UD 8. La racionalidad práctica I Política












Preguntas para la reflexión

1. ¿Cuándo está justificado obedecer y cuándo rebelarse? ¿Sabes distinguir entre poder y autoridad?

2. ¿Se puede “pasar” de la política? ¿Qué consecuencias habría si todos lo hiciéramos?

3. ¿Para qué sirven el estado, los tribunales, la policía, el Congreso, el gobierno...el rey?

4. ¿Puede haber Democracia compatible con la existencia de una monarquía?

5. ¿Sabes distinguir una democracia de otros sistemas políticos tales como la dictadura, los totalitarismos o la anarquía?

6. Comenta las siguientes afirmaciones y di si estás de acuerdo con ellas:

a) El pueblo no está preparado para votar.

b) El estado es el único que tiene el monopolio legítimo de la violencia.

c) En política, el fin justifica los medios.

7. ¿La mayoría siempre tiene la razón? ¿Tiene alguien la verdad absoluta en política?

8. ¿Cuáles son los problemas más importantes de la Democracia actual?

Poder es la capacidad para influir sobre la conducta de otros. El poder puede ser legítimo o ilegítimo. En el caso de un chantaje o de un secuestro, o de un acoso laboral, hay un poder ilegítimo. ¿Y en el caso del poder de una autoridad? Será un poder legítimo cuando este se ejerza por mandato de la sociedad, por un fin necesario y con medios lícitos que no supongan falta de respeto por los derechos humanos. Por ejemplo, un profesor en clase es la autoridad porque así se lo ha encargado la Consejería de Educación, para enseñar a los alumnos, y siempre que emplee medios lícitos, sin usar la violencia, ni el maltrato con sus alumnos. En casos de abuso de poder, su autoridad se ejercería de forma ilegítima.

Según Max Weber, hay tres modos de legitimar el poder de la autoridad:

a) La legitimación tradicional: se basa en la tradición y la costumbre y suele incluir creencias de tipo religioso, por ejemplo, en la monarquía absoluta del siglo XVII el rey ejercía su poder “por la gracia de Dios”. O con los faraones del antiguo Egipto, a los que se consideraba descendientes directos del dios Horus etc.

El problema en este tipo de legitimación es que ser de sangre real no garantiza que salga un buen gobernante. Tampoco se pueden demostrar las creencias religiosas en las que se basa.

b) La legitimación carismática: se basa en el carisma o conjunto de cualidades que hacen a alguien un líder al que poder seguir bajo su mando, por su inteligencia, su eficacia etc.

El problema es que nadie lo sabe todo en política y por tanto, suele ser un error seguir ciegamente a un líder. Hitler en Alemania, Stalin en la Unión Soviética, Mussolini en Italia... fueron considerados líderes en su momento.

c) La legitimación legal-racional y democrática: solo en este tipo de legitimación el gobernante ejerce su autoridad respetando la ley en la que se reconocen los derechos y deberes de los ciudadanos. Esos gobernantes han sido elegidos por los ciudadanos de forma democrática y tienen que responder de su gestión delante de ellos. Este es el sistema de legitimación de las democracias maduras en las que los ciudadanos deben haber sido formados políticamente y conservar su sentido crítico para no ser fácilmente manipulados. Si el gobernante no hace bien su gestión, en la siguiente votación no será elegido.

Este es el sistema que Weber prefiere por ofrecer más garantías frente al abuso de poder por parte de los gobernantes.

¿Cómo podemos distinguir una democracia de otros regímenes políticos como las dictaduras o los totalitarismos?

Las democracias tienen las siguientes características:

- Hay elecciones periódicas por sufragio universal con voto libre y secreto.

- División e independencia entre los tres poderes del estado: ejecutivo, legislativo y judicial.

- Pluralidad de partidos y de medios de comunicación sin censura.

- Respeto por los derechos y libertades de los ciudadanos reconocidos en la constitución: libertad de expresión, de pensamiento, de asociación con fines pacíficos, de prensa etc.

- Igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.

- La soberanía está en el pueblo porque es quien tiene el poder de decidir en política por medio de sus representantes elegidos, o directamente (como en un referéndum).

Por el contrario, en una dictadura o en un totalitarismo, todo el poder está concentrado en un líder y su partido. Los demás partidos se consideran ilegales. No hay libertad de prensa, sino censura. Los derechos y libertades de los ciudadanos no se reconocen. Los ciudadanos están indefensos frente al abuso del poder por parte del estado.

La dictadura surgió en la antigua Roma. En casos muy graves por una amenaza exterior (las invasiones de los bárbaros) o desórdenes civiles en el interior, que pudieran llevar a una guerra civil, el Senado encargaba al “dictator” que solucionara la crisis a lo largo de dos años seguidos, otorgándole plenos poderes para eso. Una vez arreglado el problema, el dictator debía devolver su poder al Senado y al pueblo romano. El fallo es que habitualmente, una vez se ha tenido tanto poder son pocos los que lo devuelven. No sólo ha habido dictadura en la antigua Roma. En Sudamérica, también ha habido golpes de estado por parte de los militares, siempre con la “justificación” de que había que salvar a la patria. También en España tuvimos una dictadura durante los 40 años del régimen de Franco.

Otro sistema político, no democrático, es el totalitarismo, un régimen que da al estado un valor absoluto. Esa expresión fue usada por Mussolini en el Fascismo. El estado es el todo y por eso el estado puede ejercer su dominio en todos los aspectos de la vida del ciudadano. Se ejerce un control total sobre los medios de comunicación, la educación y la cultura. El estado cuenta con un eficaz aparato represivo, la policía secreta, para imponerse por el terror y la propaganda oficial y la censura . No se respetan los derechos o libertades individuales. Hay un partido único, disciplinado y centralizado que no admite ninguna oposición, una ideología única con la pretensión de crear una sociedad perfecta y de exportar el sistema al resto de los países por la fuerza. Al frente de todo hay un líder carismático al que se le rinde culto con manifestaciones populares continuas de adhesión. El líder es el único que manda la política a seguir. Nadie puede oponerse.

Los totalitarismos son propios del siglo XX. El fascismo italiano, con su sueño de volver a dominar el mundo como en la antigua Roma del Imperio; el nazismo de Hitler, con la pretensión de que la raza aria dominara por ser la raza superior. Los totalitarismos han sido criticados en las anti-utopías, como en Rebelión en la granja y 1984, ambas obras de Orwell, o en la obra de Huxley: Un mundo feliz.

Otro tipo de sistema no democrático es el Fundamentalismo o integrismo religioso, en donde el líder político es a la vez el líder espiritual que pretende salvar las almas de los ciudadanos, para lo cual legisla sobre todos los aspectos de la vida, incluyendo los privados, como si pueden o no oír música o jugar al fútbol; cómo llevar el pelo, la ropa, las relaciones sociales, si las mujeres pueden estudiar o conducir un coche etc. Actualmente, son de religión islámica, como en Irán, o los Talibanes en Afganistán. En su ley la Sharia, está previsto azotar a los que infrinjan su ley, la lapidación hasta morir etc. No se respetan los derechos humanos. Pretenden tener la única verdad, y como en los totalitarismos, pretenden exportar su tipo de vida al resto del mundo.

En todos estos sistemas, lo que hay en común es la carencia de reconocimiento por los derechos y libertades individuales. En la democracia, en cambio, se defienden con la ley. Por eso se ha dicho que la democracia es el menos malo de todos los sistemas. Queda la utopía del anarquismo, que pretende crear una sociedad en donde no haya ni estado, ni autoridad alguna, pero en la práctica, no ha sido viable. Si nadie manda, no es seguro que no tratasen de imponerse por la fuerza los más fuertes. Al final no se respetarían los derechos de nadie.

¿Es la democracia liberal en un sistema capitalista el sistema menos malo?, no es un sistema perfecto y podemos analizar algunos de sus problemas:

1º. El abstencionismo en las votaciones por parte de los ciudadanos. A veces, muestran un desinterés por la política debido a su falta de formación política, que los lleva a no darse cuenta de que los asuntos políticos también son de su incumbencia, dado que las decisiones que se toman desde el gobierno, nos afectan a todos. Pero otras veces, se debe a su mala opinión de los políticos, por incumplir sus programas, las promesas electorales, o por la corrupción.

2º. La corrupción generalizada en todos los partidos, cuando los que están en el poder, se dedican a robar de los fondos públicos para enriquecerse ellos mismos, en vez de solucionar los problemas de la sociedad, que es para lo que fueron elegidos. Los políticos salen de la sociedad, y en ella siempre hay aprovechados. Pero, tal vez sea injusto, calificar a todos los políticos de corruptos, porque siempre puede haber gente de buena voluntad, que no merece esa crítica. La lucha entre los partidos por llegar al poder, lleva a tratar de desprestigiar a todos los demás partidos, y puede haber falsas acusaciones, que luego se ha demostrado en los tribunales que no eran verdad, pero la ruina del político imputado ya se ha logrado antes por el escándalo en los medios de comunicación. El resultado final es que la opinión pública terminará por desconfiar de todos.

3º.También se ha criticado que más que hablar de democracia como “el poder del pueblo”, habría que hablar de “partitocracia”, como el poder en manos de los partidos. La democracia indirecta funciona con los representantes elegidos entre los diferentes partidos y ellos son los que en realidad deciden en la práctica. Además, son los partidos los que ofrecen listas cerradas de candidatos

¿Es posible la democracia directa, como en las polis griegas para evitar la partitocracia?, ¿o entre millones de ciudadanos es imposible decidir nada?

Podemos preguntarnos si lo que defienden a veces los partidos es su propio interés o el de la nación. En ocasiones los partidos hacen pactos secretos entre ellos a espaldas de los ciudadanos que los votaron.

4º La ley D’Hondt en España, (para distribuir los escaños a partir del recuento de los votos), ha llevado a primar a los dos primeros partidos, tratando de impedir una excesiva atomización en el Congreso de los Diputados que lleve a tal enfrentamiento, que imposibilite tomar decisiones. Pero a cambio, a los demás partidos que no sean ni el primero ni el segundo, les cuesta mucho más conseguir un escaño. Asimismo, para tratar de que no quedaran sin voz en el Congreso, los partidos nacionalistas, que solo tienen votos en su tierra, con muchos menos votos logran tener representación y escaños.

5º. El problema de la cuestión nacional.

6º. La violencia, el dogmatismo, la intolerancia de los que se creen en posesión de la verdad en política hacen imposible la democracia. A veces, por medio del terrorismo, algunos se pretenden imponer por la fuerza. Eso atenta contra las libertades de los demás.

7º. Los populismos y la demagogia: hay partidos que surgen del descontento de las masas y se dirigen a ellas con fórmulas mágicas para solucionar todos los problemas. La demagogia es una degeneración de la democracia que consiste en dirigirse a los sentimientos y emociones del pueblo en vez de a su razón.

8º. La desinformación de los medios de comunicación cuando no contrastan bien las noticias y difunden medias verdades o mentiras interesadas, como las “fake news”. Si la opinión de los ciudadanos se forma por la información de esos medios, todo esto lleva a la manipulación ideológica. El ciudadano en Democracia debe estar alerta y ser muy crítico. La falta de tiempo para contrastar con varios medios no favorece la reflexión.

1.-Teorías sobre el origen y legitimidad del estado

1. La visión naturalista y organicista del Aristóteles

Dado que el hombre es un animal político por naturaleza, ya que solamente la polis posibilita el pleno desarrollo del hombre, entonces la polis será más importante que cada individuo por separado, como en un organismo natural, un cuerpo, este es también más importante que las partes que lo componen. Frente a lo que dijeron los sofistas, la polis según Aristóteles es algo natural y no solo el fruto de un acuerdo. La polis surgió para dar más seguridad al ciudadano.

Ni solo la familia, ni tampoco la aldea son autosuficientes como la polis. Esta es la asociación humana que mejor permite la colaboración y la ayuda mutua.

Aunque existen otros animales sociales, como las abejas, por ejemplo, el hombre es aún más sociable por su capacidad para el lenguaje. Los hombres pueden decidir sobre lo que es justo o injusto, y hacer las leyes para regir su convivencia en paz. La política se desarrolla gracias a la participación de todos. El buen ciudadano debe poseer virtudes como la justicia. Las armas solo pueden servir para defender la polis, ya que un hombre apartado de la ley y de la justicia, siendo poseedor de armas, será peor que el animal más salvaje.

En Aristóteles, ética y política siempre van unidas porque el bien supremo humano depende del perfeccionamiento de lo más específico de nuestra naturaleza que es la razón. Solo las bestias o los dioses pueden vivir solos. Por medio del diálogo con los demás es cómo podemos realizarnos como seres humanos.

2. Los teóricos del Contrato Social en la época moderna

La teoría del contrato social surge en la modernidad para poder legitimar el poder político. Se basa en un pacto o contrato entre los individuos por el que se abandona el estado natural para poder formar parte de la sociedad civil. Según esta teoría, la sociedad resulta ser una asociación artificial entre individuos aislados que se establece por medio de un pacto entre ellos, para solucionar algún problema del estado natural (como la seguridad o la subsistencia) de forma que el bien común quedaba asegurado, aun a costa de perder la libertad del estado natural previo al contrato; pero ganando la libertad civil del ciudadano, pues gracias a la autoridad y a la ley, podían ser salvaguardados los derechos de todos, y no solo los de los más fuertes y poderosos.

La hipótesis contractualista era sólo una hipótesis imaginativa que no pretendió nunca describir históricamente los hechos tal y cómo pudieron haber ocurrido realmente, sino tan solo explicar y legitimar el poder de los gobernantes, preguntándose qué podría suceder si no existieran las autoridades ni la ley en la sociedad humana.

Dependiendo de la visión sobre el ser humano en estado natural que tenga cada pensador, y del tipo de problema que haya de solucionar por medio de ese pacto, se dará legitimidad a un estado diferente, como podemos ver en Hobbes, Locke o Rousseau, que irán desde la monarquía absoluta hasta el estado liberal y democrático.

A- Los teóricos clásicos: Hobbes, Locke y Rousseau.

Thomas Hobbes (1588-1679)

Este autor, del Empirismo británico, afirmó en su obra “Leviatán” que el hombre es un lobo para el hombre. Un ser por naturaleza, egoísta y violento. Todos buscan los mismos bienes: riqueza, poder, honores...por eso luchan entre sí, y si no hubiera ese pacto, sería la guerra total de todos contra todos. La vida sería desagradable, corta y cruel para todos, porque nadie estaría a salvo; ni siquiera los más fuertes podrían bajar nunca la guardia.

Aunque fueran libres, en estado natural no habría más derecho que el de la fuerza bruta o la astucia, pero la violencia impediría desarrollar una vida humana. Por eso, como además de ser rasgos de la naturaleza humana, la violencia y el egoísmo, también lo es la racionalidad, viendo que así no vale la pena vivir, por la seguridad de todos, han decidido pactar, dando todo el poder a un solo hombre, el rey, para que ponga orden en la sociedad, renunciando ya a la posibilidad de la venganza personal, y sometiéndose a la ley y a la autoridad. Sólo el rey puede someterlos a todos por el temor. De ese modo Hobbes termina justificando la monarquía absoluta, que era la forma de estado de su época, en el siglo XVII.

La teoría de Hobbes puede resultar hoy extraña, desde un punto de vista democrático, pero en realidad supuso un paso adelante en la teoría de la justificación racional del poder de la autoridad, porque antes de Hobbes solamente había el origen divino del poder real: el rey era rey por la Gracia de Dios. Cada dinastía, se suponía que había sido elegida por Dios para regir el destino de las naciones y para mandar sobre el pueblo. Por eso el rey era el soberano, el único que tenía poder de decisión política, y su poder era irrevocable.

John Locke (1632-1704)

Perteneciente también al Empirismo británico, afirmó que el hombre en estado natural es ya un ser que tiene unos derechos naturales como la defensa de la vida, de la libertad y de sus propiedades. Tiene todos esos derechos por naturaleza. Pero el problema en estado natural es cómo asegurarlos sin una autoridad que vele por los derechos de todos. Esta es la razón del pacto social. Este autor defiende la existencia de un derecho natural basado en la razón, previo al pacto. Por tanto, en este caso, el pacto no supone una ruptura con el estado natural, como en Hobbes, sino su perfeccionamiento.

Si el pacto se realiza para asegurar mejor esos derechos naturales, para proteger mejor, la vida, la libertad y la propiedad privada de cada uno, por el pacto los hombres no renuncian a sus derechos naturales en favor del rey; solo le ceden el poder castigar a los malhechores, la capacidad de hacer las leyes y de cuidar del bien común. Pero los ciudadanos siempre podrán revocar al gobernante que no sepa o no pueda cumplir bien con la función encomendada. (Eso era algo imposible en la teoría de Hobbes, en donde el poder real era irrevocable).

Además, Locke fue uno de los primeros que propuso la separación de poderes para impedir el abuso de poder, lo que suele suceder cuando este se concentra en una sola persona, como era el caso del rey con poderes absolutos. Al poder legislativo se habría de someter hasta el propio rey. Locke empezó a dar los pasos necesarios hacia la fundamentación del liberalismo político.

Aseguró que era necesario defender las libertades de conciencia, de pensamiento y de expresión de los ciudadanos, como vemos en su obra “Cartas sobre la tolerancia”; así como la necesidad de separar entre política y religión. Es uno de los primeros en defender la laicidad del estado. Se debían tolerar las diferentes creencias religiosas, siempre que no fuesen contrarias a la seguridad del estado.

Jean-Jacques Rousseau (1712/1778)

Aunque este autor vivió en la época de la Ilustración del siglo XVIII, sin embargo fue ya un precursor del Romanticismo. Afirmaba que el hombre es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo corrompe. Él creó el mito del buen salvaje. Los seres humanos nacen libres e iguales entre sí; en estado natural, el hombre es bueno, pacífico y algo solitario. Esto es así antes de que se desarrollen la sociedad y el estado con su poder político, y surjan la propiedad privada y la dominación de unos sobre otros.

La desigualdad, la envidia, la codicia, la ambición, la rivalidad y la hipocresía solo han surgido por vivir en sociedad. En un primer momento, los hombres se unieron entre sí para asegurar mejor la subsistencia frente a una naturaleza hostil, pero a la larga, la sociedad corrompió al hombre. En estado natural no había propiedad privada, todo era de todos y la bondad natural se basaba en los sentimientos. En la vida natural y sencilla las cualidades del valor, la fuerza y la nobleza son las virtudes del buen salvaje. En cambio, la sociedad ha hecho al hombre vil y rencoroso. La civilización, la ciencia y la cultura lo han transformado en un ser débil y lo han pervertido. En 1750 la Academia Francesa propuso un concurso en el que se preguntaba si las Artes y las Ciencias han contribuido a mejorar al hombre. Rousseau contestó que no. Los demás intelectuales ilustrados creadores de la Enciclopedia, se enfrentaron con Rousseau, en especial Voltaire, que le acusó de querer devolver al hombre al estado animal.

En su discurso “Sobre el origen de la desigualdad entre los hombres” describe la destrucción del estado natural con la aparición de la propiedad privada: “el primer individuo al que, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir – esto es mío – y encontró a gente lo bastante simple como para hacerle caso fue el verdadero fundador de la sociedad”. Al ser una situación irreversible, lo único que ya se puede hacer es hacer una reforma de la sociedad por medio de un nuevo pacto que pueda garantizar los derechos de todos los ciudadanos, y de eso trata su obra “El Contrato Social”. Por ese nuevo pacto, cada miembro dejará sus derechos en manos de la comunidad. Cada individuo dejará de pensar en sus intereses particulares para empezar a pensar en el bien general.

En esta obra hace su propuesta para hallar una sociedad justa (una especie de utopía) en donde se fundamentará el estado democrático. Tras el nuevo contrato, el verdadero soberano sería ya el pueblo, no el rey. Los gobernantes no serán los amos del pueblo, sino sus servidores. El pueblo podría nombrarlos o deponerlos cuando quisiera. Los gobernantes solo se encargarían de que se ejecutara la ley, pero esta sería la expresión escrita de la voluntad general.

La voluntad general es la voluntad de bien común. No es la simple suma de las voluntades particulares que responden a intereses egoístas de diferentes grupos de presión; sino la voluntad del bien colectivo. Si se hiciera ese nuevo pacto, la sociedad podría defender con la fuerza común, a cada persona y sus bienes, pero todos se obligarían a cumplir la ley y seguirían siendo libres, porque al haber contribuido por igual a hacerla, en una asamblea, y siendo esta ley la expresión escrita del bien común, al obedecer la ley, todos se estarían obedeciendo a sí mismo. Esa ley nacería de su autonomía, derivaría de su propia voluntad unida a la de todos los demás, de la voluntad general.

Aunque renunciaran a todos sus derechos en favor de la comunidad, al perder la libertad natural ganarán la libertad civil, que es superior. Darse uno mismo la ley, es autonomía, es la libertad verdadera. Los asuntos comunes se resolverían en asamblea general en la que siempre estarían presentes todos los ciudadanos que podrían expresarse libremente y en pie de igualdad, sin necesidad de representantes. Rousseau abogaba por una democracia directa, no representativa.

LA FUNDAMENTACIÓN POLÍTICA CONTEMPORÁNEA

Hay dos tendencias principales:

a) El neocontractualismo actual: John Rawls (con influencias de Rousseau y de la ética utilitarista) y Robert Nozick (con influencias de Locke).

b) El modelo liberal radical: F. Hayek.

El Neocontractualismo actual:

John Rawls: “una teoría de la justicia” (1971)

En esa obra este autor se propone reelaborar la teoría contractualista de la sociedad, con el fin de dar una solución al enfrentamiento que se plantea entre libertad e igualdad en las modernas sociedades democráticas. Afirma que en una comunidad ideal de diálogo de seres racionales, que no supieran qué lugar iban a ocupar en la sociedad (con un velo de ignorancia), se podrían descubrir los principios de la justicia imparcial en la que todos coincidirían, por lo que se llegaría a una voluntad general, que podría fijarse en forma de una ley justa. Esos principios serían:

- El mayor número posible de libertades compatibles para todos.

- Igualdad de oportunidades de acceso a todos los cargos públicos y profesiones.

- Seguridad social y económica para los miembros menos aventajados de la sociedad (enfermos, minúsvalidos, niños, ancianos, parados etc.)

Para Rawls, la sociedad debe ser una empresa cooperativa encaminada al beneficio mutuo que intente conseguir el mayor bienestar para todos. (Aquí se ve la influencia del Utilitarismo ético). No concibe la sociedad como una empresa competitiva en la que cada uno trate de sacar el máximo beneficio que pueda. Por ello, cree que es misión del estado la redistribución económica de la riqueza de la sociedad, por medio de un reparto justo de impuestos, becas, ayudas etc. En definitiva, un estado del bienestar que haga compatibles la libertad y la igualdad social; el mérito personal y la igualdad de oportunidades, como condiciones de la justicia social.

R. Nozick: “Anarquía, estado y utopía” (1974)

En esta obra el autor propone un estado mínimo que se ocupe sólo de la seguridad y no de la redistribución de la riqueza económica porque “el estado mínimo es el estado más extenso que se puede justificar; cualquier otro estado mayor viola los derechos de todos”. Nozick critica el modelo del estado del bienestar. Los individuos tienen derecho a la vida y la propiedad privada. Como ya dijo Locke, el estado tiene que proteger esos derechos esenciales.

Sólo debe intervenir para solucionar los conflictos entre los derechos de los particulares.

Defensa, policía y justicia son las únicas funciones legítimas del estado. Nuestros impuestos sólo deben dedicarse a eso. “No es función del estado cuidar de los pobres o procurar una igualdad social en lo económico”. La única igualdad que hay que procurar es la igualdad ante la ley. Son los individuos los que con su propio esfuerzo han de intentar prosperar económicamente. El estado no debe intervenir en la economía de los individuos, ni imponer impuestos abusivos. Eso sería abuso de poder que iría en contra de la libertad de los individuos. Para Nozick, los impuestos son un robo, que hace de los ciudadanos esclavos del estado, al obligarlos a trabajar gratis para el estado, por medio de los impuestos.

El modelo liberal radical o neoliberalismo: Hayek

Este autor está más de acuerdo con Nozick que con Rawls al defender un capitalismo competitivo, pero no cree que la sociedad sea el producto de ningún pacto social. Por el contrario, opina que la sociedad ha evolucionado espontáneamente conforme a los principios del darwinismo social en el que sólo deben sobrevivir los más trabajadores, los más inteligentes y los más eficaces. Por eso, ese orden es justo. La libre competencia por el éxito social y económico, la libertad y el derecho a la propiedad privada es lo que hace progresar a una sociedad en su conjunto. El estado no debe intervenir en la redistribución de la riqueza.

La justicia no es más que igualdad ante la ley y percibir un sueldo adecuado al trabajo realizado. “El igualitarismo es un ideal basado en la envidia” llega a afirmar. La sociedad no es el resultado de un acuerdo racional entre los individuos. Es una empresa competitiva en la que cada uno intenta sacar el máximo beneficio particular en sus negocios con los demás. El mérito personal es la base del enriquecimiento legítimo y no la “caridad del estado”, los subsidios etc.

Este modelo liberal radical se basa en una forma absoluta de individualismo que representa lo más extremo de la idea moderna de sociedad como agregado de individuos y que es lo más opuesto a la idea aristotélica de la sociedad como comunidad natural en la que el ser humano podía llegar a ser feliz, en un continuo diálogo con los demás.