Ángel Raya Chamorro (Argamasilla de Calatrava [Ciudad Real], 1966) es licenciado y doctor por la Universidad de Valencia y experto en el campo de las células madre. Desde 2014 es director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona, y profesor de investigación en el ICREA. Antes fue Coordinador Científico del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB) e Investigador Principal del grupo CMRB-CI hasta finales de 2009. También trabajó con Juan Carlos Izpusúa como investigador en el Laboratorio de Expresión Genética del Salk Institute for Biological Studies de La Jolla, California (EE. UU.) entre el 2000 y el 2006.
El doctor Raya afirma que “nuestros mayores viven los últimos años de su vida con muchos achaques y con una calidad de vida muy mala”. Por eso, lo que propone es “curar esos achaques con las células madre, no que vivan más tiempo”. Recuerda también las dificultades durante la pandemia, principalmente “el tener que parar y congelar y luego retomarlo. Todo nos supuso un retraso mucho más allá de lo que fue el confinamiento solo”.
—¿Cuándo y cómo empezó usted a investigar sobre las células madre?
—Yo empecé a investigar en células madre cuando estaba haciendo una estancia postdoctoral en Estados Unidos trabajando en el desarrollo de embriones y en 1998 se generaron las primeras células madre embrionarias humanas. Yo estaba en ese punto trabajando en desarrollo y parecían una buena herramienta. Como las puedes diferenciar en el laboratorio con lo que quieras, yo las diferencié con lo que estaba estudiando en ese momento. Ahí es cuando empecé, sobre el 2001.
—¿Qué es lo que más le gusta de la investigación sobre las células madre y por qué?
—Como herramienta es muy poderosa porque se puede diferenciar de cualquier tipo de célula. Sobre todo si estás interesado en saber cómo se forman estas células en el cuerpo o en cualquier tipo de piel, neuronas, células del corazón, etc. Si ese es tu objetivo, son una muy buena herramienta de investigación. Por otra parte, una vez las generas en el laboratorio puedes pensar que se las podrías poner a una persona que esté enferma porque le faltan esas células. Esas son las dos cosas que más me gustan, tanto su poder como herramienta para investigar como la posibilidad de poder usarlas en humanos.
—¿Cuáles fueron las motivaciones principales para empezar a investigar en este campo y cómo recuerda sus inicios?
—Las motivaciones son muy parecidas a las de cualquier tema de investigación, es algo que te atrae. Primero porque sientes curiosidad hacia por qué y cómo pasan cosas, que en células madre es el cómo se generan las distintas células o los distintos órganos en el cuerpo. Con relación a lo que sentía, los primeros tiempos de esa investigación sobre células madre embrionarias humanas eran muy complicados porque era ilegal en muchos países y, en donde yo estaba, salió una ley poco después que decía que no se podía utilizar financiación pública para esa investigación, por lo que teníamos que trabajar en laboratorios separados, lo cual recuerdo porque era muy complicado.
—¿Cuál fue la investigación sobre este campo a la que tuvo que dedicar más tiempo y esfuerzo y por qué?
—En sí, lo que empecé entonces todavía no lo he acabado y no creo que lo acabe. Estos proyectos duran mucho tiempo como un gran programa de investigación. Proyectos concretos ha habido algunos que han sido muy complicados; por ejemplo, una vez en la que intentamos hacer trozos de tejido para estudiarlos, en concreto, trozos de tejido de corazón. Eso nos costó muchísimo esfuerzo e intentos hasta que por fin encontramos cómo poder hacerlo, pero te hablo de cinco o seis años de trabajo continuo por parte de varias personas.
—Costó mucho, pero, ¿de qué modo fueron buenos los resultados que obtuvieron tras la investigación?
—Los resultados fueron buenos, aunque, sinceramente, yo pienso que podrían haber sido mejores. Cuando uno investiga, sabe la pregunta que va a contestar pero no sabe la respuesta que va a obtener. Uno de los objetivos por los que hacíamos esto era para implantárselos a una persona en su corazón y curar un infarto, por ejemplo. Cuando hicimos las pruebas en animales grandes, en cerdos, vimos que no servían para eso, por lo cual esa parte de respuestas no nos gustó mucho; pero, si no lo haces, no lo sabes. Para otro tipo de preguntas sí que servía y sí que nos dio respuestas positivas.
—¿Cómo es el proceso para conseguir extraer una célula madre y cómo conseguir proporcionársela a otro ser vivo?
—Hay dos tipos de procedimientos para hacer esto. Si es una célula madre que ya existe, que está en el cuerpo de alguien, hay que extraerla, dependiendo de donde esté, y normalmente sacando el tejido de donde está. Imaginémonos una célula madre de sangre que vive dentro de la médula ósea. Ahí se saca la médula ósea y se purifica, lo que es relativamente sencillo porque ya existe. El problema es cuando una célula madre no existe. En este caso la creas en el laboratorio y se utilizan aparatos especiales para ello. Pero lo más fácil es utilizar una célula madre que tú extraes de la persona. Estas células las podemos extraer e inyectárselas. Si es de médula ósea, directamente en sangre, para que estas sean capaces de saber a donde tiene que ir y hacer su nido. Ponérselas a otra persona tampoco es un problema, y sabemos como hacerlo, pero lo no alcanzado hasta el momento es hacerlas crecer en un laboratorio, fuera del cuerpo. Pero de este modo no se pueden generar muchas y tratar a muchas personas.
—Sabemos que es director del centro de Medicina Regenerativa en Barcelona. ¿Qué proyectos está realizando actualmente en este centro y cuál destacaría por su importancia?
—Un proyecto en el que estamos implicados es generar células madre. Estamos generando ahora la primera colección de células elegidas, que proceden de individuos que son super donantes, con lo cual con siete líneas, que son las que estamos haciendo, se podrían generar células que fueran compatibles con prácticamente el 40% de la población. Este es un esfuerzo que estamos haciendo con varios países y cada país está generando un tipo de células, de forma que podamos dar cobertura a la mayoría de población. Lo cual es algo muy interesante, pero que también está costando mucho esfuerzo. Desde un punto de vista más básico, estamos muy interesados en saber cómo funciona la regeneración normal del corazón en los animales que pueden regenerar. Estamos viendo que hay cosas que no esperábamos y son muy importantes, como es cuánto de rígido es el corazón, cómo es la matriz extracelular, etc.
—¿Qué logros hasta el momento se han producido en el campo de las células madre?
—Hay lo que llamamos células madre adultas, como las de la sangre o las de la piel, que ya se están utilizando en la clínica y que son tratamientos establecidos muy relevantes, con lo que se están salvando las vidas de muchos pacientes todos los días. Son cuatro los tratamientos que hay en cualquier hospital en estos momentos: el trasplante de médula ósea o trasplante de células madre de la sangre, el trasplante de las células de la retina para curar la ceguera del limbo esclerocorneal, el tratamiento de la piel y células madre mesenquimales para tratar la fístula. Estos son tratamientos que nos han aportado muchas de las cosas que sabemos de las funciones de los genes. Lo sabemos porque se lo quitas a un ratón y ves lo que pasa. En el futuro hay más esperanza porque aún quedan muchos tratamientos por desarrollar todavía.
—Por lo tanto, ¿de qué modo cree que las células madre podrían ser una salvación en el futuro?
—Los tratamientos basados en células madre son parches que ponemos si a alguien le falta algún tipo de célula, por ejemplo, en el caso de la diabetes. Hay un tipo de diabetes donde se muere un tipo de célula del páncreas, entonces no produce insulina y se produce la enfermedad, pero si le pones células que producen insulina le curas la enfermedad, aunque no le curas lo que le mató a sus células; le curas los síntomas, pero no la enfermedad en sí. Son como parches. Hasta que se sepa lo que mata a sus células realmente solo se pueden poner este tipo de parches. Es como hacer trasplantes. Debido a que no hay órganos para toda la población, entonces los generamos en los laboratorios. Con lo cual se le puede llamar una solución, pero no luchamos contra la causa de las enfermedades.
—Para hacer estas investigaciones y experimentos, ¿de qué manera cuenta usted con el personal y los recursos necesarios o cree que si tuviera más investigadores avanzarían más rápido y mejor?
—El factor limitante para que nuestro conocimiento aumente y para que las investigaciones sigan adelante son tanto los recursos humanos, la gente que está trabajando en ello, como los recursos materiales, todo lo necesario para la investigación. No es todo lineal, no es que si me dan el doble voy a hacer el doble, pero si me dan el doble, voy a ir mucho más deprisa. Este es el factor limitante en la mayoría de países de nuestro entorno y en España, en concreto, más, ya que es uno de los países de Europa que menos invierte en investigación.
—Aparte de la posibilidad futura de tal vez conseguir la inmortalidad, ¿de qué manera pueden las células madre ayudar a curar enfermedades como el cáncer?
—La mayoría de las personas que tratan con células madre no tienen como objetivo la inmortalidad de las personas. Es algo que se dice, pero no es probablemente lo que se busca. En cuanto al cáncer, muy recientemente se están empezando a utilizar células madre para combatirlo, donde la estrategia es tomar las células madre y diferenciarlas hacia células del sistema inmune y que estas ataquen las células del cáncer. Estas investigaciones sí que están teniendo algún éxito. Las enfermedades más susceptibles de ser tratadas con ese tipo de células son las enfermedades degenerativas, donde se pierde algún tipo de célula.
—Hasta la fecha, ¿cuáles han sido los mayores avances obtenidos en la investigación sobre las células madre y cómo han afectado a su propia investigación?
—Por supuesto, hubo logros enormes que sucedieron antes de que yo empezara esta investigación, pero que sin ellos yo no la estaría haciendo. Desde que yo me dedico a esto, los logros más importantes fueron el descubrimiento de cómo hacer células madre embrionarias de ratón, que eso lo hizo un señor que se llama Mario Capecchi, por lo cual le dieron un Premio Nobel, y el descubrimiento de cómo convertir una célula somática, una célula diferente de nuestro cuerpo, en una célula madre pluripotente, y eso lo hizo Shinya Yamanaka y también le dieron el Nobel.
—¿Cuáles fueron las consecuencias del confinamiento y la pandemia en su investigación, ya que suponemos que tuvieron que dejar de trabajar en los laboratorios?
—En nuestro caso en concreto, fue un impacto muy negativo. Sé que hay otros laboratorios y otros centros de investigación donde el impacto fue menor. En el nuestro fue un impacto fuerte porque nosotros trabajamos en un hospital y entonces todos los recursos que teníamos, por ejemplo, todos los guantes y todas las mascarillas que teníamos, las dedicamos para atender a los pacientes. Muchas de nuestras máquinas y de nuestro tiempo de gente se dedicó para hacer diagnóstico, con lo cual paramos básicamente toda nuestra investigación durante varios meses. Nuestros experimentos son muy largos, con lo que tener que parar y congelar y luego retomarlo todo nos supuso un retraso mucho más allá de lo que fue el confinamiento solo, y nos afectó bastante.
—Hemos estado investigando y hemos averiguado que estuvo trabajando con Juan Carlos Izpisúa Belmonte. ¿Qué investigación han llevado a cabo juntos relacionada con este tema y qué importancia ha tenido en el avance de los trabajos sobre las células madre?
—Lo que decía antes de que cuando estaba en Estados Unidos empecé a trabajar con células madre, eso es cuando estaba en el laboratorio de Juan Carlos. Esa investigación la empecé yo allí y luego me vine a España y seguí en contacto con Juan Carlos. Al final estuvimos juntos unos diez años. Claro, tuvo una influencia enorme en la investigación que yo hago.
—Desde su punto de vista y según las investigaciones que ha hecho, ¿de qué modo cree que las células madre pueden ser el camino hacia la inmortalidad en el futuro?
—Yo realmente no lo creo.
—¿Puede mejorar la esperanza de vida?
—Hay dos cosas ahí: una que llamamos la esperanza de vida en tiempo, que es cuánto piensas que una persona va a vivir, y otra es la esperanza de vida en calidad de vida, es decir, cuánto crees que una persona puede vivir sana. Entonces, en cuanto al uso de células madre para este tipo de cosas, lo que pensamos y lo que deseamos es que va a aumentar el tiempo de vida que una persona puede vivir sana. Sois muy jóvenes y probablemente no os preocupéis de estas cosas, pero uno de los grandes problemas que tenemos como sociedad es que nuestros mayores viven los últimos años de su vida con muchos achaques y con una calidad de vida muy mala. Eso es lo que queremos curar con las células madre, no que vivan más tiempo.
—¿Cuánto tiempo les costará hacerlo?
—Depende mucho de cada situación. Estamos hablando de muchísimos tipos de enfermedades. Para algunas ya hay solución, para otras estamos ya probándolo en pacientes y en otras no tenemos ni idea; estamos todavía muy al principio. Los resultados se están viendo ya en algunas enfermedades.
—¿De qué manera es éticamente correcto llegar a algo parecido a la inmortalidad mediante la investigación?
—Lo ético que es algo no es más ético o menos ético porque lo dijo un científico. Eso es algo que piensa cada persona: si está de acuerdo con sus principios o no. A mí, personalmente, no me parece ético hacer ese tipo de investigaciones sin tener claro cómo se va a hacer que eso llegue a todo el mundo y cómo se va a hacer esto compatible con la supervivencia de los humanos como especie.
—¿Qué soluciones ofrecería a los problemas económicos o de sostenibilidad que puede traer el retraso del envejecimiento si se consiguiera?
—De nuevo, no es algo en lo que yo esté trabajando, o en lo que mi campo esté trabajando, pero, desde luego, esa es una de las críticas que se hace a las personas que buscan retrasar el envejecimiento. No hay una respuesta buena, aunque yo creo que la respuesta que se está dando es que a algunos pocos que puedan permitírselo, que puedan pagarlo, se les permitirá ser muy viejos, lo cual no sé si es algo socialmente aceptable.
—¿Considerando la inmortalidad como algo inalcanzable en qué tratamientos cree que se pueden utilizar las células madre para envejecer más lentamente?
—Pienso que hay una serie de cosas donde puede ser aplicable muy rápidamente y es cuando tienes una enfermedad en la que solo te falla un órgano. Por ejemplo, si tú tienes que los riñones no te funcionan, pero el resto del cuerpo sí, únicamente curando los riñones vas a hacer ya que funcione. La mayoría de estas enfermedades se agravan durante el envejecimiento. Lo que yo opino es que quizá no sean tan efectivas este tipo de terapias, porque cuando fallan muchas cosas, cuando empiezan a fallar los sistemas de control, los sistemas que integran todos los órganos, ya puedes ir reparando cada órgano por separado, pero la máquina va a dejar de funcionar.