Como parte de la lista PSOE por Madrid, el 20 de diciembre de 2015 Zaida Cantera de Castro (Madrid, 1977) fue elegida diputada al Congreso de los Diputados. Se afilió al PSOE el 5 de enero de 2017 para poder votar en las primarias del 39.º congreso federal en favor de Pedro Sánchez, y ha sido diputada en las últimas cuatro legislaturas. Tiene un máster en redes y sistemas de información, además de un máster en sistemas de comunicación e información para la Seguridad y la Defensa. Además, es licenciada de la Academia General Militar, con especialidad en Transmisiones. Abandonó el ejército con la graduación de Comandante tras un caso de acoso y en la actualidad es Portavoz de la Comisión de Defensa del Congreso y Presidenta de la Delegación española en la Asamblea Parlamentaria de la OTAN.
—En el Congreso de los Diputados usted es portavoz de defensa y presidenta de la Delegación española en la Asamblea Parlamentaria de la OTAN. ¿En qué consiste su trabajo ahí y cómo es su día a día dedicada a temas de defensa ahora que hay una guerra en Ucrania?
—Yo aquí no soy un gran ejemplo, porque me formé por otra rama que no tiene nada que ver con la interpretación. Cuando llegué a Madrid después de haber trabajado durante 5 años en la TVG (Televisión de Galicia), estuve en una escuela privada aprendiendo diferentes técnicas y formas de interpretar. Pero fundamentalmente fui autodidacta y en realidad fueron el trabajo y los rodajes los que me hicieron aprender. Yo siempre decía que un día de rodaje es un día de aprendizaje; fue mi mejor manera, mi mayor escuela: mis compañeros y mi experiencia.
—¿Hubo algún motivo en particular que te haya influido más para ser actriz?
—Yo creo que era lo que llevaba yo ya dentro, porque, no creo que haya sido la rítmica lo que me haya impulsado a ser actriz, sino que yo ya hice rítmica porque ya me consideraba actriz antes. Al fin y al cabo, cuando salía al tapiz contaba una historia a través de una música, de movimientos gimnásticos y es un poco lo que hago ahora, solo que con el habla; así que creo que estaba en mi genética, que estaba destinada para ello.
—¿Cuáles fueron los pasos que seguiste para llegar a trabajar en este oficio y cuáles fueron los más complicados y por qué?
—Lo primero que hice fue un casting. Cuando me retiré de la rítmica necesitaba una ayuda para buscar un camino hacia la tele y no sabía cuál era el camino. Pensaba que para hacer teatro era muy mayor, cosa que obviamente no con 18 años, pero en ese momento pensé que sí y entonces busqué una agencia de modelos que me buscase algún casting hacia la televisión. Tuve mucha suerte y enseguida empecé a trabajar en la TVG a través de un simple casting. Para mí lo más complicado fue mantenerse. No solamente es entrar, sino seguir buscando trabajos día a día, y también irme a Madrid, dejar mi ‘‘terriña’’. Me cuesta mucho porque soy muy de estar con mi familia; nunca había estado lejos de ellos y cuando tenía que dar el salto me costó un poco. Pero enseguida me adapté porque sabía que estaba peleando por lo que quería y también dije que nunca me iría a Madrid si no podía traerlos siempre que quisiera o ir yo a Galicia siempre que quisiera. Entonces, como me vine con trabajo, pues la verdad es que me venía el fin de semana. Ahora ya no, porque soy madre y tengo que atender a los niños y no puedo moverme tanto, pero mi tierra siguió muy presente en mí todo este tiempo.
—Al trabajar con otras personas de una forma más cercana, las acabas conociendo más. ¿Cómo son las relaciones que estableces con otros actores y con las personas que trabajan en el rodaje y cómo influyen en tu trabajo?
—Es verdad que tenemos un trabajo donde conocemos a muchísima gente más que otra persona que tenga un trabajo más convencional porque cada rodaje son nuevos compañeros, nuevos amigos; son casi como campamentos de verano. Vuelves a conocer a gente, se acaba el rodaje, vuelves a conocer a otra gente y así constantemente. Te llevas muchos compañeros, pero amigos, sigo siendo muy fiel a mis amigos de la infancia. Mis amigas de verdad se han quedado en Galicia, aunque algunas se han venido para Madrid, pero son de esas con las que compartía cosas en el instituto, en el cole, en la carrera. Es verdad que hay gente que he conocido en este camino que es maravillosa y he dicho: “Este para mí, o esta para mí y me lo quedo para siempre”. Pero mis amigos de verdad siguen siendo los mismos de siempre, los que están en las buenas y en las malas, los que sé que nunca te van a fallar y que con un simple hola por teléfono sé si les pasa algo o saben si me pasa algo a mí. Es verdad que tengo una cantera de compañeros y de teléfonos en el teléfono móvil, que, digo yo, va a reventar la agenda, porque en cada rodaje hay muchísima gente nueva.
—Cuando eras más joven, ¿cómo pensabas que era dedicarse a este oficio y qué diferencias hay entre la realidad y lo que pensabas en ese momento?
—Yo creo que de alguna manera no somos muy conscientes de la dureza de este oficio y de la irregularidad salarial y de trabajos que supone. Yo estoy feliz porque interpretar es lo que más me gusta en el mundo. Es verdad que es un trabajo que no es muy seguro a nivel económico y a nivel laboral, a nivel de proyectos y de oportunidades, cosa que a lo mejor desde fuera no se ve así, es decir, yo estoy en un trabajo hoy, pero nunca sé cuál va a ser el trabajo siguiente ni cuándo va a ser, ni cómo me lo van a pagar, ni si el trabajo va a tener éxito en la tele o lo van a quitar a la primera de cambio. Entonces, hay que tener en cuenta que a lo mejor no es todo tan bonito como lo pintan. El trabajo en sí es precioso, pero no es un trabajo muy rutinario y a veces la rutina en la vida también hace falta.
—¿Cómo es tu relación con los directores?
—Muy buena. Si él decide una cosa yo puedo proponerle otra cosa y a veces te lo compran: te dicen que sí o te dicen que no. Si no te lo compran, haces lo que diga el director, porque él es el que lleva el timón del barco.
—Siempre hay trabajos que influyen mucho. ¿Cuáles son las películas, los directores, los actores o productores que más te han influenciado y por qué?
—Con los personajes me quedo con un poquito de cada uno, porque de todos aprendo, aprendo de mí misma o rebusco en mi interior cosas para sacarlos adelante; entonces, aprendo un poco más de conocimiento personal y de las series que he hecho tendría que quedarme con un poquito de todas. Pero sí que tengo un especial cariño a Pratos Combinados porque fue lo que me dio a conocer a nivel gallego y trabajé con compañeros espectaculares que me enseñaron muchísimo como actriz y como persona, porque yo era muy pequeña. A nivel nacional sí que todos hablan de Sin tetas no hay paraíso por la repercusión que tuvo. Mi personaje era precioso, pero a mí me gusta mucho una que hice después de esa que se llama Vive cantando, que fue una serie muy entrañable donde todos los personajes tenían su momento, todos eran muy tiernos, muy verdaderos, con mucho carisma y mucha alma y mi personaje era muy bonito. Era un poco quinquilla, pero con muy buen corazón. La verdad es que disfruté mucho haciéndola, porque, además, también tienes que cantar y bailar y era un personaje muy completo. De todos me quedaría con la Trini.
—¿Cómo te preparas para construir un personaje y qué obstáculos te encuentras habitualmente?
—Siempre es mucho más complicado cuanto más se separa de lo que tú eres, de tu esencia como persona, pero también más divertido, porque, si se pareciera a nosotros, de alguna manera copiaríamos de un personaje a otro y lo bonito es que lo que hagas no solo sea verdad, sino que sea diferente a lo anterior. En ese aspecto he tenido mucha suerte porque son personajes muy dispares los que me ha tocado interpretar: desde una madre de familia a una quinqui de barrio. Son personajes muy distintos y, entonces, siempre intento buscar dentro de mí, en qué cosa se parece el personaje a mí, para apoyarme en algo, en algo verdadero. Después de eso empezar a crear e intentar que siempre el personaje mire diferente, camine diferente, toque diferente; es decir, que cada una de las cosas pequeñas que tiene el personaje, si son como las mías, perfecto, pero, si no son como las mías, tengo que buscar una cosa diferente al hacerlo para que sea más rico el personaje.
—De todos los personajes a los que has interpretado, ¿cuál es el que más te ha gustado interpretar?
—La Trini, porque era un personaje muy completo, muy diferente a mí y me permitía hacer como actriz muchas cosas diferentes: cantar, bailar. Era un personaje que necesita tanto para crearlo, que también lo disfrutaba mucho una vez lo hacía.
—El casarse y tener hijos, ¿cómo influye en la carrera de las actrices? ¿Hay de algún modo machismo en la industria?
—Casarse no influye. Casarse es una celebración y lo pasamos fenomenal. Es una boda y al final te diviertes. Tener hijos, como todo, te cambia la vida, te cambia las prioridades y el centro ya no eres tú, sino tus hijos. Y en este caso ahora estoy con la gira teatral y tengo que organizarme cada fin de semana porque la pequeña tiene que venir conmigo porque come de noche y solo le puedo dar yo de comer. Entonces, con ella tiene que venir otra persona que me la cuide. Cada bolo es una aventura y revoluciona un poco mi vida familiar. Pero, al final, todos se suben al tren y nos lo tomamos como pequeñas aventuras. A nivel de machismo, es verdad que hay muchos puestos dentro del audiovisual que están más destinados a los hombres; por ejemplo, la parte de guion, la cámara y toda la parte técnica, y muchas mujeres todavía luchan por encontrar su sitio y un sueldo totalmente igualado. Pero, aún falta mucho por luchar. Sí que se han conseguido cosas, pero todavía hay que trabajar mucho en ello.
—Como ya tienes mucha experiencia, en el momento de actuar, ¿cuáles son los secretos para hacer una buena interpretación?
—Trabajar con mucha verdad, es decir, que todo lo que hagas lo hagas de verdad. Porque llega un momento de tu vida que todos hemos vivido sentimientos de alegría, tristeza, frustración, rabia o miedo, y todos esos sentimientos son aplicables a cualquier situación de la vida; es decir, para trabajar en un personaje en el que se ha muerto tu madre, no hace falta que se muera tu madre ni que la mates, porque ya has sufrido algún momento de pérdida en tu vida; a lo mejor un hamster, una cobaya, que va a ser un dolor que, obviamente, va a ser muy inferior al de perder a una madre, pero sí que sabes dónde está ubicada esa emoción en tu cuerpo. Entonces, la base consiste en trabajar con esas emociones igual que aquel día que las viviste. Ir al sitio, abrir la puertecita, usar el sentimiento y luego cerrar la puertecita y te vas a casa tan contento. Yo creo que básicamente se trata de que sean sentimientos verdaderos y que, de alguna manera, si puede, ser te dispares a ti. Pero, sobre todo, deben ser verdaderos y que disfrutes con el personaje, que lo entiendas, que no lo juzgues. Este es el personaje te ha tocado y, simplemente, quiérelo y defiende su postura.
—En el momento de actuar, ¿una actriz o un actor se pone nervioso?
—Yo no, pero porque soy una descarada. Es que yo ya no me ponía nerviosa cuando salía al tapiz de pequeña. Ese es el carácter de la persona. La gimnasia supongo que me entrenó, pero es que siempre me gustó salir al tapiz, me gustó enseñar mi trabajo a la gente, exponer mi trabajo al público. Entonces, es igual que cuando era pequeña, solo que con la palabra. Ahora, reconozco que hay gente que se pone muy nerviosa, sobre todo en el teatro; porque en el teatro no se puede cortar, hay que seguir para delante. Pero a mí me gusta mucho hacerlo y lo disfruto muchísimo.
—En el último año ha habido un gran cambio con la pandemia. ¿Cómo te ha afectado la COVID a ti y al mundo del cine en general?
—Muchos proyectos se han caído. Yo tenía una gira teatral muy grande con una obra maravillosa y se aplazó la gira entera. Todo se paró porque, además, en el audiovisual, las mascarillas no se pueden llevar y, entonces, era una forma muy compleja de trabajar. Ahora que han restaurado las PCR y las pruebas de antígenos en muchísimas producciones, hacen un procedimiento muy exhaustivo de los actores para que puedan seguir trabajando y ya se ha vuelto a arrancar, pero durante unos meses fue muy dramática la situación, porque ya os he dicho antes que en el audiovisual, no hay una seguridad laboral para nada. Entonces, hay mucha gente que vive al día y, al dejar de trabajar durante meses, mucha gente lo ha pasado realmente mal.
—¿Qué le recomendarías a alguien de nuestra edad si quisiera ser actriz?
—Que luche por ello, como todo en la vida, que se forme mucho, porque cuanto más te formes más seguro te sentirás para representar un papel, y que no tiren la toalla en el primer no; porque un no, no es un no vales, es un ahora no, por lo que sea, por tu físico, por el físico de tu compañero, por razones que se escapan a uno mismo, porque el que elige es una persona como tú y como yo, que tiene un criterio y ya está. Entonces, a lo mejor, para otro hubiera sido un sí. Entonces, un no, simplemente no es un no vales, es un ahora no, pero prueba la siguiente oportunidad y ten mucho ánimo.
—Y ya para finalizar, si miramos hacia el futuro, ¿cómo ves la situación del audiovisual y también de tu oficio como actriz?
—Se está dirigiendo muchísimo y ya están instaladas en el mundo las plataformas: Netflix, Amazon, HBO. Y ahí hay una gran salida, no solamente para el trabajo, porque añadir plataformas es abrir más campos para trabajar, sino para darse a conocer también a nivel internacional. Entonces, hay que seguir trabajando duramente donde nos manden, con personajes que, sobre todo, sean verdaderos y potentes. Por último, también hay que seguir peleando por la figura de la mujer en el audiovisual.