Nee Barros Fernández (Ourense, 2002) es une escritore, youtuber y referente no binarie gallegue. Estudió Filología Gallega en la Universidad de Santiago de Compostela. Escribió 2 libros: 19 poemas para um vírus-19, e Identidade, su obra más reciente. Este último es una reflexión sobre la identidad de género y la reacción de la sociedad con respecto a esto. Adicionalmente, es muy active en las redes sociales, y publica en YouTube, donde se conoce como neeumatiko, vídeos sobre la realidad trans y no binaria, además de publicar sobre música y literatura en gallego.
—¿Qué significa para ti la identidad de género?
—Cuando hablamos de todas estas cosas, la identidad de género es un concepto un poco complicado. Más que dar una definición que podáis estudiar en un libro de texto o que sea muy corta y fácil de memorizar, me gusta hacer como una pequeña explicación, porque pienso que es más fácil de entenderlo. Yo siempre explico la identidad de género como la mano con la que escribimos, porque supongo que todas las personas que estáis aquí sabéis con qué mano escribes; yo sé que escribo con la mano derecha. Si alguien viene aquí y le pregunta por qué escribimos con la mano derecha o por qué escribimos con la mano izquierda, no vamos a saber explicarlo ni vamos a poder escribir una redacción, por ejemplo, para gallego, en la que expliquemos con argumentos por qué escribimos con una o con otra mano. Simplemente escribimos con la mano derecha o con la mano izquierda porque nos sentimos más cómodes. La identidad de género es algo semejante, es decir, cómo nos identificamos, bien sea como hombres, mujeres o como personas de género no binario. Pero es algo que no sabemos o que es muy difícil de explicar, así como la mano con la que escribimos. Todo el mundo tiene que respetar eso.
—¿Qué te llevó a escribir sobre la identidad de género?
—Siempre me gusta visibilizar que soy una persona trans, es decir, que al nacer, por como era mi cuerpo, me dijeron que era una chica, pero, cuando fui creciendo, me fui dando cuenta de que no me identificaba como eso. De hecho, ahora me identifico como una persona no binaria. Cuando estaba en 1º o 2º de ESO y estaba descubriendo mi propia identidad, no encontraba películas, series o libros que hablasen concretamente de la identidad de género en personas trans. Entonces, para mí, entender qué significaba todo eso de la identidad de género fue un proceso muy difícil. Quise, de algún modo, hacer un libro que hablara precisamente eso para que cualquiera persona que no supiera sobre ese tema se podía identificar con algunas de las personas y que tengan un sitio para leer sobre esas realidades. Al final, cuando salimos del armario las personas trans, hay mucha gente que, como no tienen muchos conocimientos, no acaba de entendernos o tienen una adaptación un poco difícil. Por lo tanto, yo escribí Identidade cando estaba en el verano de 3º a 4º de la ESO, y salí del armario con ese libro, para de algún modo desahogarnos de todas esas cosas que me estaban pasando.
—Si así lo crees, ¿de qué manera piensas que estamos cerca de que las desigualdades desaparezcan?
—Considero que en nuestro mundo estamos visibilizando más realidades que antes estaban más ocultas, por ejemplo, ahora sabemos que existen personas trans, y, en general, que existen personas de colectivo LGTBIQ+. También estamos visibilizando cada vez más las realidades de personas racializadas o igual, hace no tanto, las mujeres no podían acceder a las universidades del mismo modo que los hombres. Por lo tanto, cada vez estamos llegando a una cierta igualdad y tenemos que enterarnos de que, por otra parte, a visibilizar las identidades trans, están habiendo dúas reacciones. La reacción de la gente que quiere aprender y que se informa sobre esto, y después a otra reacción que, como es algo nuevo que no entienden, no intentan hacerlo. Para mí, la manera más importante en la que podemos intentar ayudar es intentar comprender estas situaciones y visibilizarlas. Es necesario que sepamos realmente que las personas diferentes de lo que consideramos lo normal no somos algo que aparece solo en los libros y en las ficciones, sino que estamos aquí. Día a día hay gente diferente que va a comprar o pan o que está con vosotros en las aulas y entre el profesorado.
—¿Cuál opinas que es la mejor manera para erradicar la transfobia de la sociedad y por qué?
—Lo más importante me parece que es hacer una visibilización de la realidad trans que tenga en cuenta a las personas trans. Es decir, es necesario que seamos nosotres quien hablemos y expliquemos cómo nos sentimos y como somos y, sobre todo, que haya un apoyo real. Por ejemplo, se habla cada vez más en los medios de comunicación de la realidad trans, aunque parece que nunca hay una persona trans y que cualquier opinión es válida, cuando realmente hay opiniones que están basadas en el odio y en el no querer ver. Creo que la clave es la educación y las escuelas. También necesitamos mucha lucha, activismo y personas que se visibilicen para erradicar la transfobia de la sociedad, aunque no pienso que haya una clave, sino que esto tiene que ser un trabajo en muchos ámbitos.
—¿Cuál fue el proceso al escribir el libro sobre identidad de género?
—El libro ‘Identidade’ surgió por la incomprensión de mi entorno sobre o que significaba a identidad de género y lo que significaba ser una persona trans. También fueron unas características un poco especiales, porque yo iba a un club de lectura de teatro, y mi profesor sabía que yo escribía mucho más. Nunca me había atrevido a hacer nada largo de teatro, así que me pusiera una especie de desafío durante o verán: escribir una obra de teatro sobre un universo personal, sobre algo que me afectase a mí o de lo que yo supiese. A través de esa propuesta del profesor, y también gracias a que había salido del armario y estaba viviendo todo eso, hice ese libro en esas vacaciones y un poco en el primer trimestre de 4º da ESO. Después lo mandé a la editorial, aunque no para publicarlo, sino para que alguien me diese su opinión. Les gustó el libro y lo acabaron publicando.
—¿De qué modo piensas que la literatura tiene mucho poder a la hora de transmitir mensajes?
—Para mí, la literatura siempre fue un lugar donde entender otras realidades y donde entenderme a mí mismo. Por ejemplo, yo podía no saber nada de la realidad de las personas en Siria, por poner un ejemplo, pero si quería informarme, podía acceder a un libro, una novela, una pieza de teatro que habla sobre esta realidad y conocer realmente como lo estaban pasando las personas allí, que estaba aconteciendo… Eres como esa realidad, también con muchas otras cosas. Para mí, la literatura es un sitio donde podemos, de algún modo, coger una historia que puede que no sea real, es decir, algo que sea ficción, a través de gastarnos un poco de la realidad, la usas para aprender. Sabemos que eso que está pasando en el libro seguramente no sea verdad y sea una mentira construida para hacer la propia historia y para entreteneros y para aprender sobre nuestro propio mundo. Por eso, para mí la literatura es, por una parte, un lugar donde podemos aprender de otras realidades y, por otra parte, un lugar que nos ayuda a conocernos. Si, como pasa muchas veces con la identidad de género, no sabemos que existen otras realidades, no podemos conocernos realmente. Cuando accedemos a una narración que tiene un personaje, que es trans, podemos reconocernos a nosotros mismos y aprender sobre nosotros mismos.
—¿Cómo fue tu tránsito de género?
—Cuando yo nací, me asignaron el género mujer, es decir, cuando yo era un bebé, el médico, por como era mi cuerpo, dijo que yo era una niña. Es cierto que cuando crecí había ciertas cosas que no me gustaban mucho. Por ejemplo, mi nombre o que me tratasen en femenino. A veces había un poco de confusión sobre los roles de género, estas cosas que la gente asocia a un género o a otro. Por ejemplo, jugar al fútbol se asocia con el género masculino y llevar vestidos con el femenino. Yo sí que hacía muchas cosas que se consideraban femeninas. Por ejemplo, jugar con muñecas, la mayor parte de mis amigas eran niñas… Pero esto no define nuestra identidad de género. Esta se configura según como la percibimos, cómo nos sentimos con nuestro nombre y con que nos traten en femenino o masculino. Lo que pasa, también, es que cuando era pequeño no sabía lo que era una persona trans. Sabía que existían personas trans, aunque muchas veces necesitaba esa realidad en las noticias de los medios de comunicación en la que las personas trans aparecían relacionadas con ambiente de criminalidad y de pobreza nunca tuvieron una explicación de que esa realidad existiese. Cuando llegué a 1º de ESO, más o menos, fui a un campamento en el que conocí a un montón de personas del colectivo LGTBIQ+. Es decir, personas lésbicas, bisexuales y personas un poco diferentes de lo que yo estaba acostumbrado a ver. A partir de ahí empecé a darme cuenta de que existían otras realidades y, sobre todo, a través de Internet, fui investigando y fui conociendo la realidad de las personas trans, y me di cuenta de que eso era lo que me aconteció a mí y que yo podía pedir. Por ejemplo, podía pedir que me llamasen Nee, que es el nombre que empleo actualmente, o que me tratasen en masculino y que no pasaba nada malo. Sí que es correcto que cuando salen del armario, en el grado de 3º de ESO, dije que era un chico trans. Esa era la palabra que yo conocía en ese momento y la que más me identificaba. Con el paso del tiempo, fui conociendo también las realidades de las personas no binarias, es decir, las que no se identifican con ningún género, ni hombres ni mulleres. Ahora esa es la palabra que empleo para definirme, soy una persona no binaria. Yo siempre digo que estos procesos son una evolución, no es algo que tenga un final en el que tienes que edificar así para siempre o que si descubres que eres una persona trans tienes que quedar en el estereotipo de ser una persona trans para siempre, sino que estos procesos en todas las personas son unos procesos para ir experimentando, ir cuestionándonos, ir conociéndonos...
—¿De qué modo piensas que hay discriminación dirigida al colectivo disidente de género?
—Yo pienso que la discriminación al colectivo trans es algo que ya está sentado en las bases de la sociedad. Y con esto me refiero a que aunque sean cosas pequeñas, siempre hay una cierta idea de no considerar personas trans a las personas trans. Me explico: en mi libro, que se llama Identidade, muchos personajes llevan los ojos vendados con una cinta negra. Lo que quiero representar va más allá del odio contra las personas trans que muchas veces vemos directamente en forma de agresiones e de insultos. También existe cierta problemática que hace que nosotros, como muchas veces no entendemos lo que es la realidad trans, tengamos una venda en los ojos. Esa venda no la tenemos porque odiemos al colectivo trans, sino porque nunca aprendemos lo que significan esas realidades. Por ejemplo, sabemos que existe discriminación más obvia, como puede ser que tengamos una tasa de desempleo muy alta, que a la hora de ir a los baños, se dividan en hombres o mujeres, aunque haya personas de género non binario que no encajan. A la hora do DNI, sabemos que existe a categoría de hombre y la categoría mujer, pero hay personas de género no binario que no encajan, y para cambiarlo tienes que pasar por operaciones que modifican tu cuerpo, aunque hay mucha gente que no puede o no quiere hacerlo. Pero también desde pequeños se nos inculca, non un odio directo, sino como algo en lo que no pensamos mucho, en niños y niñas. Esto divide mucho y crea muchos estereotipos. Es decir, si eres un chico no puedes pintar las uñas, si eres una niña no puedes jugar al fútbol… Por eso creo que a discriminación es algo que está muy presente, aunque sea en pequeñas cosas del día a día.
—¿Sufriste discriminación cando eras adolescente?
—Realmente pienso que sí. Aunque yo no saliera del armario hasta 3º o 4º de ESO, antes de saber que era una persoa trans ya le pedía a la gente que me tratasen con otro nombre, que me llamasen Nee. Yo no sabía por qué no me gustaba mi nombre, pero decidí cambiarlo y pedían a la gente que lo hiciese. Mucha reía de mí, o pensaba que era para llamar la atención o que era algo gracioso, pero yo simplemente estaba expresando lo que necesitaba, lo que quería en ese momento. Después, cuando salí del armario, la discriminación fue más obvia, porque al reivindicarme como una persoa trans, mucha gente no lo entendía. Yo estaba en un colegio muy cerrado, en el que ni el alumnado ni el profesorado lo comprendía, por lo que sí que sufría discriminación y sí que es algo que se está sufriendo día a día.
—¿De qué manera valoras que la literatura de temática LGTBIQ+ es importante en la sociedad en la que vivimos?
—Opino que tanto la literatura como todos los espacios, o sea, videojuegos, redes sociales, películas… tienen que tener un poco de diversidad, porque al final estamos todo el rato jugando a videojuegos, viendo películas, curioseando en las redes sociales. Siempre vemos todas esas historias a través de la mesma mirada, la de personajes cis, blancos y hombres. Hay otra parte de la sociedad que no está siendo representada y que no se está pudiendo ver en esas historias o que no estamos viendo su perspectiva en ellas. Por lo tanto, la literatura puede ser, por ejemplo, un medio a través del cual nuestras voces sean escuchadas y en el que se vea el mundo desde muchas perspectivas, ya que al final, cuantas más perspectivas tenemos alrededor de una cosa, más ricas serán nuestras visiones sobre ella.
—Escribiste “Identidade”, un libro que reflexiona sobre la identidad de género. ¿De qué manera consideras que ser una persona trans ayuda a escribir y reflexionar sobre el tema?
—Las personas trans somos personas que tuvimos que reflexionar mucho sobre nuestra propia identidad de género porque lo único que significa ser una persona trans es que tu identidad de género, como eres realmente, no se corresponde con el género que te atribuyeron y asignaron al nacer, el género que la gente pensaba que tenías. Al haber una discordancia entre el género real y el género asignado cuando descubrimos que somos personas trans, pasamos mucho tiempo reflexionando sobre cómo es nuestra identidad de género y que significan esos conceptos, porque es esa reflexión la que nos lleva a saber si somos personas trans o no. Para mí, eso es una herramienta muy útil a la hora de escribir porque yo pasé por ese proceso. También, a la hora de redactar sobre personas trans, yo creo que es más útil que seamos nosotras, las propias personas trans, quien lo hagamos, porque muchas veces, cuando vives una realidad, tienes una perspectiva diferente que si no la vives. Por otro lado, es interesante que se vea que las personas trans somos quien de escribir, de contar nuestras propias historias y que también existimos, ya que al final parece que somos algo que solo está en los medios. Es cierto que hay muchas autoras cis en gallego, que escriben sobre la realidad trans y es también algo curioso, porque muestra una perspectiva diferente, sobre todo porque ellas lo hacen desde una sensibilización, un conocimiento, una información y un cuidado alrededor de toda esta realidad que es lo que se necesita cuando une no pertenece a la propia realidad. Por cierto, cis es lo contrario de trans. Por ejemplo, una chica que al nacer, por su cuerpo, dijeron que era una niña y que cuando creció, continuó identificándose como tal.
—Te identificas como persona no binaria y utilizas el pronombre neutro “elle”. ¿De qué manera consideras que hay impedimentos sociales hacia las personas no binarias?
—Seguro que vosotres os dais cuenta de que en el día a día parece que todo está dividido en chicos y chicas, bien sea en las tiendas de ropa, que hay una sección para chicos y otra para chicas, en los baños, hay baños de chicos y baños de chicas, cuando nace un bebé, le visten con ropa azul o ropa rosa, en el DNI, que en el apartado de sexo solo puedes poner mujer u hombre… Al final, acabamos teniendo tan interiorizada esa división que parece que las personas no binarias no existimos, y esa es la base de nuestra discriminación: o non considerar nuestra realidad. Aparte, también hay un añadido en las personas que no conocen una realidad y de repente, llegan a ella. Hay dos reacciones posibles: no entender completamente, pero querer aprender más sobre eso porque es interesante y puede generar ganas de informarte sobre el tema; o cerrarse directamente y no querer entender. Ahora estamos viendo cada vez más que esa reacción de cerrarse y no querer entender se está generalizando en algunas partes de las redes sociales. En ellas se está empleando el pronombre neutro como motivo de burla y como un insulto y esa es otra de las maneras en las que las personas de género non binario sufrimos discriminación.
—¿Y cuál crees que es el origen de esa discriminación?
—Es algo complicado de definir, pero pienso que las sociedades, a la hora de organizarse como sociedad, hacen divisiones entre las personas. Me explico: en nuestra sociedad hay una clara división entre personas ricas y personas pobres, por ejemplo. También hacemos muchas divisiones entre personas extranjeras y personas de aquí, entre personas que nos parecen buenas y personas que nos parecen malas… Nuestra sociedad, la sociedad gallega, tiene una división de hombres y mujeres. Al estar conceptualizando siempre todo y tenerlo tan presente, no somos capaces de considerar otras realidades y a todo aquello que sale de lo que consideramos lo normal lo rechazamos. Por ejemplo, así como curiosidad, en otras sociedades tienen diferentes divisiones de género, es decir, tradicionalmente existen más géneros que dos. Un lugar en el que pasa esto es en algunas partes de América, que hay gente llamada Two spirits, o dos espíritus, que es otro género diferente al que sería ser hombre o ser mujer, y eso tradicionalmente. Es decir, para esa gente es algo del día a día. Entonces, tiene que ver mucho con cómo entendemos nuestra sociedad y qué mensajes estamos escuchando desde que somos bebés.
—¿De qué modo entiendes que se puede luchar contra los prejuicios desde la literatura?
—De nuevo, pienso que la literatura es un espacio muy poderoso para visibilizar otras realidades, porque cuando alguien lee un libro, intenta empatizar con los personajes y se acerca a historias que en el día a día no tiene la oportunidad de ver. También es muy útil la lectura a nivel pedagógico, porque ayuda a aprender sobre realidades, ya que de repente, en un libro, tienes un espacio para contarla y explicarla. Muchas veces, en nuestro día a día, cuando estamos hablando de todas estas realidades, mucha gente se marcha y no quiere escuchar o intenta hablar por encima de ti. En un libro, tienes esa oportunidad de comunicarte y de hablar con la gente que está leyendo en un espacio que tiene esa continuidad, es decir, no va a haber una persona gritando por encima de ti impidiendo que el resto escuche. Es cierto que si una persona no quiere aprender sobre estas realidades, no llega a estas piezas sobre identidad, pero es un espacio más amigable o, por lo menos, un espacio que llega a otras personas a las que no llega otro tipo de comunicación, como pueden ser los videojuegos, las películas…
—¿Crees que hay mejores vías para luchar contra los prejuicios que la literatura?
—Pienso que no está bien hablar de mejores o peores vías porque, de nuevo, estamos haciendo una diferenciación, una división de dos, de lo bueno y de lo malo. Es cierto que la literatura es muy útil para llegar a los centros de enseñanza, para llegar a gente que lee libros, pero que no está familiarizada con estas realidades, más también existen otras vías de expresión, que no son mejores o peores, sino que llegan a otra gente. Es decir, yo puedo llegar a alguna gente escribiendo y publicando un libro, pero otra persona puede llegar a públicos muy diferentes haciendo un videojuego, o simplemente dando una charla. Cada forma de comunicarse llega a personas diferentes.
—¿Qué consejos le darías a alguien que está empezando a experimentar cambios con su identidad?
—A mí me parece que lo más importante es experimentar, es decir, dejarte probar con diferentes maneras de nombrarte. También, por ejemplo, en cuanto a identidad de género, es muy útil, si tienes una amiga con la que tienes mucha confianza, pedirle a esa amiga que te trate con otros pronombres, con otro género o con otro nombre. Asimismo, es fundamental respetar tu tiempo. Además, me parece muy útil matizar la idea de que todas estas realidades, como la palabra trans, no son una etiqueta, contrario a lo que se nos enseña. Y como lo pensamos como una etiqueta, lo pensamos como si fuese algo que tenemos que llevar pegado a la ropa. A mí me gusta más pensarlo como un imán de una nevera, de un frigorífico, es decir, una cosa que puedes coger un día, poner, quitar, ver como te sientes con respecto a eso, ver si es útil. Es solo una similitud para que se vea que con las etiquetas o con los modos de entendernos, con estas palabras, que al final son herramientas para conocernos y conocer a los demás, e para entender o que nos acontece, también podemos experimentar y no hay que tener miedo a probar, para después ir mudando como nos entendemos.
—¿Consideras que, en un futuro, habrá total igualdad y libertad de ser?
—Siempre que me hacen esta pregunta, no sé cómo responder, porque el futuro es algo superdifícil de ver. Por poner un ejemplo de esto, acabamos de pasar por una pandemia que nadie sabía que iba a ocurrir, y cómo esa pandemia, pueden venir muchas cosas muy diferentes que cambian, de repente, todo lo que estamos acostumbrados a ver y casi sin darnos cuenta. Sí que me gusta pensar que estamos avanzando hacia un futuro en el que todo esto sea mejor visto, y en el que cada vez ganemos más derechos, aunque también hay que tener cuidado y no idealizar demasiado, sino ser conscientes de lo que está pasando ahora y luchar por ese futuro que queremos, aunque non sabemos si va a ser posible.