Las células madre son un descubrimiento relativamente nuevo del que todavía sabemos poco, tal y como asegura María Abad, Investigadora Principal del Grupo de la Plasticidad Celular y Cáncer del Instituto de Oncología Vall d´Hebron (VHIO) de Barcelona: “Es un campo relativamente nuevo” que puede ayudar a retrasar el envejecimiento y que abre campos muy interesantes para mejorar la vida de las personas mayores. Igualmente, nos está aportando respuestas a problemas que existen desde hace ya mucho tiempo. El cáncer, por ejemplo, es una enfermedad que se quiere tratar con este tipo de procesos novedosos como alternativa o complemento a las ya tradicionales quimioterapia o radioterapia. Por otra parte, aunque la mayoría de los científicos se mantienen escépticos, otro objetivo puede ser la codiciada inmortalidad. Una posibilidad que algunos, como María Abad, creen que, además de casi imposible, no es ética y están más enfocados en intentar mejorar la calidad de vida de las personas: “El foco, ahora mismo en el campo, es intentar envejecer de una manera mucho más saludable o alargar la vida de una manera que seamos mayores y no tengamos muchas enfermedades”. Particularmente, según esta científica, las células madre son una base esperanzadora para la lucha contra enfermedades ligadas al proceso de hacerse mayores: “El cáncer y el envejecimiento van de la mano. La mayoría de los tumores aparecen cuando envejecemos”.
Una de las mayores causas por las que los investigadores consultados comenzaron con sus extensas carreras en campos relacionados con las células madre fue la infancia, aunque con excepciones, ya que algunos, como Noemí Eiró, bioquímica e investigadora del FICEMU (Fundación para la Investigación de Células Madre Uterinas) de Gijón, comentan que lo decidieron ya de pequeños: “Tuve esa suerte que algo hizo un ‘clic’ y quise ser investigadora muy pronto”. Tras este período fueron afirmando ese gusto hasta convertirlo en su carrera y objeto de estudio tal y como afirma esta misma investigadora: “Siguiendo un camino vas yendo de un grupo de investigación a otro en tus diferentes etapas, tu diferente formación, tu carrera, tu doctorado, tu posdoctorado… Y te lleva a moverte en diferentes grupos”. Otra de las causas por las que los investigadores se fijaron en este campo es el buen uso que se le puede dar, como indica Ángel Raya, director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona y profesor de investigación en el ICREA: “Yo estaba en ese punto trabajando en desarrollo y parecían una buena herramienta. [...] Tanto su poder como herramienta para investigar como la posibilidad de poder usarlas en humanos”.
Las células madre son un descubrimiento que la gente piensa que son de hace poco, pero, como explica Diana Guallar Artal, científica del Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas de la Universidad de Santiago de Compostela (CiMUS), “el tratamiento con células madre en realidad, aunque no lo hemos llamado así, viene haciéndose desde hace mucho tiempo”. Como consecuencia hay numerosas investigaciones ya en marcha y otras están en proceso. Algunas tardan tanto en ponerse en marcha, o ya ni pueden por la escasa financiación que hay para la ciencia en nuestro país, tal y como explica María Abad: “Hay muchas dificultades. En primer lugar, una de ellas es la falta de financiación y apoyo para ir más rápido”. Esto sucede en la mayoría de las investigaciones, pero algunas de estas no tienen este problema, ya que están dirigidas por personas con mucho dinero: “Si hay un momento en el cual estaremos cerca de encontrar algo contra el envejecimiento, es a partir de ahora, porque Jeff Bezos ha puesto muchísimo dinero en esta investigación”, como corrobora Diana Guallar.
En este tipo de investigaciones podemos hallar diferentes tipos de resultados y, junto a estos, podemos encontrar graves repercusiones: “Si intentamos no envejecer, estamos facilitando la aparición de tumores”, explica María Abad. Algo que también ocurre con la pausa de ciertos proyectos, como le ocurrió a esta científica durante la pandemia en su laboratorio del VHIO: “Una vez que se para, hay mucho trabajo y se pierde mucho tiempo en volver a reactivar todo”.
Por otra parte, Ángel Raya habla de buenos resultados: “Estamos consiguiendo tratamientos que salvan vidas”, aunque también confirma la inseguridad ante la respuesta de los diferentes proyectos: “Los resultados fueron buenos, aunque, sinceramente, yo pienso que podrían haber sido mejores. Cuando uno investiga, sabe la pregunta que va a contestar, pero no sabe la respuesta que va a obtener”. En estos casos, la falta de recursos dificulta la aparición de resultados positivos, algo que se debe a que se necesitan elaborar muchos experimentos para llegar a un resultado, como afirma el investigador Álvaro Rada, director del grupo de investigación sobre células madre del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (IBBTEC): “Yo creo que lo más difícil en investigación en general es que hay que hacer muchos experimentos para llegar a conclusiones y a resultados. Además, a veces los experimentos no funcionan”.
La falta de apoyo también es muy grave, como dice Diana Guallar: “Siempre se hacen planes muy pequeños, cada 3 años o cada 5 años. Pero renovar la financiación es algo que nos lleva mucho trabajo y esfuerzo a los investigadores, por lo que necesitaríamos más estabilidad”.
Hoy en día la gente piensa que las células madre pueden ser el camino hacia la inmortalidad. Un deseo que, para algunos científicos como Álvaro Rada, no es el objetivo de la ciencia: “La inmortalidad, en cierto modo, es un amor imposible”. Para este científico la meta y el futuro de la investigación de las células madre es, en realidad, conseguir un envejecimiento más lento y tener una calidad de vida mejor: “Lo que buscamos no es tanto la inmortalidad, sino mejorar la calidad de vida más que la esperanza de vida”.
Aparte de este objetivo común, hay otros individuales, como el mantener los tejidos jóvenes, propuesto por María Abad, o el de encontrar la cura para los achaques que suelen sufrir las personas mayores, como desea Ángel Raya. Por su parte, Álvaro Rada tiene como objetivo comprender todo el proceso del desarrollo embrionario, Diana Guallar quiere aplicar todos los conocimientos sobre células madre a sus investigaciones y Noemí Eiró intenta romper “la imagen de, primero, ‘un medicamento, una diana terapéutica y un medicamento’, puesto que las enfermedades suelen tener diferentes factores, por lo que una sola cosa no servirá para todo”.
Pero estos objetivos tan ambiciosos se pueden encontrar con obstáculos como la pandemia provocada por la COVID-19, una situación que describe bien Diana Guallar: “Tanto yo como todos mis compañeros científicos en el CiMUS, tuvimos que irnos todos para casa, y con ello congelar todas las células y todos los experimentos que teníamos en marcha; con lo cual todo el trabajo que había en marcha quedó parado”. No solo esto fue un inconveniente, sino que también, como cuenta Ángel Raya, hubo problemas desde el inicio: “Los primeros tiempos de la investigación sobre células madre embrionarias humanas eran muy complicados porque era ilegal en muchos países”.
Sin embargo, a pesar del gran parón que se tuvo por culpa de la COVID-19, los investigadores son optimistas, pero se muestran reacios a la idea de conseguir la inmortalidad y prefieren ver las células madre como algo para “intentar envejecer de una manera mucho más saludable”, como indica María Abad.