UD 11: La realidad

Aristóteles según Fernando Savater

1.-Introducción

Aristóteles identificó la sabiduría con la «filosofía primera», con el estudio del ser en cuanto ser y de sus atributos esenciales.

Por ejemplo: podemos afirmar que «Sócrates es hombre» y, al mismo tiempo, que «Sócrates es filósofo». En ambas afirmaciones hemos utilizado el verbo «ser»; sin embargo, el uso del mismo es diferente en cada una de ellas. Al afirmar «Sócrates es hombre», estamos respondiendo a una pregunta diferente de la que surge al decir «Sócrates es filósofo». ¿Qué es Sócrates? Respuesta: un hombre. ¿A qué se dedica Sócrates? A la filosofía.

Analicemos más la cuestión: ¿Sócrates dejaría de ser hombre si se dedicara a la economía en lugar de a la filosofía? La respuesta es obvia: no. Por tanto, aunque Sócrates cambiara de profesión, no dejaría de ser lo que es: hombre.

Avancemos un paso más: Sócrates es, en esencia, hombre. La esencia es aquello que hace que una cosa sea lo que es y no otra cosa. (La esencia hombre sería aquella que hace que un hombre sea hombre y no otra cosa). Cuando nos preguntamos qué es una cosa en esencia, nos estamos planteando el ser de esa cosa en cuanto ser. Dilucidar esa cuestión —qué hace que Sócrates sea hombre— es a lo que Aristóteles denomina sabiduría o filosofía primera. Conocer la esencia de algo responde al interrogante más radical que sobre ese algo se pueda formular. De ahí que este sea el primer objeto de la filosofía, la filosofía primera. Si conseguimos responder a dichos interrogantes, alcanzaremos la sabiduría.

Apliquemos ahora lo explicado a un caso real para comprender que este tipo de interrogantes radicales posee un elevado interés reflexivo. La esclavitud es un mal execrable que no ha sido, por desgracia, superado en su totalidad. Así, durante siglos, muchas personas han sufrido persecuciones, humillaciones y torturas por el color de su piel. ¿Acaso, pese a las diferencias, no somos todos iguales?.

¿La esclavitud no se sustenta en una idea equivocada de lo que es el hombre?

La filosofía se ofrece, por tanto, como una disciplina necesaria y enriquecedora para superar estas situaciones. Este epígrafe lleva por título «Metafísica», término con el que suele designarse a esta filosofía primera o sabiduría propuesta por Aristóteles. El origen de este término se debe a Andrónico de Rodas, filósofo griego que ordenó los escritos de Aristóteles y los agrupó bajo títulos genéricos como tratados de lógica, tratados de física, tratados de ética. Los escritos de Aristóteles referidos a esa filosofía primera, al versar sobre cuestiones que estaban más allá de la física —la pregunta «qué es un hombre» no es reducible a parámetros cuantificables—, fueron denominados «tratados de metafísica», es decir, aquellos escritos que se ocupan de problemas cuyo planteamiento se sitúa más allá de los referidos al mundo físico.

Aristóteles ​​​ fue un filósofo,y científico nacido en la ciudad de Estagira, al norte de Antigua Grecia.
Es considerado junto a Platón, el padre de la filosofía occidental.
Sus ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios.​​​
Nacimiento: 384 a. C., Estagira, GreciaFallecimiento: 322 a. C., Calcis, Grecia

Actividad 1. Responde en tu cuaderno

¿Por qué Aristóteles relaciona metafísica con sabiduría?

¿Es posible, sin capacidad de admiración, la metafísica?

Justifica las respuestas.

2.-La metafísica y las preguntas radicales.

Si en una mesa de debate reunimos a un médico, a un jurista, a un sociólogo y a un filósofo y planteamos la siguiente cuestión: qué es un ser humano, y si, tras el debate, intentamos dilucidar cuál de ellos ha ofrecido una visión más metafísica del ser humano, ¿a qué nos estaríamos refiriendo? Tratemos de responder por cada uno de ellos. El médico afirmará que el hombre es un ser que sufre. El jurista, un ser con derechos. El sociólogo, un ser determinado por la sociedad. El filósofo, un ser racional. ¿Cuál de estas definiciones será más radical y, por tanto, ofrecerá una visión metafísica de aquello que sea un ser humano?

Intentemos analizar la cuestión. No todos vivimos el sufrimiento de la misma manera. ¿Son algunos, por ese motivo, más humanos que otros? Muchas personas se ven desposeídas de sus derechos: ¿dejan por ello de serlo? Para otros, la sociedad condiciona, pero no determina: ¿no sería humano aquel que se dejara, por ejemplo, esclavizar por el consumo?

Todos, sin embargo, poseemos racionalidad, aunque en ocasiones esta se vea mermada. La respuesta del filósofo, y pese a las dificultades argumentativas a las que pueda conducir, es la más radical de todas. Abarca, con mayor plenitud, lo que ha entenderse como ser humano, es decir, su esencia.

Formulado y analizado el caso, podemos ya comprender la radicalidad de la metafísica. Esta no solo queda determinada por la respuesta, sino también por la pregunta.

Es más radical cuestionarse qué es el ser humano que, por ejemplo, qué es un colegio. ¿Por qué? Porque la respuesta al primer interrogante compromete más que la respuesta que podamos ofrecer al segundo. O, por ejemplo, consideremos qué es más apremiante: ¿responder, con sentido crítico, a la pregunta «qué es la amistad» o a la pregunta «qué es divertirse»? Por su radicalidad, a lo largo de la historia del pensamiento, algunas preguntas han hecho reflexionar tanto a filósofos como a cualquier persona. Algunos de estos interrogantes son los siguientes:

  • ¿Quién soy?

  • ¿En qué medida soy en función del otro, de los demás?

  • ¿En qué sentido somos racionales y emocionales?

  • ¿Somos libres?

  • ¿Por qué somos seres simbólicos y estéticos?

  • ¿Qué es lo real y cuál es el origen del universo?

Todas estas cuestiones son metafísicas. En esta unidad, y a partir de la tradición filosófica de los primeros filósofos, nos ocuparemos de todos aquellos interrogantes relacionados con la realidad como totalidad —el universo en su conjunto— y su posible origen.

Actividad 2. Responde en tu cuaderno

¿Por qué las cuestiones metafísicas son radicales tanto en sus preguntas como en sus respuestas?

¿Existen planteamientos metafísicos en los hombres y mujeres de nuestros días? Razona la respuesta.

¿Puede aportar algo la metafísica en la resolución de conflictos sociales actuales? Justifica la respuesta e incluye en ella algunos ejemplos.

3.-Parménides y Heráclito

Entre las distintas respuestas de los presocráticos a la pregunta por el “arjé” encontramos dos extremas, la de Parménides, para quien bajo la apariencia sólo hay ser o permanencia y la de Heráclito, para quien bajo la apariencia sólo hay devenir o cambio.

Parménides enunció el principio de identidad por primera vez: lo que es es (A=A), lo que no es no es. Es decir, lo que podemos pensar sin contradicción (coherencia) es real pero lo que intentamos pensar contradictoriamente no lo es y ni siquiera puede ser pensado (como un círculo cuadrado). Esto le llevó a negar que el cambio fuera posible, porque supone que algo que es oruga, por ejemplo, pase a no ser oruga y ser mariposa, lo que conlleva que lo que es no sea, y eso es imposible según hemos dicho. Heráclito, en el otro extremo, sostuvo que lo que nos muestran los sentidos es aparente, sí, pero no porque nos muestran cambo sino porque nos muestran las cosas más permanentes de lo que son. Una roca a la vista parece inmutable pero en realidad está, dice Heráclito, como todo lo demás, en continuo cambio, por eso “nunca te bañarás dos veces en el mismo río”.

El argumento de Parménides según el cual sólo lo que pensamos como permanente es real será utilizado durante la Edad Media para intentar demostrar la existencia de Dios y será fuertemente criticado desde el nacimiento del empirismo en la modernidad y la posterior crítica de Nietzsche a la teología.

En la actualidad, la importancia de estas dos posiciones (Parménides y Heráclito) es que el resto de ontologías y teorías científicas se van a situar en algún punto intermedio entre las dos, aceptando cierta permanencia y cierto cambio. Según la teoría de la evolución natural, por ejemplo, hay unas leyes permanentes como son la ley de la mutación, la ley de la supervivencia de los más aptos y la ley de la herencia, que dan origen al cambio de la vida, en particular a la extinción y nacimiento de especies. De la misma manera la ontología del materialismo histórico de Marx sostiene que hay también unas leyes sociales permanentes como la determinación de la estructura política por la estructura económica y la lucha de clases, que van transformando las sociedades y al individuo como parte de ellas.

4.- Platón y la teoría de las ideas

Entre la ontología estática de Parménides y la dinámica de Heráclito, la teoría de las Formas (o Ideas) de Platón se sitúa más cerca del primero. Pero para entender la ontología de Platón lo primero que hay que entender es su preocupación política, que lo llevó a plantearse no sólo qué hay sino qué sentido tiene lo que hay.

Fue discípulo de Sócrates, quien abandonó el estudio de la naturaleza porque entendió que no respondía a las preguntas que más importan para vivir, que están relacionadas con finalidades y valores humanos (¿Qué es la felicidad? O ¿Qué es la justicia?).

Platón intentó dar una base ontológica a las teorías éticas y políticas de su maestro al tiempo que intentaba resolver las cuestiones sobre la naturaleza. Aceptando que todo lo concreto es cambiante y por tanto no puede haber conocimiento por los sentidos, buscó lo real en lo que es común a diferentes ejemplos concretos. Por ejemplo, hay diferentes perros concretos pero de todos ellos decimos que son perros porque cumplen una definición. Y también hay varios ejemplos de acción justa que lo serán porque responden a una misma esencia o Forma, esto es, una misma definición de justicia.

Como todos los perros y las acciones concretos son mortales e imperfectos, y dado que las Formas son modelos permanentes e inmutables para las cosas que podemos observar, Platón concluyó que las Formas son la verdadera realidad tras las apariencias, accesible sólo a la razón. Tanto si hablamos de un número, como del ser humano o la justicia, estas esencias tienen una realidad objetiva independiente incluso de nuestro pensamiento (el teorema de Pitágoras ya era verdad antes de que él lo descubriese). De esta manera Platón pretendía explicar no sólo el orden en la naturaleza donde, por ejemplo, la Forma de perro hace que el cachorro llegue a su perfección como perro, sino el mundo social, donde el ser humano tiene una finalidad individual y colectiva conforme a la Forma del bien y la justicia.

Aristóteles corrigió la ontología de Platón haciéndola más dinámica pero mantuvo algunos de las nociones más importantes de su maestro. La ontología aristotélica parte de que “el ser se dice de muchas maneras” pero siempre en relación con las substancias (=cosas) concretas y perceptibles.

Su interés por los seres vivos le llevó a considerar que lo real no sólo es permanente sino también cambiante, pero en diferente sentido. Aceptando, por ejemplo, que la definición de perro es lo que nos permite conocer realmente un perro, rechazó que pueda haber esencia sin perros concretos, ya que no puede haber especie canina sin ejemplares. Distinguió así entre los elementos materiales que diferencian a cada individuo y la forma común a todos ellos que organiza su materia, de modo que en cada individuo el todo es más que la suma de las partes.

Así, los pulmones introducen aire y el corazón bombea sangre, pero a diferencia de ellos el cuerpo humano en su conjunto puede desplazarse, regenerarse y autoorganizarse porque es más que la suma de sus órganos. Por otra parte, si un cachorro se convierte en perro, el cambio tiene que ser real de alguna manera. Para refutar el argumento de Parménides contra el cambio Aristóteles distingue dos maneras de no ser. El cachorro no es un caballo ni puede serlo según el principio de identidad, sin embargo, no es un perro pero puede llegar a serlo porque el cachorro ya es un perro en potencia y cuando adquiere la forma de perro lo es en acto. El principio de identidad no se viola porque aunque primero hay un no ser perro y luego un no ser cachorro, se trata de un cambio de formas en el que la sub-stancia (=estar debajo) o ejemplar concreto no deja de ser, porque sigue siendo esencialmente la misma, mientras sus propiedades accidentales (tamaño, color, etc.) cambian. El cambio se explica entonces como paso de la potencia al acto porque hay una finalidad en la naturaleza, es decir, porque la forma de la flor es la causa final de que la semilla se transforme. De la misma manera el ser humano tiene una finalidad que viene dada por su forma o esencia de animal social y racional, y no es otra que la de alcanzar la felicidad en sociedad mediante la sabiduría.

El enfoque platónico de explicar los fenómenos mediante modelos no perceptibles ha tenido una larga influencia que llega hasta nuestros días. Cuando los físicos actuales utilizan modelos matemáticos que predicen fenómenos y de ellos deducen que la antimateria es real aunque no perceptible, están asumiendo este enfoque. El enfoque aristotélico también ha tenido una gran influencia. Los planteamientos tanto filosóficos como científicos que defienden que la realidad es compleja y diversa porque hay distintos niveles organizativos y no pueden reducirse a un solo tipo, el físico, son deudores de su enfoque, así como el empirismo moderno, cuando prima la observación para alcanzar el conocimiento.

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