Por: Ciara Morocho Zavala y Trace Zeta Bayona
A menudo, en las calles y mercados de Piura, observamos a personas caminando horas y horas bajo el intenso sol característico de la ciudad, ofreciéndonos sus productos o servicios y tratando de convencernos con un “¡Lleve, casera!”, “Apóyame comprando esto” o “¡Baratito nomás!”. En la gran complejidad comercial del mercado de Piura, se destaca una modalidad de venta poco común en la que los comerciantes cargan sus productos a cuestas y los ofrecen mientras recorren a pie todo el lugar.
Desde las nueve de la mañana hasta aproximadamente seis de la tarde recorren el mercado al derecho y al revés cargando una gran cantidad de productos y trabajando bajo condiciones climáticas extremas sin ningún descanso de por medio, salvo los minutos que se toman para respirar, pues no cuentan con un puesto fijo. A cambio obtienen ganancias mínimas con las que apenas pueden cubrir sus necesidades. Sin embargo, pese a las circunstancias en las que trabajan, no buscan ser vistos como víctimas, sino como personas que también trabajan arduamente por un futuro mejor.
El movimiento comercial que generan estos personajes es innegable, ya que se encuentran en cualquier zona del mercado. Esta forma de venta a pie, que no es delivery, refleja la creciente necesidad de generar ingresos en el contexto actual, lo que impulsa a los comerciantes a adoptar estrategias de venta directa para llegar más al cliente.
Desde personas jóvenes hasta mayores de edad se ganan la vida con este método de venta, caminando y vendiendo. Es importante ser conscientes de que los vendedores ambulantes representan el esfuerzo, persistencia y fortaleza física que cada uno de ellos emplea independientemente de la edad a diario.