06.- Década de los 80

El comienzo de la década de 1980, en la historia humana, viene determinado por el aumento de la presión en el estado de Guerra Fría, que mantenían los bloques dibujados alrededor de EE.UU. y la URSS. Tras llegar a un alto punto de riesgo, la tensión comienza descender vertiginosamente a mediados del decenio y se diluye con la simbólica ruptura del Muro de Berlín. Paralelamente, Reagan y Margaret Thatcher, presidentes respectivos de EE.UU. y Gran Bretaña, establecen las bases de las políticas neoliberales para los próximos años, que incidirán gravemente en las conquistas sociales logradas con la sangre, el sudor y las lágrimas de generaciones anteriores. En Latinoamérica, son escandalosas las desapariciones de personas en los regímenes totalitarios.

Los problemas medioambientales vienen marcados, de una parte, por la fuga de 45 toneladas de gas tóxico en una fábrica de pesticidas propiedad de la compañía estadounidense Union Carbide, en Bhopal (India) que provocó la muerte de más de 30.000 personas en 1984. Por otra parte, el accidente de la central nuclear de Chernóbil que, según la OMS (2006), produjo 5.000 víctimas y unos 6,8 millones de personas afectadas se convierte en el mayor desastre nuclear hasta el de Fukushima (Japón, 2011). A esto hay que añadir el descubrimiento del “Agujero en la capa de ozono” en la Antártica, la aparición del SIDA y, en otro orden de acontecimientos, el boicot de EE.UU. y Gran Bretaña a la Unesco.

Durante los años 80, las políticas educativas de la mayoría de los países hicieron hincapié en una mayor cobertura, intentando el acceso de toda la población a una educación general mínima durante ocho a diez años y en las campañas masivas de alfabetización de adultos.

La educación ambiental, tras el despegue fulgurante de los 70, sufre un frenazo en cuanto a grandes eventos a escala planetaria, excepto el Congreso de Moscú, seguramente debido al contexto político y al débil papel en el que queda la Unesco. Empero, crece a nivel local, en el ámbito de la puesta en práctica, en su desarrollo en el ámbito escolar, creciendo en equipamientos, programas, campañas… Las salidas e itinerarios por la naturaleza se convierten en un gran recurso para la educación ambiental, se realizan los primeros proyectos que, de forma sistemática, afectan a varias aulas o al centro educativo al completo.

Este planteamiento, evidentemente, no es homogéneo. Por una parte, los países desarrollados económicamente, se preocupan más por la conservación de la naturaleza y su focalización en la población escolar. Y por otra, los países en vías de desarrollo económico, utilizan un enfoque mucho más integral, no centrado en la conservación, con mayor atención a los aspectos sociales y culturales, a la educación de adultos y a la educación popular.

La propagación del término “desarrollo sostenible” a partir del Informe Brundtland supondrá un nuevo debate interno en la educación ambiental.