REGALOS DEL CAZADOR DE VERSOS

ESTE SITIO DE ANGUSTIA

Uno quisiera siempre tener su mano amiga,

su buen pan compañero, su dulce café, su

amigo inseparable para cada momento.

Quisiera no encontrar un solo fruto amargo,

una casa sangrando, un niño abandonado,

un anciano caído debajo del fracaso.

Pero a veces los días se ponen grises,

nos miran con miradas enemigas,

y se ríen de nosotros,

se burlan de nosotros,

nos enseñan cadáveres de jornaleros tristes,

de muchachas vencidas, de niños sin tinero.

Se mira uno las uñas, como haciéndose viejo,

encoge las rodillas para no perecer,

y nada, nada bueno agita las campanas,

nada bueno florece en los hombros del mundo.

Entonces es que uno llama al apio y le dice,

llama al rábano amargo y le dice también

que esta corteza de hombre debe ser un castigo,

un paisaje maldito donde el hombre no quiere,

no soporta vivir porque le sorben sangre,

porque le chupan sangre hasta dejarlo ciego

Jorge Debravo

Es fría la luz

Es fría la luz de la memoria

lo apenas entrevisto brilla

con insistencia

gira buscando el casco de botella

o el charco de lluvia

tras cualquier puerta que se abre

está la luna

tan grande y plana

tan fuera de lugar

como si de un cuadro se tratara

óleo sobre papel

endurecido por el tiempo

así cayeron en la mente

formas y colores

casualidades

azar que anuda sombras

vuelcos en la negra marmita

donde a borbotones

se cuecen gozo y espanto

crece el yeso de un cielo

mil veces lastimado

mil veces blanqueado

se borra el mundo y se vuelve

a escribir

hasta el último aliento

sólo esto

eternidad aparente

mísera astilla de luz en

la entraña

del animal

que apenas estuvo

Blanca Varela

Cuando yo muera quiero tus manos en mis ojos:

quiero la luz y el trigo de tus manos amadas

pasar una vez más sobre mí su frescura:

sentir la suavidad que cambió mi destino.

Quiero que vivas mientras yo, dormido, te espero,

quiero que tus oídos sigan oyendo el viento,

que huelas el aroma del mar que amamos juntos

y que sigas pisando la arena que pisamos. Quiero que lo que amo siga vivo

y a ti te amé y canté sobre todas las cosas,

por eso sigue tú floreciendo, florida, para que alcances todo lo que mi amor te ordena,

para que se pasee mi sombra por tu pelo,

para que así conozcan la razón de mi canto.

NERUDA

Poema Puerto Supe de Blanca Varela

a J.Bartolome.Está mi infancia en esta costa,

bajo el cielo tan alto,

cielo como ninguno, cielo,

sombra veloz, nubes de espanto,

oscuro torbellino de alas,

azules casas en el horizonte.

Junto a la gran morada sin ventanas,

junto a las vacas ciegas,

junto al turbio licor y al pájaro carnívoro.

¡Oh, mar de todos los días,

mar montaña,

boca lluviosa de la costa fría!

Allí destruyo con brillantes piedras la casa de mis padres,

allí destruyo la jaula de las aves pequeñas,

destapo las botellas y un humo negro

escapa y tiñe tiernamente el aire y sus jardines.

Están mis horas junto al río seco,

entre el polvo y sus hojas palpitantes,

en los ojos ardientes de esta tierra

adonde lanza el mar su blanco dardo.

Una sola estación,

un mismo tiempo de chorreantes dedos

y aliento de pescado.

Toda una larga noche entre la arena.

Amo la costa,

ese espejo muerto en donde el aire gira como loco,

esa ola de fuego que arrasa corredores,

círculos de sombra y cristales perfectos.

Aquí en la costa escalo un negro pozo,

voy de la noche hacia la noche honda,

voy hacia el viento que recorre

ciego pupilas luminosas y vacías,

o habito el interior de un fruto muerto,

esa asfixiante seda, ese pesado espacio

poblado de agua y pálidas corolas.

En esta costa soy el que despierta

entre el follaje de alas pardas,

el que ocupa esa rama vacía,

el que no quiere ver la noche.

Aquí en la costa tengo raíces,

manos imperfectas,

un lecho ardiente

en donde lloro a solas.

A la muy querida, a la muy bella

A la muy querida, a la muy bella

Que llena mi corazón de claridad,

Al ángel, al ídolo inmortal,

¡Salud en la inmortalidad!

Ella se extiende en mi vida

Como un aire impregnado de sal,

Y en mi alma no saciada

Derrama el sabor de lo eterno.

Saquito siempre fresco que perfuma

La atmósfera de un reducto querido,

Incensario olvidado que echa humo

En secreto a través de la noche,

¿Cómo -amor incorruptible-

Definirte con acierto?

¡Grano de almizcle que yaces, invisible,

En el fondo de mi eternidad!

A la muy buena, a la muy bella,

Que constituye mi alegría y mi salud,

Al ángel, al ídolo inmortal,

¡Salud en la inmortalidad

Charles Baudelaire

Siempre

Siempre nos piden que entendamos

El punto de vista de los otros

Sin importar si es anticuado

Necio

Asqueroso.

A uno le piden

Que entienda

Amablemente

Todos los errores de los otros,

Sus vidas desperdiciadas,

Sobre todo si son de edad avanzada.

Pero su edad es lo único

En lo que nos fijamos.

Han envejecido mal

Porque han vivido sin enfoque

Se han negado a ver .

¿Que no es culpa suya?

Se me pide que oculte

Mi opinión ante ellos

Por miedo a su miedo.

La edad no es un crimen

Pero la vergüenza de una vida

Deliberadamente desperdiciada

Entre tantas vidas

Deliberadamente desperdiciadas

Sí lo es.

Charles Bukowski

Tengo una soledad tan concurrida

Tengo una soledad

Tan concurrida

Tan llena de nostalgias

Y de rostros de vos

De adioses de hace tiempo

Y besos bienvenidos

De primeras de cambio

Y de último vagón.

Tengo una soledad

Tan concurrida

Que puedo organizarla

Como una procesión

Por colores

Tamaños

Y promesas

Por época

Por tacto

Y por sabor.

Sin un temblor de más

Me abrazo a tus ausencias

Que asisten y me asisten

Con mi rostro de vos.

Estoy lleno de sombras

De noches y deseos

De risas y de alguna

Maldición.

Mis huéspedes concurren

Concurren como sueños

Con sus rencores nuevos

Su falta de candor

Yo les pongo una escoba

Tras la puerta

Porque quiero estar solo

Con mi rostro de vos.

Pero el rostro de vos

Mira a otra parte

Con sus ojos de amor

Que ya no aman

Como víveres

Que buscan a su hambre

Miran y miran

Y apagan mi jornada.

Las paredes se van

Queda la noche

Las nostalgias se van

No queda nada.

Ya mi rostro de vos

Cierra los ojos

Y es una soledad

Tan desolada.

Mario Benedetti

Vivamus, mea Lesbia.

Vivamos, Lesbia mía, Cayo Valerio Cátulo.

Vivamos, Lesbia mía, y amemos,

Si los sabios reprueban nuestros actos

Con excesivo escrúpulo, olvidémoslos.

Los astros se sumergen en el oeste

Para luego retornar:

Pero nosotros, cuando se extinga

La tenue luz de nuestras vidas,

Dormiremos una noche eterna.

Dadme mil besos, y después cien,

Mil besos más, y luego otros cien,

Comienza de nuevo y completa mil con cien más,

Cuando hayamos acumulado muchos miles,

Revolvamos todo y perdamos la cuenta,

Para que el malvado no pueda encantarnos,

Cuando sepa de los besos que compartimos.

Vivamus, mea Lesbia, atque amemus,

Rumoresque senum seueriorum

Omnes unius aestimemus assis.

Soles occidere et redire possunt:

Nobis, cum semel occidit breuis lux,

Nox est perpetua una dormienda.

Da mi basia mille, deinde centum,

Dein mille altera, dein secunda centum,

Deinde usque altera mille, deinde centum.

Dein, cum milia multa fecerimus,

Conturbabimus illa, ne sciamus,

Aut nequis malus inuidere possit,

Cum tantum sciat esse basiorum.

VII.

Preguntas cuántos besos tuyos, Lesbia,

Me satisfacen y superan.

Cuan grande es el número de arena libia,

Rica en laserpicio*, que se extiende por Cirene,

Entre el oráculo del tempestuoso Júpiter

Y el sagrado sepulcro del viejo Bato**;

O cuantas estrellas observan, cuando la noche calla,

Los furtivos amores de los hombres;

Tantos besos le satisfacen y le sobran

Al loco de Cátulo, que los curiosos

Jamás podrán contarlos

Ni mancillarlos con sus malas lenguas.

Quaeris, quot mihi basiationes

tuae, Lesbia, sint satis superque.

quam magnus numerus Libyssae harenae

lasarpiciferis iacet Cyrenis,

oraclum Iouis inter aestuosi

et Batti ueteris sacrum sepulcrum;

aut quam sidera multa, cum tacet nox,

furtiuos hominum uident amores;

tam te basia multa basiare

uesano satis et super Catullo est,

quae nec pernumerare curiosi

possint nec mala fascinare lingua.

LXXV.

A tal estado ha llegado mi alma por tu culpa, Lesbia mía,

Y de tal forma ella se ha perdido por su fidelidad,

Que ya no es capaz de amarte con bondad,

Aunque te conviertas en la mejor,

Ni dejar de desearte, hagas lo que hagas.

Huc est mens deducta tua, mea Lesbia, culpa,

atque ita se officio perdidit ipsa suo,

ut iam nec bene uelle queat tibi, si optima fias,

nec desistere amare, omnia si facias.

LXXXV.

Odio y amo: ¿Porqué lo hago, acaso preguntas?

No lo sé, pero siento que sucede y me atormenta.

Odi et amo: quare id faciam, fortasse requiris.

nescio, sed fieri sentio et excrucior.

LASERPICIO

Bato, personaje de la mitología griega

Si tú me dices ven

Si tú me dices ven, lo dejo todo

No volveré siquiera la mirada

Para mirar a la mujer amada

Pero dímelo fuerte, de tal modo

Que tu voz como toque de llamada,

Vibre hasta el más íntimo recodo del ser,

Levante el alma de su lodo

Y hiera el corazón como una espada.

Si tú me dices ven, todo lo dejo

Llegaré a tu santuario casi viejo,

Y al fulgor de la luz crepuscular,

Mas he de compensarte mi retardo,

Difundiéndome, ¡Oh Cristo!, como un nardo

De perfume sutil, ante tu altar

      1. .

Amado Nervo

El Amor Engañoso.

Charles Baudelaire.

Cuando te veo cruzar, oh mi amada indolente,

Paseando el hastío de tu mirar profundo,

Suspendiendo tu paso tan armonioso y lento

Mientras suena la música que se pierde en los tejados.

Cuando veo, en el reflejo de la luz que la acaricia,

tu frente coronada de un mórbido atractivo;

donde las luces últimas del sol traen a la aurora,

y, como los de un cuadro, tus fascinantes ojos.

Me digo: ¡qué bella es! ¡qué lozanía extraña!

El ornado recuerdo, pesada y regia torre,

la corona, y su corazón, prensado como fruta,

y su cuerpo, están prestos para el más sabio amor.

¿Serás fruto que en otoño da maduros sabores?

¿Vaso fúnebre que aguarda ser colmado por las lágrimas?

¿Perfume que hace soñar en aromas desconocidos,

Almohadón acariciante o canasto de flores?

Sé que hay ojos arrasados por la cruel melancolía

Que no guardan escondido ningún precioso secreto,

Bellos arcones sin joyas, medallones sin reliquias;

más vacíos y más lejanos, ¡oh cielos!, que esos dos ojos tuyos.

Pero ¿no basta que seas la más sutil apariencia,

alegrando al corazón que huye de la verdad?

¿Qué más da tontería en ti, o peor aún, la indiferencia?

Te saludo adorno o máscara. Sólo adoro tu belleza

Me gustas

por tu rebeldía

por tu alma guerrillera

por tus inconfesables travesuras

de niña consentida.

Me gustas

por dejar que tu alas

se oxiden de monotonías

por pintar con manchas

inmaculados lienzos

impolutos.

Me gustas

por tu mirada

de mujer lasciva

por tus senos turgentes

y tus ingles

desbocadas.

Me gustas

porque entre tus palabras,

tus pinturas

y tu máscara

se cuelan retazos de tu alma,

de esa alma

que cada día

me enamora.

AUTOR José Ramón Varela

QUE ETERNA ES LA NOCHE

CUANDO A MI LADO

AL BORDE DE MI LECHO

PALPO ENTRE LAS SOMBRAS

BUSCANDO TU CALOR

Y NO TE ENCUENTRO.

Qué frías son las sábanas

qué vacío presiento

qué soledad tan cruel

es tu ausencia

Es tan grande mi deseo

tan inmensa mi locura

que al admirarte me enloquezco

.

I

AMANTES SECRETOS

Premiado en Érato y editado por el Ateneo de Sevilla.

Entre los mugidos de las bestias

tus tediosos bostezos

despertaron mi letargo

y el brillo de azules soles

se instaló al verte

reflejada en mi mirada.

Hoy

tu locura exilia mi cordura

y titilo

al presentir que aún late la vida

en nuestros cuerpos autistas.

proscribimos las noches gélidas

que compartimos con difuntos.

Desempolvamos la pasiones dormidas

descalzado la ternura.

Mi aliento fresco

ciega tu tímida mirada.

Tus dedos temblorosos

resbalan por mi piel.

El encuentro soñado

de tu boca con mis labios,

el sutil cosquilleo en tu cuello

al posar mis ribetes carnosos

en lento descenso hacia tus senos.

Se erectan tus pezones

al sentir el calor de mi lengua,

mis besos, libando tus pechos,

como niño, como hombre,

Percibo tu estremecimiento

al paso lento por tu pubis

y me invitas en silencio

entreabriendo tu secreto

a embriagarme con la humedad de tu aroma,

a saciar mi sed con tu néctar

y penetro en ti con mi lengua

en un suave ir y venir

de arriba abajo,

entre espasmos de dicha,

y mudos gemidos de gozo.

Tus muslos enredados en mi cuello,

mi cabeza atrapada

entre tus ingles desbocadas,

el fuego ardiendo en mis entrañas.

Deseos irrefrenables de amazona

cabalgando sobre mi cuerpo,

mi cauce de aguas blancas

se desborda en tus entrañas,

colmándote de mí

antes de yacer rendidos

en un eterno abrazo,

meciendo nuestra dicha

entre vergüenzas tímidas

de una mujer pudorosa

amando a un hombre.

Mi locura y tu cordura,

tu júbilo y mi deleite

el amor de dos almas gemelas

al silencio condenadas.

~

II

Tengo frío

mis dedos entumecidos

no alcanzan tu piel

de escarcha y rocío,

mis caricias son témpanos de hielo

donde parpadean

esas gotas heladas

que se pierden

entre las gélidas soledades

de tus sabanas.

Miro tu cuerpo desnudo

ese cuerpo que no será mío,

esos labios que me niegan tus besos

esos senos que no amamantaran mis desvelos,

esos glúteos, macizos que anhelo

y esas manos

que se niegan a acunarme

en tu regazo.

Sí tengo frío

un frío intenso

que llena mi cuerpo

de vacíos.

~

III

Me gustas

por tu rebeldía

por tu alma guerrillera

por tus inconfesables travesuras

de niña consentida.

Me gustas

por dejar que tu alas

se oxiden de monotonías

por pintar con manchas

inmaculados lienzos

impolutos.

Me gustas

por tu mirada

de mujer lasciva

por tus senos turgentes

y tus ingles

desbocadas.

Me gustas

porque entre tus palabras,

tus pinturas

y tu máscara

se cuelan retazos de tu alma,

de esa alma

que cada día

me enamora.

~

IV

Tras los misteriosos secretos de tu puerto

hoy descubierto por estos ojos inocentes

plancho mis cartas náuticas,

arrancho con alimentos mi fardel

arrío las estachas que me amarran

a los muelles del hastío

y zarpo.

Singladura solitaria

en busca tus paraísos cálidos

tierra húmeda y boscosa

donde se esconden voluptuosos tesoros,

isla deshabitada

que pretendo colonizar

hincando mi estandarte

en las faldas del monte

venusiano

floreado con coros de murmullos

dulcemente expirados,

y fondearé mi nave

en la rada húmeda

del puerto de tus encantos.

Y navegaremos entre suspiros

hasta embarrancar

en las mullidas playas

que ocultan los lienzos blancos

de tu lecho.

V

Con tu encuentro

se apagaron las noches de invierno

tu calor, rozando tímido

mi cuerpo

me traslada hasta las noches estrelladas

que brotan de los candiles

de tu mirada.

Me deslizo por el tobogán de las dichas

en un ir venir sin salir de ti,

me desboco como el potrillo

por primera vez cabalgado

siento el fuerte abrazo

de tus muslos de amazona

sujetando mi ardoroso galope

entre los cauces húmedos

de tus ingles.

Dómame hasta caer rendido

como el poyuelo recién nacido

acurrucado entre los murmullos

insondables de tu éxtasis.

Atrapa esta rebeldía de adolescente

que has despertado en mi cuerpo

hazla tuya, entre enternecedores mimos

y apasionadas contracciones,

quiero marear mi inocencia

entre los espasmo profundos de tu vientre

quiero romperme en mil pedazos

gritar de desconsuelo

cuando mi vuelo

anide

en lo más profundo de tu sentimiento.

VI

Hoy tengo frío,

mucho frío,

es el gélido aliento

de tus silencios

helándome el alma.

Déjame que anide

entre tus brazos

que tu calor me hospede

que tus besos me calienten

y tu manos, entre friegas

y caricias

prendan el fuego

en mis entrañas.

Hoy, amada mía

tengo frío

VII

QUE ETERNA ES LA NOCHE

CUANDO A MI LADO

AL BORDE DE MI LECHO

PALPO ENTRE LAS SOMBRAS

BUSCANDO TU CALOR

Y NO TE ENCUENTRO.

Qué frías son las sábanas

qué vacío presiento

qué soledad tan cruel

es tu ausencia

y tu silencio.

Por qué, dime por qué

te encierras en esa celda

por qué lloras

por qué te castigas

a vivir sola

teniéndome a mí

que deseo compartir

tus soledades, tu vida

y tu lecho.

VIII

AROMAS

Aún dura la resaca

de aquel embriagante aroma

a té verde, esparcido por mi piel,

relajante masaje

fluyendo de tus dedos

hasta al alcanzar el límite de mi espalda.

Cordura desbocada que pide más,

¡continúa!

Desciende con tus manos sutiles

hasta hallar el cono de mis entrañas.

Volteaste mis caprichos

en un volver a comenzar,

deslizas tu lengua húmeda

por mis tostadas areolas,

pestañean erectos mis senos

y tiemblo al percibir

la lenta peregrinación

de tu boca hacia mis ingles,

voltearme una vez más

vuelve a recomenzar.

Frescas y frutales fragancias

preñadas con la pócima de tus carias

erizando mi piel.

Renacer entre susurros y sonrisas,

te esperan abiertas mis extremidades

celosas de no sentirse invadidas,

hechizadas del fresco aroma de té verde

que en el cenit de mi pasión

perfumó mi alma de mujer.

Relajante penetración,

henchida de aromas que alimentan mi deseo,

comienzo de una danza rítmica,

empeñado desde lejanos ayeres en no bailarla,

fusión de dos cuerpos

entre aromas de primavera,

el blancas lluvias derramadas

en mis entrañas,

el milagro de olvidar desencuentros

licuándonos de nuevo

en un solo ser

resucitando de nuevo

de viejos sueños

despertando

mi amor.

IX

ANTES DE QUE LA NOCHE SE VISTA DE ARRUGAS

Antes de que la noche se vista de arrugas

y broten de tus candiles perlas celestes

recuerda lo que me debes.

En el primogénito, danzaremos,

en el benjamín nos amaremos.

Sentirás en tu piel despuntar los erizos

entre bálsamos de sortilegios,

el calor húmedo de mi lengua

recorrerá todos los poros de tu cuerpo,

nevará en los valles

y los cráteres de tu pecho vomitarán erupciones,

frío intenso de miedos

caldeados de tierna pasiones.

Hoy te estrenas de mujer

entre vetustos algodones,

acomódate en las planicies de mi abdomen,

vela tu mirada a la viejas traiciones,

hoy te resucitas a la vida

y al goce de nuevas sensaciones.

X

Es tan grande mi deseo

tan inmensa mi locura

que al admirarte me enloquezco.

Quiero que se pierda mi boca

entre los orificios de tu cuerpo

que mi lengua humedezca

tus senos erectos,

que su cálida humedad

se entremezcle con tus efluvios,

arrodillarme ante ti

entreabierta,

y mientras acaricias mis largos cabellos

apresados entre tus ingles acogedoras

me embriague de ti

hasta saciar mi sed

y tu deseo.

XI

Esta noche te soñaré entre mis sábanas

sueños húmedos donde se bañan mis soledades

sueños mecidos entre suspiros

al ritmo lento de tus ternuras.

Soñaré ser tu almohada

donde reposa tu cabeza,

soñaré ser tu colchón

donde reposa tu cuerpo

y soñaré ser tu cuna

donde se mecen tus deseos.

Y soñaré que te hago mía

que penetro en ti

resbalando entres las mucosas

de la caverna donde escondes tu tesoro,

navegaré hasta el infinito fondo

donde se encrespan los espasmos

y a coro cantaremos

entre gemidos y suspiros

los gozos que el uno al otro

nos regalamos.

XII

Se ruborizan mis pudores

con sólo imaginarlo.

mi cuerpo

sumergido en tus entrañas,

mi boca

besando tus promontorios,

mis pies

enredados en tu cintura,

tus gemidos

revoloteando en

mi oídos,

yo en ti,

tú en mí,

unidos,

penetrados

gozándonos

en un éxtasis sensual

hasta alcanzar

a tocar con los dedos

el cielo.

XII

Te deseo

desnuda,

con tus ingles desbocadas,

con tus nalgas

en tensión,

con tu boca

en mis vergüenzas

y mi boca

en el cuenco

húmedo

de tu feminidad.

XIII

¿Y eso?

eso es mi mortificación

el saberte viva

y no poseerte.

el ver mis ojos

reflejados en tu mirada,

mudos ecos

de mis deseos,

el ver tu turgentes senos

moldeados por otras manos,

tus muslos

cabalgando sujeta

de otras bridas,

tus labios

posándose en otro nido.

¿Y eso?

eso es amor,

amor mío.

XVII

Y tú ¿Me lo preguntas?

Tú que me robaste el corazón

tú que de deseos me embriagas.

Hoy declaras al mundo

que estoy prisionero

de tu mirada,

tu que esclavizaste mi voluntad

hurtaste mis caricias,

robaste mi virilidad

todo te lo di,

el cuerpo

el alma

a cambio de libar

el néctar de tu cuenco

a cambio de danzar

con mi hombría

en las profundidades

de tu cavidad,

a cambio de lamer

tus inhiestos volcanes

de lava blanca,

a cambio

de besar tu boca.

Y hoy proclamas al viento

que soy todo tuyo.

Acaso crees

que habiéndome embriagado

con tu cuerpo

¿Deseo ser de otra?

XVIII

No me pidas amor mío,

que olvide aquella noche,

donde tu cuerpo sobre el mío

anidó entre gemidos,

quiero seguir alimentándome

en tus senos,

saciando mi sed

en tu cuenco,

meciéndome entre tus suspiros

preso entre tus ingles.

Quiero morir

amándote

hasta el último halo de vida,

quiero morder tu cuello

arañar tu espalda,

tirar de tus cabellos,

quiero gritar

en el justo momento

en que deposito en ti

mi blanca hombría

en el exacto instante

en que entre espasmos

me dueles entre goces.

XIX

¡Tengo sed!

Tengo hambre,

tengo sueño…

tras esta larga pesadilla

de tu ausencia.

Mis manos perdieron el tacto,

las labios la humedad

en el vacío al que me condenas

¡No quiero vivir!

sin vivir en ti,

sin acurrucarme en tu regazo

amamantándome en las fuentes

de tu senos,

saciando mi apetito

entre tus ingles,

muriendo exhausto

en el último suspiro

tras depositar

en tus pliegues

el néctar blanco

de mi cálida

virilidad.

XX

Hoy no puedo escribirte mis deseos

serian demasiado sinceros,

demasiado carnales

demasiado necesarios.

Y prefiero silenciar mis sueños

soñar entre bastidores

con tus pechos

con tus muslos

y tus besos.

Soñar despierto mientras camino

perdido entre las calles

en una vigilia de sexo.

Pero…

no lo olvides,

te deseo.

XXI

Y pensar

que pese al tiempo transcurrido

aún se erizan mis recuerdos

cuando el aroma de los jazmines

me embriaga de fragancias

y evoco aquel flujo de humedades

derramado entre tus ingles,

aquel que prendió la mecha

de esta ciega borrachera,

aquel que olvidar no puedo

porque aún despierta mis deseos

de penetrar en ti

y volver, una y mil veces,

a acunarme entre tus gemidos,

atrapado,

preso,

encadenado

a tus muslos lozanos,

percibiendo tus mordiscos,

los arañazos en mi espalda

y el abrazo postrero

que acunaba nuestro amor

después de habernos amado.

XXII

Te sentiste morir

como una flor ajada

entre los hastíos

de las graves monotonías

porque yo no estaba.

Y una voz plausible

agitó tu calma,

llenaste tus vacíos

entre sus brazos,

embriagándote de sus melifluas

caricias, entre sus besos

y la hiel de su saliva.

Ahora que mi alma peregrina

vuelve con el deseo

de hospedarse en tu regazo

encuentro mi cama

ocupada, otro cuerpo

se mece entre las sábanas.

Nada te reprocho

amada mía,

volaré entre mares de silencio

buscando nuevos cobijos

que me acunen entre sus muslos.

XXIII

Larga se hizo la noche

de tu ausencia.

Te esperé

hasta desangrar

mis lágrimas

con tu recuerdo.

Al ahuyentar mis fantasmas

mis pasos cansinos

le arrojaron al asfalto

camine entre sollozos.

Solos

mi soledad

tu recuerdo

y yo

te buscando

sin encontrarte.

Hoy recibo un sobre sin remitente

y dentro

la foto del delito

tú en los brazos

de otro hombre.

Otra besando tus ingles,

otras manos acariciando

tus nalgas,

otro cuerpo

penetrando en tu cuerpo

y yo,

mientras,

muriendo de frío.

XXIV

Vienes

y vas,

eres como las olas del mar,

por instantes llenas mi vida

de fluidos salinos

pata luego condenarme

a la más yermo estío,

se secan mis lágrimas

cuando humedeces mis pasiones

y brotan desconsoladas

cuando entre silencios

me abandonas

en el lecho que un día

calentaron tus nalgas.

XXV

AMOR

permite que antes de que comience la batalla,

antes que rendidos caigamos entre las sabanas

masajes con ternura tus piernas cansinas

y despeje tu mente de las ansias que te produce

el trabajo.

Quiero poseerte relajada

sin esas angustias

con las que llegas

después de toda una jornada

enclaustrada entre las cuatro paredes

de la cárcel donde te ganas la vida.

Déjame que saboree despacio

el jugo que mana en tu fuente

déjame que sorbo a sorbo

me embriague

libando el néctar de tus placeres

quiero que riegues mi boca

con los espasmos de tu goce,

luego cuando ya hayas alcanzado las cimas

y desees prolongar tu deleite

penetraré en tus entrañas

para dejar mi blanca semilla.

Hoy te deseo despierta

que te agites mientras danzas,

abrazada a mí, unida a mis

incontinencias.

Quiero bailar contigo,

mecer tu cuerpo

al ritmo del mío,

apretar tu figura maciza,

sentir el hueco de tus ingles

en mis muslos,

tus senos aplastados

contra mi pecho

y la yemas de mis dedos

resbalando desde tu cuello

hasta los glúteos.

XVI

¿Dudas de mis deseos?

Dudas de que seas tú el blanco

de mis palabras,

el punto exacto donde convergen

mis antojos,

la hembra que ansío.

Tú eres la dueña

del cuenco húmedo

del que deseo sorber los efluvios

que satisfagan mi hambre

de mujer.

Tú eres la causa

de mis desvelos

el motivo de mi demencia,

la razón de mi locura,

mi destino.

Eres tú, amada mía,

la causa de todos mis males

de todas mis hambres

de todas mis necesidades

eres el sentido

con el que lleno mi vida.

XXVII

Hoy estas triste

por la ausencia

incomoda que se posa

en tus entrañas.

Triste por el vacío

que agita tu locura,

que desgarra tu soledades

y ahoga la esperanza.

Espérame

Con tus muslos abiertos.

con tus labios pedigüeños,

dame tiempo

que aunque es largo el camino

ya estoy llegando.

XXVIII

Sola y desnuda

para mí,

para que cubra tu cuerpo

con mis besos,

Quiero vestirte

con mis caricia,

percibir el temblor

escapar por tus ingles,

y los suspiros

rendidos

tras la ocupación

de tu cuerpo.

XXIX

No llores

porque tus manos

pierdan la cordura,

el mal de amores

nos viste de ansiedades

enrojece los labios

los humedece,

erecta nuestros deseos

y despierta

esa locura

por la que tú gimes

en estos momentos.

XXX

¿Dónde estás amada mía?

¿Dónde debo satisfacer mis deseos?

si te has ido

y me abandonas

y me dejas vacío.

¿Dónde puede recoger tu último beso?

Dónde embriagarme de tus aromas

si ya no yaces en mi lecho

y la sábanas lloran

de desconsuelo.

Textos de: José Ramón Varela

Poemas de Pita Amor

Escaleras sin peldaños

mis penas son para mí,

cadenas de desengaños,

tributos que al mundo dí.

Tienen diferente forma

y diferente matiz,

pero unidas por los años,

mis penas, o mis engaños,

como sucesión de daños,

son escaleras en mí.

De mi barroco cerebro,

el alma destila intacta;

en cambio mi cuerpo pacta

venganzas contra los dos.

Todo mi sér en pos

de un final que no realiza;

mas ya mi alma se desliza

y a los dos ya los libera,

presintiéndoles ribera

de total penetración

VI

Yo soy cóncava y convexa;

dos medios mundos a un tiempo:

el turbio que muestro afuera,

y el mío que llevo dentro.

Son mis dos curvas-mitades

tan auténticas en mí,

que a honduras y liviandades

toda mi esencia les dí.

Y en forma tal conviví

con negro y blanco extremosos,

que a un mismo tiempo aprendí

infierno y cielo tortuosos.

Son mis viejas raíces empolvadas

la extraña clave de mi cautiverio;

atada estoy al polvo y su misterio,

llevo ajenas esencias ignoradas.

En mis poros están ya señaladas

las cicatrices de un eterno imperio;

el polvo en mí ha marcado su cauterio,

soy víctima de culpas olvidadas.

En polvorienta forma me presiento

y a las nuevas raíces sobresalto

he de legar, con mi angustioso aliento.

Mas conquistando el aire por asalto,

nada tengo que ver con lo que siento,

soy cómplice infeliz de algo más alto

http://www.amor.com.mx/poemas_de_pita_amor.htm

Movimiento

Si tú eres la yegua de ámbar

Yo soy el camino de sangre

Si tú eres la primera nevada

Yo soy el que enciende el brasero del alba

Si tú eres la torre de la noche

Yo soy el clavo ardiendo en tu frente

Si tú eres la marea matutina

Yo soy el grito del primer pájaro

Si tú eres la cesta de naranjas

Yo soy el cuchillo de sol

Si tú eres el altar de piedra

Yo soy la mano sacrílega

Si tú eres la tierra acostada

Yo soy la caña verde

Si tú eres el salto del viento

Yo soy el fuego enterrado

Si tú eres la boca del agua

Yo soy la boca del musgo

Si tú eres el bosque de las nubes

Yo soy el hacha que las parte

Si tú eres la ciudad profanada

Yo soy la lluvia de consagración

Si tú eres la montaña amarilla

Yo soy los brazos rojos del liquen

Si tú eres el sol que se levanta

Yo soy el camino de la sangre

Octavio Paz


Beso soy, sombra con sombra

Beso soy, sombra con sombra.

Beso, dolor con dolor,

Por haberme enamorado.

Corazón sin corazón,

De las cosas, del aliento

Sin sombra de la creación.

Sed con agua en la distancia,

Pero sed alrededor.

Corazón en una copa

Donde me la bebo yo

Y no se lo bebe nadie,

Nadie sabe su sabor.

Odio, vida: ¡cuánto odio

Sólo por amor!

No es posible acariciarte

Con las manos que me dio

El fuego de más deseo,

El ansia de más ardor.

Varias alas, varios vuelos

Abaten en ellas hoy

Hierros que cercan las venas

Y las muerden con rencor.

Por amor, vida, abatido,

Pájaro sin remisión.

Sólo por amor odiado,

Sólo por amor.

Amor, tu bóveda arriba

Y yo abajo siempre, amor,

Sin otra luz que estas ansias,

Sin otra iluminación.

Mírame aquí encadenado,

Escupido, sin calor

A los pies de la tiniebla

Más súbita, más feroz,

Comiendo pan y cuchillo

Como buen trabajador

Y a veces cuchillo solo,

Sólo por amor.

Todo lo que significa

Golondrinas, ascensión,

Claridad, anchura, aire,

Decidido espacio, sol,

Horizonte aleteante,

Sepultado en un rincón.

Espesura, mar, desierto,

Sangre, monte rodador,

Libertades de mi alma

Clamorosas de pasión,

Desfilando por mi cuerpo,

Donde no se quedan, no,

Pero donde se despliegan,

Sólo por amor.

Porque dentro de la triste

Guirnalda del eslabón,

Del sabor a carcelero

Constante y a paredón,

Y a precipicio en acecho,

Alto, alegre, libre soy.

Alto, alegre, libre, libre.

Sólo por amor.

No, no hay cárcel para el hombre.

No podrán atarme, no.

Este mundo de cadenas

Me es pequeño y exterior.

¿Quién encierra una sonrisa?

¿Quién amuralla una voz?

A lo lejos tú, más sola

Que la muerte, la una y yo.

A lo lejos tú, sintiendo

En tus brazos mi prisión,

En tus brazos donde late

La libertad de los dos.

Libre soy, siénteme libre.

Sólo por amor

Miguel Hernández


Hermann Hesse

Escrito el 8-II-1935, que originalmente llevaba el título de Jeroglíficos:

En ocasiones solemos coger la pluma

y escribimos, sobre una hoja en blanco,

signos que dicen esto y aquello: todos los conocen,

es un juego que tiene sus reglas.

Si viniera, en cambio, algún salvaje o loco,

y, curioso observador, acercase a sus ojos

una de esas hojas con su campo rúnico,

otra imagen del mundo, extraña, de ahí lo observaría.

Acaso un salón de mágicos retratos;

vería la A y la B como un hombre o animal

moverse, como los ojos, cabellos y miembros,

allí pensativos, impulsados aquí por el instinto;

leería como en la nieve las huellas de las cornejas,

correría, reposaría, sufriría y volaría con ellas

y vería trasguear entre los signos negros, fijos,

o deslizarse entre los breves trazos,

de cualquier creación, las posibilidades.

Vería arder el amor, al dolor contraerse,

y se admiraría, reiría, lloraría, temblaría,

pues tras las mejillas de aquella escritura

el mundo entero, con su ciego impulso,

pequeño se le antojaría, embrujado, exiliado

entre los signos que, con rígida marcha,

avanzan prisioneros y tanto se asemejan

que impulso vital y muerte, deseos y pesares,

fraternizan hasta hacerse indiscernibles…

Gritos de intolerable angustia lanzaría

finalmente el salvaje, atizaría el fuego y,

entre golpes de frente y letanías,

la blanca hoja entregaría a las llamas.

Luego, tal vez adormilado, sentiría

cómo ese No-mundo, ese espejismo

insoportable lentamente retorna

a lo Nunca-sido, al Ningún-lado,

y suspiraría, sonreiría, sanaría…

UN SUEÑO

Salones que cruzamos con timidez,

un centenar de rostros que desconocemos…

Con lentitud, una tras otra,

las luces palidecen.

Allí cuando su brillo se hace gris

cuando se ciega con el atardecer,

un rostro me parece familiar,

la memoria del amor encuentra

conocidos los rostros

que antes fueron extraños.

Oigo nombres de padres,

hermanos, camaradas,

así como de héroes, de mujeres, poetas

que yo reverencié cuando muchacho.

Pero ninguno de ellos

me concede siquiera una mirada.

Como las llamas de una vela

se desvanecen en la nada

dejan en el entristecido corazón

sonidos de poemas olvidados,

oscuridad, lamentos

en torno de los días ya encauzados

en leyenda y en sueño

de una luz disfrutada alguna vez.

ESCRITO EN LA ARENA

Que lo hermoso y lo hechicero

sea tan sólo hálito y tormenta,

y que lo encantador y lo precioso

y lo propicio nunca permanezca:

que flor y nube y pompa de jabón,

fuegos artificiales, risas de los niños,

mirada de mujer en el espejo

y tantas otras cosas tan maravillosas

que se extinguen, apenas descubiertas,

duren sólo un instante,

eso penosamente lo sabemos.

No nos es tan querido

lo duradero, inmóvil:

piedra preciosa con un fuego frío,

pesada barra de oro refulgente;

y las mismas estrellas

extrañas, alejadas, no parecen

iguales a nosotros, seres transitorios,

pues la hondura del alma no la alcanzan.

Parece que lo hermoso, que lo amable tienda a la destrucción,

tan cerca siempre de la muerte,

y que lo más precioso, los tonos de la música

que desde el nacimiento

huyen, se desvanecen,

hálito son tan sólo, ríos, persecución.

Y por un dolor tenue derribados de un soplo,

pues tampoco se dejan detener

por el tiempo que dura este latido, tampoco exorcizar;

sonido tras sonido, casi apenas tocados,

se esfuman y se escurren desde allí.

Así está nuestro corazón

lealmente entregado,

fraternalmente a lo fugaz,

la vida, lo que mana,

no a lo que, sólido, posee duración.

Pronto lo permanente nos fatiga, joyas,

roca y mundo estrellado,

a nosotros, en el eterno cambio a la deriva,

almas de viento y pompas de jabón,

al tiempo unidos, y fugaces,

a quienes el rocío de una hoja rosa,

a quienes el cortejo de unas aves,

la muerte del espejo de las nubes,

el brillo de la nieve, el arco iris,

la mariposa que voló, nosotros,

a quienes el sonido de una risa

que al pasar nos rozara

nos parece una fiesta

o nos causa dolor. Amamos todo aquello

que nos es semejante, y entendemos

lo que el viento escribe sobre la arena.

Por dentro

Mis ojos grandes, pegados

Al aire, son los del cielo.

Miran profundos, me miran,

Me están mirando por dentro.

Yo pensativo, sin ojos,

Con los párpados abiertos,

Tanto dolor disimulo

Como desgracias enseño.

El aire me está mirando

Y llora en mi oscuro cuerpo;

Su llanto se entierra en carne,

Va por mi sangre y mis huesos,

Se hace barro y raíces busca

Con las que brotar del suelo.

Mis ojos grandes, pegados

Al aire, son los del cielo.

En la memoria del aire

Estarán mis sufrimientos.

Manuel Altolaguirre

si solo perdurar es la estrategia

duele entonces pensar que aun estas vivo

no alcanzan las excusas al motivo

para saber que cuestiones privilegia

esa mente que juega aun traviesa

con la muerte que se torna un adjetivo.

Si vivir es un verbo-sustantivo

sin mas alcurnia que la mano que se besa

coloca la corona a tu boca de princesa

y hazla reina en el mundo sutil de los esclavos.

Si solo perdurar es lo primario

sin cruzar el puente que atraviesa

ten en cuenta que serás depositario

de todo el dolor del mercenario

que muere solo, en espera de su presa.

Arremete al amor aun quijotesca

aunque las balas hieran tus osarios

que al llegar habrá una vida, y aunque muerta

sabrás que fuiste reina

y tendrás una sonrisa como tumba

en lo que es hoy tu terreno de calvarios.-

Walter Faila

Qué duro estar prensado sin remedio

Qué duro estar prensado sin remedio

Entre los muebles tristes de la pena,

Sacar de todas partes tedio y tedio

Como un innumerable mar de arena.

Qué duro ir por la vida haciendo sueños

Y encontrárselos todos en el suelo,

Andrajosos, sin alma, pedigüeños,

Como un largo telón de desconsuelo.

Y qué duro caer sobre una cama

Donde nadie nos mira ni nos ama,

Donde sólo la sábana se mueve.

Y qué duro pensar que no hay remedio,

Que aquí y allá no brota siempre el tedio

Como una nube gris que llueve y llueve

Jorge Debravo

Cuando yo muera quiero tus manos en mis ojos:

quiero la luz y el trigo de tus manos amadas

pasar una vez más sobre mí su frescura:

sentir la suavidad que cambió mi destino. Quiero que vivas mientras yo, dormido, te espero, quiero que tus oídos sigan oyendo el viento,

que huelas el aroma del mar que amamos juntos

y que sigas pisando la arena que pisamos. Quiero que lo que amo siga vivo

y a ti te amé y canté sobre todas las cosas,

por eso sigue tú floreciendo, florida, para que alcances todo lo que mi amor te ordena,

para que se pasee mi sombra por tu pelo,

para que así conozcan la razón de mi canto.

NERUDA

El hijo del ensueño

¡Un hijo! Tú sabes, tú sientes qué es eso:

Ver nacer la vida del fondo de un beso

Por un inefable milagro de amor.

Un beso que llene la cuna vacía

Y que ingenuamente nos mire y sonría,

¡Un beso hecho flor!

¡Un hijo! Un fragante, fuerte y dulce lazo.

Me parece verlo sobre tu regazo palpitando ya;

Y miro moverse con pueril empeño

Las pequeñas manos de nuestro pequeño,

Como si quisieran sujetar un sueño

Que llega y se va.

En el agua fresca de nuestras ternuras

Mojará las alas de sus travesuras

Como una paloma que aprende a volar.

Y será violento, loco y peregrino,

Y amará igualmente la mujer y el vino

Y el cielo y el mar.

Con la sed amarga de la adolescencia

Beberá en la fuente turbia de la ciencia.

¡Mi tierno cantor!

Irá por el mundo con su lira al hombro

Dejando un reguero de rosas de asombro

Y aún áureo fulgor.

Cruzará al galope la árida llanura

Pálido de ensueño, loco de aventura

Y ebrio de ideal.

Y en su desvarío de viajes remotos

Volverá algún día con los remos rotos,

Trayendo en los labios un sabor de sal.

Caminante absurdo, de caminos muertos

Pasará su sombra sobre los desiertos

En una infinita peregrinación,

Y su alucinada pupila inconforme

Verá en su destino grabada

Una enorme interrogación.

Pero será inútil su tenaz andanza

Persiguiendo un sueño que jamás se alcanza.

Y ha de ser así, pues no hallará nunca, como yo,

La meta de todas sus ansias de hombre y poeta,

Porque en las mujeres de su vida inquieta

No hallará ninguna parecida a ti.

Que tú eres la rosa de una sola vida,

La rosa que nadie verá repetida

Porque al deshojarse secará el rosal.

Y como en el mundo ya no habrá esa rosa,

Él irá en su búsqueda infructuosa

En pos de una igual

José Ángel Buesa

De repente.

Se me ocurre así, repentinamente,

regalarte unas palabras,

unas notas, unas frases, un poema;

tú lo haces constantemente

sin tregua, sin descanso,

me regalas tu risa, tus encantos.

Tal vez sin darte cuenta

o a propósito, me acompañas,

en mis sueños, en mi calma.

tal vez sin darte cuenta

o a propósito, te has metido

en mi corazón, en mi vida,

en mi alma.

Déjame que te regale,

aunque sea a propósito

o sin darme cuenta,

unas palabras, unas frases,

un poema.

Déjame que te muestre,

aunque sea a propósito

o sin darme cuenta,

un sentimiento, una luz,

un emblema.

Déjame que te diga

de qué forma lo siento,

deja que acuda a tu encuentro

déjame que te escriba.

Tal vez sin darme cuenta

o a propósito,

para ti hice este poema

si asi se le puede llamar

José María Eguren

La niña de la lámpara azul

En el pasadizo nebuloso

Calcula mágico sueño de Estambul,

Su perfil presenta destelloso

La niña de la lámpara azul.

Ágil y risueña se insinúa,

Y su llama seductora brilla,

Tiembla en su cabello la garúa

De la playa de la maravilla.

Con voz infantil y melodiosa

El fresco aroma de abedul,

Habla de una vida milagrosa

La niña de la lámpara azul.

Con cálidos ojos de dulzura

Y besos de amor matutino,

Me ofrece la bella criatura

Un mágico y celeste camino.

De encantación en un derroche,

Hiende leda, vaporoso tul;

Y me guía a través de la noche

La niña de la lámpara azul.

Esa eres tu amor de mi vida

mi niña de la lampara azul

Árbol de mi alma

Como un ave que cruza el aire claro

Siento hacia mí venir tu pensamiento

Y acá en mi corazón hacer su nido.

Ábrese el alma en flor: tiemblan sus ramas

Como los labios frescos de un mancebo

En su primer abrazo a una hermosura;

Cuchichean las hojas: tal parecen

Lenguaraces obreras y envidiosas,

A la doncella de la casa rica

En preparar el tálamo ocupadas:

Ancho es mi corazón, y es todo tuyo:

Todo lo triste cabe en él, y todo

Cuanto en el mundo llora, y sufre, y muere

De hojas secas, y polvo, y derruidas

Ramas lo limpio: bruño con cuidado

Cada hoja, y los tallos: de las flores

Los gusanos y el pétalo comido

Separo: oreo el césped en contorno

Y a recibirte, oh pájaro sin mancha,

¡Apresto el corazón enajenado!

Hagamos un trato

Cuando sientas tu herida sangrar

Cuando sientas tu voz sollozar

Cuenta conmigo.

Compañera,

Usted sabe

Puede contar

Conmigo

No hasta dos

O hasta diez,

Sino contar

Conmigo.

Si alguna vez

Advierte

Que la miro a los ojos

Y una veta de amor

Reconoce en los míos

No alerte sus fusiles

Ni piense “qué delirio”,

A pesar de la veta

O tal vez porque existe

Usted puede contar

Conmigo.

Si otras veces

Me encuentra

Huraño sin motivo

No piense “qué flojera”,

Igual puede contar

Conmigo.

Pero hagamos un trato,

Yo quisiera contar

Con usted,

Es tan lindo

Saber que usted existe,

Uno se siente vivo

Y cuando digo esto

Quiero decir contar

Aunque sea hasta dos

Aunque sea hasta cinco,

No ya para que acuda

Presurosa en mi auxilio

Sino para saber

A ciencia cierta

Que usted sabe que puede

Contar conmigo.

Mario Benedetti

He aquí que tú estás sola y que yo estoy solo

He aquí que tú estás sola y que yo estoy solo.

Haces cosas diariamente y piensas

Y yo pienso y recuerdo y estoy solo.

A la misma hora nos recordamos algo

Y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya

Somos, y una locura celular nos recorre

Y una sangre rebelde y sin cansancio.

Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,

Se me caerá la carne trozo a trozo.

Esto es lejía y muerte.

El corrosivo estar, el malestar

Muriendo es nuestra muerte.

Yo no sé dónde estás. Yo ya he olvidado

Quién eres, dónde estás, cómo te llamas.

Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,

Una mitad apenas, sólo un brazo.

Te recuerdo en mi boca y en mis manos.

Con mi lengua y mis ojos y mis manos

Te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,

A siembra, a flor, hueles a amor, y a mí.

En mis labios te sé, te reconozco,

Y giras y eres y miras incansable

Y toda tú me suenas

Dentro del corazón como mi sangre.

Te digo que estoy solo y que me faltas.

Nos faltamos, amor, y nos morimos

Y nada haremos ya sino morirnos.

Esto lo sé, amor, esto sabemos.

Hoy y mañana, así, y cuando estemos

En estos brazos simples y cansados,

Me faltarás, amor, nos faltaremos.

Jaime Sabines