El mundo visto desde el mapamundi que nos tocó

Xyoli Pérez-Campos

Es extraño hacerse consciente del sesgo con el que se ve el mundo. Parece obvio que los filtros que nos son implantados por el lugar en el que nacemos, la familia que nos toca, las personas que nos rodean, todo esto y más nos va agregando capas y capas de filtros através de los cuales vemos el mundo. Estos pueden ser de banda muy ancha o bien, de una banda demasiado corta. Pero por un amplio que sea el espectro, no nos da para ver lo diverso del mundo.


Hace tiempo tuve que hacer un viaje que implicaba un lugar en el noroeste del Pacífico y otro en el este del Pacífico, casi Ecuatorial. El punto de inicio y término del viaje era una ciudad europea. Parecía algo trivial, una simple vuelta al mundo siempre viajando hacia el este. Sin embargo, por razones de geopolítica actuales y de logística y necesidades particulares de mi viaje, esto no era posible. La solución fue, viaje al extremo este en un mapamundi centrado en Europa, y luego un viaje al casi extremo oeste, con América en ese extremo, para concluir con un viaje al este a la mitad de ese mapamundi, terminando nuevamente en Europa. De broma, parecía que la decisión de este patrón de vuelos la había tomado un terraplanista con visión centroeuropea. El mapa se termina un poco al este de Kamchatka por lo que en esa situación, la única ruta posible del este de Rusia a Centro América parece ser hacia el occidente vía Europa. 


Esto me llevó a entender qué era lo que me molestaba del mapamundi colgado en la pared de mi oficina. El mapamundi está centrado en Europa. El mundo y sus distancias no se ven como yo las he visto por 50 años. ¡Qué diferente se ve el mundo! Si el terraplanista en cuestión hubiera tenido un mapa como con el que viví hasta hace algunos meses, centrado en América, con Rusia partida en dos, hubiera decidido mandarme en un primer vuelo desde Europa hacia el oeste, cruzando por América, llegando al este de Rusia, para regresar vía el este, cruzando el Pacífico hasta Centro América, cruzar nuevamente el Atlántico y terminar en el punto de partida en Europa.


Esto me llevó a reflexionar sobre cómo puede impactar la visión del mundo dependiendo de cómo hemos visto los mapamundi durante nuestras vidas. Por ejemplo, me cuesta trabajo identificar la ubicación en un mapa de los países del Medio Oriente, Asia o aquellos que fueron parte de la Unión Soviética. En parte porque algunos de ellos quedan justo en ese rompimiento ficticio que imponen en la región los mapamundi americacentristas, o están repetidos en la izquierda y la derecha del mapa. Bueno, eso, y a que me revelé en la secundaria a seguir aprendiendo la ubicación y capitales de los países al enterarme unos días después de haber logrado pasar mi examen de capitales de África que lo que con tanto trabajo había logrado memorizar, ya no era válido pues había nuevas naciones en el mundo. Parecía que sólo América era estable, por lo que sería lo único que conservaría en la memoria, quizás algo de Europa. Lo demás, fue reemplazado por algún estribillo pegajoso de alguna canción de la época, seguramente, por “tú la misma de ayer, la incondicional, la que no supe amar …”


Volviendo a la visión del mundo desde la perspectiva de un mapamundi americacentrista, el Cinturón de Fuego tiene sentido. Normalmente podemos apreciar a todo el Pacífico, perfectamente rodeado por volcanes producto de la subducción de las placas tectónicas. Desde un mapamundi eurocentrista, esto no es posible. ¿Cómo le harán para imaginarse el “cinturón”? 


Otra perspectiva interesante es como Rusia y EEUU se ven tan cerca en un mapamundi americacentrista, que parecen representar la obra “La creación de Adán”, casi tocándose los dedos. Mientras que en un eurocentrista, están en los extremos, lo cual parece más cercano a sus posturas políticas.

 

En fin, mientras estudiaba mi doctorado y en mis asistencias a congresos internacionales, pensaba que estaba expuesta al mundo y sus diversas visiones a través de la gente con la que convivía. Sin embargo, ahora me doy cuenta de lo limitado de ese mundo. Ya daba tintes de diversidad y complejidad, pero visto a la distancia, se ve bastante homogéneo. El mundo me parece ahora casi infinitamente diverso. Aprecio más la capacidad de poder comunicarnos a pesar de nuestras pequeñas y amplias diferencias. ¡Hay tanto que desconocemos del mundo!