"Yo entonces me oculto y parece que en torno todo se le muere. Doy un golpe de verdadero maestro

 

y le ayudo a hacerle morir todo..."




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"El alma debe morir a todo para resurgir más bella"


Vol. 9-35 (1-2) junio 2, 1910

Sintiéndome muy mal y como si todo hubiera terminado, me lamentaba con Jesús de su total abandono, y Jesús me dijo:

“Hija mía, estos son los modos divinos: morir y resurgir continuamente. Mira, la misma naturaleza está sujeta a estas muertes y a estos resurgimientos. La flor nace y muere, pero para resurgir más bella, y es también semejanza de mi Ser, siempre viejo y siempre nuevo. En cambio si nunca muriera, envejecería, perdería la vivacidad de su colorido, la fragancia de su olor.

La semilla es puesta bajo tierra como sepultada para hacerla morir y en realidad muere hasta pulverizarse y luego resurge más bella, es más, multiplicada; y así de todo lo demás. Y si esto es en el orden natural, mucho más en el orden espiritual. El alma debe estar sujeta a estas muertes y a estos resurgimientos, y mientras que sobre todo ha triunfado y abunda en fervor, en gracia, en unión conmigo, en virtudes, y parece que en todo ha adquirido tantas nuevas vidas, Yo entonces me oculto y parece que en torno todo se le muere. Doy un golpe de verdadero maestro y le ayudo a hacerle morir todo, y cuando me parece que todo se le ha muerto, Yo, como sol salgo, me develo y conmigo el alma en todo resurge más bella, más vigorosa, más fiel, más reconociente, más humilde, de manera que si había alguna cosa de humana, la muerte se la ha destruido y la ha hecho en todo resurgir a nueva vida”.