La salud mental es uno de los mayores problemas en la sociedad hoy en día y cada vez sigue empeorando por razones como el estrés social y el uso de drogas y otras sustancias. “Los trastornos mentales suelen aparecer en la juventud o al principio de la edad adulta”, afirma Montserrat García González, psicóloga clínica en la Asociación Alba. No obstante, aunque estemos en pleno siglo XXI, no se le dio la importancia “necesaria” que se le tiene que dar a esta temática, haciendo que “hagan falta más psiquiatras básicos”, como afirma esta terapeuta. Sin embargo, lo peor no es eso, ya que las personas con enfermedades mentales suelen sufrir discriminación, no solo por las personas de su entorno, sino por sí mismos: “Cuando me dijeron ‘tienes un tipo de esquizofrenia’ fui el primero que tuvo un prejuicio sobre eso”, afirma Daniel Salgado, diagnosticado de esta dolencia desde hace cuatro años. García González añade que “en tu vida diaria, en el momento de encontrar un trabajo, si vas diciendo que tienes un trastorno bipolar, el empresario o empresaria, si puede elegir otra persona, pues fácilmente va a contratar a otra”. Estos estereotipos también están en los medios de comunicación: “Una persona con una enfermedad mental incendió su vivienda, pero ese mismo día en España probablemente había habido más personas que incendiaron su hogar y no dicen ‘una persona que no tenía una enfermedad mental incendió su vivienda’. Esa mala prensa no ayuda, solo contribuye a crear barreras”, explica la psicóloga pontevedresa.
Los trastornos mentales como la bipolaridad suelen aparecer en edades tempranas. De hecho, como afirma Montserrat García, "todo el mundo nace con una cierta predisposición, el problema es que no sabemos queé predisposición tenemos”. Además, la psicóloga reflexiona sobre cuáles acostumbran a ser los trazos más característicos para saber si una persona padece de trastorno bipolar: “Se caracteriza porque la persona se mueve, en términos médicos, en ciclos; pasa épocas en las que está deprimida y épocas en las que está maníaca”.
Pero lo más importante es conseguir que los enfermos se den cuenta de su situación: “Lo primero es ser consciente de que tienes un problema, porque el paso inicial para solucionar un problema es saber que existe, y, si no eres consciente de que existe o lo minimizas, va a ser más difícil superarlo”, afirma Montserrat Prado Cores, Vicepresidenta 2ª del Parlamento de Galicia y vocal de su Comisión de Sanidad, Política Social y Empleo. Por su parte, García también señala que cualquier enfermedad mental grave es muy difícil de aceptar, ya que no va a ser un problema temporal: “Al diagnosticar un problema de salud mental, a cualquier familia le cuesta aceptarlo. Por eso, lo que hay que hacerle ver a la familia y también a la persona que enfermó es que no se va a curar, pero sí se puede tratar y, si se trata bien, su vida puede ser normal”.
Otra de las enfermedades frecuentes es la esquizofrenia, una dolencia que suele comenzar en la adolescencia y que se acostumbra a producir por el consumo de sustancias tóxicas, alcohol y bebidas energéticas, como explica la psicóloga Iria Vidal Vázquez, terapeuta de Daniel Salgado, diagnosticado de esquizofrenia: “Sustancias como el cannabis u otras que se están descubriendo hoy en día pueden producir o precipitar un brote psicótico, sustancias como son el alcohol o las bebidas energéticas como las que se comercializan hoy en día”.
Ante estas enfermedades hay muchos tipos de reacciones: mucha gente no lo llega a asumir en años y otra está dispuesta a participar en su mejora. De las cosas que más le importan a las personas cuando les dicen que tienen un trastorno de salud mental es la reacción de sus amigos y familiares. Este es el caso de Daniel Salgado, que tuvo la suerte de no tener que pasar por esto: “Afortunadamente, soy uno de los pocos que tiene un círculo social muy abierto mentalmente y fui aceptado como soy, incluyendo mis amigos de toda la vida. Siempre hay algunos con los que no hablo mucho del tema, pero seguimos manteniendo la relación”.
La bipolaridad es un trastorno que no se puede tratar solamente con terapias psicológicas, pero los fármacos sí ayudan a aliviar los síntomas de la enfermedad, tal y como apunta García González: “El tratamiento en las enfermedades mentales graves debería apoyarse siempre en la base de todo lo que es la medicación. Sin medicación una persona no va a poder estar bien”. Además, esta psicóloga también afirma que “la base del tratamiento es lo que se llaman los estabilizadores del ánimo, es decir, medicamentos que intentan regular el ánimo de los enfermos”.
Aparte de esto, también hay factores sociales fundamentales, como el apoyo de los familiares. A estos generalmente no les gusta que un familiar suyo precise tratamientos, pero hay reacciones de todo tipo, como afirma la psicóloga pontevedresa: “La reacción de las familias es tan variada como familias hay, pero, por norma general, al diagnosticar un problema de salud mental, a cualquier familia le cuesta aceptarlo”.
Por otra parte, la esquizofrenia es una enfermedad mental para la que hay tratamientos médicos y farmacológicos, pero los pacientes suelen llevarlos la un psiquiátrico, cuestión que muchas veces es decisión de la familia. Como afirma Santiago Salgado, padre de Daniel: “Nosotros hacíamos el único que podíamos hacer, que era ingresarlo, porque para Dani los brotes psicóticos eran su manera de pedir ayuda”. Allí los controlan con diversas terapias y hasta los pueden llegar a inmovilizar, como recuerda Daniel: “Me dijeron ‘Túmbate en la cama’ y me tumbé, me dijeron ‘Dame el brazo’ y se lo di. La señora me estaba intentando atar y, como no podía, cogí la correa y me até yo mismo”.
Cuando el enfermo sale del psiquiátrico ya con la esquizofrenia más controlada, comienza a tomar fármacos para evitar una crisis, aunque es normal que el paciente ingrese en el centro sanitario más de una vez hasta que comienza a reconocer que tiene una dolencia. Como afirma Santiago Salgado, “cuando empiezas a reconocer que tienes un problema es cuando puedes ayudarle; él se puede ayudar a sí mismo también”. Sin embargo, como denuncia Montserrat Prado, es complicado acceder a esa ayuda en el sistema público: “Las listas de espera son tremendas, especialmente en el caso de los médicos de familia, porque hay muy pocos profesionales, no se cubren bajas y no se cubren jubilaciones. Por eso los problemas de salud mental, que necesitan tiempo y atención, pasan desapercibidos o se medicalizan”. Particularmente, incide la diputada del BNG, en el caso de las mujeres: “Hay un aumento muy preocupante de la medicalización de las mujeres que tienen problemas de salud mental. Si una mujer entra por la puerta de una consulta con cansancio, con dolor de cabeza, con un malestar general, que pueden ser síntomas de un problema de salud general, sale de la consulta con medicamentos como tranquilizantes y demás. Sin embargo, si se trata de un hombre, sale de la consulta con volantes para hacer pruebas diagnósticas para ver cuál es el problema”.
Convivir con enfermedades mentales es una de las partes más complicadas: “Para mí es un juego uno poco escabroso y maquiavélico, pero en realidad es como un Escape Room”, afirma Daniel Salgado. No obstante, no solo las personas que sufren la enfermedad son las afectadas, sino que también los familiares tienen que afrontar las consecuencias. Un ejemplo de es el caso de la madre de Daniel, Mª Felicidad Gómez: “Yo como madre no hacía más que preguntar qué era lo que tenía mi hijo. Te enfrentas a una persona que no conoces”. Pero incluso puede convertirse en un problema social, como apunta Montserrat Prado: “Ese problema se agrava con el significado individual pero es también un problema para la sociedad y para su entorno familiar”.
Por eso, para convivir con la enfermedad, la diputada del BNG aconseja a estas personas “que busquen ayuda, que no lo consideren normal, que no intenten superarlo solas, que no piensen que son las responsables de estar mal o que no hacen lo suficiente por superarlo”. En este sentido, otra de las partes más difíciles de convivir con enfermedades mentales es recuperarse poco a poco, tal y como describe Daniel: “Ese es mi mayor objetivo. Poder ser autónomo emocionalmente y poder gestionar mis emociones sin necesidad de medicaciones ni nada parecido”.
Por otra parte, también es muy complicado ser internado en un psiquiátrico, como el enfermo murciano cuenta: “Acabé pidiendo ayuda a mi familia, me llevaron la un centro psiquiátrico y allí me empezaron a tratar”. También le fue duro saber que la gente piensa que “tener esquizofrenia suena a loco, a la típica imagen que nos viene la todos a la cabeza de alguien con un cuchillo”. Por eso, como explica la vicepresidenta del Parlamento de Galicia, “la diversidad de tener un problema de salud mental no significa ni agresividad ni que te vayan a atacar por la espalda mientras están trabajando contigo”. Pero, aunque el psiquiátrico es un sitio duro, Daniel tiene otra perspectiva desde su experiencia: “Para mí es un momento de reposo, por así decirlo. Aunque más que reposo, es un sitio donde divertirse", afirma. Para él es un sitio seguro: "Cuando estoy dentro de un psiquiátrico, doy rienda suelta a mis delirios”.
Asimismo, la psicóloga García González afirma que las personas con trastorno bipolar “pueden hacer una vida normal”, siempre y cuando sigan tomando su medicación. A la hora de admitir que tienes un trastorno bipolar “normalmente cuesta aceptar que no sea algo pasajero, que va a ser algo de por vida”. Por eso, según la terapeuta, en estos casos el apoyo de la “familia es fundamental, ya que las personas que tienen un buen apoyo familiar, generalmente evolucionan mejor”.
Hasta no hace mucho las enfermedades mentales eran mal vistas, “pero como cualquier cosa que salga de lo habitual”, señala García González. Además, la terapeuta recuerda que "cuando era pequeña, si un niño o una niña tenía síndrome de Down, era visto como algo raro, era mal visto, y entiendo que eso hoy en día ya no se da. Pero en los trastornos mentales aún perdura eso, aún son personas mal vistas". Por otra parte, añade que, “de todas formas, sobre el trastorno bipolar cada vez yo creo que se habla más en los medios de comunicación”.
Pero la discriminación que suelen recibir estas personas pueden ser también laborales, ya que, en el momento de encontrar un trabajo, si el jefe sabe que tienes un trastorno mental, seguro que elige a otra persona, como ya indicaba antes a psicóloga pontevedresa. Además, hoy en día, las noticias también reflejan esa mala prensa que ya citaba Montserrat García, como el señalamiento de los diagnósticos de personas que cometen crímenes y dificultan aun más el día a día de estos pacientes a la hora de encontrar un trabajo o una vivienda.
“Tenemos pisos tutelados para personas con enfermedad mental que no tienen vivienda o que no pueden vivir por algún motivo con sus familias”, explica la psicóloga Montserrat García González sobre los métodos de ayuda de su organización, la Asociación Alba, en el proceso de rehabilitación. Esta terapeuta comenta que “también intentamos trabajar las áreas deficitarias para que los pacientes puedan aprender en qué consiste y cómo se trata la bipolaridad”. La vuelta a la normalidad es un proceso largo y demorado, en el que, si además padeces problemas de relación, será aún más difícil poder llevar a cabo ese retorno a la vida diaria.
Pero, aunque la sociedad avanzó mucho en el ámbito de la salud mental, quedan aspectos que resolver, como uno de los más complejos, su integración en el mercado de trabajo: “Con la crisis del 2008, con la crisis económica y laboral derivada de la pandemia y con el tema de la situación bélica en Ucrania lo que se está viendo es una precarización y unas condiciones laborales cada vez peores, menos trabajos con salarios más bajos y con contratos muy precarios y de poca duración; y eso, claro, hay que corregirlo con otras políticas laborales”, denuncia Montserrat Prado.
Con esto en mente, son precisas una serie de medidas inmediatas en cuanto a la salud mental. En primer lugar, se tiene que informar sobre este tema, ya que es uno de los problemas más graves de nuestra sociedad, tal y como apunta la diputada del BNG: “Somos, dentro del estado español y en la UE, donde hay más problemas de salud mental, y estamos en cabeza en el número de suicidios”. Por otra parte, la población tiene que darse cuenta de que los trastornos mentales tienen la misma importancia que las enfermedades físicas, para así evitar las dificultades que los enfermos encuentran para reintegrarse en la sociedad y en el mercado laboral: “Muchísimas personas siguen trabajando en una situación en la que realmente no están bien”, denuncia Montserrat Prado. Por su parte, la psicóloga Iria Vidal insiste en que, “en cuanto a desafíos, el mayor lo tenemos frente a la sociedad. Primero, para que no deje de lado a las personas con problemas de salud mental porque al fin y al cabo todos podemos sufrir una enfermedad mental. No es un problema que solo forme parte de los hospitales psiquiátricos”.
Por eso suele ser muy complicado para los enfermos de esquizofrenia lograr un contrato o seguir con sus estudios, ya que la gente tiene muchos perjuicios e incomodidad sobre este tema. Pero también, aún con excepciones, es común encontrar dificultades con la familia y amistades. La mayoría de pacientes de esquizofrenia se encuentran con amigos que ya no lo quieren ser o familiares que se distancian, como explica Daniel Salgado: “Afortunadamente soy uno de los pocos que tienen un círculo social tan abierto mentalmente y que me han aceptado como soy, incluidos mis amigos de toda la vida. Siempre hay algunos con los que no hablo mucho del tema, pero seguimos manteniendo la relación”.
En definitiva, la salud mental puede limitar la relación con los demás y afectar a la vida laboral de las personas que sufren algún trastorno. Por esa razón, este es uno de los mayores problemas que tenemos en la sociedad a día de hoy y, ya que se no se le da la importancia adecuada, cada vez va empeorando. En consecuencia, llega incluso el punto en el que la gente tiene prejuicios sobre esto: miedo a las personas diagnosticadas, falta de comprensión o aislamiento. No obstante, con el paso del tiempo también hay más personas que hablan sobre estos problemas. Profesionales de la psicología y de la medicina, representantes públicas o activistas y voluntarias que conciencian a la sociedad sobre la salud mental. En el desafío de garantizar una vida normal a las personas con trastornos mentales no sobra nadie. Desde los tratamientos médicos y la atención sanitaria incluso la ayuda de especialistas y gente querida, toda la sociedad puede arrimar el hombro. Algo para el futuro que, según Montserrat Pardo, debe convertirnos “en una sociedad no tan agresiva, no tan competitiva ni tan individualizada, donde solo importa lo que consigo yo y me da igual a quién pise, sino que debemos ir hacia sociedades mucho más inclusivas, donde se esté más pendiente de lo que le pasa, sobre todo, a las personas más vulnerables en todos los ámbitos. Y eso hay que abordarlo desde múltiples campos: desde los servicios sociales, desde el ámbito laboral y desde el sanitario”.