DÍA DEL REGIMIENTO ASTURIAS 31. AÑO 2022

10 de septiembre de 2022

DÍA DEL REGIMIENTO ASTURIAS 31. AÑO 2022

Mi general,

Excelentísimas e ilustrísimas autoridades civiles y militares. Oficiales, suboficiales, militares de tropa. Familiares y amigos.

Queridos compañeros del Regimiento “Asturias” 31, hoy es un día especial. Tras unos años complicados, llenamos de nuevo este patio de armas. Y me emociona poder dirigirme a vosotros con testigos tan especiales como son aquellos que nos precedieron en el Servicio, amigos entrañables y muchos de vuestros familiares.

En un día como hoy, podría hablaros de lo que supone trabajar en una unidad que cumple 360 años de incansable servicio a España. De cómo en un tiempo en el que se busca reescribir la historia, nosotros asumimos la nuestra, sin complejos, con sus luces y sus sombras. De que somos los herederos de los que se sublevaron en Zelandia, de aquellos que formaron parte del regimiento José Bonaparte que combatió en Rusia bajo bandera francesa, matando y muriendo sólo por volver a España. O de los que se alzaron en Cabezas de San Juan, inaugurando el primer periodo constitucional de nuestra historia, pero dando un golpe mortal al refuerzo militar contra la sublevación que se extendía en ultramar. Podría hablaros de cómo nuestro sobrenombre -el Cangrejo- se forjó en las acciones más complicadas y dolorosas que puede afrontar un ejército, las retiradas. De cómo allí, donde el hedor a derrota tumba al más fuerte; los Asturianos, orgullosos, demostraron que, bajo la presión de ese lugar inhóspito que queda entre el miedo y el enemigo, es donde más grandes se hacen. De cómo podrían caer, sí, pero sabiendo que el enemigo no vería jamás sus espaldas, pues tenían interiorizado, y tenemos aún hoy, lo que más tarde cantara Luis de Oteyza, en su poema “La vuelta de los vencidos”: 

Es mejor, mejor morir, 

que volver a los hogares con las frentes abatidas, 

sin espadas, sin banderas y ocultando las heridas, 

las heridas que en la espalda recibieron al huir.

Sí, podría hablaros de nuestras páginas heroicas y de nuestras flaquezas también, pero no lo haré.

En un día como hoy, podría hablaros de nuestra relación con Asturias. De los vínculos que nos unen con una tierra que apenas pisamos, porque nuestra vocación fue siempre expedicionaria. De cómo invocamos a la Santina, la Virgen de Covadonga, para que interceda por nosotros –creyentes o no, que cuando vienen mal dadas, nadie rechaza una ayuda– y de como Ella nos acompaña, porque conoce bien nuestros corazones. Podría hablaros de cómo hace 1.300 años tuvo lugar en el monte Auseba una batalla, o quizás sólo una escaramuza; da igual, porque lo cierto es que la victoria de don Pelayo en Covadonga cambió la Historia para siempre, supuso el inicio de la Reconquista y la recuperación de la raíz europea, cristiana, y monárquica que configuró la España moderna.

Podría hablaros de aquellas grandiosas tierras verdes y de sus magníficas gentes, pero no lo haré.

En un día como hoy podría hablaros de lo que supuso la operación BALMIS para el regimiento y para todo el Ejército. De cómo los que éramos invisibles para parte de la sociedad aparecimos en las calles, residencias, hospitales, tanatorios… haciendo lo que mejor sabemos hacer: Servir. De cómo trabajamos codo con codo con nuestras queridas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, superando los prejuicios de alguno, porque a todos nos mueve el mismo espíritu. Podría hablaros también de la borrasca FILOMENA y de todos los gestos que protagonizasteis y que sólo son el reflejo de los valores que os mueven y de que, preparados como estamos para lo más difícil, el Combate, lo demás llega por añadidura.

Podría hablaros de miradas, de apretones de manos, de lágrimas, de besos, pero no lo haré.

En un día como hoy podría felicitar a los que habéis sido condecorados. Hablaros de la importancia que tiene una medalla, sí, pero que es siempre relativa. De que la merecéis todos los que la habéis recibido, pero sed humildes, porque en formación permanecen muchos que la merecen, al menos, tanto como vosotros. Os hablaría de que la más grande condecoración la tendréis en la mirada de vuestros subordinados, en el cariño y el respeto de vuestros compañeros y la admiración de vuestros jefes.

Sí, podría hablaros de que cuando la luz se apaga y os encontráis cara a cara con vuestra conciencia, es ahí dónde podréis encontrar la verdadera recompensa a vuestro trabajo, pero no lo haré.

En un día como hoy sólo os mencionaré dos cosas: El servicio a España y la Familia. Afrontamos una etapa compleja llena de desafíos. El más significativo será la responsabilidad de liderar las dos rotaciones de la Presencia Avanzada Reforzada de la OTAN en Letonia durante 2023. El reto es grande para los que se van, pero también para los que nos quedamos, ya que deberemos afrontar todas nuestras tareas con el mismo nivel de exigencia, sin que las ausencias puedan afectar a los resultados. Porque ese es nuestro compromiso con España: El servicio, por delante de todo. Y lo desempeñamos implicándonos al máximo, con lo que la Patria pone en nuestras manos y sin importarnos si somos muchos o pocos o si durará más o menos tiempo. Porque esa es la diferencia entre el militar, que tiene la responsabilidad de la defensa armada de la Patria y cualquier ciudadano anónimo. Y al que no lo entienda, al que en todo vea un problema o una carencia, al que le canse o le estrese la vida castrense, al que relegue a segundo plano las obligaciones militares que prometió cumplir, al que envidie las supuestas bondades del trabajo en otros ámbitos, al que piense así… le digo que, en cuanto pueda, cuelgue el uniforme y se vaya. Porque aquí no puede haber sitio para la tibieza. 

Y uno ese servicio a España, ante todo, sobre todo y siempre, con el segundo punto de mi discurso de hoy: la Familia. Ya sea de sangre o de espíritu, porque incluyo a los amigos que de verdad lo son. Acabo de resaltar la intensidad que exige la vida militar. La dureza de las separaciones que muchos de los aquí presentes conocéis bien. Ese sacrificio es parte intrínseca de nuestra profesión y vivimos con ello. Pero, fuera de esos momentos intensos de milicia, cuidad de vuestras familias y de vuestros amigos, y cuidad de vuestra salud. Disfrutad y atesorad en vuestros corazones esos momentos de alegría juntos, como los que espero haya hoy, porque a unos y a otros os servirán de acicate en las horas bajas de las ausencias. Y porque cuando todo termine, cuando, si Dios quiere, con bien, terminéis vuestra vida militar saliendo por la puerta grande, las medallas, misiones, maniobras, cursos… se disolverán en recuerdos y, junto a ellos, sólo os quedarán dos cosas importantes: vuestra familia y vuestros auténticos amigos. 

Que la Santina, nuestra Virgen de Covadonga, nos ayude a afrontar con serenidad y acierto todos los retos que están por llegar. 

Mi teniente coronel, manda firmes,

Y ahora, como renovación de nuestro compromiso con España y muestra de la unión de esta gran familia que formamos el regimiento “Asturias”, os pido que gritéis conmigo: 

¡Viva España!

¡Viva el Rey!

¡Viva el Ejército!

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