Elfrida Andrée

Ilustración ©2022. Mª Carmen Pichardo Fumadó

Elfrida Andrée  (1841-1929) fue una de las escasas mujeres compositoras que se atrevió a escribir una forma sinfónica. 


Nació en Visby (Suecia), el 19 de febrero de 1841, hija de una acomodada familia. Su padre, un doctor apasionado por la música, inculcó sus ideas artísticas a sus dos hijas. Enviadas a estudiar a Estocolmo, Fredrika, la mayor, se convirtió en una gran cantante de ópera. 

Elfrida llegó a Estocolmo a los catorce años y en 1857 logró el título de organista, siendo una de las primeras mujeres de Suecia en lograrlo. El trabajo de organista estaba reservado a los hombres, pero Elfrida logró que cuatro años mas tarde la ley fuera cambiada. 

Llegando a ser una de las líderes del movimiento feminista, logró en 1867 ocupar el cargo de organista en Göteborg, compitiendo con siete varones. Con ello se convirtió en la única organista de Europa.


Cabe destacar que, tanto la organista como su padre, emprendieron una campaña pública, en contra del rechazo de algunos parlamentarios, especialmente del arzobispo Henrik Reuterdahl, quien se negó a dar el permiso para obtener el título de organista, alegando que este instrumento no era apto para mujeres. Al mismo tiempo, Elfrida vivía un nuevo rechazo, esta vez en la Iglesia de Santiago. 

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Su maestro de órgano la había contratado para que le sustituyera en dicho recinto, pero, según relata la musicóloga y biógrafa de Andrée, Eva Öhrström, los sacerdotes consideraban que este puesto era solo para hombres, alegando que ‘la vista de una mujer en el taburete de órgano sería indecente y disruptiva de la devoción’. Sin embargo, y a pesar de este sinsabor, la campaña recogió sus frutos con la reforma de ley en 1861, con la que se les permitía a las mujeres obtener la titulación en este puesto.

 

Motivada por este éxito, ampliaría su lucha a otros dominios, siempre a favor de la emancipación de las mujeres y su derecho a acceder a los puestos de trabajo públicos. De esta manera, Elfrida se formó y llegó a ser la primera telegrafista del país, propiciando con su empeño una feminización de ese sector.

Finalizados sus estudios de órgano, Elfrida amplía sus conocimientos y se interesa en la composición, estudiando con Ludvig Norman en la Academia Sueca de Música. Años más tarde se trasladó a Copenhague para estudiar con Niels Gade.


Pero, tal como hemos mencionado, Elfrida no solo se dedicó a la ejecución del órgano, sino que desarrolló una gran carrera como compositora, escribiendo más de un centenar de obras, entre las que se cuentan una ópera, obras orquestales, música de cámara con distintas configuraciones, obras corales, para piano solo, para órgano, canciones solistas, dos misas y arreglos de canciones populares.

 

Su faceta compositiva puede dividirse en tres periodos. El primero de ellos coincide con sus primeros años en Estocolmo, donde escribió cinco obras, de las cuales solo una fue publicada. Öhrström destaca que a pesar de que su lenguaje compositivo se acerca formalmente al de su maestro Norman y formalmente al de Beethoven, Mendelssohn y Schubert, se distingue un estilo propio en ‘el tratamiento de la melodía, ciertos efectos de timbre […] y un brío distinto’.

Su traslado a Gotemburgo en 1867 marca el inicio de la segunda etapa, donde cambiaría el contacto con la academia por el contacto con los músicos militares, generando nuevas ideas tímbricas, armónicas y estilísticas. Tan solo dos años después de instalarse en esta ciudad, compondría su primera sinfonía, cuyo lenguaje ha sido comparado con el del primer Brahms. No obstante, el estreno de esta obra no quedaría libre de polémica, y es que, en palabras de la propia compositora, ‘los músicos lo hicieron mal a propósito’, hasta tal punto que Elfrida y su hermana abandonaron la sala cuando, en el cuarto movimiento, los violines primeros iban un compás por detrás que el resto de la orquesta. Como era de esperar, las críticas fueron muy duras con ella, de tal manera que llegó a caer enferma. Tras este mal trago, y a lo largo de toda la década de los años 1870, dejaría de lado la composición sinfónica para dedicarse más a la música de cámara, canciones y pequeñas piezas para piano. En su correspondencia de la época, y llevada por la rabia de la experiencia, la artista escribió lo que llegó a ser su leitmotiv: ‘¿Cuántas veces no he sentido resentimiento cuando se ha escrito o dicho, y sinceramente, que no se puedan mencionar nombres femeninos en lo que respecta a la composición musical seria? […] ahora ese es el comienzo que deseo. Sería más fácil arrancar un pedazo de la roca que arrancarme mi idea ideal: ¡la elevación de la mujer!’.Sin embargo, habría que esperar hasta 1879 para que se decidiera a escribir su segunda sinfonía.


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Su última etapa compositiva comenzaría en 1890 con su sinfonía para órgano, en la que ya había estado trabajando durante los años previos. A partir de este momento puede percibirse un estilo mucho más personal. Pertenece a este periodo también su ópera Fritiofs Saga, de marcado carácter wagneriano, con libreto basado en la epopeya de Esaias Tegnér, y escrito por Selma Lagerlöf, así como sus misas suecas, entre otros.


A estas alturas, Elfrida ya era una figura muy representativa en la escena nacional. Recibió prestigiosos reconocimientos como el premio Litteris et Artibus (1895), la beca Idun ‘Academia de Mujeres’ en 1908 y el ingreso como miembro uno de la Real Academia Sueca de la Música (1899).



Elfrida Andrée siempre luchó por la posición de la mujer en el ámbito de la música, algo que, por extraño que hoy nos pueda parecer, no compartían todas las mujeres de su época. Hay una anécdota a este respecto en relación con la compositora noruega Agathe Backer Gröndahl, quien no se atrevía a componer para orquesta y que llegó a asegurar que Elfrida ‘no era realmente de su género’.

En su carrera docente, Elfrida formó a una buena cantidad de organistas, generando una situación extraordinaria: Gotemburgo se conviritió en la única diócesis sueca con organistas femeninas al final de la década de 1880. Además de esto, Andrée fue directora de orquesta y en 1897 se hizo cargo de los conciertos populares de Arbetareinstituteten Gotemburgo, programa que tenía como objetivo crear nueva audiencia para los conciertos sinfónicos.

 


https://es.wikipedia.org/wiki/Elfrida_Andr%C3%A9e


Entre sus composiciones más conocidas están: 




Por su contribución a la música de su país, fue elegida miembro de la Real Academia Sueca de la Música.


A su muerte, en 1929, sus composiciones ya habían sido en parte olvidadas. Pero desde la década de 1980 han vuelto a popularizarse en su país. Los manuscritos de sus obras están conservados en la Biblioteca pública de Estocolmo.

 


El estatus que logró adquirir a lo largo de su dilatada carrera no le impidió llevar por bandera hasta el último de sus días su lema y motor ‘la elevación de la mujer’ sobre todas las cosas.




Enlace a partituras:

https://imslp.org/wiki/Category:Andr%C3%A9e,_Elfrida





Fuentes:

https://www.historiadelasinfonia.es/naciones/la-sinfonia-en-suecia/la-sinfonia-en-el-siglo-xix/andree/ 

https://www.melomanodigital.com/elfrida-andree-la-elevacion-de-la-mujer/

https://sites.google.com/educarex.es/mala/vidas/biograf%C3%ADas/elfrida-andr%C3%A9e




Piano Quartet in A minor (1870)



Trio Nordica (Auður Hafsteinsdóttir (violin), Bryndís Halla Gylfadóttir (cello), Mona Sandström (piano) and Þórunn Ósk Marinósdóttir (viola) 

Symphony in A minor (nº2) 1879



Stockholm Symphony Orchestra

Gustaf Sjökvist 


2 Romances for Violin and Piano



Jean-Claude Bouveresse, violin

Bénédicte Péran, piano