1. La inscripción

En el gimnasio corrían los rumores de que las inscripciones estaban abiertas para el XXXII. ¿Cómo era eso posible? ¡Todavía no corríamos el XXXI! Aun así, empezó la ansiedad. Había que verificar el dato, asegurarse de no quedar fuera, apresurarse a conseguir registro.

Llegó el día para recoger el paquete para el XXXI. Era cierto, las inscripciones para el XXXII estaban abiertas. ¿Me vería muy ansiosa al inscribirme con tanta antelación? Mejor esperar un poquito. Eso fue el jueves.

El sábado llegó. Mientras me relajaba y arreglaba las cosas para el día M, el día siguiente, otra vez me inundó la ansiedad, ¿y si no alcanzaba número? Pero no era lo que más me preocupaba. Lo que me daba más vuelta era el miedo. El miedo de no lograr terminar mi segundo maratón. El miedo de tener que caminarlo, de no lograrlo. Los tendones de Aquiles no estaban al 100, me angustiaba el pensar que podía salir seriamente lastimada y tener que dejar de correr. ¿Cuál fue la solución? Inscribirme al XXXII. Así no habría pretexto, tendría que recuperarme rápidamente, tendría que sobreponerme, tendría que cruzar la meta nuevamente para empezar una nueva temporada. Ya iba a tener la "M", necesitaba asegurarme que iba a tener la "E".

Pasaron los meses. Cerraron las inscripciones antes de que se acabara el año. Las reanudarían a principios del 2014. No importaba, yo ya estaba inscrita.

Llegó enero y en las redes sociales se sentía la ansidad de los que todavía no se habían inscrito. La pregunta frecuente era ¿cuándo re-abren las inscripciones? Lo anunciaron, sería el 23 de enero. Para ese día ya se tenía el 60% de los registros; es decir, 12,000 locos. Días después abrieron las inscripciones al Medio Maratón de la Ciudad de México. En esta edición, serán en dos fechas diferentes. El 29 platicaba con un amigo en el gimnasio. Me estaba convenciendo de correr el medio como parte de mi preparación. Lo decidiría el fin de semana, había tiempo. El sábado 1 de febrero revisé el Facebook, ¡LAS INSCRIPCIONES SE HABÍAN AGOTADO! ¡QUÉ! Entre el maratón y el medio maratón, 30,000 locos habían decidido, antes del 2 de febrero, que querían alcanzar una meta más.

Entonces regresó la ansiedad, ¿dónde estaba mi registro? Busqué por todos lados: compu 1, compu 2, compu3, compu 4, iPad, iPhone, gmail, Google Drive, Dropbox, ... ¡NADA! ¿Y si no me inscribí? ¿No les ha pasado que piensan tanto en hacer algo que no lo hacen pero juran que lo hicieron? Bueno, a mí sí me ha pasado. De hecho hasta recuerdos falsos tengo. La evidencia siempre es contundente. Sólo se trata de un recuerdo fabricado por una idea o una fijación. Esta vez podría ser el caso. Era mucha la ansiedad. ¡NOOOOOOO! ¿Cómo verificarlo? Escribiendo a los organizadores, verificando los pagos en la tarjeta de crédito, ... Hice lo primero. No recibí respuesta hasta dos días después diciéndome que escribiera a otro correo. No había acceso al estado de cuenta, había que esperar hasta el lunes. Había revisado las páginas del MCM y de Emoción Deportiva, no había logrado encontrar la liga para buscar mi número.

De pronto sentí cierta tranquilidad. Podía escudar mi "fracaso" en un recuerdo falso. No. Tendría que correrlo. Jorge y Luis Ernesto ya estaban inscritos. No podía dejarlos solos. No sólo a ellos, No podía fallarme a mí misma. No podía no hacerlo. De una u otra forma necesitaba correrlo. ¿Cómo? El mayor problema sería mantenerme hidratada. Bueno, podía sólo ir a echar porrar. Correr por tramos, sólo lo suficiente para echarles porras. No, tenía que correrlo. Ya estaba listo mi plan de entrenamiento, ya tenía un par de semanas de haber empezado, despacito y con tiento, cuidando los tendones, pero ya había iniciado con la mira puesta en la "E". ¡No tendría la "E"! Creo que dormí poco esa noche.

El domingo estaba con mis padres. Mi mamá, a pesar de mi insistencia de ir directo a la página de Emoción Deportiva, estaba buscando la liga para inscribirnos en la Carrerra-Caminata del Día de la Familia. Así encontró la liga de Emoción Deportiva para recuperar el número de corredor. Ingresé mis datos, los nervios a flor de piel mientras veía como giraba el indicador en el navegador. ¡Ahí estaba! ¡Salgo con el 4261! No habrá pretextos. No hay vuelta atrás. No hay escapatoria, hay que llegar a la meta.