"se debe saber recibir convirtiendo en naturaleza el bien recibido, comiéndolo y masticándolo muy bien, de modo de convertir el don en sangre del alma. "

Vol. 29-15 (3)

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De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta

Vol. 29-15 (3) Mayo 10, 1931



"Dar y Recibir"

"Se debe saber recibir..."





(3) “Hija mía, quien quiere recibir debe dar; el dar dispone a la criatura a recibir, y a Dios a dar. Muchas veces también tu Jesús tiene este modo, cuando quiero algo de la criatura doy, y si quiero grandes sacrificios, doy mucho, para que ella viendo lo mucho que le he dado, se avergonzará y no tendrá el ánimo de negarme el sacrificio que le pido. El dar es casi empeñar a la persona que recibe, es atraer su atención, su amor, el dar es apreciar, el dar es esperanza, el dar es hacer surgir en el corazón el recuerdo del donador; y ¿cuántas veces personas que no se conocían se vuelven amigos por medio de un regalo? 

Ahora, en el orden divino el donador siempre es Dios, quien es el primero en mandar sus dones a la criatura, pero si ella no se mueve a dar nada a su Creador, aunque sea su pequeño amor, su gratitud, un pequeño sacrificio, porque si habíamos dado es porque queríamos, no enviamos más otros dones, porque con no darnos nada ha cerrado la correspondencia y ha interrumpido la bella amistad que debía hacer surgir nuestro don. Ahora hija mía, dar y recibir son actos primeros e indispensables que claramente indican que Nosotros amamos a la criatura y ella nos ama; pero no basta, se debe saber recibir convirtiendo en naturaleza el bien recibido, comiéndolo y masticándolo muy bien, de modo de convertir el don en sangre del alma. 

Este es nuestro propósito al dar nuestros dones, querer ver convertido en naturaleza el don que hemos dado, porque entonces nuestros dones no corren peligro, y nos disponen a dar dones más grandes; y la criatura habiéndolo convertido en naturaleza, pone al seguro nuestro don, queda poseedora y sentirá en sí el bien, la fuente, y convertido en naturaleza el don recibido. Y así como nuestros dones son portadores de paz, de felicidad, de fortaleza invencible, de aire celestial, por eso sentirá en sí la naturaleza de la paz, de la felicidad, de la fuerza divina, que formarán en sí el aire del Cielo. Ésta es la causa por la que cuando te hago el gran don de mi palabra después hago silencio, es porque estoy esperando que tú te alimentes y mastiques bien mi palabra, de manera de ver en ti cambiado en naturaleza lo que te he dicho, y cuando veo esto, entonces siento la irresistible necesidad de amor de hablarte de nuevo, porque un don mío llama a otro, no saben estar solos, y Yo tengo siempre qué dar, siempre qué decir y qué hacer con quien convierte en naturaleza mis dones”