HOMENAJE A MIS PADRES

HOMENAJE A MIS PADRES

De pequeño la que nos pegaba a los tres hermanos era mi madre. Con la mano, la zapatilla, el plumero. El mango del plumero fue el arma definitiva cuando el resto ya no nos hacía daño. Además, el silbido que hacía en el aire era amenazador, y mi madre lo utilizaba a la perfección.

Mi madre lidiaba día a día con tres salvajes, mientras mi padre trabajaba. Él jamás nos puso la mano encima. Con mirarnos le bastaba. Era el recurso final de mi madre, después de un día a tope con la insurgencia. A tope, igual que el anterior y que el siguiente.

Igual en verano que en invierno. Mi padre llegaba del trabajo y mi madre le contaba el día. Mi padre nos llamaba y nos miraba. Nos decía, “Se ha acabado. Última vez”. Pero ni se había acabado, ni era la última vez, porque éramos unos descerebrados. O, simplemente, niños.

Recuerdo cuando en la 3ª evaluación de 4° de EGB llegué con 4 suspensos a casa. Mi padre lo vio y sólo me dijo: “Pon los huevos encima de la mesa de una vez o, al final, te tendremos que poner una mercería”. Yo sabia que eran los huevos, pero no las mercerías.

Mi padre siempre pensó que habíamos nacido con 23 años. Era mi madre la que tenía el pulso de la realidad. En todo. Por eso, de vez en cuando, nos media las pulsaciones de un sopapo, para que nosotros fuéramos conscientes de la realidad también.

Y ahora, cuarenta y muchos años después, miro a los dos detrás de la mascarilla. A mi madre con la cabeza más para allá que para acá, cuidando, como siempre, de mi padre, que intenta no perder la dignidad en su sillón con su oxígeno y su sonda colgando.

Y no puedo sentir más que agradecimiento infinito y una deuda impagable. Y lo bueno que soy, lo soy gracias a la espada láser que tan hábilmente manejaba mi madre y las miradas de mi padre. Y ningún anuncio ni política sectaria de mierda cambiará eso. Buenas noches.

WEB DE PEDRO SEBASTIÁN DE ERICE LLANO

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