Por: Joserit Contreras y Agnes García
No ha pasado mucho desde que nos fuimos. Todo ha cambiado afuera, pero sigue siendo lo mismo por dentro, un camino por la niñez que junta nuestros pasos entrelazados por una ciudad que compartimos en el pasado sin apenas conocernos.
Un viaje a través de nuestras memorias, donde las calles no lucen igual, pero su esencia permanece, lugares especiales que no solamente son nuestros, que siempre cambian, pero guardan los recuerdos de lo que una vez fuimos.
Al llegar a la universidad, coincidimos en el mismo salón, y prontamente nos hicimos compañeras. Semanas después, nos daríamos cuenta de que no solamente hemos coincidido en aula y en la casa de estudios, sino que a lo largo de nuestras vidas, recordamos haber tenido muchas más cosas en común de lo que pensábamos.
Descubrimos que nuestras memorias y recuerdos nos transportaban a lugares comunes de esa ciudad que recorrimos al mismo tiempo durante casi toda nuestra niñez, pero sin habernos cruzado, o tal vez sí…
Hoy, juntas, evocamos esos espacios urbanos que alguna vez ocupamos y que cobran hoy por hoy, dada esta perturbadora coincidencia, una carga sentimental y existencial para nosotras.