1977

1977. Tendencias de la educación ambiental. Unesco

Esta compilación de la Unesco aglutinó los textos que fueron utilizados como documentos de trabajo en el Seminario de Educación Ambiental de Belgrado, revisados y teniendo en cuenta aspectos surgidos en dicha reunión. Cada texto trataba de presentar un aspecto concreto del tema, relatando qué se estaba haciendo, cuáles eran los mayores problemas y qué se proponía como solución. El material tenía como objetivo reforzar los conocimientos necesarios para enfocar y aplicar programas eficaces de educación ambiental (Unesco, 1977):

La Unesco entiende que la presente edición está dirigida a todos aquellos a quienes concierne de manera directa o indirecta la educación ambiental en todos los rincones del mundo, desde los planificadores gubernamentales hasta los profesores de educación ambiental, o cualquier integrante de ese público que siente cada vez más interés por estos problemas. La educación ambiental, según el punto de vista de Unesco, expresado en la Carta de Belgrado, “tiene en cuenta al medio natural y artificial en su totalidad; ecológico, político, económico, tecnológico, social, legislativo, cultural y estético”. Con una perspectiva como ésta, es evidente que nos concierne a todos por igual.

El informe, además de una introducción y una presentación de los principios generales de la educación ambiental, se compone de 14 artículos divididos en cuatro apartados: Conceptos, objetivos, metodologías y materiales; Educación ambiental formal; Educación ambiental no formal; Políticas para la educación ambiental. En la introducción podemos leer:

Para resolver nuestros problemas ambientales debemos aprender a pensar y a actuar conforme a nuevas pautas. Debemos enfocar el desarrollo económico con una mayor conciencia y comprensión de las implicaciones ambientales de nuestros actos. Al decir debemos, no nos estamos refiriendo exclusivamente a los sectores con poder de decisión o a los profesionales del medio ambiente, sino que hablamos de todos y cada uno de nosotros. (…) Existen marcadas diferencias de opinión sobre la naturaleza y extensión de nuestros problemas ambientales y sobre el papel de la educación para resolverlos. Cuáles son estos problemas, quiénes los causan y cómo pueden ser resueltos son puntos sujetos a interpretaciones. (Unesco, 1977)

1977. 1ª Conferencia Internacional de Educación Ambiental. Tbilisi

A los dos años del Seminario de Belgrado, se celebró, del 12 al 26 de octubre de 1977, lo que para muchos autores (Leff, 1993; Novo, 1998, González Gaudiano, 1998; Caride y Meira, 2001…) es el hito más importante de la historia de la educación ambiental: la Conferencia Intergubernamental de Educación Ambiental, Tbilisi (Georgia, en aquella época República Socialista Soviética de Georgia). Los 265 representantes de 66 países miembros de la Unesco y los observadores de dos naciones no miembros y organizaciones no gubernamentales se reunieron para la primera conferencia intergubernamental en el mundo sobre la educación ambiental, que desembocó en la entrega de una declaración oficial sobre la educación ambiental.

Durante el desarrollo de la misma fueron aceptados de manera unánime los objetivos plasmados en la Carta de Belgrado, emitida dos años antes, y se convirtió en un foro donde se llevaron a discusión las experiencias sobre acciones realizadas y las prioridades y necesidades para el desarrollo futuro de esta dimensión educativa.

Por parte del Estado español la delegación fue compuesta por Pedro de Miguel, subdirector general de Medio Ambiente, Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (jefe de la delegación), Cristóbal Aragón, Ministerio de Relaciones Exteriores; el profesor Fernando González Bernáldez, Dep. de Ecología de la Facultad de Ciencias, Universidad Autónoma de Madrid; Manuel Luna, Centro Internacional de Formación de Ciencias Ambientales (CIFCA) y Juan José Santos, Embajada de España en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

DECLARACIÓN DE LA CONFERENCIA INTERGUBERNAMENTAL DE TBILISI SOBRE EDUCACIÓN AMBIENTAL

(Tbilisi, Georgia, 14-26 de octubre de 1977)

La Conferencia Intergubernamental sobre Educación Ambiental organizada por la Unesco en cooperación con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y celebrada en la ciudad de Tbilisi, habida cuenta de la armonía y el consenso que han prevalecido en ella, aprueba solemnemente la Declaración siguiente:

En los últimos decenios, el hombre, utilizando el poder de transformar el medio ambiente, ha modificado aceleradamente el equilibrio de la naturaleza. Como resultado de ello, las especies vivas quedan a menudo expuestas a peligros que pueden ser irreversibles.

Como se proclamó en la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, celebrada en 1972 en Estocolmo, la defensa y la mejora del medio ambiente para las generaciones presentes y futuras constituyen un objetivo urgente de la humanidad. Para el logro de esta empresa habrá que adoptar con urgencia nuevas estrategias, incorporándolas al desarrollo, lo que representa, especialmente en los países en desarrollo, el requisito previo de todo avance en esta dirección. La solidaridad y la equidad en las relaciones entre las naciones deben constituir la base del nuevo orden internacional y contribuir a reunir lo antes posible todos los recursos existentes. Mediante la utilización de los hallazgos de la ciencia y la tecnología, la educación debe desempeñar una función capital con miras a crear la conciencia y la mejor comprensión de los problemas que afectan al medio ambiente. Esa educación ha de fomentar la elaboración de comportamientos positivos de conducta con respecto al medio ambiente y la utilización por las naciones de sus recursos.

La educación ambiental debe impartirse a personas de todas las edades, a todos los niveles y en el marco de la educación formal y no formal. Los medios de comunicación social tienen la gran responsabilidad de poner sus enormes recursos al servicio de esa misión educativa. Los especialistas en cuestiones del medio ambiente, así como aquellos cuyas acciones y decisiones pueden repercutir de manera perceptible en el medio ambiente, han de recibir en el curso de su formación los conocimientos y aptitudes necesarios y adquirir plenamente el sentido de sus responsabilidades a ese respecto.

La educación ambiental, debidamente entendida, debería constituir una educación permanente general que reaccionara a los cambios que se producen en un mundo en rápida evolución. Esa educación debería preparar al individuo mediante la comprensión de los principales problemas del mundo contemporáneo, proporcionándole conocimientos técnicos y las cualidades necesarias para desempeñar una función productiva con miras a mejorar la vida y proteger el medio ambiente, prestando la debida atención a los valores éticos. Al adoptar un enfoque global, enraizado en una amplia base interdisciplinaria, la educación ambiental crea de nuevo una perspectiva general dentro de la cual se reconoce la existencia de una profunda interdependencia entre el medio natural y el medio artificial. Esa educación contribuye a poner de manifiesto la continuidad permanente que vincula los actos del presente a las consecuencias del futuro; demuestra además la interdependencia entre las comunidades nacionales y la necesaria solidaridad entre todo el género humano.

La educación ambiental ha de orientarse hacia la comunidad. Debería interesar al individuo en un proceso activo para resolver los problemas en el contexto de realidades específicas y debería fomentar la iniciativa, el sentido de la responsabilidad y el empeño de edificar un mañana mejor. Por su propia naturaleza, la educación ambiental puede contribuir poderosamente a renovar el proceso educativo.

Con objeto de alcanzar estos objetivos, la educación ambiental exige la realización de ciertas actividades específicas para colmar las lagunas que, a pesar de las notables tentativas efectuadas, siguen existiendo en nuestros sistemas de enseñanza.

DECLARACIÓN Y RECOMENDACIONES

En consecuencia, la Conferencia, reunida en Tbilisi:

Dirige un llamamiento a los Estados Miembros para que incluyan en sus políticas de educación medidas encaminadas a incorporar un contenido, unas direcciones y unas actividades ambientales a sus sistemas, basándose en los objetivos y características antes mencionados;

Invita a las autoridades de educación a intensificar su labor de reflexión, investigación e innovación con respecto a la educación ambiental;

Insta a los Estados Miembros a colaborar en esa esfera, en especial mediante el intercambio de experiencias, investigaciones, documentación y materiales, poniendo, además, los servicios de formación a disposición del personal docente y de los especialistas de otros países;

Insta, por último, a la comunidad internacional, a que ayude generosamente a fortalecer esta colaboración en una esfera de actividades que simboliza la necesaria solidaridad de todos los pueblos y que puede considerarse como particularmente alentadora para promover la comprensión internacional y la causa de la paz.

Tras esta declaración, la educación ambiental es entendida como un proceso. Un proceso dinámico y flexible, continuo y permanente, destinado a diferentes sectores sociales, que aporta conocimientos y metodologías de varias disciplinas y saberes, que les habilite para analizar las raíces y causas de los problemas ambientales y para ofrecer propuestas de solución, con el fin de generar la participación activa individual o en comunidad, contextualizada a las cambiantes condiciones socio-económicas de cada territorio.

La Declaración de Tbilisi constituye el marco, los principios y las directrices para la educación ambiental en todos los niveles geográficos, lo local a través de lo internacional, y para todo el público, tanto dentro como fuera del sistema de educación formal.

Según manifiesta Calvo (1997): “En Tbilisi se crea el corpus teórico de la educación ambiental, desde su definición hasta la determinación de sus áreas de actuación”.

Este documento establece:

Los criterios y directrices de lo que sería la educación ambiental en las décadas siguientes que, en términos generales, viene descrita por un empeño en educar sobre el medio ambiente, es decir, educar para concienciar a las personas sobre lo que significa el medio en la vida de los seres humanos en cuanto que sistema del que dependen y que deben comprender. Los tiempos de Tbilisi fueron tiempos de cambio donde la Modernidad se fue instaurando plenamente y, por suerte, la educación ambiental se encontraba bien situada. La Conferencia de Tbilisi supuso la promulgación de muchas ideas que aún están vigentes y gozan de la originalidad e innovación de la se vieron envueltas en aquellos años. La afirmación de los lazos entre el mundo de la educación y la problemática del desarrollo social, físico y humano fue un paso al frente ayer y sigue siéndolo hoy (Muñoz Rodríguez, 2011)

Según R. Davis (2000):

La Carta de Belgrado de 1975 y la Declaración de Tbilisi de 1978 nos ayudaron a definir el alcance y propósito de la educación ambiental. Resulta, por supuesto, que lo que caracteriza a la educación ambiental también constituye una buena educación en general. Hemos estado trabajando en la comprensión de lo que caracteriza a la educación efectiva de al menos 100-150 años.

Caride y Meira (2001) opinan que:

Se apostó por que la Educación Ambiental fuera considerada una pieza indiscutible en la educación permanente que todo ciudadano necesita para convivir responsablemente con el entorno físico y natural, humano y social. La especie humana debe comprender los problemas básicos que afectan a la sociedad, para lo cual la educación ha de proporcionar unos principios éticos, conocimientos técnicos v una serie de cualidades y competencias para hacer al ser humano un ser responsable. Había que empezar a ayudar a comprender la interdependencia entre los ámbitos económico, político, social y ecológico, considerando el medio ambiente desde una concepción global, basada en principios éticos de respeto, responsabilidad y participación. Se trataba de integrar la Educación Ambiental en el amplio espectro de la educación desde una visión pragmática e instrumentalista. Una época marcada “...por la exigencia de reafirmarse la Educación Ambiental como una práctica educativa concienciadora” (Caride y Meira, 2001)

De acuerdo con Pardo (1997) en el enfoque adoptado en Tbilisi:

“el medio ambiente se entiende como una totalidad que abarca a la vez los aspectos naturales y los dimanantes de las actividades humanas; la educación ambiental resulta ser una dimensión del contenido y de la práctica de la educación, orientada a la prevención y a la resolución de los problemas concretos planteados por el medio ambiente, gracias a un enfoque interdisciplinario y a la participación activa y responsable de cada individuo y de la colectividad”.

Para Meira (2009), treinta años más tarde:

Tbilisi es un producto histórico de su tiempo, aunque el discurso allí institucionalizado, desde el diagnóstico de la crisis ambiental a los objetivos y los principios estratégicos establecidos para la educación ambiental, pasando por las bases epistemológicas socio-económicas y éticas formuladas puedan mantener un presente increíble y paradójico. Constituyen una referencia más sólida, sin duda, para la construcción de la educación ambiental como un campo autónomo, plural desde un punto de vista ideológico, democrático y epistemológicamente sólido que los productos discursivos resultantes de los foros posteriores (Moscú, Tesalónica, Ahmedabad etc.).

1977. Una conceptualización de la educación ambiental. Harvey

Para Disinger (1983), un dilema permanente de los interesados en la educación ambiental radica en la cuestión de su definición. Hay algunos que se esfuerzan por lograr un acuerdo universal en cuanto a un significado preciso y discreto en base a conjunto de parámetros descriptivos; sin embargo, otros prefieren no gastar energía en lo que perciben como un ejercicio inherentemente no productivo. También existe una tercera población, una mezcla de grupos e individuos que han generado una variedad de definiciones y declaraciones descriptivas, en ocasiones demostrando manifiestas superposiciones y, en ocasiones, desacuerdos igualmente evidentes.

En este contexto, G. Harvey presenta en el Seminario Regional de Norteamérica, en 1977, un informe denominado Una conceptualización de la educación ambiental. Como resultado de su estudio, Harvey concluyó que el término educación ambiental es un nombre poco apropiado para lo que se quiere expresar, basando en su observación en que las terminologías que más a menudo aparecen en la literatura profesional conducirían a la “educación de la persona en relación con su entorno” (en inglés, PERE), que se definiría como el proceso de desarrollar una ciudadanía ecológicamente alfabetizada, competente y dedicada, que se esfuerza activamente por resolver conflictos de valores en la relación persona-entorno, de una manera ecológica y humanística, para alcanzar el objetivo de homeostasis entre la calidad de vida y calidad del entorno.

*1977. Alfalfa. Revista de crítica ecológica y alternativas. Catalunya

El verano de 1977 sale a la calle el número 0 de Alfalfa. Revista de crítica ecológica y alternativas. La revista ecológica fue dirigida por Jordi Alemany y financiada por el equipo de Ajoblanco a partir del otoño de 1977. Publicó 4 extras durante 1977 y 7 números de noviembre de 1977 a junio de 1978. Comenzó con la cabecera de Ajoblanco.

En pocos meses se agotó los más de 35.000 ejemplares que se editaron. La presentación de la revista se hizo en diferentes comunidades, Madrid, Zaragoza, Pamplona, País vasco, Paris… La acogida que recibimos, nos permitió contactar con la realidad alternativa y ecologista que existía en el estado español. La revista fue posible gracias a un grupo de personas que creíamos y algunos aun creemos que es posible la utopía. Esta publicación fue la primera que trataba temas hasta el momento ignorados por la gran mayoría de ciudadanos en un país que despertaba de una dictadura de 40 años. Los temas ecológicos, las energías renovables, lo antinuclear, estaban en la publicación. El grupo de entusiastas que inició este proyecto preparó durante varios meses los diferentes apartados, traduciendo y elaborando textos propios, creando ilustraciones, buscando contactos, picando textos con una máquina de escribir eléctrica y maquetando el producto para llevarlo a la imprenta, no recibimos ningún sueldo ni ayuda, sólo el apoyo de nuestros compañeros y amigos hizo posible este material (http://energiaslibres-alfalfa.blogspot.com.es)

También hace su aparición este año el boletín del Comité Antinuclear de Cataluña, con el título de Bien. Boletín de Información de Energía Nuclear. Al año siguiente aparece el primer número de otra revista referencia en este campo: Integral, Salud y Vida Natural. Es una revista para los que no sólo quieren una vida mejor sino también un mundo mejor. Profundiza en temas de ecologismo, salud y alimentación natural, salud ambiental, medio ambiente, naturaleza, hogar y hábitos saludables, solidaridad y formas de vida alternativas y sostenibles (larevistaintegral.com). En 1982, Integral publica un monográfico dedicado a las distintas formas de utilizar la energía solar: El sol para todos.