María Esteban Valera (Granada, 21-XII-1910; Madrid, d. 1987) fue la menor de los cuatro hijos de Emilio Esteban Pineda, gran aficionado a la música, ciego e hijo de la célebre Mariana Pineda, y de Luisa Valera Valverde, por lo que en un ambiente familiar favorable aprende a tocar el piano y comienza a componer desde los diez años.
Como tantas otras mujeres de su época, o de épocas anteriores o posteriores, sus futuras obligaciones familiares, los hijos que iban llegando y la sociedad en la que vivió no colaboraron en el pleno desarrollo de sus facultades creadoras demostradas como niña prodigio. A pesar de ello, en su catálogo de obras encontramos una misa y varias obras para piano y para canto con piano, publicadas en 1987 en una antología de sus composiciones titulada Colección Selecta de Obras Musicales.
Nos interesan dos piezas de esta antología, una Nana y un Intermezzo, que Andrés Segovia transcribe para su guitarra en 1963 y graba en 1964.
La Nana fue compuesta para el hijo del gran poeta Luis Rosales (Granada, 31-X-1910; Madrid, 24-IX-1992), premio Cervantes en 1982 y amigo de María Esteban, ambos granadinos y de la misma edad.
Otra obra para guitarra es la Nana que María Esteban Valera le escribe a Segovia por el nacimiento de su hijo Carlos Andrés en 1970, que se encuentra en los Archivos del maestro en Linares.
El guitarrista brasileño Fabio Zanon ha dicho en su programa de radio:
“Las grabaciones [de Andrés Segovia] de obras de mayor envergadura son magníficas. En las obras cortas de carácter íntimo es donde la luz de Segovia brilla más intensamente. En una obra modesta de una autora oscura, Nana de María Esteban de Valera, él extrae toda la miel de la guitarra y la toca con la dulzura de un abuelo que acaricia la cabeza de su nieto. Si se pudiera traducir el consuelo en forma de música, éste es el sonido que tendría…” (Traducción de Flávia Gomes).
Sin embargo Ángelo Gilardino ha escrito con acritud e información poco veraz sobre María Esteban y su obra:
“… Y no es esto un demérito, desde el momento que Segovia ha conseguido “hacer pasar” como obra también una “Nana” de María Esteban de Valera, una gentil dama madrileña que no sabía música, tocaba el piano con un dedo y, Dios sabe por qué, un día fue presa del ansia por escribir una pieza de buenos augurios con motivo del nacimiento del hijo del maestro. Tanta era la fuerza de su fe en sí mismo, que cogió ese garabato y lo tocó, incluyéndolo también en un disco… Mientras que del “Nocturnal” [de Britten], les decía a los amigos: “Donde debiera nacer un árbol, en cambio salió un poste de la luz”. O sea, demos al genio la genialidad y al crítico, al menos nominalmente, la objetividad.” (Traducción de Tiziana Missana).
Vemos que la desinformación de Angelo Gilardino no le impide emitir juicios pedantes y carentes de rigor y objetividad.
Como dato curioso, en internet pueden encontrarse las partituras de la Nana y del Intermezzo editadas por Jan-Olof Eriksson que parecen haber sido copiadas de oído de las grabaciones de Andrés Segovia.
Fuente:
Dos miniaturas
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Minoru Inagaki, guitarra