El Dolor, El Sufrimiento

En Modo Divino

AUDIO


Vol. 24-13 (2) Mayo 10, 1928

Quien hace la Divina Voluntad entra en el orden divino. Cómo en la Divinidad no pueden entrar las penas. Ejemplo del sol


“Hija mía, quien vive en mi Voluntad entra en el orden divino, y así como nuestra Divinidad es incapaz de dolor, ninguna cosa, aún mínima, puede ensombrecer mínimamente nuestra perenne e infinita felicidad, y por cuanto las criaturas nos ofendan, el dolor, las ofensas, quedan fuera de Nosotros, jamás dentro, y si el dolor pudiese entrar en Nosotros, súbitamente perdería la naturaleza del dolor y se convertiría en felicidad, así para quien vive en mi Voluntad el dolor no puede entrar en su alma, y mucho más, pues sintiendo en ella la luz, la fuerza, la felicidad de la naturaleza de mi Voluntad Divina, se siente ya en posesión de aquel Jesús del que le parece estar privada; ¿cómo puede dolerse si ya lo posee? Por eso el dolor queda fuera del alma, esto es en la naturaleza humana, y mientras siente todo el desgarro de mi privación y el peso de un dolor infinito, cual es el de mi privación, el alma por estar investida por el Fiat Divino parece que no puede dolerse, por eso siente dolor sin dolor, pena sin pena, porque el dolor, las penas, no pueden entrar en el sagrario de mi Voluntad y están obligadas a quedar fuera, y el alma las siente, las ve, las toca, pero no entran a su centro, y si esto fuera, mi Voluntad perdería su naturaleza feliz en ti, lo que no puede ser.  Sucede como le sucede al sol, que es incapaz de tinieblas, todas las fuerzas humanas no pueden hacer entrar un átomo de tinieblas en su luz, sin embargo las tinieblas sí se pueden extender por fuera de la luz, pero el sol nada pierde, ni su calor ni sus admirables efectos, es siempre triunfante en su estado de luz, ni las tinieblas lo hacen descender, ni nada quitan a su luz, pero si el sol se pudiera doler, se sentiría mal al ser circundado por tinieblas a pesar de que no le causaran daño ni a su centro ni a su estado feliz.

Sin embargo esto es un dolor que sobrepasa todos los otros dolores, porque es dolor de orden divino; ¡cuántas veces lo sintió mi Humanidad! Ella se sentía triturar, todas las penas pasaban sobre de Mí, pero dentro de Mí mi Voluntad Divina era intangible de todas mis penas, y poseía felicidades inmensas, bienaventuranzas sin fin; se puede decir que en Mí había dos naturalezas, una opuesta a la otra, una de felicidad, la otra de penas, y ¡oh! cómo mi naturaleza humana sentía más a lo vivo las penas ante las inmensas alegrías de mi Naturaleza Divina.

Por eso tú no eres capaz de expresarte, porque son penas de orden divino, y si tú antes, cuando Yo me escondía de ti, sentías que todo se convertía en ti en dolor, era porque faltaba en ti la Vida completa de mi Voluntad, y por eso aquellos vacíos se llenaban de dolor y tú sentías la sensibilidad del dolor y te dejaba no imperturbable, pacífica como hoy, sino agitada, sin aquella firmeza que da de divino, y Yo pronto corría a sostenerte porque no veía todos los caracteres incancelables de mi Voluntad, porque lo que Ella pone no se cancela jamás, y Yo, sintiéndome seguro dejo mi trabajo a mi Fiat Divino”.