Platón (427- 347 a.C.)

1.-BIOGRAFÍA.

Platón nació en Atenas el año 427 a.C., hijo de una influyente familia, y murió en la misma ciudad el año 347 a.C. Dos elementos influyeron en su vida y en su filosofía de forma decisiva: su vocación política y sus relaciones con Sócrates. Platón tenía veinte años cuando conoció a Sócrates, quien influyó en su decisión de dejar los intentos literarios que había hecho hasta entonces y dedicarse a la filosofía. Profundamente impresionado por la condena y muerte de Sócrates, Platón se alejó de su ciudad y realizó largos viajes, que le llevaron hasta Egipto y, tal vez, hasta otros países de Oriente.

En Sicilia pasó luego una larga temporada, y allí recibió la influencia de los pitagóricos, como quedará reflejado en su pensamiento posterior. Sus ideas políticas (su concepción del gobernante-filósofo) le movieron a intentar educar en la filosofía al tirano Dionisio de Siracusa, empeño en el que fracasó estrepitosamente. Esas mismas ideas le llevaron a fundar la Academia en el año 387 a.C., centro dedicado a formar sabios que pudieran dedicarse a la política, donde enseñaba a sus discípulos sin cobrarles nada. A esta actividad se dedicó prácticamente el resto de su vida, hasta que murió a la edad de 80 años.

Platón escribió muchas obras, generalmente diálogos, en los que suele aparecer su maestro Sócrates. Las más importantes son:

Gorgias, sobre la virtud y la cuestión de si se puede enseñar.

Banquete trata del eros como fuerza que nos impulsa hacia la belleza y la bondad.

Fedón, sobre la inmortalidad.

Fedro, sobre la teoría de las ideas y la división del alma en tres partes.

Timeo, donde se expone la filosofía platónica de la naturaleza.

Leyes, su última obra, que dejó inacabada, sobre los fundamentos del Estado y la educación de los ciudadanos.

Menon, dedicado al tema de la virtud y el conocimiento.

La República, con mucho su obra más completa donde prácticamente se encuentra todo el pensamiento del autor.

Diálogos platónicos.

1º. Época de juventud (393-389). Se caracterizan por sus preocupaciones éticas. Están plenamente influidos por Sócrates. Estarían representados por: Apología, Ion, Critón, Protágoras, Laques, Lisis, Cármides y Eutifrón.

2º. Época de transición (388-385). Esta fase se caracteriza también por cuestiones políticas, además, aparece un primer esbozo de la Teoría de la reminiscencia y trata sobre la filosofía del lenguaje. Lo constituyen los siguientes diálogos: Gorgias, Menón, Eutidemo, Hipias Menor, Crátilo, Hipias Mayor y Menexeno.

3º. Época de madurez (385-370). Platón introduce explícitamente la Teoría de las Ideas y desarrolla con más detalle la de la Reminiscencia. Igualmente se trata de distintos mitos. Lo conforman: El banquete, Fedón, La República y Fedro.

4º. Época de vejez (369-347). En esta fase revisa sus ideas anteriores e introduce temas sobre la naturaleza y la medicina. Se incluyen: Teeteto, Parménides, Sofista, Político, Filebo, Timeo, Critias, Leyes y Epínomis.

2.- EL PROBLEMA DE LA REALIDAD: METAFÍSICA

2.1.- El doble rechazo

Platón hizo filosofía, rechazando dos corrientes, contra los físicos, y contra los sofistas. De los físicos criticaba el “materialismo”, y de los sofistas, el relativismo. Por este doble enfrentamiento Platón se plantea el problema del conocimiento con dos intenciones, demostrar que no toda la naturaleza es materia, y por otro, demostrar que es posible alcanzar la verdad, que ésta es única y fundamenta una única moral posible.

La motivación inicial de su filosofía fue fundamentalmente política y moral, motivación que se vio reforzada por la influencia de su maestro Sócrates. La necesidad de pensar el fundamento de la justicia y el orden social condujo a Platón a considerar que éstos no pueden basarse en un mero relativismo, como decían los sofistas, ni puede ser sólo fruto de un simple pacto o contrato social, que es una mera pugna entre contendientes que cesan sus hostilidades entre sí por el mero egoísmo de conseguir seguridad. Sócrates había señalado la necesidad de una justicia en sí, de una bondad en sí. Y pensaba que solamente por la existencia de lo justo en sí son posibles actos justos. Más allá de los ejemplos concretos de cosas bellas o relaciones amistosas, debe existir la belleza y la amistad que hacen posibles aquellas; más allá de actos y relaciones justas debe existir la justicia misma que las hace posibles. El estudio de este fundamento, generalizado desde la ética hasta toda realidad, conducirá a Platón a la formulación de la teoría de las ideas o de las formas, que es el centro de toda la filosofía platónica.

Así, Platón va mucho más allá de su maestro Sócrates, y considera la necesidad de afirmar la existencia de estas ideas como medio para comprender la totalidad de lo real, y no situarlas solamente en el ámbito de la ética.

En contra del relativismo de los sofistas, defiende Platón que como el alma preexiste a todo, y es común a todos los que usan la razón, ha de haber algo que es inmutable, y puede ser comúnmente conocido por todos los seres que tienen alma racional. Su pensamiento se encaminará a buscar el auténtico objeto del conocimiento y, bajo la influencia pitagórica, considerará las matemáticas como modelo de conocimiento. Así, de la misma manera que el matemático habla de triángulos, círculos, esferas o números, de los que sus dibujos son sólo meras y toscas representaciones, y no confunde el dibujo de un triángulo con el triángulo como figura geométrica ideal, el filósofo no ha de confundir la realidad física ni los acontecimientos particulares con las ideas de las cuales estos actos o cosas son meras representaciones.

Platón intentó conciliar posturas presocráticas ya que, dando la razón a Heráclito, afirma que el mundo sensible está continuamente sometido al cambio y al devenir, de forma que nunca es propiamente, ya que siempre está siendo, con lo cual muestra que no tiene la razón de ser en sí mismo y, por ende, es una realidad derivada. Pero Parménides tiene razón, piensa Platón, si en lugar de pensar en el mundo que captan nuestros sentidos pensamos en aquellas entidades que, como los números o las figuras geométricas, no se alteran. Estas tres mesas concretas que están ahí, por ejemplo, hace cien años no existían y dentro de cien años probablemente habrán dejado de existir, pero las nociones de «tres» y de «mesa» no se alteran por ello. De la misma manera debe entenderse lo real sensible: todo cuanto existe en el mundo físico es una representación de otra realidad diferente, la del mundo de las ideas.

2.2.- La teoría de las ideas.

La teoría de las Ideas representa el núcleo de la filosofía platónica, el eje a través del cual se articula todo su pensamiento. No se encuentra formulada como tal en ninguna de sus obras, sino tratada, desde diferentes aspectos, en varias de sus obras de madurez como "La República", "Fedón" y "Fedro".

La formulación tradicional

Tradicionalmente se ha interpretado la teoría de las Ideas de la siguiente manera: Platón distingue dos modos de realidad, una, a la que llama inteligible, y otra a la que llama sensible. La realidad inteligible, a la que denomina "Idea", tiene las características de ser inmaterial, eterna, (ingenerada e indestructible), siendo, por lo tanto, ajena al cambio, y constituye el modelo o arquetipo de la otra realidad, la sensible, constituida por lo que ordinariamente llamamos "cosas", y que tiene las características de ser material, corruptible, (sometida al cambio, esto es, a la generación y a la destrucción), y que resulta no ser más que una copia de la realidad inteligible.

Con el entendimiento se alcanza el conocimiento de lo que realmente es, muchas veces, llamado por Platón lo realmente “ente”. Para Platón, el conocimiento es intuitivo y lo que se conocen son ideas, que en griego procede del verbo ver. La palabra idea tiene dos sentidos, uno como acto de la mente que conoce, (la idea subjetivamente considerada), otro sentido, como el objeto que se conoce (idea objetiva). Platón utiliza la palabra idea siempre en el segundo sentido.

Las características del ser de Parménides son las que da Platón a la idea; es inmutable, única, independiente y eterna. Las ideas no pertenecen al mundo que vemos, es decir al sensible. Ni siquiera están en nuestro pensamiento, son una realidad auténtica y su mundo es el de las ideas. Además las ideas son el paradigma o el modelo de todas las cosas que encontramos en el mundo sensible. Todas las cosas sensibles reflejan la realidad de las ideas, y en su forma imitan lo que las ideas son.

Las cosas del mundo sensible en realidad no son propiamente, sólo tienen la forma de una idea. Un hombre que encontramos por la calle no es “el hombre”, tiene forma de hombre, nada más. Ni es inmutable, ni eterno, ni independiente, ni único. La multiplicidad de seres que encontramos en la naturaleza se debe a que muchas cosas pueden participar de una idea en diversos grados, y por lo mismo, lo que de común o similar encontramos en las cosas es porque participan de la misma idea.

Las ideas son la esencia auténtica de todas las cosas. Lo que une al mundo sensible con el mundo inteligible, con las ideas, es precisamente la participación. Concepto clave de la teoría y que debemos entender como el acto por el cual varios son parte de un todo, conservando algo de ese todo, y sin que el todo pierda nada.

El mundo sensible participa del mundo de las ideas porque las cosas materiales toman la forma de las ideas, y en este sentido decimos que son, pero toman la forma solamente en parte, porque son una realización múltiple, y cambiable, y en este sentido podemos decir que no son. El verdadero ser es la idea.

La otra manera de estar unidos los dos mundos es la ejemplaridad ética, camino contrario al de la participación. La participación es un camino descendente que va de las ideas a las cosas materiales, la ejemplaridad ética es una camino ascendente que va desde las cosas materiales a las ideas. Las ideas son el fin, el para qué hacia dónde se dirigen las cosas materiales.

El mundo de las ideas está jerarquizado. En cierta manera unas ideas participan de otras. Este modo de participación se llama comunicación. La comunicación explica que todas las ideas sean ser en sí, jerárquicamente, porque todas participan de la idea de Bien. Cada idea de orden inferior está incluida en otra idea de orden superior, la cual, a su vez, incluye otras ideas al mismo tiempo que está contenida dentro de una idea de orden superior. Esta jerarquización de las ideas culmina en la idea suprema, la idea de Bien. Dicha idea no debe entenderse en su sentido meramente moral, sino que la idea de Bien es equivalente a la de Orden, y es un principio de inteligibilidad o de racionalidad, por ello podemos decir de una cosa que está «bien» en la medida en que realiza todas las funciones que le son propias según sus fines. Así, la idea de Bien como culminación de todas las ideas indica que todas ellas están ordenadas jerárquicamente según un orden, y es la que permite que, en el mundo de las ideas, todo cuanto es sea como debe ser, es decir, según su orden. En la cumbre de la jerarquía de ideas se sitúan de menor a mayor las ideas de Justicia, Belleza y Bien. El bien es lo más perfecto, la causa de todo lo justo y de todo lo bello. La idea que ofrece toda verdad. El bien tiene un doble papel: Difusivo y Unitivo. Difusivo porque es causa de todo y unitivo porque es la cúspide de toda la realidad.

Ante la pregunta ¿Cuántas ideas existen?, cabe contestar:

- Hay tantas ideas como especies de cosas en el mundo sensible.

- Hay tantas ideas como conceptos abstractos podamos pensar.

En los últimos diálogos Platón tiene ciertas dudas sobre la teoría de las ideas, al tener que admitir ideas que se corresponden con la esencia de cosas ridículas. Así, Platón evoluciona, por influencia pitagórica, de lo cualitativo a lo cuantitativo, concibiendo las ideas como esencias objetivas, realmente existentes, independientes de la mente humana, y son el fundamento del conocimiento, a la vez que las bases ontológicas del conjunto del mundo sensible. Y no es necesario afirmar (como lo había hecho en “la República”) que hay ideas de todas las cosas (incluidas las artificiales, como las mesas o las camas), sino sólo es preciso aceptar la existencia de algunas clases de ideas: la idea del Bien, la de la Belleza, la Verdad y la Simetría; las ideas éticas y las virtudes fundamentales (justicia, sabiduría, templanza, fortaleza), y las ideas de las relaciones y entidades matemáticas y lógicas (mayor que, menor que, igual a, etc.).

La estructura de las ideas es dialéctica, puesto que unas ideas son fundamento ontológico de los seres sensibles, y a la vez están en comunicación con otras ideas superiores. Ascendiendo de idea en idea se llega progresivamente a una manifestación más universal de la realidad, hasta alcanzar la idea de bien. Esta dialéctica pretende superar la oposición establecida por Heráclito y Parménides.

3.- EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO: EPISTEMOLOGÍA

Estas ideas no pueden obtenerse por los sentidos corporales, puesto que toda experiencia las supone, ya que, ¿cómo podríamos dirigir nuestra investigación hacia algo si no supiéramos ya previamente, aunque de manera difusa e imprecisa, qué es lo que buscamos? Este es el tema que Platón expone en el conocido ejemplo del esclavo del Menón. En este ejemplo, Sócrates, mediante unas cuantas preguntas dirigidas a un esclavo analfabeto logra que éste, solamente razonando, logre descubrir el teorema de Pitágoras. Mediante las preguntas el esclavo recuerda el teorema geométrico. Esta presencia en nuestra mente de unas directrices del conocimiento, así como la posibilidad de relacionar, comparar, establecer juicios, etc. es previa a toda experiencia, y en el acto del conocimiento lo que hacemos es recordar o reactualizar. Así, conocer es recordar: el conocimiento es “anámnesis”. Nuestra alma inmortal, preexistente al cuerpo y puesto que ha morado en el mundo de las ideas, puede, mediante la ayuda de los datos sensoriales o guiada por el maestro, recordar un conocimiento que ya poseía. Esta es la base de la teoría platónica del conocimiento. No es que ya conozcamos desde siempre, es que poseemos desde siempre, en tanto que humanos, la posibilidad de juzgar, de valorar, de relacionar, de comparar, de establecer relaciones; en definitiva, de «recordar» las ideas fundamentales. Es decir, en tanto que seres racionales poseemos el logos que nos permite pensar y aprehender la verdadera realidad, y es este logos (orden, pensamiento) el que nos preexiste.

En este proceso de conocimiento Platón distingue diversos grados: desde la “doxa” (opinión), que incluye la “eikasía” (imaginación) y la “pístis” (creencia), hasta la “episteme” (ciencia), que incluye la “diánoia” y la “nóesis” (conocimiento discursivo y razón), que es verdadero conocimiento en tanto que es conocimiento de lo universal. El proceso del conocimiento que se eleva desde lo inferior hacia lo superior es la dialéctica ascendente, mientras que el proceso de explicación de lo inferior por lo superior es la dialéctica descendente. Para explicar estos grados de conocimiento y sus relaciones con los diversos ámbitos de lo real (con la ontología), Platón utiliza la conocida metáfora de la línea y el mito de la caverna.

A su vez, para explicar el motor que impulsa hacia la búsqueda del conocimiento y nos permite superar el estado de encadenamiento en el fondo de la caverna-ignorancia, propone diversas explicaciones: uno de los motores es, sin duda, el maestro, cuya personificación es Sócrates; otro de ellos lo proporciona el amor; otro lo proporciona (por ejemplo, en el Menón) la misma reminiscencia o “anámnesis”; en el Fedón y en el Fedro, se acude a la inmortalidad del alma y a su preexistencia; en el Teeteto, sitúa la admiración como inicio del filosofar.

Actividades

Lee los capítulos XX–XXI del Libro VI de La República y responde a las siguientes cuestiones:

1) Qué quiere decir Platón con la frase “el Bien reina en la región inteligible y el Sol en la región sensible”.

2) Qué representa la división de la línea en dos segmentos y la división de cada uno de estos segmentos en otros dos.

4.- EL PROBLEMA DEL HOMBRE: LA ANTROPOLOGÍA

4.1.- La influencia socrática

Sócrates del que no tenemos más noticias de las que nos da Platón, se empeñó en una oposición a la filosofía sofista que dominaba su tiempo. Pretendía una ética de carácter científico, es decir, basada en verdades universales y necesarias. Su pensamiento se denomina intelectualismo ético, por hacer coincidir los conceptos de verdad y bien, de sabiduría y virtud.

El método de la filosofía de Sócrates tiene dos procedimientos, que más tarde serían repetidos por Platón: La Mayéutica y la Ironía. Con la ironía se libera al interlocutor de sus prejuicios y opiniones gratuitas, para que tome conciencia de su ignorancia. Más tarde, con la mayéutica, a partir de preguntas, se saca a la luz los conceptos exactos que estaban ocultos en el alma.

Este método presupone admitir las ideas innatas, y que el conocimiento no consiste más que en descubrirlas.

El intelectualismo ético supone que virtud y sabiduría se identifican, dicho de otro modo, la sabiduría consiste precisamente en el ejercicio de la virtud.

El fin de todo esto es lograr la autoconciencia que se define con la famosa frase: “Conócete a ti mismo”.

Como la conciencia moral no es distinta de la conciencia social, solo en la “polis”, puede alcanzarse la auténtica realización de la persona humana. Este modo de pensamiento, propio de Sócrates, es asumido sin diferencias por su discípulo, Platón.

4.2.- Dualismo antropológico

En el diálogo: “La República” se especifica el fin de la teoría de las ideas, alcanzar la justicia, se trata por tanto de ver cómo ha de ser la conducta del hombre, para realizar en sí una armonía entre el orden del cosmos, el de la ciudad y el del alma. Los tres diálogos que recogen la concepción platónica sobre el hombre son el Fedón, La República y el Fedro.

Platón explica la esencia del hombre con uno de sus mitos, el del carro alado. El alma es como un carro que en su carrera viene a caer al mundo material. El hombre es un compuesto de dos realidades sustanciales distintas, el cuerpo y el alma, que temporal y accidentalmente se unen entre sí.

Platón niega la identidad de cuerpo y alma, pero tiene que afirmar la influencia entre ellos. Ejs:

  • En la República defiende que el alma se perfecciona también mediante la educación física.

  • Las deformaciones físicas tienen su imagen nociva en el alma. A veces Platón utiliza la imagen del timonel de un barco para designar el alma en el hombre.

El alma no es identificable con nada material. Tampoco es el resultado de la armonía existente entre las distintas partes del cuerpo. Es el principio rector de la materia humana. La única cosa con inteligencia, es el principio de automovimiento. El alma es inmortal y espiritual, es decir, participa de la naturaleza de las ideas. Solo el cuerpo que es material puede corromperse, la muerte del hombre es sólo la destrucción del cuerpo. El alma está destinada a una eterna transmigración en los cuerpos.

El alma está estructurada en tres partes no físicas, son tres formas, funciones, o principios de acción:

1- Alma racional.

2- Alma irascible.

3- Alma apetitiva.

Cada una de las formas del alma se localiza de la siguiente manera en el cuerpo:

- El alma racional se encuentra en la cabeza.

- El alma irascible en el pecho.

- El alma apetitiva en el vientre.

Las dos últimas quedan subordinadas a la primera, porque tiene el poder para gobernarlas. El alma racional es como un auriga, que sujeta dos caballos. Estos dos caballos son las pasiones (alma irascible), y los sentimientos (alma apetitiva).

5.-LA ÉTICA

La ética de Platón es EUDEMONISTA. Esto significa que la moral se dirige hacia la conquista del bien supremo, es decir, la felicidad.

¿Cuál es el bien supremo?

Platón dice que es un especial estado del alma, que sólo se consigue con un desarrollo armonioso de la personalidad humana. El hombre (ser racional), alcanza la perfección del alma con el ejercicio de la virtud. A las tres funciones del alma le corresponden tres virtudes:

1- Al alma racional: La sabiduría o prudencia.

2- Al alma irascible: La fortaleza.

3- Al alma apetitiva: La templanza.

Junto a estas virtudes está la justicia que sintetiza las tres virtudes.

Eudaimonía (griego: εὐδαιμονία /eu̯dai̯moníaː/), es un término griego comúnmente traducido como felicidad o bienestar; también se ha propuesto "florecimiento humano" o "prosperidad" como su traducción más precisa.

Etimológicamente, se compone de las palabras "eu" ("bueno") y "daimōn" ("espíritu").

En las obras de Aristóteles, la eudaimonia (basada en la tradición griega antigua) se utilizaba como término para definir el mayor bienestar humano, el cual es el objetivo de la filosofía práctica, incluyendo la ética y la filosofía política, de considerar (y también experimentar) qué es realmente, y cómo puede lograrse.

6.- POLÍTICA

La perfección sólo es conseguible en sociedad. El Estado es el único capaz de garantizar la justicia. La sociedad debe estructurarse en tres clases de ciudadanos: Filósofos, guerreros y artesanos, en las que predominan respectivamente cada uno de los tres tipos de alma. Y de la misma manera que un alma es justa cuando sus tres partes están en armonía (influencia pitagórica), también en el Estado aparece la justicia como armonía de las otras tres virtudes (sabiduría o prudencia, fortaleza y templanza). Para evitar el nepotismo y la tentación de favorecer a los amigos o a uno mismo, las dos clases superiores no han de tener derecho a propiedades privadas, ni siquiera a formar una familia estable. De esta manera, se trata de que vivan comunitariamente y que sus hijos sean considerados todos como si cada uno de los progenitores fuese su padre. La familia, el matrimonio monogámico y la propiedad privada sólo deberían ser accesibles para los artesanos o trabajadores, quienes, debido a su menor desarrollo intelectual, se motivan solamente por incentivos materiales, tales como aumentar sus riquezas o su mero bienestar material.

Para acceder a la condición de guardián (guerrero) Platón establece una dura educación, y sólo quienes superen estas duras pruebas podrán ascender a esta condición. A su vez, de entre los mejores guardianes, y después de otra dura y elevada educación, especialmente basada en el estudio de las matemáticas y de la dialéctica, se seleccionan los gobernantes filósofos. Se trata, pues, de una régimen político altamente elitista, aunque los gobernantes no son seleccionados en función de su origen social o de su posición económica, sino sólo en base a sus méritos y capacidades. Es, pues, un elitismo intelectual el que defiende Platón. Además, Platón también prevé la necesidad de una política de selección eugenésica, especialmente entre los guardianes, para favorecer un proceso de mejora de los ciudadanos. Por otra parte, los gobernantes tienen el derecho a ejercer una férrea censura en todas las artes, en la literatura, el teatro y en los contenidos de la enseñanza ya que, siendo ellos los poseedores del conocimiento, son los únicos que pueden saber qué es adecuado y qué es perjudicial para la colectividad. En especial, el gobernante deberá impedir la literatura o el teatro que, para alimentar la falta de rigor de los ciudadanos, ridiculiza a los dioses y, más aún si cabe, cuidar de las enseñanzas que reciben los niños, pues es en la infancia donde se adquieren los peores vicios y se descarrían los futuros ciudadanos.

En cualquier caso, Platón no introduce diferencias entre hombres y mujeres: ambos sexos deben tener los mismos derechos y recibir la misma educación. No obstante, Platón como todos los griegos, estaba convencido de que todo cuanto nace (y la polis no es una excepción) está sometido a degeneración. Por ello, prevé las diferentes etapas de degeneración que puede sufrir una comunidad humana, y describe las cinco formas de gobierno que, de manera procesual, ejemplifican dicha degeneración.

Así, para él, la forma idónea de gobierno es la monarquía entendida en su significado literal (de monas, unidad): el gobierno de uno solo: el más capaz (no es una monarquía hereditaria por los «méritos» de la sangre, sino el gobierno del mejor). Si son varios entre los mejores (aristos) los que gobiernan, se denomina aristocracia (nuevamente no en el sentido del gobierno de una casta social, sino de los mejores y más preparados intelectualmente).

La degeneración de esta forma de gobierno es la timocracia, o gobierno regido por el honor más que por el conocimiento, que puede degenerar en la oligarquía (gobierno de unos pocos -oligos-) regida por el afán de riqueza. Cuanta más importancia se da a la riqueza menos se da a la virtud, dice Platón. Esta situación genera pobreza y aumenta las diferencias sociales, lo que engendra la democracia, el triunfo de los pobres sobre los ricos que conduce a una inevitable crisis de la autoridad y a la demagogia (fue un régimen democrático el que condenó a muerte a Sócrates). Pero el exceso de libertad y de pautas fijas y racionales de conducta conduce a un exceso de servidumbre y desorden que da lugar a la aparición de la tiranía, la más detestable de las formas de gobierno y verdadera caricatura del gobierno justo que, según Platón, es la monarquía.


RECURSOS DIDÁCTICOS

Platón en Unboxing Philosophy