Yo la declaro hija mía


-Yo como Padre siento el deber de...

-Esta criatura tiene el deber de...


-Dios es...


Libro de Cielo Vol. 36-7 (6) 

AUDIO


De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 36-7 (6) Mayo 10, 1938

Yo la declaro hija mía 


Yo como Padre siento el deber de...

esta criatura tiene el deber de...

Dios es...

 

“...¿quieres saber quién no me da esta pena tan dura de hacerme velar? Quien vive en mi Voluntad, es más, en cuanto se decide a vivir en Ella Yo la declaro hija mía y llamo a todo el Cielo, a la Trinidad Sacrosanta para festejar a la nueva hija que he adquirido; todos la reconocen porque la he escrito con letras imborrables en mi corazón, en mi amor que siempre arde, como: ‘La hija mía’. Ahora, en mi Querer está siempre Conmigo, todo lo que hago Yo lo hace ella, por lo tanto, en mis nacimientos continuos renace junto Conmigo, y Yo la escribo como: ‘La hija de mi nacimiento’. Si la ingratitud humana me obliga a llorar, ella llora junto Conmigo, y Yo la escribo hasta en mis lágrimas como: ‘La hija de mis lágrimas’. En suma, si sufro, si obro, si camino, la escribo como: ‘La hija de mis penas, de mis obras, la hija de mis pasos’. Dondequiera la llevo escrita. 

Ahora, tú debes saber que entre paternidad y filiación hay vínculos imborrables, ninguno puede desconocer, ni en el orden sobrenatural ni en el orden natural los derechos de paternidad y de filiación, así que, Yo como Padre siento el deber de constituir como heredero de mis bienes, de mi amor, de mi santidad, a quien con tanta solemnidad he declarado que es hija mía, hasta llevarla escrita en mi corazón divino. Si no la amara sentiría que defraudo mi paterno amor, por eso no lo puedo hacer. Ahora, esta criatura tiene el deber de amarme y de poseer los bienes de su Padre, tiene el deber de defenderlo, de hacerlo conocer, y aun de poner su vida a fin de que ninguno me ofenda. Y ¡oh, cómo es bello ver a estos hijos míos que viven en mi Querer, que llegan a decirme: ‘Padre mío, has velado y vigilado demasiado, ya estás cansado, repósate, y para hacer que tu reposo te sea dulce, repósate en mi amor y yo me pondré en vela, tomaré tu puesto junto a las almas, tal vez tenga éxito en hacerte encontrar alguna cuando te despiertes! Y Yo me fío de ellas y me reposo por algún tiempo. ¿Qué cosa no puede hacer quién vive en mi Voluntad? Puede hacerme todo, porque su luz la hace estar al día de todas mis penas, y Yo hago todo a ella, nos alternamos mutuamente la vigilia y el reposo.   ¡Cómo es bello el vivir en mi Querer! La criatura se pone en nuestras mismas condiciones, lo que queremos Nosotros quiere ella, y ésta es la cosa más santa, más grande, más noble, llena de majestad y de pureza: ‘Querer lo que quiere Dios’. Ningún otro acto puede llegar a una altura tan sublime y a un valor que no termina jamás, como el querer lo que Dios quiere; Dios es santo y puro, es orden, es bondad, con querer lo que quiere Dios, la criatura quiere lo que es santo, puro, bueno, y con la plenitud del orden, se siente renacida en Dios, hace lo que hace Dios; Dios hace todo, abraza todo, se mueve en todos, y ella es concurrente a lo que hace Dios. ¿Puede hacer bien mayor? Por eso al vivir en mi Querer no hay cosa que lo pueda ni alcanzar ni sobrepasar, por lo tanto vive siempre en mi Fiat y seremos felices, tú y Yo”. 

Fiat Divina Voluntad