¡Vamos! ¿Qué tanto es tantito? 7 más y habrás llegado. El hombro empieza otra vez a sentirse rígido. Un poco de estiramientos sin perder el paso, masajito, manos en la espalda baja, … parece que funcionó. Seguimos. Aguantaremos.
¡Qué! ¡13.25! Pero si en Polanco estábamos en 13.55. Estaría bien traer un app en el cel en donde sólo diera un click, tomara el valor del dólar y la ubicación. Luego podría hacer una gráfica de distancia al Centro contra valor, podríamos quizá ver la variación e identificar las zonas turísticas de la ciudad. Podríamos tener a todos los corredores haciendo click, click por todos lados, … mejor en carro. Eso de corriendo está pesado. Bueno, pero así se entretiene uno en otra cosa. ¡Puff! Creo que ahora sí ya estoy desvariando. ¡Concéntrate Xyoli! No pierdas el paso por pensar en gráficas.
Ya estamos en el WTC. Aidé me dijo que por aquí estarían. No los veo. Yo creo que ya se fueron. Bueno, quizá sea más adelante.
¡Guau! O voy más rápido que el año pasado o este año vino la gente con más cosas. ¡Impresionante Insurgentes! No hubo ni un metro sin gente. Todos gritando y apoyando. Nuevamente había variedad en la oferta. Aquí también había esponjas con agua. No agarre porque la verdad es que no tenía tanto calor. Para estas alturas ya estaba el solecito. Yo lo agradecía, había sentido algo de frío hasta el km 30, por fin empezaba a sentir calorcito. Menos mal que no estuvo tan caliente como el año pasado. Eso estuvo más pesado. Sí comí un pedacito de naranja. Me supo a gloria. Gracias a quien quiera que me la ofreció.
En algún punto también hubo un grupo de capoeira, los tambores ayudaban al ritmo. En otro punto hubo un grupo de karate. Aprovecharon el cierre de las calles para entrenar ahí, en una calle perpendicular a Insurgentes.
Entra otro “I like it”. Ahora sé que fue Fernando. ¡Qué emoción! Me estaba siguiendo desde el norte del país. En el momento no sé quién es pero sin duda el saber que alguien está siguiendo al puntito azul y le echa porras me llena de alegría y de energía.
Ya llegué a Parque Hundido. Tampoco veo a Aidé y su familia. ¡Oh no! Me temo que me vine muy lenta y ya no pudieron esperarme. Ni modo. Bajo un poco mi velocidad. Ya mi promedio anda en los 7:50 min/km, casi como tortuga, claro, la tortuga me rebasa.
En eso, entre la multitud a mi izquierda reconozco a Jesse, lleva en brazos a Mateo. ¡SÍ ESTÁN! ¡ME ESPERARON! Me lleno de emoción. No podía creerlo. Ya quiero llegar con ellos. Cuando lo logro, un niño me exprime una bolsa de agua en el cuerpo y en la cara. Termino empapada. Sólo porque no debía parar, no me regresé a desquitarme del chamaco. ¿Quién le dijo que quería mojarme? Si yo no tenía tanto calor. GRRR. Bueno, no importa, ya estoy con la familia. Aidé empieza a correr a la par mía, me pasa una bolsa de agua que me supo a gloria. Estaba por el km 37.5. El abastecimiento ya no era claro. Así que esa fue mi última bolsita de agua. Gracias manita. Creo que la familia no esperaba la carrera, pero siguieron los cuatro a mi lado. Jimena iba un poquito más lejos de mí. Cada que podía intentaba buscarla con la mirada y decirle con los ojos “gracias nena”. Aidé no paraba de echarme porras, “Vamos Xyoli, ya falta poco, vamos nena, vamos manita, tú puedes”. ¡Qué bárbara! En todo el camino no vi a porra más entusiasta y energética. Sin duda toda una Campos :D Seguían corriendo a mi lado. El paso era rápido. Sentía yo la diferencia. Jesse corrió todo el camino con Mateo en brazos (cabe mencionar que Mateo es pequeño de edad pero grande de tamaño). Se dio cuenta que íbamos muy rápido y me dijo, “a tu paso Xyoli, a tu paso”. Ahí le dije que un poco más despacio, le agradecí con la cabeza pero mi corazón quería seguir rápido. Aidé me había inyectado de una energía inexplicable. Seguimos corriendo juntos otro tramo hasta que Mateo dijo “Ya papi, vamos a pararnos”. Esa fue la señal. Tocaba seguir sola. No sabía cómo demostrarles mi agradecimiento, besos, saludos, gracias. Me echaron más porras y seguí.
¡Cuánta energía siento! Mis piernas se mueven rápidamente otra vez. Me vuelvo a sentir ligera, como si fuera en los 20. Ahora sí todo parece cerca. Vamos en pura subida según la altimetría que enviaron, pero no se siente tan fea. Pero la pila que me metieron hizo que me echara dos kilómetros en 7:35 y 7:28 min/km. Todavía no estaba la subida fuerte, pero sí se sentía. Había sido como en el kilómetro 33 cuando escuché “Battery low” y me dije, “¿Cómo sabe Smartphonito que ya no traigo batería?”. Jeje. Me tardó en caer el veinte que era Smartphonito el que ya no traía batería. De acuerdo a lo planeado, lo había dejado trabajar a él para que por estas alturas, a poco más de 4 horas de haber iniciado, prendiera la batería extra que lo recargaría. Gracias a Alejandro por habérmela prestado. Eso permitió seguir con música los siguientes 10 km, mantener a runtastic trabajando y a la porra siguiéndome. En resumidas cuentas, cuando uno trae la pila baja, es cosa de encontrar el “switch”, seguro sacamos otro poquito de quién sabe donde para llegar a la meta.
Sólo faltan 5 kilómetros más. Estoy en Félix Cuevas. ¡Qué cerca está de CU! Yo pensaba que estaba lejos. Es impresionante como cambia la percepción de las distancias. Podría irme trotando a paso tranquilo a Galerías Insurgentes desde CU, llegaría en 40 minutos sin problema. Casi lo mismo que en carro en un día de mucho tráfico. Mejor corriendo que en carro. Bueno, en realidad el metrobús hace cuando mucho 10 minutos en día de tráfico, creo que mejor tomo el metrobús y dejo la corrida sólo para los entrenamientos y no para los desplazamientos. Ahora que ya sudo no es conveniente llegar a todos lados sudada, ¡guácala!
Estoy en Plaza Inn. ¡Uuuuhhhh!!! Una hamburguesita de Chaz. Recuerdos de la niñez se dejan venir, Belinda Pèrez Peña y Enidh Nish en la tienda de juguetes, la clásica subida por la calle de ahí para ir al Anglo con Nahum Perez Campos y Quetzalcoatl Perez Campos, con Yolanda Campos Campos manejando cual piloto de Fórmula 1. Escucho las porras de la gente, no paran. Sin embargo la escena ya no es todo alegría. Gente tirada en el piso a la que le están masajeando las piernas. Pobres, seguro están acalambrados. Gente sentada con bolsas de hielo en alguna parte de sus piernas. Mucha gente caminando y con expresión de dolor en el rostro. ¿Qué hacen aquí? ¿Qué hago aquí? Yo disfrutarlo. Hasta el dolor lo disfruto. Es una sensasión de poder indescriptible. Quedaron atrás los pensamientos y deseos de caminar. La recarga de batería los eliminó por completo. Antes sólo los había eliminado el orgullo, el no querer que me vieran caminando. Por más que me decía, “vamos, total, camina, no es una derrota, de todas maneras llegarás a la meta”, otra vocesita, que es la que siempre ha dominado en mi vida, gritaba más fuerte, “¡nada qué! Sin piernas, pero sigue corriendo. No se vale darse por vencido, no se vale detenerse, no se vale dejarse vencer por nada, no se vale”. ¡Chales! ¿quién le eseñó a ésta esta actitud? Pues debe ser una combinación: tus padres sin duda alguna, tus abuelos fueron y han sido un gran ejemplo, pero también tanta gente de la que me he rodeado que me ha enseñado esto. Gracias.
Se empieza a vislumbrar en el horizonte el final.