1972

1972. Caracterización de la educación ambiental. McInnis, Roth y Bowman

En 1972, N. Mclnnis especificó las características fundamentales de una educación ambiental eficaz y las publicó en 1975 bajo el título “What Makes Environment Educational?” (“¿Qué hace la educación ambiental”):

1. La educación es más ambiental cuanto más facilite un encuentro directo del aprendiz con el entorno que debe ser aprendido.

2. Los entornos más educativos son los que maximizan las potenciales capacidades del aprendiz para funcionar satisfactoriamente como un organismo multisensorial que se integra inteligentemente.

Según McInnis, la palabra clave aquí es “inteligentemente”, como rasgo que distingue el organismo humano de otros. El empleo de “se integra” en vez de “integrado” es también vital, ya que esto indica un proceso en curso.

En otro análisis del concepto por parte de R. Roth (Bowman, 1972), utilizando una técnica Q-sort (técnica para escalar objetos o afirmaciones), identificó cuatro áreas principales de preocupación:

· biofísicos (mosaicos de vida interdependientes entre sí y el medio ambiente),

· socioculturales (las relaciones entre el ser humano y el medio ambiente están mediatizadas por la cultura),

· la gestión del medio ambiente (la gestión de los recursos para satisfacer las necesidades de las generaciones sucesivas exige una planificación de largo alcance) y,

· el cambio (organismos y medio ambiente están en constante cambio).

Por su parte, el modelo de Bowman identificó las interrelaciones internas de la educación ambiental y externas con otras áreas, especificando también sus relaciones con dimensiones de educación ambiental como el conocimiento (“neutral”) y los valores (“individual”), reforzando sobre todo “la calidad de vida”, objetivo acentuado por Roth. En 1973, Roth proporcionó una modificación del modelo de Bowman que trató tanto con accesos formales como no formales a la educación ambiental y la comunicación.

1972. Aprender a Ser. Unesco

La Unesco, en 1972, publica el informe Aprender a Ser cuyo fin era hacer, en palabras de Faure, presidente del grupo de trabajo:

“una reflexión crítica por parte de hombres de formación y de origen diversos que buscasen con la mayor independencia y objetividad una vía para llegar a soluciones de conjunto aplicables a las grandes cuestiones que plantea el desarrollo de la educación en un universo en devenir”. (Unesco, 1972)

Para Unesco, el modelo consagrado de una educación estructurada en áreas curriculares no cubría las necesidades y expectativas formativas contemporáneas. El informe recomienda acercar la escuela a la realidad social de su entorno con el fin de satisfacer mejor las necesidades reales de quien aprende y cubrir las expectativas sociales. Esto es, Aprender a Ser marca los pasos hacia una escuela que forme una ciudadanía capaz de integrarse y de actuar positivamente en su medio, en vez de internarse en un academicismo descontextualizado, poco integrador y alejado de los intereses del alumnado. Mientras cuatro décadas más tarde, en muchos países, los “nuevos” currículos que sustituyen a los “nuevos” currículos de hace pocos años siguen ofertando un enfoque academicista y compartimentado, el informe de 1972 afirmaba:

La educación es a la vez un mundo en sí y un reflejo del mundo. Está sometida a la sociedad y concurre a sus fines, especialmente al desarrollo de sus fuerzas productivas, atendiendo a la renovación de los recursos humanos; de forma más general, reacciona necesariamente, aunque sólo sea por el conocimiento que de ello proporciona, a las condiciones ambientales a las que se halla sometida. Por eso mismo, contribuye a engendrar las condiciones objetivas de su propia transformación, de su propio progreso (…)

Estas experiencias, y otras muchas más, han contribuido ampliamente a demostrar las posibilidades de una acción educativa liberadora, aun cuando hayan puesto en claro sus límites, e incluso los fracasos con que tropieza toda empresa de este género cuando no llega a insertarse en las estructuras socio-políticas ambientales que tienden a rechazarla como a cuerpos extraños. Sin embargo, el poder liberador de la educación no depende sólo, en las condiciones actuales, de la voluntad innovadora, de la generosidad y del valor de los pedagogos. Las tecnologías modernas no precisan necesariamente, para ejercer sus efectos beneficiosos, el ser utilizadas por educadores ebrios de progreso, o en un contexto de innovación política; ejercen este poder por su propia naturaleza. Gracias a los medios de vasta información, y sobre todo a la utilización intensiva de la radio, los conocimientos pueden ahora penetrar en profundidad en ambientes inaccesibles hasta ahora a los medios clásicos. Uno de los grandes méritos de los mass-media es que liberan al enseñante de la preocupación exclusiva de transmitir el saber y le permiten así consagrarse más a su misión de educador (Unesco, 1972).

Aprender a Ser abogaba ya en aquellos años por el concepto de “ciudad educadora”:

Si aprender es el asunto de toda una vida, en su duración y en su diversidad, y de toda una sociedad, tanto en lo que concierne a sus recursos educativos como a sus recursos sociales y económicos, entonces es preciso ir más allá de la necesaria revisión de los «sistemas educativos» y pensar en el plano de una ciudad educativa. Tal es la verdadera dimensión del reto educativo del mañana. No es seguro que los conservadurismos culturales sean más fáciles de vencer que las resistencias económicas y políticas. Pero si comparamos el premio con el envite, ¿cómo rehusar el combate? (Unesco, 1972).

1972. Los límites del crecimiento. D. y D. Meadows

Por iniciativa del Club de Roma se encomendó, en 1970, al prestigioso Grupo de Dinámica de Sistemas del Instituto Tecnológico de Massachusetts, encabezado por Donella y Dennis Meadows, la elaboración de un modelo de las fuerzas complejas e interdependientes que afectan a los seres humanos y al medio ambiente, incorporando cinco variables (población, producción industrial, producción agrícola, contaminación y consumo) y sometiendo dichos datos a una computadora. El propósito del trabajo no fue hacer predicciones específicas, sino explorar cómo el crecimiento exponencial interactúa con recursos finitos. Debido a que el tamaño de los recursos no se conoce, sólo pudo ser investigado el comportamiento general.

Los autores intentan explorar la posibilidad de un patrón de respuesta sostenible que se lograría mediante la alteración de las tendencias de crecimiento entre las cinco variables en tres escenarios diferentes. Señalaron que sus proyecciones para los valores de las variables en cada escenario eran “predicciones” en el sentido más limitado de la palabra y que eran sólo “indicaciones de tendencias” de comportamiento del sistema. En dos de los escenarios planteados se vio “exceso y colapso” del sistema mundial a mediados y finales del siglo XXI, mientras que un tercer escenario dio lugar a un “mundo estabilizado”. Las conclusiones del informe, titulado Los límites del crecimiento generaron polémica en todo el mundo, al resolver que la Tierra es un planeta, es decir, una entidad limitada y que, por consiguiente, no era posible el crecimiento económico de manera ilimitada e indefinida.

Para Pujol (1998):

Fue el famoso informe del Club de Roma Los límites del crecimiento humano (Meadows, 1972) lo que constituyó un hecho relevante en la consideración de la problemática ambiental. En él se advertía de la inviabilidad de un desarrollo basado sólo en el crecimiento económico; su mensaje, acerca de la importancia de detener dicho crecimiento para salvar el planeta, dado el carácter exponencial de las agresiones creadas por el industrialismo, recibió quejas desde flancos muy diversos; mientras unos destacaban su tono pesimista, el sector empresarial leía las posibles repercusiones en los beneficios, y los países pobres argumentaban que su contenido sólo afectaba a los ricos.

En 1993, aparece Más allá de los límites, una actualización del material original al cabo de 20 años, afirmando que la humanidad ya había desbordado la capacidad de carga del planeta necesaria para mantener a su población. En 2004, se publica Los límites del crecimiento: La actualización de 30 años, de Donella Meadows (fallecida en 2001), Randers Jorgen y Dennis Meadows, donde, actualizando e integrando los datos de dos versiones anteriores, se concluye que no puede darse un crecimiento demográfico, económico e industrial ilimitado en un planeta de recursos limitados.

1972. Blueprint for Survival. The Ecologist

Blueprint for Survival (“Un plan de acción para la supervivencia”) fue un texto ecologista, publicado en una edición especial de The Ecologist, en enero de 1972, y firmado por más de 30 de los principales científicos de la época, aunque fue escrito fundamentalmente por Edward Goldsmith y Robert Allen y con el que llamaron la atención sobre la urgencia y magnitud de los problemas ambientales. Se publicó más tarde en forma de libro y llegó a vender más de 750.000 copias.

La publicación aboga por una sociedad radicalmente reestructurada, a fin de evitar lo que los autores denominan “la ruptura de la sociedad y la alteración irreversible de los sistemas de soporte de vida en este planeta”. Recomienda que las personas vivan en comunidades pequeñas, descentralizadas y des-industrializadas. Algunas de las razones argumentadas indican que:

· Es demasiado difícil hacer cumplir el comportamiento moral de una gran comunidad,

· Las prácticas agrícolas y negocios son más propensos a ser ecológicamente más sanos en las comunidades más pequeñas,

· Las personas se sienten más satisfechas en comunidades más pequeñas, y

· Reducir la población de un área reduce el impacto ambiental.

Los autores utilizaron las sociedades tribales como modelo, ya que se caracterizan por sus pequeñas comunidades a escala humana, las tecnologías de bajo impacto, los controles demográficos exitosos, la gestión sostenible de los recursos, visiones del mundo holística y ecológicamente integradas, y un alto grado de cohesión social, salud física, bienestar psicológico y satisfacción espiritual de sus miembros.

1972. Only one Earth. Ward y Dubos

En la tercera reunión de la Comisión Preparatoria de la Conferencia Internacional de Estocolmo, se repasa el Informe Founex y se discute la elaboración del Informe sobre el Estado del Medio Ambiente, encargado a Bárbara Ward y René Dubos, que posteriormente se publicaría y también se convertiría en el lema de la Conferencia: Only one Earth (“Sólo una Tierra”). Este hecho produjo cierta tensión entre los comisionados ya que el informe preocupaba a los países en vías de desarrollo por su carácter de contrapunto al Informe Founex y, tal y como previeron, adquirió más importancia y fue más divulgado en los países del Norte.

Only one Earth (Sólo una Tierra), el libro de Bárbara Ward y R. Dubos (1972), aborda las preocupaciones que han generado el interés y la necesidad de realizar la Conferencia de Naciones Unidas en Estocolmo. Es una de las primeras publicaciones que relacionan el uso de recursos naturales y los problemas de los residuos junto con el tema del desarrollo. Confluyen en el mismo el interés por la protección del medio ambiente, la preocupación por la satisfacción de las necesidades humanas y la eliminación de la pobreza. La obra de Ward y Dubos fue la primera en señalar que debían satisfacerse las necesidades de todos los humanos en el presente, pero sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras.

1972. Conferencia Internacional sobre el Medio Humano. Estocolmo

La primera Conferencia Internacional sobre el Medio Humano, celebrada en 1972 en Estocolmo a petición de Suecia, tras los graves problemas sufridos por los lagos y bosques suecos como consecuencia de la lluvia ácida generada por las emisiones de las centrales térmicas inglesas, pone de manifiesto el alcance transfronterizo y mundial de la degradación del medio ambiente. Esta reunión –que devino en histórica–, bajo los auspicios de una ONU de protagonismo creciente, confirma el alarmante impacto que muchas actividades humanas causan sobre el medio ambiente y, por consiguiente, a muchos seres humanos.

Este diagnóstico también pone de relieve los crecientes desequilibrios y desigualdades sociales. La Declaración de la ONU, en su Recomendación nº 96, reconoció el papel de la educación ambiental como una herramienta indispensable en la lucha contra la degradación de las condiciones de vida y hace un llamamiento para su promoción en todos los países. Esta recomendación insiste en todas las medidas necesarias con objeto de establecer un programa internacional de educación ambiental. (Orellana y Fauteux, 2000)

INFORME DE LAS NACIONES UNIDAS DE LA CONFERENCIA SOBRE EL MEDIO HUMANO

Recomendaciones para la Acción a nivel nacional (fragmento)

Recomendación 96

1. Se recomienda que el Secretario General, las organismos del sistema de las Naciones Unidas, en particular la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, y las demás instituciones internacionales interesadas, tras consultarse y de común acuerdo, adopten las medidas necesarias a fin de establecer un programa internacional de educación sobre el medio, de enfoque interdisciplinario y con carácter escolar y extraescolar, que abarque todos los niveles de la enseñanza y dirigida al público en general, especialmente al ciudadano corriente que vive en las zonas rurales y urbanas, al joven y al adulto indistintamente, con miras a enseñarle las medidas sencillas que, dentro de sus posibilidades, pueda tomar para ordenar y controlar su medio. Para apoyar tal acción se necesitará un programa de cooperación y asistencia financiera y técnica, teniendo en cuenta las prioridades convenidas conforme a los recursos disponibles. Este programa debería constar, entre otras cosas, de:

a) La preparación de un inventario de los sistemas de educación existentes en los que figure la educación sobre el medio;

b) El intercambio de información sobre tales sistemas y, especialmente, la difusión de los resultados de experimentos pedagógicos;

c) La formación y perfeccionamiento de profesionales en diversas disciplinas y en distintos niveles (incluida la formación de personal docente);

d) El estudio del establecimiento de grupos de expertos en las disciplinas relativas al medio, incluidas las relativas a los sectores económicos, sociológico, turístico etcétera, con objeto de facilitar el intercambio de experiencias entre países que tengan condiciones ambientales similares y niveles de desarrollo análogos:

e) La preparación y ensayo de materiales y métodos nuevos para todos los tipos y grados de enseñanza sobre el medio.

2. Se recomienda además que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en su programa el Hombre y la Biosfera, la Organización Mundial de la Salud, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, la Organización Meteorológica Mundial y todas las organizaciones interesadas, incluidas las uniones científicas coordinadas por el Consejo Internacional de Uniones Científicas, intensifiquen su labor en lo que se refiere al estudio de las innovaciones que deben introducirse en la formación de especialistas y técnicas y, en cooperación con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, estimulen el establecimiento, en el plano regional y en el internacional, de cursos y prácticas de formación relativa al medio.

3. Se recomienda asimismo, que las organizaciones internacionales de servicio voluntario, y en particular la Secretaría Internacional para el Servicio Voluntario, incluyan entre sus prestaciones servicios especializados en cuestiones del medio, en consulta con el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas por conducto del Programa de Voluntarios de las Naciones Unidas.

Esta recomendación es el germen de diversos programas del sistema de las Naciones Unidas, así como el acicate para muchos gobiernos, instituciones y asociaciones que, a partir de ahora, dedican parte de sus esfuerzos al desarrollo de la educación ambiental.

Según Susana Calvo (2009), a partir de estos momentos:

La rápida evolución de la educación ambiental estuvo ligada a los organismos internacionales. La Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano (Estocolmo, 1972) llamó la atención sobre la relevancia de la educación ambiental y dio lugar al Programa Internacional de Educación Ambiental (1975-1995), y antes, la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UICN) había facilitado conferencias, talleres y publicaciones. Las etapas en la construcción de la educación ambiental están formadas por referencias de conferencias internacionales, por lo tanto los textos fundacionales son fruto de pactos políticos para la obtención de consensos, de manera que pudieran ser aceptados por países con regímenes muy diferentes. No son libros de autor, no hay referencias explícitas a modelos o teorías del conocimiento, aunque haya ideologías subyacentes. El consenso facilitó la difusión de los documentos y su aceptación por parte de los gobiernos. Son acuerdos de mínimos, con los que se construyeron nuevas posibilidades de pensamiento y, por lo tanto, de acción.

Por otra parte, esta Conferencia de Estocolmo es también una de las primeras referencias a la hora de definir un concepto clave en educación ambiental como es el de “medio ambiente”. En ella se acordó que el medio ambiente es el conjunto de componentes físicos, químicos, biológicos y sociales capaces de causar efectos directos o indirectos, en un plazo corto o largo, sobre los seres vivos y las actividades humanas. Ni esta definición adoptada en la Conferencia, ni ninguna otra posterior hacen mención exclusiva del aspecto natural al determinar qué es el medio ambiente.

1972. Ecología en el currículum. Suecia

En Suecia, país que sufrió las consecuencias de la lluvia ácida provocada por las emisiones de las centrales térmicas británicas, se tomaron numerosas medidas medioambientales alrededor de la Conferencia de Estocolmo.

Una de ellas fue una revisión del currículum escolar para considerar lo ambiental como un aspecto importante de todas las disciplinas y un nexo entre ellas, Así se introduce el estudio de la ecología tanto en la formación escolar –de tal manera que abarcase el 20% del tiempo total de enseñanza– como en la no formal, con la difusión de programas, artículos, documentos… por los medios de comunicación (Tamames, 1982).