cultural cercano a España rodeada de exiliados políticos o más bien transterrados. En el caso de la compositora no se trataba en sentido estricto de un exilio político, sino más bien como artista transterrada.
El propio hermano de la compositora —Carlos Prieto— jugó un papel importante acogiendo y ayudando de manera desinteresada a los exiliados.
Foto: María Teresa Prieto e Igor Stravinsky
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María Teresa se instala en un ático del caserón que poseía su hermano en San Ángel, en el suroeste del Valle de México. En ese ático comenzó su fascinante carrera como compositora. Se convierte en un punto de reunión de los intelectuales, donde se realizaban veladas y reuniones por las que pasaban científicos, pensadores, pintores, literatos y músicos como Carlos Chávez, Darius Milhaud, Erik Kleiber, Stravinsky y los músicos españoles exiliados como Rodolfo Halffter, Adolfo Salazar, Jesus Bal y Gay, entre otros.
Además, en California estudió con Darius Milhaud, durante algunas temporadas que pasó en este estado americano.
Su primer ensayo dentro de la música sinfónica fue la "Impresión sinfónica" terminada en 1940. Dedicada a su hermano Carlos, es un proyecto de sinfonía con sus cuatro movimientos condensados.
Sus primeras obras son de etapa “nacionalista”. Toda su producción conocida está compuesta en Méjico, cuando pasa de los cuarenta años. Sus primeras piezas son para piano, o voz y piano (dominó el género del “lied”). Su obra sinfónica empezó en 1942. En su Sinfonía asturiana, estrenada en Méjico por la Orquesta Sinfónica Nacional el 20 de agosto de 1943, hay “nostalgia del paisaje asturiano” según comentaba su propia autora.
Estilo compositivo
María Teresa tiene una pequeña lista de obras de difícil catalogación que pertenecen a un periodo de juventud o periodo formativo compuestas a su llegada a México. En este periodo, fue cuando Prieto recibió clases del maestro Manuel M. Ponce, uno de los fundadores del nacionalismo, que fue capaz de desempolvar la música folklórica mexicana. Este hecho influyó en la utilización de rasgos folklóricos en muchas de las composiciones de la autora.
La compositora decidió, al cabo de un tiempo, componer de forma un tanto libre, separándose del estudio académico que le proponía Ponce, consiguiendo -además- que uno de los discípulos del maestro -Carlos Chávez- se comprometiera a estrenar su primera sinfonía. Chávez fue otro de los grandes maestros de la compositora, que logró acercarla al mundo de la orquestación, además de dirigir con posterioridad gran parte de su obra orquestal.
Durante las décadas de 1940 y comienzos de la de 1950 la figura de María Teresa Prieto estuvo muy presente en la música mexicana de ese momento, debido a que su obra formaba parte de la mayoría de los programas que se organizaron durante estos años en la capital, en las temporadas de la Orquesta Sinfónica de México en el Palacio de Bellas Artes, entre otros muchos eventos y programaciones de gran repercusión. Uno de los hechos más importantes a la hora de abordar esa presencia fue la dirección de Carlos Chávez al frente de la Orquesta Sinfónica de México.
Durante este periodo se estrenaron su primera obra orquestal Impresión Sinfónica, de 1940; su tres primeras sinfonías Sinfonía Asturiana, de 1942, Sinfonía Breve, de 1945, Sinfonía de la Danza Prima, de 1949, la Sinfonía Cantabile, de 1954; su poema sinfónico Chichén Itzá -de 1943- u otra de sus obras para orquesta como Variación y Fuga, de 1946.
A finales de la década de 1950, María Teresa comenzó a interesarse por una vertiente musical que -derivada de su obsesión por el contrapunto- le proporcionase nuevas formas de expresión. Lo encontró en el dodecafonismo que "estudió con ahínco", en propias palabras de su sobrino Carlos Prieto.
Fue en esa etapa cuando la compositora tuvo una relación más cercana con Rodolfo Halffter. Éste acudía asiduamente a su casa -en San Ángel- para impartirle clases privadas, en las que el músico la instruyó en las bases de la composición dodecafónica.
Entre las obras que se pueden destacar de este periodo son: Tema variado y fuga, de 1963-1967; 24 Variaciones, de 1964; Fuga serial para cuarteto de cuerda, de 1965 o Cuadros de la Naturaleza, de 1965-1967.
Sin embargo, el romanticismo innato en ella y su necesidad de línea melódica hacen estas obras más cercanas y menos atonales. Las variaciones adquieren un gran éxito y, estrenadas por Emilio Osta en 1961, son interpretadas también en San Francisco (U.S.A.) y de nuevo en la sala Manuel Ponce.
Pero no por aceptar el dodecafonismo había abandonado su forma habitual de composición, fundamentalmente la modal. Así en 1957 estrena sus 24 miniaturas, 12 tonales y 12 modales, para violín y orquesta, basadas en los modos gregorianos, y en 1964 las Seis canciones modales para orquesta y canto, posteriormente reducidas a canto y piano, que están compuestas en los modos dórico, frigio, lidio, mixolidio, eólico y jónico respectivamente.
Foto: María Teresa Prieto, entre Federico García Lorca y Rafael Alberti.
https://www.lne.es/mas-domingo/2023/01/01/maria-teresa-prieto-compositora-ovetense-80526781.html
Era algo muy habitual que la compositora expresara sus sentimientos, vivencias y recuerdos de otra manera diferente a la música, en el que la escritura era otro de sus medios de expresión. Pirulín fue una narración verídica que finalizó en 1962 (más adelante se detalla) y que muestra su pasión por la naturaleza, más que evidente en toda su obra musical pero que también está muy presente en sus escritos.
La obra de María Teresa Prieto, y muy especialmente su producción sinfónica, evoca a su Asturias perdida. Su música ha sido dirigida por Erich Kleiber, quien estuvo a cargo del estreno de una de sus sinfonías.
Carlos Chávez dirigió su Adagio y fuga así como su Sinfonía asturiana, y Ataúlfo Argenta dirigió el estreno en España de su Sinfonía breve y de Chichen-Itzá, entre otras.
Una faceta musical que olvidan sus biógrafos es que fue gran intérprete de arpa, instrumento para el que compuso piezas para “arpa y orquesta”; no se sabe por qué no aparecen entre sus obras.
María Teresa Prieto hizo varias visitas, a veces bastante dilatadas, a España: Recibió el Premio Samuel Ros (1956) por su Cuarteto modal. Entusiasmó en Oviedo con sus composiciones asturianistas. Persona culta, incursionó en la narrativa y la poesía. Su producción nostálgica de la España lejana y perdida está presidida por la extrema sencillez y elegancia. En su música conviven las remembranzas de la infancia y el uso del contrapunto.
“¿Existe alguna anécdota curiosa en la vida de María Teresa Prieto?”
Sí; Tuvo una historia de amor con un pájaro.
Afuera de su ático había una amplia terraza que miraba hacia un frondoso jardín. Procedente del jardín, una mañana primaveral de 1960 llegó un pájaro; permaneció suspendido en el aire afuera de la ventana mientras ella componía. Ese pájaro regresó cada día hasta que María Teresa le abrió la ventana. Dentro de la habitación, el pájaro se posaba en los barrotes de la base de la cama, desde donde acompañaba con trinos (en Do menor) los pasajes que María Teresa improvisaba al piano. Lo bautizó Pirulín y sobre él escribió un extenso relato que repartió entre sus amigos cercanos cuya introducción dice: “Indúceme a escribir esta narración, el hacer resaltar una fase de mi vida que, salpicada por una emoción nueva y única, la hace interiormente más luminosa y más adepta hacia los seres que nos rodean. Ojalá no tuviera que salir nunca de este ambiente espiritual lleno de poesía y suavidad, otorgado por la gracia divina”.
Última etapa y fallecimiento
En su última etapa vuelve al género con el que había comenzado y con el que más cómoda se siente: el lied (composición para voz y piano), en el que vuelve también a sus raíces españolas. Así aparecen canciones como Córdoba lejana y sola, de García Lorca, Camino, también de Lorca, Anoche cuando dormía, de Antonio Machado, en las que alterna las consonancias con las disonancias. Las Cuatro canciones, de 1971, que siguen la misma línea.
Esto podría hacer pensar que la compositora pretendió cerrar su catálogo con la misma formación con la que había comenzado su carrera, pero no fue totalmente cierto, ya que su última composición fue una adaptación para orquesta del ciclo para voz y piano, Canciones Modales.
A partir de esa fecha su producción y la propagación de su obra va disminuyendo. Su salud comienza a debilitarse, falleciendo en México en 1982, arropada por sus seres queridos.
Haciendo una valoración general de la obra de María Teresa Prieto, podemos comprobar que se dan cita en ella casi todas las corrientes propias de esta generación: postrimerías del romanticismo, nacionalismo, neoclasicismo y dodecafonismo; si bien es cierto que hay en ella algo que la diferencia del resto y es su gusto por las escalas modales, adquirido en Madrid con su profesor Benito García de la Parra.
Analizando más a fondo cada corriente musical que utiliza nos damos cuenta que en todas ellas pone su sello personal; así su nacionalismo es nostalgia de la tierra perdida, su neoclasicismo lo es más bien en cuanto a las formas utilizadas como la sinfonía, el cuarteto, la sonata o la fuga, pero no en cuanto a la música en sí misma, en la que utiliza escalas modales o tiene una clara influencia de J.S.Bach.
Sucede lo mismo con su música serial, en la que, como apúntabamos anteriormente, su gusto por la melodía le impide seguir totalmente los dictados de la nueva tendencia.
Sin duda alguna, la obra de María Teresa Prieto es de gran importancia y merece un lugar destacado dentro del panorama musical de la época.
Obras:
Música sinfónica
Chichen Itzá, Poes, 1942
Impresión sinfónica, p, Orq. 1942
Sinfonía asturiana, 1942
Sinfonía breve, 1945
Variaciones y fuga, 1946;
Oración de quietud, Poes, V, Orq, 1949
Sinfonía cantabile, 1956
Doce miniaturas, vn, Orq, 1957
Seis canciones modales, V, Orq (EMM. 1963)
Ave María, V, Orq (EMM, 1966)
Suite sinfónica, 1967
Cuadro de la naturaleza, 1967
Tema variado y fuga, 1968
Sonata modal, V, Orq, 1972-74
Voz y piano
Seis melodías, 1940 (G. Schirmer)
Odas celestes, 1947 (EMM, 1952)
Córdoba, lejana y sola, 1970
Camino, 1971
Cuatro canciones (EMM, 1971)
Fuga para aliento
Música de cámara
Adagio y fuga, vc, p, 1948 (EMM, 1953)
Cuarteto para cuerda en Sol mayor, 1951
Fuga para cuerda en Si bemol menor, 1952
Fuga postdodecafónica para cuerda, cuart, 1953
Cuarteto en Fa menor, 1954
Cuarteto modal, cu, 1957 (EMM, 1959)
Piano solo
24 Variaciones, 1961 (EMM, 1964)
Enlace:
Programa de radio dedicado a María Teresa Prieto:
Fuentes:
https://dbe.rah.es/biografias/31042/maria-teresa-prieto-y-fernandez-de-la-llana
https://mineria.org.mx/maria-teresa-prieto/
https://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Teresa_Prieto
Blanca Agüí Ruiz,
alumna del CPM Francisco Guerrero de Sevilla del curso 2024-25, nos cuenta quién es María Teresa Prieto.
Gracias al profesor Antonio Espíldora y a su colaboración en su asignatura de Literatura del Instrumento Principal.
Obra sinfónica completa
Jose Luis Temes, director
Cordoba Orchestra
I: Asturias
II: El Valle de Mexico
José Luis Temes, director
Orquesta de Córdoba
Escena de niños
Antonio Oyarzábal, piano
Sinfonía No. 1, "Asturiana":
I. Adagio
II. Allegro
Jose Luis Temes, director
Cordoba Orchestra
Patricia Castro, soprano
Aurelio Viribay, piano