CVDP2020

El año empezó con muchos planes y un calendario perfectamente diseñado para lograr cuatro o cinco medios maratones y el Maratón de la Ciudad de México. Los entrenamientos y las cargas, los planes para las dietas, ... todo bien planeado. Pero también empezó el año con una epidemia de un síndrome agudo respiratorio por un nuevo coronavirus. Las noticias parecían distantes y alejadas, parecía lejano que llegara algo por acá. Así que los planes siguieron su curso y llegó el primer medio maratón del año con el de Kardias el 23 de febrero. Ahí me di cuenta que las fechas para el segundo medio maratón no eran ideales pues se atravesaba un par de viajes. Por lo que desistí de ese medio maratón para finales de abril.

Para el 15 de febrero ya me había registrado a mi carrera favorita, el Medio Maratón del Día del Padre. No podía faltar. Me encanta la distancia, la ruta y su significado. Es un evento que me permite por más de dos horas dedicarle mis pensamientos y sentimientos a mi padre. Me permite una buena convivencia con él y la familia. Es un mar de emociones de principio a fin.

Pero llegó marzo y se empezó a ver que aquí las cosas también se complicarían y que tendríamos que irnos de cuarentena como en otros países. Los viajes se cancelaron y anunciaron para el 23 de marzo el inicio de la Jornada de Sana Distancia. Ya para entonces había visto notas de gente en Europa que había corrido medio maratón o inclusive maratón dentro de sus departamentos. Parecía imposible, parecía que quizás otros podían hacerlo, pero que para mí sería imposible.

El domingo 22 de marzo fue mi última carrera larga fuera de casa. Fueron 7 km con Frijolita y otros 7 con Kate. Las tres lo disfrutamos como cada domingo. Yo todavía consideraba que no sería mi última carrera en el camellón y en las banquetas. Pensaba que al menos lo haría un par de veces más. El lunes 23 y el martes 24 todavía salimos a un par de kilómetros. El 24, después de hacer una ronda por la clínica familiar y el hospital para recoger medicinas y ver la situación de las próximas citas de mis padres, regresé a casa con algo de ansiedad. Quería proteger a mis padres y a mi abuelo a toda costa. Esa noche platicamos mi marido y yo sobre salir a correr. Por un lado estaba la incertidumbre en las posibilidades de contagio por salir al parque a correr y por el otro lado, el que si la gente ve gente afuera, es más probable que salga. En fin, esa noche decidimos que no saldríamos más, ni a caminar con las peques de cuatro paititas, Frijoliata (Frijo) y Kate (Katita).

Esa decisión me afectó muchísimo emocionalmente. Me sentí desprotegida, me entró un terror a subir de peso, a perder lo que he ganado de salud física y mental. Me abordó la inseguridad y la incertidumbre. Sentía que no tenía las herramientas y que me hacía falta una caminadora. Que eso sería lo único podría garantizar que yo siguiera corriendo.

Sin embargo, una vez más, Raúl me demostró que para hacer lo que uno quiere no se necesitan accesorios sino voluntad. A regañadientes, al otro día empezamos una nueva rutina de ejercicio para Frijo, Katita y para mí. Empezamos a caminar alrededor de la mesa. Raúl y Frijo nos enseñaron en una primera sesión juntos. Ellos ya lo hacían desde hace mucho tiempo. Para Katita y para mí fue nuevo. Raúl insistía en que era fácil y que se podía quedar uno por un buen rato corriendo de esa manera. Katita y yo nos mareamos pronto, por lo que no le creí. Costó mucho trabajo el llegar a los 10 minutos. Pero al otro día, me volví a armar de valor y lo volví a intentar, aumentando velocidad y empezamos a trotar pero el mareo persistió. Pero no desistimos, el reto fue aumentar al menos un minuto cada vez. Frijo lo dominaba pero a Katita fue a quien más trabajo le costó. Así, poquito a poquito fuimos aumentando tiempo. Las primeras semanas fueron pocos kilómetros. Decidí correr por tiempo y no por distancia, pues en realidad no sabía la distancia que corría, el GPS no entraba dentro de la casa.

Empecé a anotarme a carreras virtuales y a probar las diferentes apps. La primera que entré fue la de Womanup el domingo 10 de mayo. Estuvo fenomenal. Nos conectamos por Zoom. Era como estar corriendo al lado de otras mujeres que igual que yo, estaban dentro de su casa, corriendo en caminadoras, corriendo en sus casas, haciendo alguna rutina de cardio. Eran 10 km, yo decidí correr 1:15:00 que aproximadamente es mi tiempo en esa distancia. Ahí vi que había otras carreras virtuales, aunque no tan divertidas, pues sólo había que subir la prueba de haber logrado la distancia o tiempo equivalente. Pero bueno, ayudaba a mantener el reto. Con eso me di cuenta que no importaba que no fuera a haber Carrera del Día del Padre, yo haría mi propio medio maratón, afuera en el camellón o en mi casa, lo haría.

Así, cada fin de semana probaba las diferentes apps, aquellas que calculan distancia a partir de pasos. Cada carrera virtual te acepta una diferente. Samsung exagera las distancias, supongo que supone gente alta con pasos de más de 1 m. Heart Mate también sobreestima las distancias, aunque menos que Samsung. La que mejor la estima es la de Google, Fit. Así que después de estar haciendo mis entrenamientos por tiempo, empecé a hacerlos por distancia. Frijo y Katita, como siempre, me acompañaron en mis kilómetros. Intentamos que fuera de a mitad y mitad, pero mi Katita se desespera y no siempre logra completar su distancia.

Para motivarme aún más, decidí transmitir mi carrera. Eso también permitiría que mi papá y mi abuelo me vieran desde casa. Así que eso hice. La tecnología tuvo sus problemas, pero logré transmitirlo. Ver que había comentarios y que salían los corazoncitos me motivó mucho. La verdad es que paré a las 2:22:00 porque había logrado la meta de distancia según Fit pero podría haber seguido corriendo por mucho más tiempo.

Es curioso porque en ninguna otra carrera me había entablado pero parece que dar vueltas alrededor de mi mesa del comedor y del patio me ayuda. Es una pista plana y lo complicado es que depende de la dirección de la vuelta se carga diferente la rodilla o el tobillo. Poco a poco fui diseñando la estrategia, una dirección por canción, cada cambio de canción hay cambio de dirección. Eso ayuda a que no cargue de más alguna rodilla o un tobillo. También tocó diseñar los puestos de hidratación, entrenar cómo tomar la botellita y cada cuánto. Aquí también la estrategia se diseñó con base en canciones, aproximadamente son tres canciones por 10 minutos, entonces tomaría agua después de dos canciones pasada la marca de los 10 minutos y luego en la marca de los 30 minutos, es decir, aproximadamente cada 15 minutos o un un poco más de 2 km, quizás cerca de los 2.5 km. La bebida fue agua en las marcas de los 15 minutos y bebida isotónica en la de los 30 minutos, similar a las carreras. También probé con la ingesta de carbohidratos, esa sería a partir de la 1:15:00, cada 30 minutos. No quería usar gomitas de glucosa, pues después del último medio maratón quedé harta de ellas. Así que probé con nueces y arándandos, pero resultó que el proveedor e la despensa nos regala unos Nut Mix que resultaron perfectos.

Cada fin de semana lo dediqué a medir pasos, probar distancias, sacar promedios y eso me permitió verificar que Fit era la más cercana. Mi zancada es de aproximadamente 80 cm, lo que implica que la pista mide aproximadamente 34 metros . Eso me permitió darme cuenta que tendría que correr aproximadamente 619 vueltas a mi pista.

Y así, llegó el gran día, todo salió conforme a lo planeado, excepto la transmisión que se cortó dos veces. Aun así pude regalarle nuevamente a mi papá sus 21 km y esta vez pudo él ver el recorrido. Y en mí, a parte de la enorme satisfacción que me da lograr los retos que me propongo, me quedaron muchos aprendizajes. Cada que logro un reto en las carreras me doy cuenta de más aspectos de mí misma y mi personalidad. Me gusta mi voluntad y perseverancia. Además, me queda el gusanito de correr más y más y más tiempo. He aprendido a disfrutar de mi pista en casa. Mis nenas también la disfrutan. Por lo pronto seguiré en carreras virtuales y veremos cuál será el siguiente reto en casa.