REGALOS DEL CAZADOR DE VERSOS
Tu cuerpo está a mi lado
Tu cuerpo está a mi lado
Fácil, dulce, callado.
Tu cabeza en mi pecho se arrepiente
Con los ojos cerrados
Y yo te miro y fumo
Y acaricio tu pelo, enamorado.
Esta mortal ternura con que callo
Te está abrazando a ti mientras yo tengo
Inmóviles mis brazos.
Miro mi cuerpo, el muslo
En que descansa tu cansancio,
Tu blando seno oculto y apretado
Y el bajo y suave respirar de tu vientre
Sin mis labios.
Te digo a media voz
Cosas que invento a cada rato
Y me pongo de veras triste y solo
Y te beso como si fueras tu retrato.
Tú, sin hablar, me miras
Y te aprietas a mí y haces tu llanto
Sin lágrimas, sin ojos, sin espanto.
Y yo vuelvo a fumar, mientras las cosas
Se ponen a escuchar lo que no hablamos
Jaime Sabines
LA GRAN MISERIA HUMANA
Una noche de misterio,
estando el mundo dormido
buscando un amor perdido,
pasé por el cementerio
Desde su azul hemisferio,
la luna su luz ponía,
sobre la Gran Muralla fría,
de la Necrópolis Santa,
en donde a los muertos canta,
el búho su triste elegía.
La luna sus limpideces,
a las tumbas ofrecía,
y pulsaba el áura umbría,
el arpa de los cipreses
Y aquellas lobregueces,
de mi corazón hermanas,
me inspiraron y con ganas
de interrogar a la Parca
entré a la Glacial Comarca
de las Miserias Humanas
Acompañado de un cierzo
los difuntos visité
y en cada tumba dejé
una lágrima y un verso
¿Estaba allí de perverso,
entre seres no ofensivos?
¿Fuí a perturbar los cautivos,
en sus sepulcros desiertos?
Pues no, fuí a visitar a los muertos,
por tener miedo a los vivos.
La noche estaba muy bella,
y el aire muy sonoro,
y una dalia de oro,
semejaba cada estrella
Sentí vacilar mis pies,
en tan lúgubre mansión,
me senté en un panteón,
con la lira en una mano,
y como un revuelto oceáno
temblaba mi corazón
Bajo de un ciprés sombrío,
y verde cual la esperanza
con su fúnebre acechanza
estaba un cráneo vacío,
Y sentí pavor y frío,
al mirar la calavera,
pareciéndome en su esfera,
que se reía de mí,
y yo de ella me reía,
al verla calva y tan fiera.
Dime hermana calavera,
¿que hiciste la carne aquélla,
que te dio hermosura bella,
cual lirio de primavera?
¿Que se hizo tu cabellera,
tan frágil y tan liviana,
dorada cual la mañana,
de la aurora al nacimiento?
dime, ¿que se hizo tu pensamiento?
Responde, Miseria Humana
Calavera sin antojos,
dime ¿ que hiciste tus ojos,
con que mataste de hinojos,
a idílicos corazones?
aquí donde no hay tropel,
cCalavera sin resabios,
dime ¿que se hicieron tus labios,
tan rojos como el clavel?
Y dulces como la miel,
de la Campiña Romana,
esos tus labios de grana,
llenos de pasión medida,
¿que se hicieron en la vida?
Responde, Miseria Humana.
Calavera a quien feliz,
besa la luna de plata,
¿porque te encuentras ñata,
si era larga tu nariz?
¿Dónde está la masa gris,
de tu cerebro pensante?
donde en bello semblante,
y mejilla sonrojada,
a veces en noche helada,
quiso robarse un amante.
Aquí donde todo es calma,
contesta, cráneo vacío,
¿que se hizo tu poderío,
y el placer de tu alma?
¿Qué fue de tu aurina palma,
que te dio el amor un dia,
tu altivez, tu bisarria,
tus sonrisas que mintieron
dime – dime que se hicieron?
Oh, calavera sombría
A mis interrogaciones
el cráneo blanco callaba,
mientras la luna alumbraba
sarcófagos y panteones
Y dije sin aflicciones,
si eres el cráneo de aquélla
que en la vida sin querella
me despreció con desdén,
despréciame ahora también,
eclipsa otra vez mi estrella
Aquí en esta soledad,
donde solo cruza el cocuyo,
¿qué se hizo tu orgullo,
tu amor y tu vanidad?
¿Que se hizo tu potestad,
de persona soberana,
tan débil y tan galana?
Responde, Miseria Humana
Y de pronto dijo la calavera:
Vanidad de vanidades
solamente son tus galas,
Oh, mariposa sin alas,
llorad a tus liviandades
Las éticas realidades,
realidades que te circundan,
con profundo marasmo,
donde infecundo es el amor,
aquí es donde terminan
las vanidades del mundo
Aquí en este Camposanto
se terminan los amores,
el poderío y el encanto,
las alegrías y los dolores,
secan los ojos el llanto,
y el mundo vivo suspira
Aquí no llega la ira,
de la muchedumbre inquieta,
aquí se termina el poeta,
y se enmudece la lira
En este mundo idealista,
de egoísmo y de censura,
tan sólo la sepultura,
es la que no es egoísta
Ella recibe humanista,
al santo y al condenado,
al pobre, al acaudalado,
al perverso, al bueno,
al caco y al honrado,
al bruto y al ilustrado
Al rodad el ataúd,
y abrirse la sepultura,
se igualan en linea oscura,
el crimen y la virtud
Y en eterna laxitud
queda todo movimiento
lanza quejidos el viento,
y la soledad aterra,
y ruedan sobre la tierra
cráneos sin pensamiento
Aquí en este Camposanto,
termina del vate el canto,
del músico su sonido,
y el cerebro se consume
Aquí quedó el sofoco,
y sólo queda el recuerdo,
aquí tanto vale un cuerdo
como lo que vale un loco.
Todo corazón se aterra
al llegar a esta Mansión,
viendo cavar el cajón,
que se comerá la tierra
Cuando una tumba se cierra,
el alma gime asustada,
y esta humana bandada,
que a otros vienen a enterrar,
mañana en este lugar,
serán polvo y serán nada
En esta Mansión Glacial,
donde el fatuo refleja,
se pudre la carne vieja,
como la carne jovial,
Aquí el necio se hace igual
al urbano de ilustrada
sociedad civilizada
y aquí la Diosa Riqueza,
es igual a la pobreza,
todo aquí es polvo y es nada
Y decía la calavera:
Aquí en este erial,
donde sucumbir es ley,
el esqueleto de un Rey,
al de un esclavo es igual
Aquí con este toque funeral,
de la sonora campana,
queda la cabeza cana,
como la de un negro pelo,
y ñata donde recelosa,
es la Calavera Humana
Tan sólo el dolor es fuerte,
la vida es vano capullo,
yo vi acobardarse mi orgullo,
bajo el peso de la muerte
Llorar en estos desiertos,
es una cosa muy vaga,
porque el llanto nada paga,
ni resucita a los muertos
Que de paños recubiertos,
está la loza fría,
aquí en un tétrico día,
cae el que peca y el que no peca,
así haciendo horrible mueca,
la calavera decía
Aqui esta la gran verdad,
que sobre el orgullo pesa,
aquí la gentil belleza,
es igual a la fealdad
Aquí acaba la maldad,
y acaba también la bondad
apreciada aquí la mujer casada,
es igual a la soltera,
me decía la calavera,
con su voz apagada
Como la primera estrella,
o la flor del Tulipán,
a quien las auroras dan,
el rocío que se delie,
Aquí el que de mi se ríe,
de el mañana se reirán
Yo escuché aquella cosa
y todo lleno de espanto
salí de aquel Camposanto
como veloz mariposa
La luna pura y radiosa
vertía su lumbre fugaz
y la calavera audaz
dijo al mirarme correr
“Aquí tienes que volver,
y calavera serás”
Ante razón tan sentida,
sentí por el cuerpo mío
un extraño escalofrío
casi perdiendo la vida
Llegué a mi celda cristiana
meditando que mañana,
por firme ley de la parca
debo habitar la comarca
de la Gran Miseria Humana.
GABRIEL ESCORCIA GRAVINI
I
Cuando yo muera quiero tus manos en mis ojos:
quiero la luz y el trigo de tus manos amadas
pasar una vez más sobre mí su frescura:
sentir la suavidad que cambió mi destino.
Quiero que vivas mientras yo, dormido, te espero,
quiero que tus oídos sigan oyendo el viento,
que huelas el aroma del mar que amamos juntos
y que sigas pisando la arena que pisamos. Quiero que lo que amo siga vivo
y a ti te amé y canté sobre todas las cosas,
por eso sigue tú floreciendo, florida, para que alcances todo lo que mi amor te ordena,
para que se pasee mi sombra por tu pelo,
para que así conozcan la razón de mi canto.
NERUDA
Misterio
Si tu alma pura es un broche
Que para abrirse a la vida
Quiere la calma adormecida
De las sombras de la noche;
Si buscas como un abrigo
Lo más tranquilo y espeso,
Para que tu alma y tu beso
Se encuentren sólo conmigo;
Y si temiendo en tus huellas
Testigos de tus amores,
No quieres ver más que flores,
Más que montañas y estrellas;
Yo sé muchas grutas, y una
Donde podrás en tu anhelo,
Ver un pedazo de cielo
Cuando aparezca la luna.
Donde a tu tímido oído
No llegarán otros sones
Que las tranquilas canciones
De algún ruiseñor perdido.
Donde a tu mágico acento
Y estremecido y de hinojos,
Veré abrirse ante mis ojos
Los mundos del sentimiento.
Y donde tu alma y la mía,
Como una sola estrechadas,
Se adormirán embriagdas
De amor y melancolía.
Ven a esta gruta y en ella
Yo te daré mis desvelos,
Hasta que se hunda en los cielos
La luz de la última estrella.
Y antes que el ave temprana
Su alegre vuelo levante
Y entre los álamos cante
La vuelta de la mañana.
Yo te volveré al abrigo
De tu estancia encantadora,
Donde el recuerdo de esa hora
Vendrás a soñar conmigo…
Mientras que yo en el exceso
De la pasión que me inspiras
Iré a soñar que me miras,
E iré a soñar que te beso
Manuel Acuña