Según un trabajo publicado en JAMA Internal Medicine, si hacemos la compra con sensación de hambre tendemos a adquirir productos más calóricos lo que, a la larga, nos puede hacer aumentar de peso.
Un reciente estudio asocia la obesidad con el hecho de acudir a la compra en ayunas, una circunstancia que afecta más a las mujeres que a los hombres, puesto que ellas están con más frecuencia a cargo de las labores del hogar. El citado estudio argumenta que comprar con el estómago vacío y con hambre induce a elegir alimentos poco saludables. Los expertos que estudian el comportamiento alimentario advierten de que se hace una mayor ingesta de alimentos cuando se tiene sensación de hambre.
Para llegar a estas conclusiones, los expertos analizaron mediante 2 experimentos a aproximadamente 150 personas a fin de conocer cómo el hambre influía en sus elecciones alimentarias.
En el primer experimento, analizaron a 68 adultos los cuales hacía al menos cinco horas que no ingerían ningún tipo de alimento ni bebida, estaban pues en situación de hambre. Antes de comenzar el experimento, la mitad recibió comida para saciar el hambre y la otra mitad mantuvo la situación de ayuno. Luego, todos los participantes tuvieron la posibilidad de comprar alimentos en un comercio virtual por Internet. Ambos grupos compraron unos ocho productos bajos en calorías, como ciertos lácteos desnatados, pero el grupo que no había saciado el hambre también compró seis productos altamente calóricos, versus los cuatro productos de media que eligió el grupo que había comido previamente. Se observó pues que las personas que no habían comido escogían alimentos más calóricos en un supermercado simulado.
En el estudio de campo, el equipo observó los hábitos de compra de 82 personas en un supermercado real. La compra era más saludable, en relación a alimentos con bajo y alto contenido calórico, entre las 13 y 14 horas, que en Estados Unidos se traduce en el horario tras la comida del mediodía, que entre las 16 y 19 horas, hora previa a la cena. En otras palabras: en un comercio real, los compradores preferían escoger los alimentos más calóricos por sobre los de bajas calorías antes de la cena que durante el resto del día.
Aunque el diseño del estudio nos hace ser prudentes respecto a sus resultados, como conclusiones a estos análisis podría decirse que incluso los ayunos cortos inducen elecciones alimentarias poco saludables, por lo que no se aconseja ir de compras con sensación de hambre con la finalidad de no eligir comida más calórica.
Está demostrado igualmente, que la compra de productos también es mayor cuando la comida está visible y se encuentra al alcance de los ojos, ya que actúa como tentación. El hecho de ver u oler un alimento apetecible como chocolate o bollería, activa el centro del hambre situado en el cerebro y estimula la salivación y los jugos gástricos. Si a este hecho le añadimos el ir a hacer la compra con sensación de hambre, la suma de ambos factores puede explicar la tendencia a comprar más alimentos superfluos ricos en calorías ya que en esta situación se toman decisiones de compra compulsivas. La consecuencia de esta forma de actuar es la adquisición de malas costumbres dietéticas, y no solamente por parte de quien hace la compra, ya que también se puede transmitir al resto de la familia, por lo que el perjuicio es mayor.
Además, en una encuesta reciente sobre hábitos de consumo realizada a unas 5.000 mujeres seleccionadas al azar, de una edad entre 30 y 65 años se obtuvieron unos resultado incuestionables: el 76,9% de la mujeres que compraban habitualmente en ayunas presentaba obesidad, pero ese porcentaje se reducía hasta un 37,4% (menos de la mitad) en aquellas que solían comprar después de haber comido en las últimas cuatro horas.
RECOMENDACIONES PARA REALIZAR UNA COMPRA INTELIGENTE
Ante tales evidencias, los especialistas recomiendan diferentes estrategias para que el hecho de salir de compras no repercuta en un aumento en el peso.
Comprar con una lista de compra previamente hecha. El paso previo a la compra es prever qué se necesita por lo que sería conviente pensar en un plan de menú semanal equilibrado con lista de platos, a fin de conocer cuáles son los ingredientes que necesitaremos a lo largo de la semana.
A partir de esta lista se elaboraría la lista de la compra, de acuerdo al número de comensales y de comidas que se cocinen en el hogar de forma habitual. La lista ayuda a llevar a casa lo necesario, aunque de forma ocasional se adquiera algún alimento especial.
Comprar sin tener sensación de hambre. Es muy importante acudir a hacer la compra sin hambre, porque como hemos observado, hay riesgo de elegir alimentos más calóricos. Si no se puede ir en ningún otro momento del día, es aconsejable tomar un snack antes de salir de casa como una fruta, un biscotte o una barrita de cereales, con la finalidad de reducir el efecto del hambre.
Evitar pasar por los pasillos de alimentos poco convenientes, como bollería, chocolates, bebidas alcohólicas, aperitivos, etc.
Incluir algún “extra saludable” al realizar las compras: es preferible disponer en casa de queso fresco, requesón ó de un yogur desnatado de sabores, antes de tomar un postre lácteo más calórico en momentos de más difícil control.
Leer las etiquetas de los alimentos: en ocasiones hay diferencias calóricas importantes entre alimentos similares, por lo que la información nutricional permitirá conocer las calorías que se consumen por ración, además de otros componentes nutricionales.
Priorizar la compra de alimentos frescos por encima de precocinados, ya que por lo general tienen un menor contenido calórico y son más saludables.
La compra de alimentos es un pilar básico en la planificación de la dieta, por lo que si se hace de forma correcta, no sólo invertimos en nuestra salud a través de la buena selección de alimentos sinó que además se puede ahorrar tiempo y dinero.