Por: Francesca Astudillo Alvarez y Miguel Parra Sarango
En la ciudad de Piura existe un lugar donde se aprecia la belleza natural, que, aunque discreta a primera vista, espera ser descubierta. A pesar de encontrarse en medio de un entorno urbano, bullicioso y congestionado, este lugar es un pedazo de desierto convertido en un refugio de vida y color. Este sitio se caracteriza por la imponencia del espacio donde se equilibran grandes extensiones de arena con la frescura que proporcionan las sombras de sus viejos y grandes algarrobos. La experiencia de caminar en el interior del parque San Eduardo es realmente reconfortante.
El Parque "San Eduardo", o también conocido como “Cancha de Polo”, tiene sus raíces en los años 1956 y 1957, cuando un grupo de veinte amigos decidió fundar un club de polo en sus terrenos. Con el tiempo, el club cedió el cuidado del lugar a la administración municipal. Sin embargo, ciertas zonas muestran signos de abandono ya que desde entonces se ha hecho poco por preservar el entorno natural. El lugar se hace vulnerable por el paso del tiempo y el descuido de las autoridades competentes.
A pesar de todo, este espacio con sus rincones y sus imponentes árboles que aún se conservan en buen estado proporciona una experiencia natural poco común en medio de la ciudad; el lugar, además, es ideal tanto para quienes practican deportes como para familias y amigos que buscan un lugar de descanso y desconexión con el mundanal ruido. Contar con este lugar público es un privilegio, es como un gran parque natural acogedor al acceso de todos los piuranos.