EL MANDO

EL MANDO

El mando. Todos tenemos clara la diferencia entre “hacer lo correcto” y “hacer las cosas correctamente”. Elegir siempre la primera, es ya un reto para el jefe. Pero lo que marca la diferencia es ser capaz de “cuando vienen jodidas y nadie te ve, hacer lo correcto”. Un saludo.

El mando. Creerás que sí, pero no mandas una mierda sin la confianza de tus subordinados o equipo. Y la confianza no es barata. Se edifica sobre tu integridad; tu profesionalidad y el prestigio ganado con ella; una meta común, clara, bien definida y transmitida y tu ejemplaridad.

El mando. Tu organización -da igual su tamaño- expande el comportamiento que premia, normaliza el que tolera y minimiza el que castiga. No busques halcones, si llevas tiempo premiando palomas. No te quejes de falta de iniciativa, si defenestraste a aquel que fue demasiado audaz.

El mando. Decidir conlleva siempre la responsabilidad de las consecuencias. ¡Confía! Procura que la decisión la tome el nivel más “pegado” a la cuestión. Y sin trampas: puedes decidir tú y delegar la ejecución, pero asume que, si algo falla, la responsabilidad sigue siendo tuya.

El mando. Hay 2 formas de definir el entorno de actuación de tus subordinados. Marcando su “terreno de juego” con limitaciones -tú dormirás muy tranquilo- o mediante reglas de comportamiento -tendrás algún susto, pero sentirán tu confianza y dispararán su iniciativa.Ahora, elige.

El mando. Tu organización tiene unos valores definidos. Puedes hartarte de hablar de ellos y exigírselos a tus subordinados. Mientras no los hagas tuyos y los transformes en acciones concretas, serán papel mojado. Sí, a veces fallarás, pero cada acierto incrementará tu prestigio.

El mando. No olvides que nunca llegarás a ser un buen jefe si no eres un buen subordinado. Sé auténtico, usa los mismos criterios y desempeña ambos roles con la misma eficacia. No pidas un comportamiento contigo que tú no tienes con tu jefe. Acuérdate que desde abajo se ve todo…

El mando. Si como jefe tienes problemas de comunicación, ponte rápido las pilas, porque es esencial. Escucha, siempre, a tu gente. Al hablar no imites a otros, no funcionará. Sólo intenta que tu mensaje sea preciso, claro, sencillo, sincero, conciso y, sobre todo… ¡NO MIENTAS!

El mando. Decía Rommel que la diferencia entre asumir un riesgo y realizar una apuesta es que, si ambos fallan, del primero podrías recuperarte, pero de la segunda es imposible. Al decidir, mide las consecuencias al máximo. Te pagan por gestionar riesgos, no por hacer apuestas.

El mando. Mandar con el ejemplo no significa que tengas que ser el mejor o el primero en todo. No lo dudes, tienes subordinados más inteligentes y fuertes que tú. Sólo sufre, ríe, llora, charla y suda con ellos ¿Y sabes lo que también puedes hacer? Sé siempre el último en comer.

El mando. Poder mirar a los ojos a todos tus subordinados. Ese es el regalo que recibes la primera vez que te pones al frente de tu unidad o equipo. Esa mirada la mantendrá firme tu lealtad hacia ellos. No la pierdas. Que al irte sean otros los que, avergonzados, bajen los ojos.

WEB DE PEDRO SEBASTIÁN DE ERICE LLANO

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