SEMANA del 20 al 24 de abril
Lo que me debéis enviar es el resumen y el comentario crítico al mail de siempre: micarlosdelamor@gmail.com recordad que para ello tenéis dos semanas.
Los ejercicios de esta semana los pretendo corregir el jueves 23 por la tarde con videollamada.
PRIMERA SESIÓN
Repasa la breve teoría sobre el pronombre "se" y después realiza la actividad.
Enlace a la teoría:
https://sites.google.com/site/webliteraria/Home/2bac/el-duende-se
Qué función desempeña en las siguientes oraciones la partícula “se”? Si tiene función sintáctica añádela también.
Transforma de estilo directo a indirecto:
La voz surgió de su garganta indecisa y aguda como un lamento:
(Roque)- Moñigo
(Moñigo)- ¿Qué?
- No me hagas esas preguntas; me mareo.
- ¿Te mareas o te asustas?
- Puede que las dos cosas –admitió.
Rió, entrecortadamente, el Moñigo.
- Voy a decirte una cosa –dijo luego.
- ¿Qué?
- También a mí me dan miedo las estrellas y todas esas cosas que no se abarcan o no se acaban nunca (…)
Miguel Delibes, El camino
SEGUNDA SESIÓN:
Vamos a repasar también la literatura que ya habíamos visto en clase y de la que habíais hecho exposiciones en clase. Como estudiar la teoría depende de vosotros nos centraremos en textos prácticos.
Lee el siguiente poema y señala con ejemplos 3 o 4 características del Modernismo presentes en el texto, si es necesario repasa la teoría:
https://drive.google.com/file/d/1dcVdY-Rls7i8W0nVOtfhDhRe8LSGBO_-/view
¿Recuerdas que querías ser una Margarita
Gautier? Fijo en mi mente tu extraño rostro está,
cuando cenamos juntos, en la primera cita,
en una noche alegre que nunca volverá.
Tus labios escarlatas de púrpura maldita
sorbían el champaña del fino baccarat;
tus dedos deshojaban la blanca margarita,
«Sí... no... sí... no...» ¡y sabías que te adoraba ya!
Después, ¡oh flor de Histeria! llorabas y reías;
tus besos y tus lágrimas tuve en mi boca yo;
tus risas, tus fragancias, tus quejas, eran mías.
Y en una tarde triste de los más dulces días,
la Muerte, la celosa, por ver si me querías,
¡como a una margarita de amor, te deshojó!
Rubén Darío
Localiza en el siguiente texto 5 conectores o marcadores de discurso indicando su función.
Ejemplo: Por desgracia: Marcador discursivo, comentario oracional.
Ya se sabe que las cosas sólo existen si salen en las noticias, pero este axioma mediático parece ser cada día más verdadero. Por ejemplo, me pregunto por qué el caso de Marta del Castillo se ha convertido en un acontecimiento de semejante magnitud. Desde luego es una tragedia y, para los padres, un infierno absoluto.
En su lugar, todos estaríamos igual de convencidos de que no ha sucedido nada más atroz. Pero, por desgracia, la vida abunda en atrocidades. A juzgar por los indicios, en el drama de Marta no parece haber habido el horror añadido que hubo en otras muertes, como, por ejemplo, la de Sandra Palo. Quiero decir que hay demasiadas historias espantosas, adolescentes violadas y asesinadas, mujeres apaleadas y quemadas, niños torturados hasta dejarlos inválidos, y ninguna de estas brutalidades se convierte en un asunto de prioridad nacional ni los familiares de las víctimas son recibidos por Zapatero como ocurre con Marta. ¿Qué ha pasado en esta ocasión? Puede que una pura casualidad informativa: alguien de la prensa localque se fija en el tema, alguien de la nacional que lo recoge porque tal vez esté flojo de noticias… Así se va formando una pelota histérica. Los medios construyendo la realidad. Más aún: los medios suplantando nuestra vida. La británica Jade, disparatada concursante de Gran Hermano y enferma de cáncer terminal, piensa morir ante las cámaras previo pago de un pastón. En esta sociedad somos capaces de chatear en directo con Australia, pero puede que no sepamos que nuestro vecino está moribundo. Cada vez huimos más de nuestras responsabilidades personales: nos escaqueamos del cuidado de nuestros enfermos y de sus agonías. Pero el final de Jade será contemplado por millones. Es como convertir la experiencia de la muerte en un descafeinado y manejable tamagotchi. Qué mundo tan raro.
Rosa Montero, “Los medios”, en El País
TERCERA SESIÓN:
Lee el siguiente fragmento de El árbol de la ciencia y justifica que pertenece a la generación del 98 explicando dos o tres características típicas de esta época:
Los periódicos traían cálculos completamente falsos. Andrés llegó a creer que había alguna razón para los optimismos.
Días antes de la derrota encontró a Iturrioz en la calle.
—¿Qué le parece a usted esto? —le preguntó.
—Estamos perdidos.
—¿Pero si dicen que estamos preparados?
—Sí, preparados para la derrota. Sólo a ese chino, que los españoles consideramos como el colmo de la candidez, se le pueden decir las cosas que nos están diciendo los periódicos.
—Hombre, yo no veo eso.
—Pues no hay más que tener ojos en la cara y comparar la fuerza de las escuadras. Tú fíjate, nosotros tenernos en Santiago de Cuba seis barcos viejos, malos y de poca velocidad; ellos tienen veintiuno, casi todos nuevos, bien acorazadosy de mayor velocidad. Los seis nuestros, en conjunto, desplazan aproximadamente veintiocho mil toneladas; los seis primeros suyos sesenta mil. Con dos de sus barcos pueden echar a pique toda nuestra escuadra; con veintiuno no van a tener sitio donde apuntar.
—¿De manera que usted cree que vamos a la derrota?
—No a la derrota, a una cacería. Si alguno de nuestros barcos puede salvarse será una gran cosa.
Andrés pensó que Iturrioz podía engañarse; pero pronto los acontecimientos le dieron la razón. El desastre había sido como decía él: una cacería, una cosa ridícula.
A Andrés le indignó la indiferencia de la gente al saber la noticia. Al menos él había creído que el español, inepto para la ciencia y para la civilización, era un patriota exaltado y se encontraba que no; después del desastre de las dos pequeñas escuadras españolas en Cuba y en Filipinas, todo el mundo iba al teatro y a los toros tan tranquilo; aquellas manifestaciones y gritos habían sido espuma, humo de paja, nada.
(Pío Baroja, El árbol de la ciencia)
REALIZA EL RESUMEN Y EL COMENTARIO CRÍTICO
TEXTO DE OPINIÓN:
Siempre soñé con autoconfinarme, pero de pequeña no me dejaban. Durante el curso iba a la escuela (¡a diario salvo los domingos!, una atrocidad). En verano, mis abuelos me buscaban por las habitaciones para obligarme a salir al sol. “¡Vuelve a estar encerrada!”, exclamaban con pesar. “¡No la veo por fuera!”, se quejaban mientras permanecía escondida con la esperanza de que salieran a buscarme por los densos bosques que rodeaban su casa. “Victoria, esta niña se nos va a poner enferma”, decía mi abuelo cuando al final me pescaba. Salía un minuto, se descuidaban y volvía a entrar. Más tarde, durante años, tuve que ir (¡a diario!) a trabajar al exterior. Lo odiaba. Cuando al fin cumplí mi sueño de encerrarme a trabajar en casa, mi pequeño piso no me bastaba: necesitaba algo más reducido (en general, los pisos siempre me han parecido demasiado grandes). Así que me confiné en la habitación, y como también la habitación me parecía demasiado grande, me confiné en la cama. Hará cinco años que vivo en mi cama-despacho, una de las mejores decisiones que he tomado. Mi confinamiento radical, como la hibernación de la tortuga de orejas amarillas, empieza en noviembre y acaba en primavera. No diré que carezca de riesgos para la salud física y mental, pero tampoco en la calle los riesgos son menores.
Ahora oigo quejarse a muchas y muchos de lo que para otros siempre fue una bendición. Entiendo que una cosa es confinarse por gusto y otra, por obligación. Pero, ojo, que el confinamiento opcional provoca en el autoconfinado una permanente sensación de culpa: el mundanal ruido siempre consigue localizarte para proponerte salidas que quieres esquivar. Pospones burocracia presencial, analíticas, radiografias, en fin, todo aquello que te obliga a personarte . En cambio, el autoconfinamiento de ahora, al ser generalizado, pone a los enclaustrados en sintonía con el exterior: las calles vacías armonizan con la placidez del hogar. Una sensación parecida a los días de agosto: el estrés general se reduce cuando nadie trabaja. Más aun: ahora, los que trabajan, se estresan por motivos de extrema gravedad y no por gilipolleces como nos ocurre habitualmente. Así que nada, en esta catástrofe, los grandes privilegiados somos los confinados sanos. Hasta sería fabuloso poder hacerlo cada año: repetir una experiencia parecida pero sin virus y sin hipotecas pendientes... ¡Eso sí sería la monda!
Imma Monsó, La Vanguardia (2-04-2020)