Ya tengo mi playera en las manos, también llevo la bolsa con el agua, el gatorade, el plátano y la naranja. Cada paso me recuerda los al menos 42,195 que di antes. Saco a Smartphonito, intento nuevamente llamar a la porra, entra el buzón. Intento whasup y nada, no hay señal. Mientras tanto, el flujo ya me había llevado a la salida de la zona de recuperación. Levanto la vista para evitar chocar o tropezar y ... ¡Sorpresa! ¡Ahí estaba Yolanda! Entre tanta gente, con la incertidumbre de si los encontraría, fue suficiente con una mirada a tiempo para encontrarnos.Tanta gente, gente conocida, gente que compartió la aventura y el reto por mucho tiempo y que a estas alturas ya se sienten como hermanos, ... Sin embargo, nada se compara al calorcito interno y la paz que te hace sentir los ojos de mamá. Ya está todo bien.
Había un pero, la porra no estaba completa @nahum ni estaba. Se habían separado en el camino pues la caminata había sido larga, desde metro Copilco hast el estadio. Mi mamá había apretado el paso para llegar antes de las 12 y había quedado con mi pá de vernos en la salida de las medallas. Pero él no estaba ahí. Quizá todavía no llegaba.
Para hacer tiempo, pasé al bañito, fui a la carpa VIP de SC para un masaje exprés. Estiré un poco y agradecí dos bolsas de hielo que me dieron. Me las puse en los tobillos y así las traje un buen rato. A pesar de no sentir tanto dolor en los tendones, lo bien que se sintió el hielo me hicieron darme cuenta del trabajo que habían hecho desde los talonea hasta las pantorrillas.
En lo que esperábamos, llegó un muchacho corriendo a la ambulancia en la que me etaba apoyando. Un corredor se había desmayado ahí cerca. Rápidamente los paramédicos tomaron su equipo y salieron corriendo al auxilio. ¡Qué cosas! ¿Y tú cómo estás? ¿Cómo te sientes? Bien. Estoy bien pero ya cansada. Quiero irme a casa.
Ni las luces de mi pá. Después de varios inentos, por fin contesta en casa. Ya está ahí sano y salvo. Resulta que llegó al lugar acordado más rápido de lo que se imaginaron. Estuvo esperando un buen rato y al no vernos había mejor decidido emprender el largo regreso a casa. ¡Felicidades papá! Porque todo lo que caminaste ese día fue tu propio maratón.
Empecemos entonces el regreso a casa.