Puse el despertador a las 4:30. Me había quedado dormida antes de las 11:00 pm, no sé la hora exacta pero fue después de las 10:20. Vibro Smartphonito avisándome que era hora de despertar. Seguí mi rutina diaria de ir despertando cada parte de mi cuerpo mientras reviso correos y FB. Eso me ayudó a seguir acumulando porras que llevaría conmigo durante el recorrido.
Me levante y me di cuenta que Raúl se había ido al otro cuarto. No había podido dormir, la tos no lo dejaba y para no despertarme había decidido mejor no dormir ahí. Frijolita estaba perdidamente dormida en su camita.
Antes de la rutina del baño, bajé a desayunar. Un sandwich y un plátano para no llevar la pancita vacía y poder resistir lo que venía. De ahí al baño para la siguiente rutina. Estaba tan dormida que me mojé la cabeza. Generalmente no me lavo el cabello antes de una carrera, esto es porque se tarda mucho en secarse y no me gusta traer la cabeza mojada. Pero bueno, sirvió para despertarme. Aunque todavía muchos de mis movimientos eran en automático, apenas eran las 5:00 am.
Cuando salí del baño Raúl ya se había pasado al cuarto. Me echaba porras entre dormido y garraspera. Frijolita ya se había subido a la cama y era claro que los dos pasarían el día ahí.
A ponerse todos los accesorios, repasar que no faltara nada: número con chip, brazalete de salida, brazalete VIP para mi masaje a la llegada, brazalete con información de contacto en caso de emergencia, segurito para que los audífonos no se vayan jalando, 4 kleenex ubicados en bolsas estratégicas, suficiente papel higiénico para la visita técnica al sanitario antes de la salida y por si las dudas en el camino; tres dulcecitos y unas gomitas, y una muestra de icehot, también ubicados en otra bolsita estratégica; $100 por si se ofrece y $10 por si es necesario tomar pesero, batería extra para el celular y que no muera a medio camino que van en el cinturón que lleva también las dos botellitas de gatorade para los últimos 10 km donde seguramente necesitaré más hidratación de la que me ofrecen; lentes, gorra, porras de todos, ... ¡lista!
Eran las 5:28, era la hora de recoger a la porra oficial. Les faltaban unos detalles pero casi estaban listos. A las 5:38 estábamos fuera de su casa. El trayecto es corto a Tlalpan, son un par de cuadras, pero Nahúm Pérez Paz camina muy despacito. Le pedí que no hablara para no gastar energía y que le metiera velocidad. Lo hizo y a la llegada a la parada estaba muy orgulloso de haberlo logrado, fue el primer triunfo del día. Ni él ni Yolanda Campos Campos sabían cómo iba a ser la logística, fue entonces cuando les dije, nos vamos en lo que pase primero, taxi o pesero y nos bajamos en el metro. Creo que mi pá se asunto un poco, quizá iba a ser su primera vez en pesero en muuuuuuuchos años.
Lo primero que pasó fue un pesero. Ya venía otro corredor, a los 100 metros subió uno más. Un señor de 68 años que llevaba 33 años corriendo maratones y llevaba ya 70 maratones. El señor iba muy emocionado, como si fuera su primera vez, pero dándonos consejos a los novatos. El primer corredor bajó en Nativitas, ahí se vería con amigos. Nosotros nos seguimos hasta San Antonio Abad.
Entramos a la estación del metro. El poli amablemente nos abrió para pasar. Tocaba ir rápido, no fuera a ser que pasara el metro y tuviéramos que esperar al siguiente. Las escaleras eléctricas no fueron problema, pero luego tocaba caminar y bajar escaleras. Ahí fue el segundo triunfo de Nahúm Pérez Paz. Se aplicó y apuró. El andén estaba lleno, corredores y familiares. Se distinguían por la indumentaria.
Empecé a sentir algo de ansiedad por la espera, no llevábamos mucho pero ya me urgía llegar. No tardó más de un oar de minutos en llegar el metro. Adentro, ya venían más corredores y familiares. El tema común, el maratón, el del año pasado, el del que sigue, el que se corrió por última vez. Nuevamente hicimos migas con otro par de corredores, platicamos sobre la expo, nuestras experiencias, ... En tan solo cuatro paradas, ya éramos grandes cuates y camaradas, al fin, familia runners.
Llegamos a Bellas Artes, se vació el tren, se llenaron los andenes, comenzamos nuestra marcha para salir de la estación.
La Alameda, con todo y lo oscuro, sigue siendo hermosa, con Bellas Artes majestuosa a un lado y la vigilante Torre Latinoamericana Después del Zócalo, éste fue el mejor sitio para la salida alterna que pudieron escoger.
Estábamos aquí por un conflicto que va más allá de mi lógica.
Hubo nuevamente un momento de ansiedad. Para poder llegar a los baños, había que cruzar Juárez. Eso implicaba caminar al Eje Central para rodear las vallas. Si bien no es mucho, para Nahúm Pérez Paz puede serlo, así que fuimos por el tercer reto de la mañana. Había que ser cuidadosos para no tropezar con las patas salidas de las vallas, era fácil hacerlo porque seguía oscuro. Lo logramos nuevamente.
Una de mis rutinas antes de iniciar carrera es pasar al baño, hay veces que he ido hasta tres veces. Creo que tiene que ver con los nervios y el agua que tomo en la noche y la mañana. Esta vez esperaba que no fueran muchas veces pues ya no había tanto tiempo, así que más valía tomarme el tiempo necesario, concentrarme en el asunto y no tener que regresar.
Saliendo del baño tocó buscar el punto donde la porra vería la salida. Ya muchos estaban calentando con trote ligero, otros con estiramientos, algunos haciendo yoga. Ya se sentía la ansiedad de muchos.
Encontramos las gradas después de la salida. La porra oficial buscó ahí sus lugares. Ya sabía yo a dónde voltear para mi señal de "tú puedes hija".
Empecé entonces a buscar la entrada a mi bloque, preguntándome si debería hacer otra visita al baño o si ya estaba lista. Pasé la entrada al bloque, todavía con la duda, cuando "la voz de las carreras" dijo "ya que se abran los bloques, ya pueden entrar corredores".
¿Qué hacer? ¿Ir al baño nuevamente o entrar al bloque? Unos pasos más hacia el baño. Creo que no necesito ir otra vez, ... Pero son 42.195 km, ¿qué hago si necesito ir a medio camino? ¿Paso? Unos pasos más. ¿Me meto al bloque? Otros pasos más. Creo que no es necesario y ya tengo muchas ansias por estar en mi bloque. Cambio de dirección y aprovecho para dar un trotecito ligero y que termine de despertarme. ¡Sólo espero que a medio camino no me arrepienta!
Llego a la entrada del bloque, sólo mujeres entrando, uno que otro hombre que lo intentaban, pronto eran disuadidos.
En el bloque me tocó junto a unas chicas que venían de Monterrey. Perfectamente peinaditas y maquilladas. Todas ajustando sus Garmin y pidiendo a las que estábamos al lado para que les tomáramos algunas fotos. Yo aproveché para que me tomaran la mía.
Rápidamente llegaron las 6:45. Era hora de que salieran los primeros: sillas de ruedas, capacidades diferentes y débiles visuales. ¡Qué emoción! Tronó un fuerte ruido muy cerca de donde estaba, marcaba la primera salida. Sentí en el pecho la onda de choque. Aceleró mis pulsaciones y liberó algo de la adrenalina que estaba ansiosa por salir. El comienzo de la aventura estaba cerca. Bueno, faltaban 15 minutos más.
"La voz de las carreras" nos comentó el dato de que en el MCM corren mujeres desde su primera edición y que en las olimpiadas fueron incluidas has Los Ángeles 84. No fue hace tanto. Se me hace todavía increíble por lo que han tenido que pasar las mujeres para conseguir sus derechos y más impresionante que algunos o en algunos sitios todavía no se consigan.
A unos metros de donde yo estaba, estaba la carpa VIP. Ahí estaba Mancera y compañía. Él daría el disparo de salida.
Yo esperaba el himno nacional. Siempre me eriza y me da fortaleza. Es difícil explicar, pero seguramente después de escucharlos cada semana por 9 años genera algún. Eso aunado al sentido de patriotismo y nacionalismo que se me inculco desde pequeña, hace un coctel de emociones cada que lo escucho. Pero no, no llegó. Ahora sé que sí lo entonaron antes de la salida de los hombres. Ojalá que para el próximo año lo toquen antes del primer disparo.