Parte 13 - Kilómetros 30 al 35

Estábamos ya en la Condesa. La cantidad de gente en las calles era sorprendente. Empezó a haber una gran variedad de oferta: naranja, plátano, dulces, crema de cacahuate, kisses, coca cola, vaselina, … you name it. Me encanta ver la solidaridad de la gente. Apoyando, echando porras, mostrando la emoción de ver pasar a 10,000 locos con un objetivo: llegar a la meta. Sin duda todos ellos forman parte importante del maratón. Quizá algunos iban a apoyar a su corredor, pero estoy segura que la mayoría lo hacían por el gusto de hacerlo.

Vuelta en Veracruz. No me gusta La Condesa. ¿Por qué le gusta tanto a la gente? ¿Y si tiembla? No, no me gustaría estar aquí. ¿Por qué la gente paga tanto por vivir aquí? ¿Y si tiembla? No, no me gustaría estar aquí. ¡Uh! Perritos lindos. Bueno, eso sí me gusta de La Condesa, puede uno encontrar lindos perritos. ¡Qué ternura! Un perrito bien acurrucadito en las piernas de su mamá humana. Bueno, ya me puse de buenas.

Parque España, Av. Sonora, vuelta por Amsterdam. Hubiera sido mejor alrededor del Parque México, se vería más verde. Volteo a mi derecha, una madre con su bebé en brazos. Volteo a mi izquierda, solo unos metros más adelante, una mamá con su bebé canino en brazos. El chiquito escondía su cabecita porque estaba abrumado de la gente. ¡Qué ternura! ¡Uh! Creo que sí estoy medio loquita, me enternece más un chiquito de cuatro patitas, orejitas y colita larga que uno de dos patas.

Av. Nuevo León. Siento la pila muy baja, como si fuera mejor salirme de este río. No me hallo. En eso, son Alinne y L Ernesto. ¡Sí! GRACIAS. Seguiré. Buena porra. Buenos ánimos. Me hacía falta la recarga. Llegaron justo a tiempo. Hasta parece que los llamé con el pensamiento, como si hubiera activado el botón rojo de auxilio.

¡Qué larga es Av. Nuevo León! No tiene tanto que dejé a la porra, pero ya necesito recarga otra vez. ¡Oh no! Una ambulancia. ¿Por dónde viene? Viene de frente, en el otro sentido. No por favor, que no sea nada grave. Ahora sé qué fue fatal. Que fue en Amsterdam que perdimos a un compañero corredor. Seguro que esa ambulancia iba por él. No puedo describir todo lo que pensé y sentí cuando vi la ambulancia. No sabe uno de qué se trata en ese momento, es mejor así. Pero la imaginación puede ser peor. Entre la avalancha de pensamientos y sentimientos se vino el recuerdo de las noticias del maratón del año pasado cuando al cruzar la meta perdimos a otro. A estas alturas del recorrido ya se veía gente caminar y con cara de pesar. No era difícil imaginar a un caído, desmayado, o hasta convulsionado. La imaginación no ayuda. El miedo me invadió. ¿Cómo vas? Corazón, bien. Polar no sirve, ahora ni siquiera marca, pero el corazón se siente bien. Piernas, bien. Molesta un poquito por aquí y por allá, pero van bien. Hombro, mejor ni lo menciones, no vaya a ser que se despierte y empiece a dar lata. Hidratación, bien. Creo que si tomo agua de más voy a tener que hacer escala técnica. Glucosa, bien, pero bueno, traes otra gomita, ahí va pa’dentro con todo y sabor a icyhot. Bien, sigamos.

Unos metros más adelante empiezo a escuchar un clack, clack, clack. ¿Qué será eso? Al fin me alcanza. ¡Es Hulk!!! Sí, el mismísimo Hulk. Todo pintado de verde, descalzo y cargando una cadena. Había visto fotos de él en el Grupo de Corredores de Michoacán, pero nunca lo había visto en vivo. ¡Genial! ¡Qué valor! ¡Descalzo y con semejante cadenota! Bueno, sí se puede. Ya veo Insurgentes. Phil me marca el 35. Yo sé que todavía está lejos, quizá más de 1.5 km.

Llegamos a Insurgentes. Ya había escuchado unos "I like it!" de Claudia, Lily y Caridad. Unos metros más y Lily me mandó otro Go Go Go! Ahora también sé que los hijos de Ofelia me estuvieron mandando las otras porras que escuchaba. Y por si fuera poco, llegando a Insurgentes, nuevamente estaban ahí Alinne y L Ernesto. ¡Eso es todo! De aquí hasta la meta, una sola calle me separa: Insurgentes.

Todavía no empieza la subida. Aprovecha este pedazo. Es difícil. Pero llevaba unas cuadras cuando Alinne para en seco la bicicleta y empieza una Goya a todo pulmón. Todavía la recuerdo y se me enchina la piel. GOYA, GOYA, CACHÚN CACHÚN RA RA, GOYA, UNIVERSIDAD. L Ernesto la acompaña y yo quisiera también gritarla a todo pulmón. Me concentro y logro levantar el puño. A menos al ritmo logro extender el brazo. Batería recargada.

Ahora sí ya estoy en el 35 oficial. Unos traguitos de Gatorade, una bolsita de agua para quitarme el sabor dulce, lo pegajoso de las manos, refrescadita en las manos, frente, ... el cuello ya no porque trae su icyhot. Listo. Vamos. Ya no tan bien. El hombro empieza a quejarse nuevamente. No, hombro, no. Piensa en otra cosa. Piensa en otra cosa. Un kilómetro a la vez.

Foto cortesía de Luis Ernesto Barrón.