Álvaro Rada Iglesias se licenció en biología por la Universidad de León en 2001 y obtuvo su doctorado en 2007 en la Universidad de Uppsala (Suecia). Después de un breve trabajo postdoctoral en el Centro de Bioinformática Linnaeus (Universidad de Uppsala, Suecia), obtuvo una beca EMBO (EMBO LTF) para continuar su carrera postdoctoral en el laboratorio en la Universidad de Stanford (EE. UU.), donde permaneció entre 2009-2013. En 2013, fue reclutado por la Universidad de Colonia como Investigador Principal en el Centro de Medicina Molecular de Colonia, donde comenzó con éxito su grupo de investigación independiente. Esto fue reconocido con un premio EMBO Young Investigator (EMBO YIP) en 2017. En julio de 2018 fue reclutado como Investigador Principal por la Universidad de Cantabria para dirigir su grupo de investigación en el Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (IBBTEC). El biólogo cántabroafirma que comenzó a estudiar las células madre porque le pareció “divertido y muy interesante porque, a partir de estas células, podríamos intentar entender cómo es el desarrollo de mamíferos como seríamos nosotros”.
—¿Cómo fueron sus inicios en la investigación de las células madre y por qué eligió este campo?
—Yo empecé a trabajar con células madre en torno al año 2007, después de un doctorado de biología en Suecia. Me interesó mucho el tema y decidí mudarme a Estados Unidos para trabajar en un laboratorio en California donde trabajaban solo en células madre. Me era interesante porque, a partir de estas células, podríamos intentar entender cómo es el desarrollo de mamíferos como seríamos nosotros. Me pareció divertido y muy interesante.
—Aunque estudió biología en León, se doctoró en Uppsala (Suecia) e investigó en Stanford (Estados Unidos) y Colonia (Alemania), actualmente dirige su propio grupo de investigación en el Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria. ¿De qué forma empezó a trabajar en el laboratorio IBBTEC?
—Yo soy de Cantabria, pero es en Santander donde está el instituto de biomedicina. Yo siempre quise estudiar en Cantabria, pero no había institutos de biomedicina y cuando era un chaval me fui a León para estudiar biología porque a mí me gusta mucho la biología. Me marché porque allí no había instituto de biología. Después, tuve familia y quise volver a Cantabria para que conocieran a sus abuelos. Comencé a trabajar en un laboratorio que abrió en Santander que se dedicaba al estudio de células madre y decidí volver a casa. Estoy muy contento de volver a estar en casa.
—¿Qué le hizo trabajar en tantos laboratorios y por qué?
—Cuando yo era un adolescente siempre había querido conocer nuevos lugares. Otra razón fue porque, cuando yo tenía veinte años, la investigación en España no era muy avanzada. Cuando me dieron la posibilidad de ir al extranjero a estudiar, no tuve que pensarlo mucho. Gracias a eso pude trabajar en laboratorios muy avanzados con mejores condiciones profesionales. Pasado el tiempo, la situación en España mejoró considerablemente a nivel de investigación. Eso y algunas cuestiones personales me hicieron volver a España. Los motivos de que haya viajado por tantos países han sido profesionales y personales.
—¿Cuál es su investigación principal actualmente en este laboratorio?
—Lo que intentamos entender son las misiones que tienen nuestras células y cómo, a partir de células idénticas, se pueden formar células diferentes. Aunque todas las células tienen el mismo genoma, existen muchísimos tipos diferentes. Eso se consigue porque cada célula va a usar solo una parte de la información que tiene. En nuestro laboratorio lo que intentamos entender es qué mecanismos tienen las células para solo utilizar una parte de la información.
—En los últimos años el coronavirus ha influido mucho en todo el mundo. ¿De qué manera afectó el COVID-19 a su trabajo?
—Nos afectó como a casi toda la gente en el sentido de que no podíamos trabajar en nuestro laboratorio. Por desgracia, la mayoría de las cosas no las podíamos hacer desde casa, y eso retrasó los proyectos. Tiempo después abrieron de nuevo el laboratorio, pero solo podíamos estar unos pocos de nosotros a la vez y, aunque utilizamos internet y videoconferencias para mantener reuniones, no era exactamente lo mismo que poder discutir juntos y de una forma más dinámica. Además, ha limitado la posibilidad de viajar a congresos y conferencias que hacen otros científicos en el mundo.
—¿Qué proyectos tenían pensado elaborar cuándo apareció el COVID-19 y qué cambios tuvieron que hacer debido a la pandemia?
—Cuando apareció el covid justo nos habían concedido un proyecto con financiación europea que era muy interesante, que tiene como propósito entender parte de las secuencias de nuestro ADN, que es el encargado de controlar cuándo se tienen que activar nuestros genes.
—¿Cómo afectó no poder mostrar las imágenes de todo lo que transcurría?
—El problema, sobre todo, es cuando tenemos que reunirnos hay veces que tenemos que mirar por el microscopio para ver qué forma tienen y hay experimentos que hay que verlos en directo para discutir el progreso. Lo peor fue cuando estábamos todos completamente encerrados.
—¿De qué manera se descubrió el uso de células madre?
—No tengo muy claro el año exacto, pero se empezó con embriones de rana y se vio cómo a partir de esos embriones se formó uno completo. Se le puso de nombre célula madre porque a partir de ese embrión empezaron a salir nuevas células.
—¿Cómo le explicaría a alumnos como nosotros cuál es la función natural de las células madre y cómo se producen genéticamente algunas enfermedades?
—Las células madre con las que trabajamos solo existen bajo condiciones de laboratorio. Estas están derivadas de unas etapas muy tempranas del desarrollo embrionario, cuando se forma lo que llamamos el cigoto, que es un grupo de muy pocas células. Una de esas células, que denominamos células embrionarias, tienen una capacidad de que a partir de ellas mismas se pueden generar todos los tipos celulares que existen en nuestro organismo. Es decir, a partir de esas células que forman el cigoto se da lugar a las células de nuestra piel, de las neuronas de nuestro cerebro... Esa es una propiedad que solo tienen las células madre y es algo a lo que llamamos pluripotencia. Otra propiedad importante es que se pueden dividir y mantener las mismas propiedades.
Hay muchos mecanismos por los cuales un fallo genético, que es una alteración en nuestros genomas, pueda crear enfermedades. Lo más habitual es que sean mutaciones dentro de nuestros genes, que es donde se encuentra la información más importante. Hay un enorme número de diferentes tipos de enfermedades cuya causa es la alteración genética. Aun así, hay muchas otras partes del genoma que pueden provocar enfermedades.
—¿Por qué las células madre embrionarias son capaces de adaptarse a cualquier tejido?
—Las células madre son capaces de diferenciarse hacia cualquier tipo de célula que luego formará parte de nuestro cuerpo, pero, sorprendentemente, les cuesta bastante. Si inyectamos células madre en un tejido adulto, muchas de ellas van a morir al no ser capaces de adaptarse, mientras que solo una pequeña cantidad va a poder contribuir a regenerar el tejido.
—¿En qué consiste el procedimiento de extraer las células madre?
—Hay diferentes tipos de células madre y nosotros trabajamos mayoritariamente con las células madre embrionarias. La forma de derivarlas originalmente es que, cuando tenemos un embrión en una etapa muy temprana, de ese embrión se extrae una pequeña porción de células que tengan la propiedad de la pluripotencia y se someten a condiciones de cultivo en una placa de plástico, donde le añadimos una solución que permite a las células mantenerse vivas y seguir dividiéndose. A partir de ahí, por su capacidad de pluripotencia, podemos mantenerlas indefinidamente, por lo que no hace falta extraer un embrión cada vez que hagamos un experimento. Como esas células madre se dividen y son inmortales las podemos mantener durante muchísimo tiempo.
—¿Qué otros tipos de células madre existen y cómo consiguen extraerlas?
—Casi todos los tejidos humanos tienen una pequeña porción de células que se consideran células madre y son muy importantes para mantener la funcionalidad de esos órganos o de esos tejidos. Esas células madre de cada tejido o de cada órgano permiten que si existe algún tipo de daño, a partir de esas células madre se puedan dividir, diferenciar y reparar las células dañadas. Casi todos los órganos y tejidos tienen una parte pequeña de células que se consideran células madre, y a partir de esos órganos y tejidos se pueden extraer células madre y aislarlas y expandirlas, manteniéndolas en el laboratorio fuera del cuerpo humano.
—Usted ha investigado sobre algunas enfermedades raras como el Síndrome branquio óculo facial. ¿De qué modo intervienen las terapias con células madre en el tratamiento de algunas de estas enfermedades, sobre todo las congénitas?
—Nosotros hemos utilizado las células madre para entender por qué ocurren esas enfermedades, para entender la mutación genética que las provocó. Las enfermedades congénitas se producen por fallos genéticos durante el desarrollo del embrión, cuando el embrión aún no había nacido. Es difícil imaginarse que las células madre puedan ser una solución para curar ese tipo de enfermedades, porque las células madre no van a poder reparar nada, no vas a poder usarlas como una estrategia de curación.. Aún así, son muy útiles para intentar entender qué ocurrió durante el desarrollo embrionario. En un paciente que ya ha nacido las células madre nos permiten recapitular lo que pasó, por qué ese paciente sufrió esa enfermedad. Para otras enfermedades que ocurren una vez que ya hemos nacido, las células madre sí que pueden ofrecer una estrategia para curar o minimizar ciertas enfermedades; por ejemplo, se están utilizando mucho las células madre para reparar daños en la piel o pérdidas de tejido óseo. Para las enfermedades congénitas es más difícil imaginar que las células madre puedan llegar a ser una terapia.
—¿De qué modo han conseguido algún logro terapéutico mediante el uso de las células madre?
—No hemos investigado las células madre con un uso terapéutico. Nosotros las investigamos para una investigación básica, que permiten entender las causas de enfermedades congénitas. En el caso del Síndrome Branquio Óculo Facial, hemos descubierto una nueva causa que puede provocar un mecanismo genético que haga que ocurra esta enfermedad. También hemos establecido una estrategia de experimentación que, al usar células madre, nos permite entender los motivos genéticos por los que ocurren. Hemos aportado información sobre las causas de dichas enfermedades y no tanto en la estrategia para cómo curarlas.
—En algunas declaraciones comenta que ustedes hacen experimentos que no funcionarían en ratones. ¿Qué diferencias hay entre los experimentos con animales y las investigaciones genéticas que hacen ustedes?
—En nuestros experimentos no utilizamos animales, ya que todo lo hacemos con células que se mantienen en un laboratorio. Esto tiene sus ventajas y sus desventajas. A la hora de intentar imitar todo lo que ocurre durante el desarrollo de un embrión, este es un proceso muy complejo en el que hay muchos tipos celulares y forman estructuras tridimensionales muy complejas y esto con las células madre es difícil recapitularlo en un laboratorio. Esta es la desventaja. Por otra parte, la ventaja se podría decir que es más de tipo ético, ya que no necesitamos sacrificar ningún animal ni provocarle ningún tipo de daño físico. Además, tiene la ventaja de que, como trabajamos con células humanas, nos podemos acercar más al tipo de alteración genética que ocurre en humanos, ya que el genoma del ratón y el genoma de un humano, aunque se parecen, tienen bastantes diferencias. Hay mutaciones que provocan enfermedades humanas que alteran secuencias que ni siquiera existen en los ratones o que son muy diferentes, por lo que en ese tipo de situaciones va a ser más fácil entender una enfermedad si utilizamos células humanas. El problema aquí es que no podemos utilizar embriones humanos directamente porque eso no se puede hacer. Entonces, la única alternativa para intentar entender cómo una alteración durante el desarrollo embrionario en humanos provoca una enfermedad es usando células madre humanas. No podemos hacer esos estudios en embriones humanos y, en caso de los embriones de ratón, hay ocasiones en las que no es posible porque las diferencias genéticas entre ratones y humanos en algunas partes de nuestro genoma son bastante importantes.
—¿Cuál fue el mayor logro conseguido en la investigación de células madre, cómo sucedió y cuánta importancia tuvo posteriormente?
—Uno de los mayores logros por los que ganó un premio Nobel una persona llamada Shinya Yamanaka fue que una célula ya formada de nuestro cuerpo, por ejemplo, una célula de la piel, en unas condiciones específicas puede rejuvenecer. Eso ha permitido conseguir células madre sin extraerlas directamente con todas las alteraciones genéticas que esta pueda tener, para luego entender la alteración genética de una enfermedad o tomar fármacos que sirvan como un sistema para luchar contra una enfermedad. Esa misma estrategia es la que ahora se está explorando para rejuvenecer células dentro de los cuerpos adultos.
—En uno de sus últimos artículos analiza el envejecimiento. ¿De qué manera es o será viable utilizar tratamientos con células madre para retrasarlo?
—Esta es otra área de trabajo que está bastante vigente y es un área que se está explorando bastante con diferentes tipos de estrategias. Más que el uso de células madre directamente para evitar el envejecimiento, lo que se está investigando más es entender qué propiedades tienen las células madre que les permite, en cierto modo, ser inmortales y no acumular los daños que provoca el envejecimiento. Se están desarrollando estrategias que lo que hacen es que se intenta que busquen, que adquieran propiedades similares a las de las células madre. Digamos que, más que inyectar células madre en nuestros organismos, lo que hacemos es usar estrategias que hacen que esas células se rejuvenezcan porque adquieren propiedades similares a las de las células madre. Esa es una estrategia que está ahora cada vez más de actualidad, que es lo que se llama reprogramación celular.
—¿De qué modo cree que en el futuro se pueda llegar a algo parecido a la inmortalidad a través de la investigación con las células madre?
—Es difícil saber decir que eso no va a ocurrir. La ciencia avanza siempre, incluso más de lo que hoy nos parece que es posible, pero creo que el objetivo que existe en la actualidad no es realmente que seamos inmortales. Ni siquiera el objetivo es actualmente que vivamos necesariamente muchos más años, sino que los años que vivamos lo hagamos de forma más saludable. En la actualidad, en cierto modo, la esperanza de vida ha aumentado mucho, pero también muchos de los últimos años de nuestras vidas los pasamos muy medicados. La salud no es todo lo buena que debe ser, hay mucha gente que sufre enfermedades crónicas o degenerativas y mucha de la investigación con células madre u otro tipo de investigación enfocada en el envejecimiento lo que busca no es tanto la inmortalidad, sino mejorar la calidad de vida, más que la esperanza de vida.
—En la actualidad hay investigaciones sobre el envejecimiento y la longevidad financiadas por personas como Jeff Bezos, el dueño de Amazon. ¿De qué modo piensa que podrían en el futuro tener solo unos pocos acceso a ese tipo de tratamiento?
—Una cosa es hablar como científico y otra si me preguntas mi opinión personal. Yo creo que éticamente no sería del todo correcto, ni siquiera bueno, porque seguramente lo que eso provocaría sería, en cierto modo, la desaparición de todo otro tipo de forma de vida en el planeta. Ahora que hablamos de tantos virus y COVID, seguramente nosotros somos el peor virus que existe para el planeta, con lo cual, si ya somos tantos y todos vivimos eternamente, creo que el planeta eso no lo soportaría. Así que la inmortalidad en cierto modo yo la veo imposible por eso mismo, porque no es viable con que la tierra pueda seguir manteniendo a tantos seres humanos.
—¿De qué modo piensa que podrían en el futuro tener solo unos pocos acceso a este tipo de tratamientos?
—Últimamente ha habido un gran interés desde el sector privado, como es el caso de Jeff Bezos, que ha creado una empresa de investigación muy potente y de hecho ha reclutado a investigadores muy importantes, algunos de ellos que estaban en España. Eso demuestra que es un área de investigación que despierta mucho interés y mucha gente se pregunta de dónde viene ese interés. Lógicamente, cualquier tipo de estrategia que permita aumentar la esperanza de vida y, sobre todo, aumentar la calidad de vida puede tener un gran impacto social. Pero, desde luego, no hay que ser ingenuo y quien descubra ese tipo de estrategias va a poder también ganar mucho dinero con ellas. Entonces, por supuesto, que estas empresas seguro quelo hacen porque quieren mejorar la calidad de vida de la humanidad, pero desde luego que tienen un interés económico. Igual que, por ejemplo, hemos visto en el COVID que las empresas que han conseguido las primeras vacunas han salvado muchas vidas, pero también han ganado mucho dinero. Las estrategias que, para reducir el envejecimiento y mejorar o curar enfermedades asociadas con el envejecimiento, aparte de ser muy importantes para nuestra sociedad, pueden aportar mucho dinero. Por eso yo creo que las empresas se han dado cuenta de eso y es un área que les interesa mucho.
—Y ya para terminar, en el ámbito personal, ¿cómo ve en un futuro su trabajo en el laboratorio IBBTEC y en la investigación sobre las células madre y el envejecimiento?
—Nosotros en la actualidad no tenemos líneas de investigación centradas en el envejecimiento. Sobre todo lo que nos interesa más es entender todo el proceso del desarrollo embrionario, cómo el genoma se usa para generar toda esa diversidad de células y cómo hay alteraciones en esos procesos que dan lugar a enfermedades congénitas. Las enfermedades congénitas están en el otro extremo del espectro.. Tenemos enfermedades que ocurren en personas ancianas y enfermedades que ocurren muy temprano, incluso antes de que nazcamos. Y nosotros ahora estamos más trabajando en eso. En el laboratorio esa es una línea de investigación que queremos seguir por el momento. En el futuro a veces surgen nuevas ideas y puede cambiar el interés, pero de momento es un área en la que yo creo que existen muchísimas cosas por entender y si entendemos bien cómo funciona nuestro genoma, eso nos puede descifrar muchísimos secretos y conocimientos muy importantes. Así que, de momento, creo que tenemos todavía mucho, mucho trabajo por delante.