JESUSITO DE MI VIDA, ¡JESÚS, QUÉ VIDA LLEVO! CAPÍTULO 8

JESUSITO DE MI VIDA, ¡JESÚS, QUÉ VIDA LLEVO! CAPÍTULO 8

Bossie es negro. Negro y grande de cojones. Sergeant Mayor, cabeza afeitada, boca grande llena de dientes blanquísimos y unas manos que como te aplaudan te falta cielo para dar vueltas. Es clavado a Morpheus, el de Matrix.

Eso y sus 7 misiones, contando sólo las de Irak y Afganistán, son razones más que suficientes para tenerle respeto. Nos sentamos mesa con mesa. Cada mañana me suelta "Salam aleikum, sir". Yo, le respondo "Aleikum salam, Bossie. How's it going?". "Scandalous" –me contesta.

Pues ese pedazo de negro, con un prestigio que hace que se le acerquen coroneles americanos sólo para saludarle, ha decidido que soy su amigo. Lo sospechaba, pero ahora lo sé porque, el otro día, me dio una onza de su Toblerone. Del de kilo. Y eso no lo hace con cualquiera.

Sí, Bossie es mi amigo. Como Chris, el escocés, que ha vuelto de permiso sin barba y parece casi humano; Darek, mi binomio polaco; Enricco, el italiano que sustituyó al gran Giuseppe; Al, el británico, “hermano” chungo de los Beatles; Robert, el sueco enorme; Morgan, el danés...

La mayoría son tipos duros, de esos que hacen que aprietes el culete –y los puños– cuando te los encuentras en un callejón oscuro, pero aquí hemos hecho buenas migas. Puede que sea que me ven como "uno de los suyos", no lo sé, pero me gusta llevar el mismo parche que ellos.

"¿Y por qué nos cuentas esta mierda?" –pensareis–. Pues veréis. Posiblemente esta sea la rotación con más españoles desplegados en Kabul. Los veo poco, sólo en alguna reunión y en las comidas, pero parece que para muchos de ellos también soy "uno de los otros".

No generalizo, tengo buenos amigos, tíos geniales, y algún compañero de promoción al que aprecio infinito, pero he tenido situaciones desagradables. A veces me siento a comer con otros españoles y, al segundo, alguno empieza con las coñas y estereotipos del "matapollos".

Le miro como lo hace Bossie cuando le comparo con Michael Jackson… Al rato, otra andanada: "Oye, 15 muertos, cómo os pasáis” o “a ver cómo arreglamos lo del tiro a esa mujer"… Y yo, que, como Cecilia, no digo nada porque lo sé todo, le vuelvo a mirar y, finalmente, se calla.

Lo peor es que creo que lo piensan de verdad. Es como si un hedor putrefacto a síndrome de Estocolmo se escapara de vez en cuando de alguna tubería. Sinceramente, viendo cosas así, entiendo que en España haya gente que nos vea como una especie de mercenarios psicópatas asesinos.

"La primera víctima de la guerra es la inocencia". Creo que esta frase es de la película Platoon y se me ha quedado grabada. Y aunque no estoy en el frente y la inocencia desapareció con la tercera estrella de mi hombrera, sí que noto un embrutecimiento importante estando aquí.

El otro día los talibanes degollaron a un niño de doce años delante de su madre porque su padre se había alistado en la policía local. Hace una semana envenenaron el agua de una escuela infantil porque eran niñas las que iban a estudiar.

Todos los días hay noticias similares que van estrellándose en tu caparazón. Las primeras lo atraviesan, pinchan en blando y duelen, pero, al final, se acaban convirtiendo en una línea más del informe de situación.

"To er mundo es güeno", que diría el gran Summers. Pero no es así. Incluso el que lo parece, puede no serlo. Ayer un chaval de trece años se voló, o lo volaron, en uno de los check points de acceso a la green zone, donde está el ISAF HQ. Se ha llevado a 6 personas por delante.

Detrás de estos niños están las amenazas, la extorsión, la droga o la simple comedura de tarro..., pero lo que a mí me preocupa como soldado, es que a lo que se enfrenta el tío que está en un check point es a eso, a un niño, a un puto niño que no ha obedecido la orden de parar.

Y el tío sabe que tiene 1 segundo para decidir si dispara, sabe que todos llevan doble activación en los explosivos –la suya y la del hijoputa que lo manda, por si al final le entran dudas– y sabe que, en la mayoría de los casos, cuando está pensando eso, ya es demasiado tarde.

Igual que el que sale de patrulla o el que entra en una casa a detener a un líder talibán. Patada en la puerta y, ¡sorpresa!, hoy toca mujer, hombre con AK, niño corriendo, hombre con granada de mano, otro hombre con AK... Hay que ser muy bueno para salir de esa. Y aquí los hay.

Por las noches, de vuelta, paro en el locutorio para llamar a casa. De camino paso entre uno de los accesos que unen las pistas con la base y, especialmente, con el ROLE3. Mi predecesor me lo advirtió: "cuando esa puerta se abre es que traen en helicóptero a alguien muy jodido".

Ya me he cruzado 3 veces con las camillas, la última hace un par de días. Me paré a verle pasar y musitar una oración por él. Estaba hecho mierda. Iba intubado y monitorizado, y los camilleros franceses tampoco se daban mucha prisa, por lo que deduje que no había mucho que hacer.

Detrás, a menos de 30 metros de ahí, está la terraza de una pizzería. Uno de los lugares de esparcimiento de esta base. Música alta, peña tomándose pizzas y un chaval reventado pasando por delante sin provocar la más mínima reacción, preguntándose en qué coño se equivocó.

Pensado por qué no está él tomándose también una pizza o mejor, tirándose a su novia en Boston, París o dónde coño viva. "La vida no es justa" –pensé–, "pero, Dios me perdone, prefiero ser el que está de pie". Por eso me jode que un memo me diga si mi tribu mata mucho o poco.

Hace ya 10 años que dejé el mando de mi compañía, pero sé lo que sentiría si uno de mis chicos fuera en esa camilla. Y lo que querría, también. Pero aquí, mis chicos son los de mi tribu y, aunque menos que el resto, porque son los más cabrones del puto valle, también caen.

Por eso, os aseguro que, en mi embrutecimiento, no me sube una pulsación cuando veo cómo a los malos les funden los plomos con misiles hellfire, los deshacen desde un C-130 Spectre o les parchean a 1.500 metros con un fusil de precisión.

Una de las misiones de ISAF SOF, es contribuir a que los que están en una lista de premiados –Joint Prioritized Effects List (JPEL), se llama–, sean "kill or capture". Cuando cae uno de la cabeza se le denomina un jackpot… Sí, la primera víctima de la guerra es la inocencia.

Confío en la justicia divina y la efectiva "gestión misericordiosa de colas", pero a veces quieres acelerar el proceso. Como dice el padre George: "Estad contentos, decid a los demás la buena noticia: Dios existe y te ama, aunque algunas veces parezca que se esconde un poco..."

Hoy el relato ha salido oscuro. Sí, hay días en los que predominan los grises. Pero sigo en forma. Todavía me queda bastante para dejarme cresta y recorrer Madrid en un taxi con una .44 en el sobaco. Si eso tras la siguiente misión o para cuando la peque me presente a su novio.

Intentaré gestionar bien la vuelta. Nosotros no tenemos “descompresión”, como otros países, antes de llegar a casa. Yo sólo espero bajarme del avión, besar a mi mujer y a mi hija e irme a casa a comer unas lentejas con chorizo. Y confiar en que esto no me haya cambiado mucho.

WEB DE PEDRO SEBASTIÁN DE ERICE LLANO

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