1999

*1999. Libro Blanco de la Educación Ambiental de España. MOPU

Un amplio grupo de trabajo coordinado por Susana Calvo preparó un presentó un borrador de un documento que pretendía “promover la acción pro-ambiental entre individuos y grupos sociales. Una acción informada y decidida en favor del entorno y hacia una sociedad sostenible, realizada en los contextos vitales de las personas: hogar, trabajo, escuela, ocio y comunidad” (Comisión Temática de Educación Ambiental, 1999) y que fue debatido y moldeado en las III Jornadas de Educación Ambiental, celebradas en Pamplona-Iruña. Su estructura se compone de una primera parte donde se abordan el marco general, principios básicos, objetivos e instrumentos, y una segunda donde se establecen marco de acción la comunidad, la educación ambiental, el sistema educativo, las empresas y los sindicatos y los medios. Un trabajo de 128 páginas que fue complementado por otro de 50 páginas titulado El libro blanco de la educación ambiental en pocas palabras.

Según Calvo (2009), alma mater del proyecto:

El Libro Blanco de la Educación Ambiental es la estrategia española que reúne los acuerdos a los que se han llegado en casi tres décadas de realizaciones y reflexiones surgidas del heterogéneo colectivo de la educación ambiental española. El apoyo político, la solicitud internacional y los deseos de los profesionales fueron los motores de su realización. Fue publicado por el Ministerio de Medio Ambiente en 1999, con el acuerdo de todas las comunidades y ciudades autónomas y con un amplio proceso de participación. La educación ambiental, según el Libro Blanco de la Educación Ambiental en España, tiene el objetivo de capacitar en el análisis de los conflictos socioambientales, en el debate de alternativas y en la toma de decisiones, individuales y colectivas, orientadas a su resolución. Desde la publicación del Libro Blanco casi todas las jornadas y congresos organizados por las comunidades autónomas han estado dedicadas a las estrategias, para iniciarlas o para realizar su presentación: en 1999, VIII Conferencia d’Educació Ambiental a Catalunya; en el mismo año, las Cuartas Xornadas de educación ambiental, en Galicia; también las Cuartas en la Comunidad de Madrid; en 2001, las Segundas de Aragón y las Primeras de Cantabria; en 2002, las Segundas de Murcia. En 2003 las Terceras de Valencia, todas ellas para iniciar las estrategias, y el Tercer Congreso de Andalucía, éste último para presentar el documento de la Estrategia. Con la elaboración del Libro Blanco se abrió un amplio proceso de reflexión colectiva en un buen número de comunidades autónomas, un proceso que aún hoy sigue vigente. La puesta en marcha de iniciativas para la elaboración de Estrategias de educación ambiental se ha revelado en muchos territorios como un proyecto con una elevada capacidad para aunar esfuerzos, despertar reflexiones y posibilitar la autoevaluación de la práctica.

Por su parte, Marcén (2002), a cuatro años de la aprobación del Libro Blanco escribe un artículo para el Boletín del CENEAM, ¿Ha perdido trascendencia el Libro Blanco de la Educación Ambiental para el sistema educativo?, en el que señala:

La publicación del Libro Blanco de la Educación Ambiental en España en 1999 supuso un enorme esfuerzo colectivo. La intención básica del grupo de personas que lo elaboró buscaría sin duda configurar una serie de iniciativas para mejorar el futuro. Sabemos que tareas de este tipo, que implican una reflexión conjunta y una proyección de futuro, suponen claros avances en la percepción del entorno pero pueden tener también una funcionalidad básica en la interpretación de las relaciones sociales. Además, los diferentes apartados en los que el libro está estructurado incorporan una llamada de atención ante las situaciones problemáticas ya presentes; ésas que condicionan la persistencia de unos indicadores saludables en lo que genéricamente calificamos como medio ambiente.

Sin embargo, y como consecuencia del caso omiso al Libro Blanco por parte de las diferentes administraciones, Marcén añade más adelante:

En consecuencia, es obligada una relectura del Libro Blanco, una nueva significación, para que sea considerado un argumento válido con el que ajustar la colaboración entre distintas administraciones. Así evitaremos que se cumplan esos presagios que cuestionaban el interés ambiental que a las administraciones educativas se les supone En caso contrario, contestaríamos de forma negativa a la pregunta que formulábamos al titular este artículo y nos veríamos inclinados a proponer la redacción de un Nuevo Libro Blanco de la Educación Ambiental. (Marcén, 2002)

1999. Conferencia Mundial sobre la Ciencia. Budapest, Hungría

La Conferencia Mundial sobre la Ciencia fue organizada por la Unesco en colaboración con el Consejo Internacional para la Ciencia, del 26 de junio al 1 de julio de 1999 en Budapest (Hungría), para definir una estrategia por la cual la ciencia responda mejor a las necesidades y aspiraciones de la sociedad mundial del siglo XXI.

La Conferencia acuerda dos documentos principales: la Declaración sobre la Ciencia y el Uso del Saber Científico, en la que se reitera la necesidad de un compromiso político respecto a la ciencia para la solución de los problemas en las relaciones entre la ciencia y la sociedad; y el Programa en Pro de la Ciencia: Marco General de Acción, guía para impulsar actividades en materia científica y respecto al uso de la ciencia en pro del “desarrollo humano sostenible” y del medio natural.

En la Declaración sobre la Ciencia y el Uso del Saber Científico se unen ciencia y desarrollo:

Hoy más que nunca, la ciencia y sus aplicaciones son indispensables al desarrollo. (…) Esta necesidad es especialmente apremiante en los países en desarrollo. El desarrollo tecnológico exige una base científica sólida y debe orientarse resueltamente hacia modos de producción seguros y no contaminantes, una utilización de los recursos más eficaz y productos más inocuos para el medio ambiente. La ciencia y la tecnología también deben orientarse decididamente hacia perspectivas que mejoren el empleo, la competitividad y la justicia social. Hay que aumentar las inversiones en ciencia y tecnología encaminadas a estos objetivos y a conocer y proteger mejor la base de recursos naturales del planeta, la diversidad biológica y los sistemas de sustentación de la vida. El objetivo debe ser avanzar hacia unas estrategias de desarrollo sostenible mediante la integración de las dimensiones económicas, sociales, culturales y ambientales.

Y llega a afirmar que:

La enseñanza científica, en sentido amplio, sin discriminación y que abarque todos los niveles y modalidades es un requisito previo esencial de la democracia y el desarrollo sostenible.

Hoy más que nunca es necesario fomentar y difundir la alfabetización científica en todas las culturas y todos los sectores de la sociedad así como las capacidades de razonamiento y las competencias prácticas y una apreciación de los principios éticos, a fin de mejorar la participación de los ciudadanos en la adopción de decisiones relativas a la aplicación de los nuevos conocimientos.

Es un interesante y novedoso texto por cuanto une los conceptos de ciencia y sostenibilidad y ofrece pautas para el desarrollo de una ciencia de perfil más humano y unida a las necesidades sociales.

*1999. Programa de Doctorado Interuniversitario de Educación Ambiental.

El programa de formación de investigadores o Programa de Doctorado Interuniversitario en Educación Ambiental empezó en el año 1999 y es un proyecto académico diseñado por profesores de nueve universidades españolas (Autónoma de Barcelona, Autónoma de Madrid, Girona, Granada, Islas Baleares, La Laguna, Santiago de Compostela, Sevilla, Valencia) que pertenecen a distintas disciplinas científicas y diferentes áreas de conocimiento; es, por tanto, un programa interuniversitario e interdisciplinar que se desarrolla con una clara vocación de fomentar la innovación y la investigación en el campo de la Educación Ambiental.

Según Benayas, Gutiérrez Pérez y Hernández (2003):

Los intereses académicos se dirigen hacia la oferta de una formación especializada dirigida a capacitar a futuros profesionales de la investigación en Educación Ambiental. Si bien la oferta de formación es diversa para facilitar cierta especialización dentro del programa, se comparten unos objetivos básicos que permiten abordar conjuntamente los fundamentos de análisis y propuestas educativas.

Estos objetivos básicos se centran en ofrecer, a la sociedad en general y a la comunidad científica en particular, los resultados de la labor docente e investigadora a fin de contribuir al desarrollo del conocimiento sobre la educación y el medio en que vivimos. Se considera que es nuestro deber el contribuir al desarrollo de una sociedad más sostenible y respetuosa con su entorno. Para ello, hay que ser conscientes de la responsabilidad y el papel que pueden desempeñar los educadores para la construcción de un mundo de dimensiones y carácter humano que no suponga la destrucción de nuestro principal bien: la vida en todas sus manifestaciones.

Para lograrlo el programa se ha planteado los siguientes objetivos:

• Promover la formación de nuevos investigadores en el campo de la Educación Ambiental en las universidades implicadas.

• Potenciar la calidad de la investigación en esta temática en los distintos departamentos de dichas universidades.

• Promover la formación en esta especialidad por parte de estudiantes de áreas afines.

1999. Carta de la Tierra. Strong y Gorvachov

En 1987, la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y el Desarrollo presentó el informe Nuestro Futuro Común o Informe Brundtland, cuyo punto 85 reza:

… se siente ahora la necesidad de consolidar y ampliar los principios jurídicos en una nueva Carta que guíe la conducta de los estados en la transición al desarrollo sostenible. Esta Carta proporcionaría la base para una Convención en la que se convertiría al ampliarse, que establecería los derechos soberanos y las obligaciones recíprocas de todos los estados respecto de la protección del medio ambiente y del desarrollo sostenible.

En un principio, la Carta de la Tierra fue un proyecto que se quiso presentar en la Conferencia de Río, en 1992, y que no logró salir adelante en el foro oficial. Desde el Foro Global se sacó una Carta de la Tierra, como hemos visto en capítulos anteriores.

Esta nueva Carta surge en 1994 por iniciativa de M. Strong (Secretario General de las cumbre de Estocolmo y de Río de Janeiro) y de M. Gorbachov (expresidente de la URSS) presidentes, respectivamente, de los recién fundados Consejo de la Tierra y Cruz Verde Internacional, con el objetivo de presentarla en el 50º aniversario de la ONU. Se forma un primer taller internacional de reflexión, que reunió a personas expertas de más de 30 países y a más de 70 organizaciones en La Haya, en mayo de 1995. Dos años más tarde, aprovechando el contexto de Río+5, el Consejo de la Tierra propone a consulta la Carta de la Tierra, sin obtener ningún consenso.

Pasado Río+5, se constituye una Comisión del Consejo de la Tierra para que realice el seguimiento del proyecto. El informe derivado del proceso llevado a cabo constata la contribución y aportaciones de numerosas personas, países y organizaciones en la fase de consulta. Así, a finales de 1999 se redacta la versión que será presentada y abierta al debate y a más aportaciones.

Según los promotores, La Carta de la Tierra, Valores y Principios para un Futuro Sostenible es: “Una síntesis de valores, principios y aspiraciones ampliamente compartidos por un número creciente de hombres y mujeres en todas las regiones del mundo”.

Consta de un preámbulo, cuatro principios y un epílogo. Los principios de la Carta de la Tierra reflejan las consultas internacionales realizadas durante varios años y están basados en la ciencia contemporánea, las leyes internacionales y en lo más profundo de la filosofía y la religión. Los sucesivos borradores de la Carta fueron circulando alrededor del mundo para ser debatidos y obtener aportaciones por parte de organizaciones no gubernamentales, grupos comunitarios, sociedades profesionales y expertos internacionales en varios campos. Dichos principios hacen referencia al respeto y cuidado de la comunidad, de la vida, integridad ecológica, justicia social y económica, y democracia, no violencia y paz.

La Carta de la Tierra quiere ser un código de conducta hacia el desarrollo sostenible, aportando nuevas dimensiones a los acuerdos y declaraciones precedentes que se apoyan en el ámbito ético.

Poco equilibrado en su estilo y contenido, tiene una formulación encantadora. Desde una aproximación biocéntrica, y casi ecocéntrica (preámbulo y principio 15). La Carta apuesta por el principio de precaución y llama a un cambio fundamental en el estilo de vida de los países ricos: “…afirmamos los siguientes principios interdependientes, para una forma de vida sostenible, como un fundamento común mediante el cual se deberá guiar y valorar la conducta de las personas, organizaciones, empresas, gobiernos e instituciones transnacionales”.

Aunque sus principios realmente son poco innovadores, una rápida comparación con los textos de la ONU permite observar la insistencia en el principio de justicia y de equidad social:

9. Erradicar la pobreza como un imperativo ético, social y ambiental.

10. Asegurar que las actividades e instituciones económicas, a todo nivel, promuevan el desarrollo humano de forma equitativa y sostenible.

11. Afirmar la igualdad y equidad de género como prerrequisitos para el desarrollo sostenible y asegurar el acceso universal a la educación, el cuidado de la salud y la oportunidad económica.

12. Defender el derecho de todos, sin discriminación, a un entorno natural y social que apoye la dignidad humana, la salud física y el bienestar espiritual, con especial atención a los derechos de los pueblos indígenas y las minorías.

En noviembre de 2003 el Plenario de la Conferencia General de la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) aprueba la Carta de la Tierra, con la esperanza de que la Asamblea General la adopte posteriormente. En el 5º aniversario de la redacción de la Carta, Leonardo Boff, promotor de los Foros Sociales y autor de A la sombra del Arco Iris. Una Ética Planetaria y una espiritualidad ecológica, afirmó:

Las cuatro grandes tendencias de la ecología -ambiental, social, mental e integral- están ahí bien articuladas, con gran fuerza y belleza. Si es aprobada por la ONU, la Carta de la Tierra será agregada a la Carta de los Derechos Humanos. Así tendremos una visión holística de la Tierra y de la Humanidad, formando un todo orgánico, sujeto de dignidad y de derechos.

Esta Carta de la Tierra tiene una gran contestación por ciertos foros liberales y cristianos integristas a la que definen como “reingeniería social anticristiana”. En cambio, en otros círculos es considerada como ingenua e inocente, lo que provoca la puesta en marcha del Manifiesto por la Vida, por una ética para la sostenibilidad.