UD 13 La inteligencia emocional

1. Introducción.

En el desarrollo de esta unidad, si bien alejado de los presupuestos psicológicos asociados a la inteligencia, hemos concebido esta facultad humana como una herramienta clave para propiciar un conocimiento de la realidad y alcanzar la verdad. La propuesta de Goleman nos ofrece una visión distinta y distante de lo que podemos entender por inteligencia. Goleman realiza su análisis desde un punto de vista psicológico. Sin embargo, su propuesta ofrece interesantes reflexiones filosóficas que nos servirán para cerrar de forma adecuada la unidad dedicada a la racionalidad humana.

2.- ¿Qué es la inteligencia emocional?

Goleman define la inteligencia emocional como la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, los de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones con los demás y con nosotros mismos. El ámbito de actuación de esta inteligencia queda fijado en cinco grandes competencias que Goleman relaciona con el propio sujeto y con los demás.

Actividad 1. Responde en tu cuaderno:

¿Es posible entrenar nuestra mente emocional?


Actividad 2. Actividad grupal. Debate.

¿Estamos determinados por las emociones?

3.- La mente emocional

En su ensayo, Goleman nos ofrece un pormenorizado análisis neurológico del funcionamiento del cerebro y de las características propias de lo que denomina nuestra mente emocional, mente que, junto con la pensante, nos define como seres humanos. Explicaremos, de manera resumida y comprensiva, las principales características de la misma.


La mente emocional es más rápida que la mente pensante

Supongamos que paseamos solos por la noche por la ciudad. En un momento dado, nos perdemos. Esto nos produce cierta zozobra; nos ponemos en guardia y aligeramos el paso. Segundos después, presentimos que alguien nos está siguiendo. Instintivamente, aceleramos el paso para terminar, finalmente, corriendo. La mente emocional no se detiene en análisis y valoraciones propios de la mente pensante. Como indica Goleman, desde el punto de vista evolutivo, esta reacción es fácilmente comprensible. Ante el peligro, no cabe el cálculo, sino la rapidez. En ello nos va la supervivencia o la perpetuación de nuestra especie. Desde que aparece el estímulo —miedo: me están persiguiendo— hasta que se produce la respuesta —salir corriendo—, apenas hay separación temporal. A su vez, la mente emocional otorga a la decisión tomada la certeza objetiva de que era lo que había que hacer. Solo después de que los acontecimientos se calmen, nos preguntaremos —mente pensante— cómo fuimos capaces de salir corriendo de esa manera en lugar de habernos quedado, por el contrario, paralizados. Nuestra mente emocional es, esencialmente, adaptativa.


Primero los sentimientos, luego los pensamientos

De lo afirmado, se desprende que nuestro primer contacto con la realidad es emocional y no intelectual, aunque esto no implique que debamos reaccionar de manera emocional ante cualquier situación en la que nos encontremos. Sí parece, sin embargo, que esto es así en situaciones límite como la señalada en el ejemplo anterior. No obstante, Goleman distingue otro tipo de reacciones emocionales, más lentas que las citadas, que se originan en nuestros pensamientos. En estas, sí se produce una valoración y nuestros pensamientos determinan qué emociones se activarán. Una vez que hemos realizado una valoración —por ejemplo, este bebé es adorable—, se produce la respuesta emocional adecuada: le cantaremos una canción para que se duerma plácidamente.


La lógica de la mente emocional es asociativa

Quizás experimentemos, en ocasiones, situaciones como las siguientes: escuchamos una canción que nos recuerda a alguien, lo que nos produce añoranza; una determinada escena de una película nos recuerda un suceso personal y se nos saltan las lágrimas; vemos a una persona mayor que nos recuerda a nuestra abuela y sentimos ternura ante ella. Así funciona nuestra mente emocional. Trata los elementos que evocan una determinada realidad como si fueran esa propia realidad. Así, en lugar de una canción, ponemos a una persona; en lugar de una escena de una película, un suceso personal; y en lugar de un desconocido, a un familiar. Esta afirmación posee un gran calado filosófico. La realidad no es en sí misma objetiva, ya que lo importante no es qué son las cosas en sí, sino qué son para mí. Esa misma canción será indiferente para otros; muchos no comprenderán por qué se nos saltan las lágrimas; no todos sentirán ternura hacia su abuela.

Actividad 3. Responde en tu cuaderno:

¿Nos da miedo la noche o la idea que tenemos de la noche?

Cuando nos presentan a alguien, no podemos evitar realizar un juicio de valor sobre dicha persona. Así, afirmaremos, por ejemplo: me cae bien, parece buena persona. Justifica el porqué de este tipo de valoraciones.

¿Qué es el mar? ¿Qué es para mí el mar? ¿Qué tipo de interrogante nos interpela con más radicalidad?

Mente emocional: pasado y presente


Cuando alguna de las características de una situación vivida en el pasado se asemeja a una vivida en el presente, la mente emocional responde activando los mismos sentimientos. Si un miedo atroz nos paralizó en el pasado ante un examen, es probable que esa reacción se repita ante un nuevo examen. La mente emocional reacciona en el presente como lo hizo en el pasado. Como señala Goleman, el problema de esto estriba en que, al ser la reacción rápida y automática, no somos capaces de comprender que lo que sirvió en el pasado quizás ya no nos sirva para el presente. Pone el ejemplo de alguien a quien las palizas infantiles le enseñaron a reaccionar con miedo ante un ceño fruncido. Esa persona tenderá de adulta a tener una reacción parecida ante ese tipo de rostro, aunque el mismo no implique ninguna agresión. No obstante, como estamos ante una situación límite, quien la sufra será consciente del porqué de su reacción. La situación se torna paradójica ante respuestas emocionales pasadas de más baja intensidad que la descrita. La mente emocional reacciona de la misma manera. Pero, en este caso, no somos tan conscientes del porqué de nuestra reacción. Nuestra respuesta posee una connotación emocional de la que no somos conscientes. En este sentido, se produce lo que Goleman denomina «secuestro emocional de la mente pensante». Cuando esto ocurre, nuestra mente pensante tiende a dar justificaciones en presente acerca de nuestro modo de proceder sin comprender el alcance de la influencia de la memoria emocional en nuestro proceder. Situaciones de este tipo suelen presentarse cuando un hecho aislado, y sin ser consciente la mente pensante, nos produce un ataque de risa en la situación más inapropiada.

4.- El aprendizaje de las competencias emocionales.

Para finalizar los contenidos de esta unidad, ofrecemos algunas pautas —en forma de interrogantes— con el fin de que las competencias del ámbito de actuación de la inteligencia emocional sea incorporadas a nuestra existencia.

Actividad Actividad 4. Responde en tu cuaderno:

¿Debe nuestra mente pensante dulcificar la subjetividad de nuestra mente emocional?


Actividad 5. Actividad grupal.

Concretar ideas y estrategias que den contenido al aprendizaje de las competencias emocionales propuestas por Goleman. No se trata de evidenciar vivencias personales, sino de buscar herramientas que posibiliten su cristalización en nuestras situaciones cotidianas.

Recursos didácticos

Vídeo. Los beneficios de la inteligencia emocional para nuestros hijos

Daniel Goleman.