"Sé atenta, vive siempre en mi Voluntad, préstame tus actos para que me hagas trabajar"

Vol.36-29 (2) 

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De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 36-29 (2) Septiembre 11, 1938

Un acto cumplido de Divina Voluntad es todo.

 

Jesús hace crecer su Vida en quien vive en Ella



2) “...en nuestra Voluntad cumplida viene encerrada toda la gloria que la criatura nos puede dar, el amor con el cual debemos amarla, y el amor con el cual ella nos debe amar. Así que en un acto de nuestra Voluntad cumplida podemos decir que hemos hecho todo, todo hemos dado, aun a Nosotros mismos, y todo hemos recibido, porque con el vivir en Ella todo damos, y todo toma, y todo nos puede dar; en cambio, si no vive en nuestro Querer, si nuestra Voluntad no es cumplida, no podemos dar todo, será incapaz de recibir nuestro amor, ni ella tendrá capacidad de amarnos cuanto Nosotros queremos ser amados. Nosotros no estamos contentos con dar de lo nuestro en pequeñas porciones, como si fuésemos pobres, dar a mitades nuestras cosas no nos agrada, poder dar y no dar es siempre un dolor para Nosotros, nuestro amor queda reprimido y nos hace dar en delirio. He aquí por qué queremos al alma viviendo en nuestro Querer Divino, porque queremos dar todo y siempre, sin cesar jamás de dar, nuestro Ser Divino no se agota jamás, por cuanto más damos tanto más podemos dar, y el dar para Nosotros es alivio, es felicidad, es desahogo de amor y comunicación de Vida nuestra que hacemos; y es tanto mi amor, que me estoy en el alma para hacerme crecer a Mí mismo en ella. Ahora, debiendo hacerme crecer Yo mismo, la vigilo continuamente, a fin de que lo que haga sirva para hacer crecer mi Vida en ella, dispongo de sus actos, de su amor, quién para formar mis miembros, quién mi corazón, quién el alimento para alimentarme, quién los vestidos para cubrirme y calentarme. Estoy siempre en actitud para unificar su movimiento al mío, su respiro al mío, para encontrar su movimiento en el mío, y su respiro como si fuese movimiento y respiro míos; no dejo que se me escape nada de lo que hace, piensa, habla, obra, sufre, porque debe servirme a Mí mismo para hacer crecer mi Vida en ella. Por lo tanto estoy siempre en actitud, jamás me doy reposo, y ¡oh! cómo estoy contento por esto, cómo me siento feliz de estar siempre ocupado en mi trabajo de hacerme crecer a Mí mismo en ella. No hice a la criatura para que quedase aislada, absolutamente no, era obra mía y por lo tanto debía desarrollar mi trabajo para formar una obra digna de Mí, por eso, si no vive en mi Voluntad no encuentro la materia prima para formar y hacer crecer mi Vida, vivimos como lejanos, como aislados, y la soledad me aflige, el silencio me pesa, y con no poder desarrollar mi trabajo doy en delirios de amor y me siento volver el Dios infeliz por parte de las criaturas. Por eso hija mía, sé atenta, vive siempre en mi Voluntad, préstame tus actos para que me hagas trabajar, para no tenerme en ti como un Dios que no puede ni sabe hacer nada, mientras que tengo que hacer el trabajo más grande, como es el de formar y hacer crecer mi Vida, la cual será tan bella que formará el dulce encanto a toda la corte celestial; en cambio en quien no vive en nuestra Voluntad, nuestro estado es horrible, nuestra Vida queda como estrangulada, rota, dividida por la voluntad humana, sus actos no pueden servir para formar y hacer crecer nuestra Vida, más bien sirven para despedazarla, de modo que, dónde se ve un pie nuestro, dónde una mano, dónde un ojo. Cómo nos da compasión vernos tan destrozados, porque solamente nuestra Voluntad es unidad, y donde Ella reina, de tantos actos forma uno solo para formar una sola Vida, en cambio la voluntad humana no hace otra cosa que actos separados entre ellos, que no tienen virtud de unirse, más bien ponen en pedazos nuestra Vida Divina en ellos. No hay cosa más horrible, escena que haría llorar aun a las piedras, que ver en el alma que hace su voluntad el modo desgarrador como reduce nuestra Vida en ella, sus actos indignos que descienden del origen de su creación, disímiles de su Creador, forman el cuchillo para hacer pedazos nuestra Vida Divina. Cómo nos aflige, cómo nuestra obra creadora queda deformada, deshonrada, y nuestra finalidad de la Creación destruida. ¡Ah! si fuésemos capaces de sentir dolor, la voluntad humana amargaría el océano de nuestras alegrías y felicidad inmensas”