REGALOS DEL CAZADOR DE VERSOS

Poema Tu Cuerpo Está a Mi Lado

de Jaime Sabines

Tu cuerpo está a mi lado

fácil, dulce, callado.

Tu cabeza en mi pecho se arrepiente

con los ojos cerrados

y yo te miro y fumo

y acaricio tu pelo enamorado.

Esta mortal ternura con que callo

te está abrazando a ti mientras yo tengo

inmóviles mis brazos.

Miro mi cuerpo, el muslo

en que descansa tu cansancio,

tu blando seno oculto y apretado

y el bajo y suave respirar de tu vientre

sin mis labios.

Te digo a media voz

cosas que invento a cada rato

y me pongo de veras triste y solo

y te beso como si fueras tu retrato.

Tú, sin hablar, me miras

y te aprietas a mí y haces tu llanto

sin lágrimas, sin ojos, sin espanto.

Y yo vuelvo a fumar, mientras las cosas

se ponen a escuchar lo que no hablamos.

Amor mío, mi amor, amor hallado...

Amor mío, mi amor, amor hallado

de pronto en la ostra de la muerte.

Quiero comer contigo, estar, amar contigo,

quiero tocarte, verte.

Me lo digo, lo dicen en mi cuerpo

los hilos de mi sangre acostumbrada,

lo dice este dolor y mis zapatos

y mi boca y mi almohada.

Te quiero, amor, amor absurdamente,

tontamente, perdido, iluminado,

soñando rosas e inventando estrellas

y diciéndote adiós yendo a tu lado.

Te quiero desde el poste de la esquina,

desde la alfombra de ese cuarto a solas,

en las sábanas tibias de tu cuerpo

donde se duerme un agua de amapolas.

Cabellera del aire desvelado,

río de noche, platanar oscuro,

colmena ciega, amor desenterrado,

voy a seguir tus pasos hacia arriba,

de tus pies a tu muslo y tu costado.

JAIME SABINES

He aquí que tú estás sola y que estoy solo...

He aquí que tú estás sola y que estoy solo.

Haces tus cosas diariamente y piensas

y yo pienso y recuerdo y estoy solo.

A la misma hora nos recordamos algo

y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya

somos, y una locura celular nos recorre

y una sangre rebelde y sin cansancio.

Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,

se me caerá la carne trozo a trozo.

Esto es lejía y muerte.

El corrosivo estar, el malestar

muriendo es nuestra muerte.

Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado

quién eres, dónde estás, cómo te llamas.

Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,

una mitad apenas, sólo un brazo.

Te recuerdo en mi boca y en mis manos.

Con mi lengua y mis ojos y mis manos

te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,

a siembra , a flor, hueles a amor, a ti,

hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.

En mis labios te sé, te reconozco,

y giras y eres y miras incansable

y toda tú me suenas

dentro del corazón como mi sangre.

Te digo que estoy solo y que me faltas.

Nos faltamos, amor, y nos morimos

y nada haremos ya sino morirnos.

Esto lo sé, amor, esto sabemos.

Hoy y mañana, así, y cuando estemos

en nuestros brazos simples y cansados,

me faltarás, amor, nos faltaremos.

JAIME SABINES

Ante ti

Ante ti no encuentro quien anda en mí,

Buscando al hombre que debo,

Que se extingue en tu mirada,

Y se colma en tu belleza,

Que domina el mundo.

Ante ti no soy capaz de conseguir,

Tu misterio oculto,

La irrealidad de tu presencia,

Y tu convenio con el cielo,

Para hacerte más dichosa.

Ante ti se mueve el ángel,

Que aprisiona nuestras bocas,

En un instante de amor,

Desenfrenado y ciego,

Que justifica una vida.

Ante ti mi tierra arde,

Con taquicardias arrítmicas,

Que impulsan mi corazón,

En tu cuerpo y en tu mente,

Y asi alcanzar el destino que pisas,

Con arrogancia ingenua.

Ante ti cuelgo mis pasos,

Que se atan al presente,

De tus besos encarnados,

Conformando eternidad.

Ante ti la poesía,

Enmudece de abrigo,

Y las palabras se hielan,

Anhelando aparentar que te definen colmadas,

Anhelando descubrir quien eres,

Tan fuera de lo inventado.

fuente:http://www.lacoctelera.com/g/corazongotico-com/m/ante-t

La Flor del Amor.

Flower of Love, Oscar Wilde.

Amor, no te culpo, pues mía ha sido la culpa, al no ser creado por la arcilla común

Escalé la mayor de las alturas, inalcanzable; ví el aire pleno, el día más grande.

Desde lo salvaje de mi desperdiciada pasión fui asaltado por una mejor, más clara canción.

Encendí una ligera luz de abnegada libertad, luché contra la envilecida cabeza de Hidra.

Han sido mis labios barridos hacia la música por tus besos, y han sangrado,

Y tu has caminado junto a los ángeles en aquella planicie verde y esmaltada.

He andado por el camino donde Dante contempló los soles brillando sobre siete círculos,

¡Ah! Tal vez observó a los cielos expandiéndose, como si se abriesen sobre Florencia.

Y las naciones poderosas que me han coronado, a mí, que sin corona yazgo sin nombre,

Y algún crepúsculo oriental me ha encontrado de rodillas sobre el umbral de la Fama.

Me he sentado en el círculo de mármol donde el viejo bardo es igual al joven,

Donde la pipa siempre gotea su miel, y las cuerdas de la lira siempre vibran.

Keats levantó los rizos de su himeneo desde el vino de las amapolas,

Con su boca de ambrosía besó mi frente, envolviendo el amor noble que hay en mí.

Y en la primavera, cuando las flores del manzano tiñen el seno de las palomas,

En la hierba yacen dos amantes que ha leído la historia de nuestro amor.

Han leído la leyenda de mi pasión, y conocido el secreto amargo de mi corazón,

Besándose como nosotros nos hemos besado, pero nunca lejos como nosotros lo estamos.

Pues la flor carmesí de nuestra vida es devorada por el gusano de la verdad,

Y ninguna mano recogerá los marchitos pétalos de la rosa de la juventud.

Sin embargo, no me arrepiento de amarte, ¿qué otra cosa puede hacer un muchacho?

Los ávidos dientes del tiempo corroen, persiguiendo las silenciosas huellas de los años.

El timón nos balancea en la tempestad, y cuando la tormenta de la juventud haya pasado,

Sin liras, sin laúd y sin coro, la tranquila muerte del navegante finalmente llega.

Y dentro de la tumba no hay placer, el ciego gusano consume las raíces,

Y el Deseo se estremece en cenizas, y el árbol de la pasión no da frutos.

¿Qué otra cosa puedo hacer sino amarte? La propia madre de Dios me es menos querida,

Y menos aún la dulce Afrodita elevándose como un lirio plateado sobre el mar.

He tomado mi decisión, he vivido mis poemas y, aunque la juventud se haya perdido en indolentes días;

He descubierto que la corona de mirto del amante es mejor que la del laurel sobre el poeta.

Oscar Wilde (1854-1900)