Se sentía la emoción de todas a mi alrededor, gritos de júbilo brotaban de entre las corredoras. Yo veía mi reloj y volteaba a ver el de la salida, ya estaba cerca. Chín no habría himno.
De pronto perdí la noción del tiempo, se fue más rápido de lo que esperaba y escucho que La voz de las carreras pregunta a todo pulmón: "Corredoras, ¿Están listas?" Al unísono se oye un ensordecedor ¡SÍ! ¡Chín! Yo no. Todavía no prendía a Smartphonito para escuchar mi música o activar Runtastic para que la porra me siguiera. No había tampoco dejado listo mi Polar. ¡Qué caray! Se me había venido el tiempo encima. Rápido, rápido.
Primer paso, el Polar listo. Segundo paso, Smartphonito. Playlist de carrera en aleatorio, con casi 100 canciones, listo. Smartphonito con Runtastic activado, listo, ¡oh no!, no listo. Son los nervios, me equivoqué de programa, toca cancelar, volver a abrir y reprogramar.
La voz de las carreras ya había empezado la cuenta regresiva, 5, 4, ... ¡Vamos, vamos! Dedos, no se equivoquen, escojan bien el programa, queremos que la porra nos siga en nuestro camino. ... 3, 2, ... ¡Quedó programado. ¡PUM!
Mancera había dado el disparo de salida. Nos empezamos a mover. Rápido a meter a Samrtphonito en su bolsita en el cinturón. Espero no haberme equivocado nuevamente. Camino otro poco ajustando a la vez los audífonos, por lo menos la música sí se oye, es el ritmo correcto. Busco mi muñeca izquierda y justo voy pasando por el marco de la salida. Rápido, aprieta el botón de Start en el Polar. Un paso más y me encuentro con el tapete que marca el inicio de mi carrera en el chip. Ahora sí. No hay vuelta atrás. De aquí hasta el estadio. Piernas no me fallen. Corazón, no me falles. Cerebro, por favor concéntrate y no pienses tonterías, las piernas te van a necesitar.
Unos metros y estaba en frente de las gradas. A buscar esas caras que me darán fuerza. Si no las veo, no pasará nada, o por lo menos de eso intento convencerme, pero que las vea. ¡Sí! ¡Sí! Ahí están Yolanda Campos Campos y Nahúm Pérez Paz buscándome entre la ola rosa femenil. Quería gritarles "aquí voy, ¡gracias! Los veo en la meta!" Pero sabía que cada aliento que gastara lo iba a necesitar más adelante. En eso me vieron. Su cara de emoción pagó todo el entrenamiento, la dieta, la dedicación. Hizo que todo valiera la pena. Gracias padres míos por hacerme sentir amada.