La salud mental sufre un estigma en nuestra sociedad. Por eso la gente que sufre enfermedades como la esquizofrenia o la bipolaridad tienen problemas para volver a tener una vida normal, integrados en la sociedad. Además, el sistema sanitario no ofrece una atención rápida y eficaz, lo que hace que muchas personas tengan que esperar meses para una consulta. Un tiempo que a veces llega demasiado tarde.
Por eso es necesario que las administraciones creen un plan sanitario que atienda bien y rápido a estas personas, pero también que la propia sociedad, que tanto se preocupa por enfermedades físicas como el cáncer o las infecciones de una pandemia, deje de tratar a estos enfermos como personas a las que hay que evitar. Este estigma, que es social pero también de gestión de la sanidad, debe desaparecer para darle a estas personas que lo sufren la posibilidad de recuperarse y de reintegrarse de nuevo en la sociedad en las mejores condiciones posibles.